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miércoles, 19 de abril de 2023

LOS MANUSCRITOS RESUCITADOS. (Los Manuscritos Muertos y Las Vidas Creadas. Recopilación I)

Los Manuscritos Resucitados (resurrexit scripta).(20-10-2022)

















En el momento de comenzar la lectura de una obra, ensayo, tratado, tesis, biografía o artículo de corte histórico, nos prestamos a creer que aquel que escribe contará unos hechos fidedignos que ha comprobado por diversas fuentes. Esto debería ser lo correcto, y muy de vez en cuando, incluso, se puede llegar a dar esa circunstancia. No se asusten que es de lo más normal. Aquel que realiza una investigación seria y amplia, "debería de" ceñirse a unos hechos lo más fidedignos, dentro de lo posible, a los datos recabados. 

Sin embargo, esto no es así. Los datos "sospechosos de veracidad" o "difíciles de encajar" son aprobados sin problemas por la oficialidad académica. El porqué de estos "pequeños descuidos" de rigurosidad no es otro que el de cumplir con las normas de los autores de encargos de estos estudios. Sí, sí. ¿Eso significa que las universidades públicas y privadas, academias o sociedades históricas, y sobretodo, aquellos escritores y guionistas de novelas y películas trabajan para fomentar una determinada idea previamente por encargo? La mayoría sí. En especial aquellos dirigidos a un público masivo o los dedicados al consumo académico. Pero todo esto no es malo. El análisis de esos "encajes sospechosos" nos hace recopilarlos y establecer patrones de engaño. "El mal" es lo que tiene, que es detectable por aquellos elucubradores que miramos un poco más allá que los lectores, y espectadores, también, cuya credulidad está a prueba de anuncios de coches espaciales o de virus hipermutables e inteligentes que atacan a horas determinadas por los gobiernos.

No teorizaremos demasiado, expondremos algunos sucesos y descubrimientos sorprendentes en  la historia y analizaremos la idoneidad de la aparición del mismo en su momento histórico. Del mismo modo, y casi sin percatarnos, observaremos la construcción de "vidas creadas" a la medida de las situaciones narrativas que encajarán según lo convenido por la oficialidad académica. Sin apenas forzar situaciones, y sin sobresaltos, descorreremos las cortinillas de esa historia de la historia que nos han contado aquellos que manejan el pasado, para beneficiarse en el futuro. Que no tienen prisa para llevar a cabo su agenda; de la cual, arrancan y pegan hojas a su gusto, según demanda del "cliente".



Miraremos con brevedad un descubrimiento arqueológico de unos documentos que ha sido catalogado como el mayor del siglo XX. Se trata de los conocidos como los Manuscritos del Mar Muerto. Este hallazgo, también conocido como los "Rollos de Qumrán", fueron encontrados según los relatos oficiales hacia finales de 1946 o principios del año siguiente, en algún lugar al noroeste de ese peculiar lago salado, situado en la depresión más profunda del planeta. Este lago endorreico, que es el nombre como se denominan a las masas de agua que se autoalimentan de su cuenca hidrográfica, y no enlazan con la masa principal de agua que conecta a los mares y océanos, el Mar Muerto, aunque no sea mar, es uno de los que tiene una de las mayores concentraciones de sal del mundo. De hecho, una de las primeras impresiones que te vienen a la cabeza en cuanto escuchas el nombre del lugar, es la alta flotabilidad de los objetos en sus aguas debido a esa alta concentración de sal en ellas.

Y es la sal la que adquiere una gran importancia simbólica en esta historia. Es un elemento con la propiedad de ser soluble en el agua, donde se separan los iones de carga positiva, los cationes, de los iones de carga negativa, los aniones. Esta solubilidad simboliza la unión con Dios. La de el pueblo elegido con su Yahvé en su "Alianza de la sal". Muestra de ello son: "Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal." en  Levítico 2, 13, o en el Paralipómenos 13, 5, con la pregunta: "¿Ignoráis acaso que Yahvé, el Dios de Israel para siempre a David, a él y a sus hijos con pacto de sal?". La sal es símbolo de lo imperecedero, se usa como conservante de los alimentos. Para simbolizar el carácter perpetuo de un pacto era costumbre tomar sal. El entorno es mucho más importante de lo que parece en este destacado "encuentro casual". El escenario vuelve a ser clave en nuestras investigaciones; pongámanos en escena, pues.



Muhammid Ahmed el-Hamed, alias "edh-Dhib" (el lobo) y su primo son los primeros actores de la trama. Pastores beduinos de la tribu de los Ta'amireh, buscando una cabra perdida, y uno de ellos, arroja una piedra por dos huecos y escucha un extraño sonido de rotura de algún recipiente. No se adentra y ve que hay un hueco más grande y de difícil acceso. Esta historia de la piedra arrojada nos lleva a viajar hasta el año 820, donde el Califa Al-Mamún, de los Abasidas de Bagdad, y sus sabios, buscando una galería dentro de la Gran Pirámide de Guiza, que los condujera hasta la Cámara del Rey, escuchan un gran ruido al otro lado del túnel realizado por ellos. Esa piedra triangular desprendida que cayó y su estruendo, marcó el camino a seguir hacia la dirección correcta a las "cámaras reales" (o conocimiento encriptado) y a la entrada original, 10 hiladas de piedra más arriba de la entrada excavada. Esta leyenda, que comentamos en su día, enlazaría con la de la piedra-esmeralda de la frente de Lucifer, que una vez arrojado del paraíso, le fue arrebatada para desprenderle de su poder. Esa piedra puede simbolizar la comunicación entre el mundo de los vivos con el Cielo y el Inframundo. En grabaciones originales de uno de los dos pastores, la cabra no aparece en la anécdota, pero la "memoria colectiva" (o el constructo) la empalma para moldear el "romanticismo" del relato. 

