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jueves, 20 de abril de 2023

EN FORMA DE DIOSA (Los Manuscritos Muertos y Las Vidas Creadas. Recopilación II)

 En forma de Diosa (In forma Deae).

(20-Octubre-2022)





Para poder encajar toda esta simbología narrativa y, contextualizar históricamente estos datos, realizaremos un viaje por unos sucesos de una religión que partió de muchos de esos mismos textos que dejaron escondidos en el Qumrán. De los textos que formarían la Biblia, entiéndase, junto a los libros escritos a partir de la segunda mitad del siglo I en adelante, para completar los sagrados escritos del cristianismo. Y aunque suene extraño lo haremos desde esos fenómenos extraordinarios que se llaman "apariciones de la Virgen" o "apariciones marianas", muchas de ellas muy bien documentadas; casi de manera excepcional, diríamos, incluso demasiado. No trataremos de convencer a nadie de la autenticidad de estos fenómenos, allá cada cual con las cuestiones de fe. Nos limitaremos a exponer los hechos documentados, y estos en su mayoría hay que decir que son descritos por primera vez, desde bastantes años posteriores al momento de producirse, cosa que los pone más en cuestión.

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". Esta leyenda es recogida por primera vez en unos textos hallados en la Catedral de Zaragoza a finales del siglo XIII (mucho llovió desde entonces). En concreto, decían de manera textual que el apóstol Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso". 

"Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago y sus discípulos zaragozanos"
visto y pintado por un jovencísimo Goya.


Pudiera parecer razonable que hubiera existido un templo dedicado a la madre de Jesucristo antes de esas fechas, nunca antes del siglo X, pero fue a partir del siglo XII cuando se impulsó el culto a la Virgen María con mayor fuerza, a raíz de personajes clave como San Bernardo de Claraval, el "padrino" de la Orden del Temple. Las primeras noticias sobre presencia de cristianos en la Hispania romana no existen hasta mediados del siglo III, pero la tradición de la excursión evangélica del apóstol Santiago, el Mayor, a la península Ibérica no es recogida hasta bastante más tarde, por San Isidoro de Sevilla y Beato de Liébana, en los siglos VI y VIII respectivamente. Podría verse un intento de engrandecer la evangelización de este territorio, ya mencionado por el mismísimo Pablo de Tarso y sus intenciones de viajar a Hispania en su epístola a los Romanos, cuya fecha se sitúa en un tiempo aproximado al año 58, y que se vio truncada por la pérdida de la cabeza de este, presuntamente, a manos de la justicia romana.

 



El obispo Hugo de Matamala fue el impulsor de esa leyenda con motivo de la restauración de la antigua y ruinosa iglesia románica, a partir de 1293. Las numerosas peregrinaciones acudieron en masa a ver por sus propios ojos el "pilar" que dejó la Virgen María en su aparición y, de paso, dejar cuantiosos dividendos para la reforma de la nueva Basílica. El primer documento en que se cita una advocación a "Santa María del Pilar" data de 1299, en la "Aparatio b. de Mari de Pilariae", marcando con bastante probabilidad  el inicio oficial del culto a la Virgen a través de ese pilar o columna. Pero lo que llama la atención es el "pilar". El simbolismo que entraña no parece casual, aunque la leyenda fuera inventada. Se aprovecha la antigua tradición de colocar a los dioses y diosas encima de columnas, simulando un eje del mundo. Otra característica simbólica es la de ser un conducto entre el cielo y la tierra, una especie de enlace. De ahí se entienden mejor los apelativos de María, como "la puerta del Cielo" o "la escala de Jacob". 





Pero lo que llama la atención es el año de la aparición de María al apóstol en Caesaraugusta (Zárágózá), el año 40. Por tanto, 7 años más tarde de la muerte de su hijo, Jesús, y según escritos apócrifos viviría por esos tiempos en Jerusalén o según alguna tradición, cerca de Éfeso, en el otro extremo, el oriental, del Mare Nostrum en todo caso. Por tanto, para mostrarse en "carne mortal" debería haberse producido ese fenómeno que se llama bilocación, que es la facultad de estar físicamente en dos lugares a la vez. Esta misma visión fue relatada por la mística más famosa del siglo XVII y consejera personal, de manera epistolar, del rey Felipe IV, Sor María Jesús de Ágreda, conocida por sus numerosas "bilocaciones" donde dijo evangelizar a numerosos nativos de Nuevo México sin salir de su convento soriano, la "Dama Azul", la llamaban. No había otra servidora de Dios mejor para promocionar el suceso del Pilar zaragozano. Por los mismos años que se obró el milagro del "cojo de Calanda", a quien se le amputó una pierna y la mañana siguiente de soñar con una visita a la Basílica del Pilar, halló de nuevo su extremidad en su cuerpo. Otra versión dice que cedió una habitación a un soldado del frente de Cataluña, que en ese año de 1640, causaban hostilidad a su paso por tierras aragonesas para sofocar las revueltas catalanas. Todo muy fortuito. Hubo incluso la connivencia de un notario dando fe de ello, el cabildo de Zaragoza informando de buenas noticias que podían aprovechar las tropas del Conde-Duque de Olivares y el rey Felipe IV, ambos en horas bajas. La extraña desaparición del manuscrito original del "proceso" de 1641 o incluso, una insólita exhumación del presunto cojo en 1950, por las autoridades eclesiásticas no hacen más que indicar la construcción de un... ¡Milaaagro!