"Cuentan" los pastores beduinos haber encontrado dentro de la cueva 10 vasijas de barro. De esas 10 vasijas (que podrían recordar a los 10 sefirots del árbol de la cábala), 8 estaban vacías, una llena de tierra y una contenía unos rollos manuscritos. En una siguiente entrada encuentran otros más, sin especificar, siendo los rollos encontrados. Estos 7 rollos fueron los más completos. másd importantes y los mejor conservados (casualidad, vaya). Esta fue la cueva número 1 del total de 11, donde se encontraron casi 1000 restos de manuscritos entre 1947 al 56. Eso según, los dos primos de la cabra perdida, que nunca lo estuvo, y que se llevaron los rollos; tampoco hubo rastro de las vasijas. Al menos de esas.



Cabe decir que estas vasijas, según el relato de los pastores, recuerdan al nombre original de la "Caja de Pandora", una "pithos". Eran tinajas ovaladas que quedaron en el recuerdo y se transformaron en la aceptación posterior como una "caja". Aquella leyenda donde Zeus, urde un plan para vengarse de Prometeo y atacar a su adorada humanidad, regalando a la mujer del hermano de este, Pandora, una pithos con órdenes de no ser abierta bajo ningún concepto. La mujer de Epimeteo, que había sido creada por los dioses con una gran curiosidad y, debido a esta, acaba por abrirla. De la vasija salieron todos los males y se instalaron dentro de la especie humana. Cuando Pandora acertó a cerrarla, dentro, sólo quedaba el espíritu de la esperanza (Elpis). Por algunos restos de vasijas halladas en las inmediaciones de las cuevas pudieron conocer como sellaron las tapas con los rollos en su interior. Un impermeabilizante vegetal denominado pez negra. Encontrar unos rollos manuscritos de la época en la que acabó cualquier forma de gobierno por parte del pueblo elegido sobre su tierra, resulta una "esperanza" guardada y sellada a través del tiempo para ser abierta justo en el momento en que ese pueblo, otra vez, recuperaba la gobernabilidad  de "sus tierras". 

Pero aquí, lo importante, es el concepto y el entorno. En pleno conflicto civil por la proclamación del Estado de Israel por las recien creadas Naciones Unidas, el descubrimiento de unos rollos que aparecieron de la nada, como el que dice, y fueron datados entre el siglo II antes de nuestra era y en siglo I, hasta el comienzo de la primera guerra judeo-romana en el año 66. Los rollos, fraccionados la mayoría, consensuaron los expertos en explicar que procedían de un pequeño asentamiento a un escaso kilómetro de la cueva numero uno. Este poblado en ruinas del desierto de Judea, Qunrám, se estudió que perteneció a una secta radical de judíos llamados esenios; aunque hoy se discute todavía ese detalle. Eran unos religiosos obsesionados con la pureza y la vida según la estricta regla de las sagradas escrituras,y los presuntos autores de los rollos. Ese pequeño poblado estaba en una minúscula meseta a la mágica altura de menos 333 metros bajo el nivel del mar. Unas cuevas, como simbolismo recurrente de "útero materno", de donde surgen los manuscritos más antiguos de las sagradas escrituras del pueblo judío, que acababa de volver a "su tierra prometida" después de una diáspora de dos milenios. Esos rollos y sus fragmentos han pasado a ser las nuevas reliquias del, autodenominado, "pueblo elegido". Los nuevos Arca de la Alianza, mesa de Salomón, Menorah o Tablas de la Ley de Moisés. Y con la sal del Mar Muerto como símbolo del nuevo pacto de reconocimiento de su tierra, siendo el lugar más profundo del planeta.





Trataremos de averiguar que es lo que se esconde tras esos rollos escritos en tiempos de Jesucristo, que contenían las siguientes características: hallados en su tierra; con fragmentos de todos los libros sagrados de la religión judaica, algunos completos otros con menos texto; con escritos comentados por los rabinos sobre estos libros; con reglas de la comunidad religiosa que habitaba la población cercana; de diferentes maneras de entender el judaismo; de la lucha de estos con los romanos; pero ni rastro del Hijo del Hombre, Jesús, ni de sus acólitos. ¿Ni rastro? Veremos. 

Aunque el constructo del descubrimiento parece estar hecho en apariencia por y para ensalzar los mitos de tradición hebrea, observaremos alusiones al mesías rechazado por los judíos, a Jesús de Nazareth. Recordemos a los dos primos beduinos y su hallazgo de las 10 "pithos" rellenas de aire, tierra y pergaminos que nos hicieron recordar a los sefirots del árbol de la cábala y a la "esperanza perdida" de la Caja de Pandora. "El Lobo" y su primo regresaron al campamento de su tribu contentos por haber dado con la cabra descarriada y explicando a sus familiares la anécdota del tesoro encontrado. Ese relato recuerda a la parábola de Jesús de la oveja (cabra) perdida. En Lucas 15, 4 al 6 se cuenta: 

"¿Qué hombre de vosotros, teniendo 100 ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va tras la que perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se ha perdido."




¿Y de qué estaban hechos la mayoría de rollos y fragmentos encontrados en las cuevas de Qumrán? Sí, de piel de cabra y oveja. Y como complemento unos versículos del evangelio de Mateo, algo anterior en tiempo al de Lucas, y para dar paso al ejemplo de la oveja extraviada, dice: "Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido." (Mateo 18.11) Piel de cabra extraviada. ¿Y en qué lugar nace este relato? En el campamento de la tribu beduina de los Ta'amireh, a las afueras de Belén. No era en un "portal", pero como paralelismo histórico está bien. La marcamos con un asterísco como ligera referencia al Mesías, rechazado por unos y divinizado por otros. Los beduinos pastoreaban por esa zona porque entre el invierno y la primavera el desierto parece proporcionar pasto a sus cabras y camellos. El relato de los jóvenes primos pastorcillos, cuyas edades las sitúan las crónicas oficiales entre los 13 y 14 años, o los 15 y 16, los "relatólogos" no se acaban de poner de acuerdo, arranca en Belén donde contactan con unos comerciantes con el interés de poder vender aquellos extraños rollos escritos en piel de cabra. Aquí el relato ya convierte a los primos en tres.


Establecen contacto con un vendedor de telas conocido por ellos, un cristiano ortodoxo sirio llamado George Ishaya Shamoun, que les aconsejó y llevó a un zapatero para intentar vender esos cueros de gran calidad, para ver la oferta que les hacía por ellos. Era un cristiano árabe de rito ortodoxo de nombre, Khalil Iskamder Shaun, más conocido por Kando, cuya zapatería estaba situada en la "Plaza del Pesebre" de Belén. El zapatero les ofrece un pequeño anticipo y la tercera parte de la futura venta. Por su parte, el vendedor de telas, Isahya, informaría a su jefe eclesiástico, el metropolitano (esto es, arzobispo) Athanasius Samuel, cabeza de la iglesia jacobita siria en Israel. Kando y el vendedor de telas viajaron a Jerusalén durante la Semana Santa de 1947, donde le muestran, lo que luego se supo que fueron, los rollos del Libro de Isaías y el rollo de la Regla de la Comunidad. Se reunieron dos veces en la Iglesia de San Marcos de Jerusalén, regida por el metropolitano Samuel. La primera los dos comerciantes betlemitas (de Belén) y la segunda con ellos y los beduinos, que se trajeron más rollos. Estos fueron expulsados por un monje de esa comunidad eclesiástica que los confundió con unos timadores de antigüedades. 

Es en ese viaje de la "Plaza del Pesebre" de Belén hasta Jerusalén donde volvemos a observar una alusión a Jesús. También en los sucesos acaecidos en la semana de Pascua; en la expulsión de los mercaderes del templo por el Mesías, donde en el Evangelio de Marcos (como el nombre del templo donde se realiza el relato de la venta de los rollos) nos dice en el capítulo 11, en los versículos del 15 al 17: 




"Llegaron a Jerusalén; y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían palomas, y no transportara objeto alguno a través del templo. Y les enseñaba diciendo: "¿No está escrito: "MI CASA SERÁ LLAMADA CASA DE ORACIÓN PARA TODAS LAS NACIONES?" Pero ustedes la han hecho una cueva de ladrones".

Además hay una comparativa hacia la vida de Cristo, cuando el metropolitano Athanasius Samuel desenrolla uno de los rollos y contempla que está escrito en hebreo (aunque no sabía leerlo). Ese rollo era el del Libro de Isaías, el mismo rollo que, Jesús, lee en la sinagoga de Nazareth: "Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito." (Lucas 4, 17) Recordar que el rollo de Isaías era el mejor conservado y se encontró completo en su totalidad, y por duplicado en la cueva 1. Los "designios de la providencia"..., que le vamos a hacer.

La situación límite en la que nació el Estado de Israel, en permanente conflicto con sus vecinos árabes, llevó a la búsqueda de argumentos que demostraran que los judíos habían vivido siempre allí desde tiempos inmemoriales, otorgándoles un derecho histórico para vivir y restablecer su propio estado en Palestina. Por tanto, esos hallazgos arqueológicos, se convierten en sus argumentos políticos. Y otra cosa no, pero dinero, las familias sionistas, tenían de sobra para financiar esos proyectos de "recuperación" histórica, e incluso, para crearla, si se diera el momento. Ahora lo veremos, antes vayamos de viaje con esos rollos en su particular diáspora, que daría una validez simbólica a esa inmigración de personas judías hacia la Tierra Prometida, que reforzara ese nacionalismo, promulgado desde finales del siglo XIX, y que apoyaron económicamente a estas familias desde principios del siglo siguiente; siendo el barón Edmond de Rotschilde, el principal apoyo capitalista. La colonización estaba en marcha; el constructo, también.




Tras la ofensa del templo de San Marcos, los beduinos rechazaron vender los manuscritos a Athanasius Samuel (o eso se refleja en el constructo). Kando, consiguió comprarles a los ofendidos cuatro de aquellos rollos y vendérselos al metropolitano de la iglesia siria. La venta no superó los 100 dólares. Este pudo trabajar en confirmar la autenticidad de aquellos documentos enrollados en cuero en las semanas siguientes. Mandó a uno de sus monjes, de expedición con el vendedor de telas, George Ishaya, que pertenecía a su Iglesia, al lugar supuesto de los descubrimientos. El monje le contó a su regreso que en aquella gruta aún quedaban multitud de fragmentos de manuscritos, jarras (o pithos) intactas, trozos de telas, mimbres y objetos metálicos bastante deteriorados. Esta información le dio más veracidad a la posible autenticidad de los manuscritos llevados por los beduinos. Cabe decir, que lo que se nos cuenta en el relato de los hechos fue la sospecha del metropolitano en que aquellos documentos ofrecieran información relevante sobre los primeros tiempos del cristianismo o las primeras andanzas de sus discípulos. 

Para ello necesitaba descifrar el contenido de aquellos rollos y certificar su antigüedad por personal experto en la materia y autorizado. En septiembre del 47, Athanasius, visitó el Departamento de Antigüedades de Palestina, que estaba situado en el edificio que se conoció a partir de 1930 como Museo Rockefeller, gracias a las donaciones de esta familia. Se entrevistó con Stephen Hanna, reconocido investigador que trabajaba allí y cristiano ortodoxo sirio, también. Hanna, era especialista en arqueología de los orígenes del cristianismo, pero no garantizó la autenticidad del manuscrito que le proporcionó su jefe eclesiástico en la zona. El arqueólogo no se atrevió a presentar dicho documento a las autoridades del Departamento para no ser desprestigiado por estos. ¿Raro, no? 

Tras esta decepción no cejó en su empeño y se dirigió a la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa que pertenecía a la Orden de los Dominicos. Allí relató lo acontecido con el descubrimiento de esos rollos a un monje sirio, conocido de este desde tiempo atrás. Días después este monje fue acompañado de otro, especialista holandés en la materia, Van der Ploeg. Analizaron meticulosamente un rollo durante varias horas y los dos dominicos llegaron a la conclusión de que aquel manuscrito era el "Libro de Isaías" completo, de al menos el siglo II después de Cristo. Un monje con mayor experiencia les aconsejó analizar la cerámica donde se hallaron los rollos, pues es la cerámica la que en arqueología actúa como un reloj de tiempo muy preciso para cualquier datación fiable. Esto ya fue más difícil de conseguir. También les advirtió de las frecuentes falsificaciones llevadas a cabo por anticuarios con pocos escrúpulos y los dominicos se olvidaron del tema a las pocas semanas. ¿Raro, también, no




Días después del encuentro con los dominicos, Samuel, llevó los rollos a su patriarca superior de la iglesia jacobita en Homs, Siria, al Norte de Damasco. Tras esa reunión de la que se desconocen los detalles este metropolitano envió a un grupo de hombres a excavar a la cueva de los rollos. Su visita coincidió con la llegada a ese país de un agente de la O.S.S. (Oficina de Servicios Estratégicos) de los EE.UU., que dio paso en esas fechas a la famosa CIA. El agente era Miles Copeland, destinado en Damasco como Jefe de Delegación de la agencia de espionaje norteamericana, y encargado, a su vez, de desestabilizar los planes de los países árabes contra el próximo nuevo estado en la zona, Israel, que estaba naciendo de manos de la joven ONU. Este agente contó que al llegar le visitó, el que definió, como un "astuto comerciante egipcio" que le enseñó un manuscrito que se deshacía por los bordes. Consiguió que se lo dejara y fotografiara. Tras llevar las fotografías a la embajada americana en Beirut, un funcionario docto en idiomas antiguos le aseguró que se trataba de un texto perteneciente al Libro de Daniel, y estaba escrito en arameo y parte en hebreo. Ni rastro de las fotografías ni del astuto comerciante egipcio, años después. Este espía, se da la curiosidad que fue el padre del batería del archiconocido grupo de rock británico, The Police, Stewart Copeland. El músico definió en una entrevista el trabajo de su padre durante su estancia en Oriente medio como: "papá tenía la misión de desestabilizar la región a través de diferentes operaciones de espionaje". Cinco años después de este suceso narrado por el espía americano aparecieron en una de las cuevas de Qumrán unos fragmentos del Libro del profeta Daniel. ¿Y no adivinan en qué idiomas estaban escritos? Sí, en arameo y hebreo. ¡Vaya, el mundo es un pañuelo!

En medio de un clima de tensión en la zona en el que se mascaba el conflicto de guerra civil, entró en escena uno de los arqueólogos judíos más reputados del territorio y que trabajaba en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Eleazar Sukenik, de origen polaco y emigrado en las primeras colonias de Palestina. Por un lado, tuvo la noticia de los excepcionales manuscritos que estaban en poder de un jefe eclesiástico, y por otro, el 24 de Noviembre, un día después, Sukenik, entró en contacto (o más bien lo contactaron) con un anticuario armenio llamado Faidi Salahi, que le ofreció la venta de 3 rollos manuscritos y 2 jarras encontradas por unos beduinos. Los famosos primos de la cabra, es de suponer que lo habían avisado para intermediar con el arqueólogo. Este encuentro se realizó a través de una verja que separaba las distintas zonas de control de la ciudad, entre el anticuario y Sukenik. Le pasó un pequeño trozo de fragmento donde se podían intuir letras en hebreo. El comprador quiso una segunda reunión en lugar seguro para examinarlos con rigurosidad unos días más tarde. El encuentro se fijó para el 27 de ese mes. 

Sukenik, padre.



Se vuelven a cruzar, otra vez, el relato con las fechas históricas, como en tantas otras ocasiones. Los arquitectos de los constructos históricos lo deben de llamar algo así como "coser el tiempo". La resolución de la ONU por la que iban a decidir si partir Palestina en dos: una parte judía, otra árabe y una zona neutra de control internacional en Jerusalén y los Santos Lugares, debía de votarse el mismo día que iban a reunirse en Belén, Sukenik y el anticuario. La incertidumbre se mascaba en las calles y la votación se trasladó dos días después, al Sabbat. El 29 de Noviembre (otro 11 del 11 velado, como aquella muerte de Felipe, el Hermoso), se produjo la aprobación de la resolución 181 de la ONU, con 33 votos a favor y 13 en contra, al mismo tiempo que se daba el encuentro en la tienda del anticuario, donde el arquéologo pudo escuchar con atención el relato del descubrimiento y comprobar su posible autenticidad. Se los dejaron llevar. Al llegar a su casa escuchó la noticia de la aprobación del Estado de Israel por la ONU, lo que llevó a tomarla como una señal para adquirir ese material arqueológico. Para su hijo también fue una predicción divina, casi mística. Su vástago era Yigael Yadin, por entonces el Jefe de operaciones de la "Haganá", la fuerza militar o milicia semiclandestina que durante la guerra por la independencia, el año siguiente, evoluciona a las Fuerzas de Defensa , israelíes. ¿Y qué fue lo que manifestó este, una de las figuras legendarias de la creación del nuevo Israel?:

"No puedo evitar la sensación de que hay algo simbólico en el descubrimiento de los manuscritos y en su adquisición en el momento de la creación del Estado de Israel. Es como si estos manuscritos hubiesen estado esperando en cuevas durante dos mil años, desde la destrucción de la independencia de Israel hasta que el pueblo de Israel volvió a su tierra y recuperó su libertad". 

En unos momentos volverá la figura del hijo de Sukenik, también arqueólogo, a parte de miliciano. El padre se reuniría con el metropolitano Samuel a finales de Enero del 48, emplazándole para una segunda negociación por los rollos. El arqueólogo intentó reunir los fondos necesarios para su compra, pero en el momento de la verdad, Athanassius, fue emplazado por expertos americanos a portar sus manuscritos a Estados Unidos, donde le aseguraban una puja económica más alta por ellos. Los rollos fueron depositados en una caja fuerte bancaria en Beirut a la espera de un viaje seguro. En Abril se sucedieron los primeros artículos sobre la existencia de los rollos aparecidos en el Mar Muerto. El primero de Sukenik, que los llegó a relacionar con una secta poco conocida como los esenios, y en la prensa americana a través de los estudios realizados por expertos sobre las fotografías aportadas del material de Samuel. Al mes siguiente, y un día antes de que expirara el mandato británico de la zona, el 14 de Mayo, el Consejo del Pueblo Judío, proclamó su propio Estado. La respuesta de los países vecinos árabes fue contundente y se produjo un fuerte conflicto bélico durante los siguientes meses, quedando la zona de Qumrán, en manos de Jordania. La zona de las cuevas con el material legendario del pueblo judío quedaron en poder del enemigo, y como un incentivo a ser conquistado en el futuro. Las orillas de ese mar profundo se convirtieron en una frontera infranqueable en tiempos de guerra. Jerusalén quedó partido en dos y los rollos parecían marcar los tiempos de la independecia del nuevo Israel. al menos desde el punto de vista de un constructo, años después.

Roland de Vaux

En Enero del 49 llega el alto el fuego momentáneo de la contienda y se producen unos hechos relevantes para el constructo de los rollos. Athanassius Samuel aprovecha para viajar con su tesoro a América e intentar instalar su Iglesia ortodoxa siria en Estados Unidos con el beneficio que consiguiera de sus documentos adquiridos de manera ilegal. Pasaron unos años guardados en la caja fuerte de un banco. Mientras, en el sector de Jerusalén controlado por Transjordania, el departamento de Antigüedades de la Palestina árabe y la Escuela Bíblica de los dominicos franceses, dirigidas por Gerald Harding y Roland de Vaux, respectivamente, se lanzaron a la búsqueda de la cueva de donde emergieron aquellos rollos. Esa cavidad perdida donde se comenzaba a gestar el nacimiento del mito del nuevo Israel.  Y que mejor para seguir una buena construcción del relato, que el protagonista del descubrimiento fuera un oficial militar de la organización de la que surgió el acuerdo para instaurar la Tierra Prometida al servicio de los descendientes de unos de sus antiguos pobladores. Ese fue el capitán belga Philippe Lippens, que permanecía en la zona supervisando la tregua por la ONU. Mediante la negociación con la Legión árabe del estado marioneta que era Jordania, pudo disponer de un par de soldados de origen beduino para encontrar la ubicación de tan ansiada gruta en tan sólo un par de días de búsqueda. En seguida se inició una exhaustiva exploración arqueológica dirigida por los dos directores de las instituciones antes mencionadas, y como no, patrocinadas por el Museo Rockefeller de Jerusalén, de la mano de la multimillonaria y "filántropa" familia.




En esa cueva, que pasó a denominarse cueva 1, se encontraron cientos de fragmentos más de pergaminos y papiros pertenecientes a 72 rollos, y trozos de unas 40 vasijas. Se supone que esta era la cueva madre de los 7 magníficos rollos y las 10 "pithas" o vasijas enteras. A finales de 1951 se centraron las excavaciones arqueológicas en las ruinas del asentamiento de aquellos mencionados esenios que dan nombre a los rollos, Qumrán, y muy próximo a las cuevas, dirigidas por el dominico francés Roland de Vaux, que en un primer momento dudó de la importancia de esos documentos. Y como no, los rollos, no tardaron en multiplicarse como si del milagro de los panes y los peces se tratara, o del mismísimo maná, enviado por Yaveh. A partir de principios de 1952 se inunda el mercado de antigüedades de Jerusalén de nuevos fragmentos de manuscritos procedentes de esa zona y, presuntamente, de ese tiempo, de manos de beduinos de la tribu Ta'amireh, que habían asaltado las cuevas de la zona. Los arqueólogos y autoridades siempre marcharon a rebufo de ellos. 

Hasta 11 cuevas se localizaron después de haber sido registradas por estos beduinos, que parecían que iban dejando las migajas para los investigadores, produciendo un auténtico desvarío entre la legalidad de la compra y la adquisición de los documentos hasta 1956. Las cuevas eran casi todas oquedades naturales emplazadas en los acantilados. La 1 y 2, está a un kilómetro de las ruinas de Qumrán; la 3 y la 11 a unos tres; la cueva 6 a escasos metros. El resto fueron excavadas manualmente dentro de la explanada del asentamiento, la 4 y 5 en la parte oriental de las ruinas y las cuevas 7, 8, 9 y 10 en la parte orientalTodos esos documentos pasaron a ser estudiados por una comisión de expertos que llevaron a cabo la tarea de recomponer "el puzle más complejo de la historia", según voces expertas, también,  actuales. Miles de fragmentos esparcidos y recopilados con muy poca rigurosidad, pese a lo que digan los historiadores y arqueólogos más oficiales. Incluso la extraña aparición de un rollo partido en dos fabricado en cobre, en la cueva 3, con unas grabaciones inscritas con las descripciones de 60 lugares donde se hallaban enterrados los tesoros del Templo de Jerusalén. Como era previsible jamás se encontraron dichos tesoros de aquel peculiar rollo datado en el año 70, . Desde 1953, el mangante ,.. perdón, magnate americano, John D. Rockefeller Jr., patrocinó las excavaciones arqueólogicas hasta el 56 consiguiendo más de 60.000 fragmentos de un total de unos 900 textos.


Pero lo que de verdad se pretendió para crear un buen relato que diera un toque legendario al constructo fue reunir los primeros 7 rollos del primer supuesto descubrimiento, el de la cabrita perdida. En esos años posteriores se produjo una diáspora de los manuscritos bimilenarios, testimonio vivo de aquella "nación sin tierra" en aquellos lugares por los que el "pueblo elegido" reclamaba el usufructo territorial. En vista de los futuros problemas legales para encontrar comprador de sus cuatro rollos, Athanasius Samuel, puso su granito de arena para el relato legendario anunciando en prensa, mediante la publicidad del Wall Street Journal, la venta de sus 4 rollos "primigenios". El anuncio decía así:

"Los cuatro manuscritos del Mar Muerto: vendo manuscritos bíblicos que datan de al menos doscientos años antes de Cristo. Regalo ideal para ofrecer a una institución educativa o religiosa, por parte de una persona o grupo. Apartado de correos F206, Wall Street Journal"

Recordemos que los otros 3 rollos, que formaban parte de los 7 principales, ya estaban en poder del nuevo estado israelí, conseguidos por la "sagaz" intervención del arqueólogo Sukenik. Tras este anuncio, sólo faltaba que los astros fueran favorables al constructo y llevaran hasta esos lares al enviado idóneo para que recibiera estos rollos de vuelta. El anterior conseguidor falleció un año atrás, pero los designios de la providencia hicieron que su hijo, Yigael Yadin, andara por esas tierras en esos días y consiguiera los 4 rollos que completaran a esos 7 por la cantidad de 250.000 dólares. En realidad, fue enviado allí, pero se promocionó la providencia. Ya se podía dar paso a la construcción de un templo que albergara los nuevos tesoros del nuevo Israel, Ese sería el Santuario del Libro, en Jerusalén, una construcción alegórica del mensaje de aquellos textos.

Este museo serviría para fomentar una recreación de la idea de sacralidad de los 7 rollos como símbolos fundacionales para sus habitantes, necesitados de mitos que conectaran aquella historia de lucha por la independencia del Imperio Romano, con el conflicto que mantienen los israelíes desde la fecha de la creación artificial de su estado por el consenso de organismos supranacionales. Debido a la animadversión de sus países vecinos y enemigos árabes, sabedores de que el movimiento sionista llevaría a cabo una expansión de ese territorio en breve tiempo, necesitan de esa autentificación y promoción, nacional e internacional, de las nuevas reliquias para legitimar su lucha, espiritual y políticamente. 



Para conectar la historia antigua con la moderna deciden construir el templo-museo en la parte occidental de Jerusalén, el lugar de la ciudad donde se ha situado el centro político, administrativo y judicial. Dentro del Museo de Israel es donde se construye el Santuario del Libro, relacionado con una historia específica de los rollos del mar Muerto. Las estructuras de la cúpula blanca y la tapia negra, en contraste con los colores blanco y negro o las formas geométricas, están representando el relato del rollo del "Libro de la Guerra", que narra la lucha de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas, el bien contra el mal, la pureza contra lo impuro. El domo, o cúpula, tiene la misma forma que las tapas de las "pithas" donde se "encontraron" los 7 rollos. El agua bañando de manera constante a la cúpula blanca donde se guardan estos indican la evocación de pureza ritual, como las numerosas albercas o baños rituales encontradas en Qumrán; así como las escaleras para bajar al acceso al Santuario, rememorando la bajada a esas cisternas de agua para la purificación, preparando espiritualmente al visitante de las reliquias. Incluso el frontal del templo se asemeja a la arquitectura de tumbas egipcias tipo mastaba. Y como aquellas, situadas en la parte occidental, aquí de la ciudad, en Egipto del Nilo, donde se pone el Sol y el difunto inicia su viaje al más allá. Alegoría de ritual iniciático.


La entrada a este Santuario, entonces, sería una puerta al inframundo. Habría que atravesar una especie de túnel que recuerda a las cuevas de los alrededores de Qumrán, proporcionando al peregrino la sensación del momento del "descubrimiento" de los beduinos, con utensilios a los lados de aquel asentamiento, dando una visión de la vida ascética y sencilla de sus habitantes. El final del túnel está custodiado por dos vasijas "originales" de la cueva número 1, a modo de columnas de templo justo antes de entrar en el sancta sanctorum, donde se exponen con unas altas medidas de conservación a los 7 rollos, y dándole el sentido de reliquias sagradas, como el Arca de la Alianza y la Tabla de los 10 mandamientos en el lugar más sagrado del Templo de Salomón. Los rollos se encuentran en el interior de la cúpula en forma de tapa de la vasija o "pithos", dando la sensación de introducirte de manera espiritual en el relato de los manuscritos, que estaban muertos y renacieron de una cueva, subiendo por unos escalones, para proclamarse como los escritos bíbñicos más antiguos que se conservan. En la vitrina central se recrea una copia del rollo del Libro de Isaías (aquel que leyó Jesús) con forma de "cornua", los extremos del cilindro, o umbilicus, salientes y torneados, en la parte superior, consiguiendo un efecto visual de gran impacto, como el resto del interior del domo. La financiación de la construcción del Santuario del Libro corrió a cargo de la familia del mismo benefactor que los 250.000 dólares de los rollos "americanos", David Samuel Gottesman.







Pero más allá de la recreación del simbolismo de los textos más emblemáticos de los manuscritos con las costumbres de la comunidad que poblaba (presuntamente esenios), en Qumrán, podemos observar otra relación física entre los dos lugares. La altura del santuario del libro es de 778 metros sobre el nivel del mar, siendo la de Qumrán -333 metros por debajo. Eso nos resultaría un curioso desnivel de 1.111 metros entre el lugar donde se realizaron los textos sagrados, y fueron puestos a salvo antes de la destrucción del enemigo, antes del año 70, y la localización del nuevo emplazamiento donde se consiguió recuperar esas tierras. Según "elucubramos", una particular conexión física de proporciones divinas para renovar ese "pacto de la sal" de "el pueblo elegido" con su Dios, simbolizando la naturaleza duradera de esa alianza entre los descendientes de ese pacto. La construccíon de la cúpula que contiene esos 7 rollos sagrados, traspasaría todo su poder ideológico y espiritual a la idea de nueva nación, que se construyó alrededor de los descubrimientos, muy próximos al muy salado mar Muerto. Esos nuevos pobladores, que se considerarían los descendientes de aquellos "Hijos de la Luz", tendrían el derecho legal y divino de volver a unificar el Reino de Israel. 



Y ese era un dato a tener en cuenta. La ONU dividió en dos al nuevo estado de Palestina como hemos visto. Uno bajo administración judía y otro árabe-palestina. Pero el "derecho divino" que creían tener sobre aquellas tierras, los judíos, hizo estallar el conflicto e intentar expandirse hasta lo que fue el Reino Unificado de Israel, de los tiempos de los reyes David y Salomón. Pongamos en antecedentes que ese reino comenzó (estimación bíblica) a mediados del siglo XI antes de Cristo, con la unificación de las 12 tribus de Israel, iniciada por el rey Saúl, seguida y conseguida por David, el de Goliat, y por último su hijo Salomón, el del Templo. Al final del reinado de este, tanto él como sus súbditos cayeron en la idolatría y el materialismo, y a su muerte, Israel se dividió en el Reino de Samaria, al Norte, con 10 tribus,y el Reino de Judá, al Sur, con las tribus de Benjamín y Judá. El enfrentamiento entre ellos los debilitaron y Yavhé, su Dios, les retiró la ayuda divina tras romper su pacto. Poco después, el faraón egipcio Sheshong I, invadió ambos reinos y saqueó el Templo de Jerusalén, sobre el 925 antes de Cristo.

Pero claro, son relatos bíblicos, escasamente apuntalados por la Arqueología. La colección de fragmentos de casi todos los libros de la Biblia hebrea descubiertos en los rollos de Qumrán estaba casi completa, salvo el Libro de Ester, aquel donde la protagonista es identificada por el cristianismo como la Virgen María, como intermediaria de "su pueblo" con Dios. Curioso. De todos los fragmentos "aparecidos" en esa peculiar biblioteca, el único libro que falta es el de la "Estrella", que como vimos, ese es su significado en hebreo, y de origen babilónico. Aunque la versión hebrea del libro era aún discutida en el siglo I por los rabinos, tiempo de la datación de la mayoría de los rollos de Qumrán.



Por lo tanto, había que "encontrar" una relación más legendaria, por esos lugares fértiles en "documentos oportunos ad hoc", y no se hicieron esperar muchos años. El personaje escogido para continuar la materialización de su nacionalismo dramático debería tener continuidad más allá de la época de datación de los grandes rollos. Es decir, más allá del año 70 y la destrucción del segundo templo de Jerusalén. En la destrucción total de la resistencia judía por parte del Imperio Romano en el 135, donde tres años antes, se erigió la figura, del considerado nuevo mesías por sus seguidores, Simón bar Kosiba, que al ser proclamado líder de la revuelta, tomó el sobrenombre de "Kojba", que en arameo significa "estrella". Simón bar Kojba, "el hijo de una estrella", en alusión a la profecía escrita en el Libro de Números 24, 17: "Saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set." 



Y de estrella a estrella y tiro porque me toca. Y le tocó brillar en la historia del nuevo Israel a uno de los héroes de guerra en los conflictos por la independencia de su país, el ya nombrado Yigael Yadin, el hijo de Sukenik, convertido ahora en arqueólogo para buscar en otras cuevas al sur del Mar Muerto. En la zona llamada Nahal Neher, donde en lo que denominaron la "Cueva de las Cartas", encontró numerosos escritos y cartas, de puño y letra de aquel mesías, apresado y muerto por los romanos en lo que fue el último gobierno independiente del antiguo Israel; ahora descubierto por uno de los máximos personajes de la nación resucitada. Era como si hubieran marcado una gran "X" para que este personaje encontrara el tesoro. Casualidades constructivas de los costureros del tiempo, nada nuevo.

Y para finalizar el constructo, la nación judaica procedió a la reconquista de esa parte oriental que se quedó Jordania, en la "Guerra de los 6 días", en Junio de 1967, y conseguir el botín de guerra de los manuscritos de Qumrán del museo Rockefeller, que acababa de nacionalizar el rey de ese país, Hussein. El estudio de los manuscritos de la parte oriental siguió estando bajo la dirección del dominico Roland de Vaux, que incluso llamó nazis, a las autoridades israelíes, eternizando su traducción y las suspicacias entorno a ellos. La sospecha de que estaban ocultando información sobre los orígenes del cristianismo se acrecentó con la aparición en los rollos de la figura difusa del "Maestro de Justicia", una notable personalidad de la comunidad esenia. Se ha querido ver en ella a Jesucristo por una parte de estudiosos díscolos, a pesar de que parece bastante anterior a la fecha donde se sitúa la vida del mesías cristiano. 



Lo cierto es que desde finales del siglo XIX  rollos y fragmentos con material bíblico procedentes de diferentes sinagogas del próximo Oriente comenzaron a circular por los mercados clandestinos de antigüedades en aquellas plazas coloniales que quedaron muchas en manos privadas. Esos pergaminos y viejos cueros estaban depositados en su mayoría en la guenizá o genizah, que es el almacen consagrado para dejar aquel material de uso sagrado que contenga el nombre de Dios para que no sea tratado de manera indigna. Un ejemplo fue el hallazgo de la guenizá del Cairo, en 1895, en la que se se hallaron documentos religiosos acumulados desde el siglo IX hasta la fecha de su descubrimiento. No estamos asegurando que la mayoría de esos rollos encontrados en esas cuevas fueran originarios de sus lugares de descubrimiento, pero el constructo de la historia nos hacen indicar lo contrario al menos en las primeras cuevas. La ocasión la pintaron calva y el sionismo compró la peluca con más pelo para "engañar" su historia. 


Al igual que con las máscaras mortuorias, con la realización del constructo a través de los manuscritos aparecidos, pertenecientes al tiempo de la muerte del gobierno del antiguo Israel, se pretende lograr una mayor materialización de la idea del mito del nuevo estado-nación. Las derrotas legendarias, la destrucción de su templo sagrado, y la diáspora y aniquilación de gran parte de la población judía llevadas acabo por el Imperio Romano, vuelven, casi dos mil años después, envueltos en unas pruebas manuscritas surgidas del interior del desierto. Pruebas, que misteriosamente surgieron en el mejor momento histórico...





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