Y que decir de la fecha del 2 de enero como la elegida para el descenso de la Virgen. El rey Fernando, el Católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros". ¿Recuerdan qué pasó el 2 de Enero de 1492 en tiempos de los Católicos Reyes? La conquista del último territorio de la península en manos del islam por los reinos unidos de Castilla y Aragón. Esa es la primera fecha. Siglos más tarde, a mediados del XVIII, el Papa Clemente XII, señaló la fecha del descubrimiento de América como la de la festividad de la Virgen del Pilar. Aquella columna de 1,77 metros de alto por 24 centímetros de ancho estaba a punto de convertirse en un símbolo-constructo de identidad patria (todos los países lo han hecho, que nadie se asuste). Los milagros promovidos no entienden de prisas ni de tiempos, sólo de hechos favorables a la causa, montañas de dinero y de fe, mucha fe.



Diez años después de la conquista de Tenochtitlán, a poca distancia de la ciudad de México, en el cerro llamado Tepeyac, se le aparece por cuatro veces la Virgen a un indio pobre, llamado Juan Diego. En los dos primeros encuentros, la aparición pidió al indígena que avisara al obispo de México, fray Juan de Zumárraga, para que se construyera una iglesia en ese lugar y que la nombrara patrona de los nuevos españoles, para poder intermediar entre Dios y ellos. El obispo no daba crédito a las afirmaciones de Juan Diego y le pidió una prueba. La Señora accedió y en la cuarta aparición le invitó a cortar "rosas de Castilla" en aquel pelado cerro para llevárselas al escéptico obispo. El indio se quitó la tilma que llevaba, que es una prenda similar a una manta para recoger las flores. Al mostrarlas delante del obispo Zumárraga quedaron extendidas en la tilma formando la imagen de la Virgen. Las fechas de los sucesos fueron entre el 9 y el 12 de Diciembre de 1531 y el lugar se conoció como Guadalupe.

Tenemos al indígena Juan Diego, de apellido casi impronunciable, Cuauhtlatoatzin, "el que habla como águila", subiendo y bajando cerro arriba y cerro abajo, ya en su cincuentena, de mensajero entre la Iglesia y la madre del Hijo de Dios.¿Raro no? Nos encontramos en la primera etapa de la colonización española y la importancia de poder evangelizar a los habitantes de allí era una tarea que debía realizarse con el menor coste posible. Entiéndase coste por la imposición de la fuerza para lograr objetivos. El cerro en cuestión no era un lugar escogido al azar. Era un templo de la diosa madre Tonantzin, que junto con Ometéotl, fueron unos de los dioses primigenios del panteón de los mexicas, y objeto de peregrinaciones, danzas, cánticos y ofrendas en su honor. Los franciscanos transformaron con habilidad el templo en una ermita dedicada a la Virgen María. La táctica fue la misma que la llevada a cabo durante los años de la Reconquista en la Península Ibérica. Suplantación de las imágenes paganas por las cristianas. Los cultos a Jesucristo y a la Virgen enraizaron bien hasta fechas actuales, donde se puede ver en las vírgenes de Izamal o de Chapopán, así como el Santo Señor de Chalma o el de Ocotlán.



Eso sí, como en todo había clases, y el culto a la "guadalupana" era seguido con fervor por los indígenas, mientras que la población española seguía el culto a la Virgen de los Remedios. Alguno de los franciscanos de segunda generación en esas tierras, como el ínclito fray Bernardino de Sahagún, hacia 1576, calificaba el hecho de cambiar a la antigua diosa mexica por la Virgen del Tepeyac como “invención satánica para paliar la idolatría”, pues maliciaba que aquellos "malos salvajes" adoraban mucho aquella imagen y visitaban poco las demás iglesias. pero para la segunda mitad de ese siglo XVI todas las clases sociales sin distingos de raza visitaban a la Virgen de Guadalupe. La imagen era una representación libre de la Inmaculada Concepción, no una réplica de las imágenes europeas. El término "Guadalupe" responde a "río de lobos", y donde en Extremadura existe una importante devoción a otra Virgen de ese nombre; cuya denominación es debida a la abundancia de esos animales en la Península Ibérica de aquellos años y pudiera tomarse como una especie de protección para los "lobos", encarnando a los "demonios" que veían los españoles en aquellos dioses prehispánicos o como decían,“la vocación de la Virgen de ahuyentar a los lobos infernales”. La leyenda aparece un siglo más tarde entre los indígenas, en textos en lengua náhuatl, y tiene una semejanza con otras apariciones en la España de la época. La presentación de la Señora a un hombre humilde, "un pobrecillo", como los pastorcillos de la Virgen de Roncesvalles o la de los Milagros de Soria, o la mujer pobre de la Señora de la Cogullada de Zaragoza. Patrones muy comunes en los relatos y leyendas que traspasan "el Charco".



Pero se entiende una concepción de bastantes décadas posteriores, al señalado milagro guadalupano, al incorporar elementos de la cultura náhualt. La leyenda es desarrollada en un "tepelt", que se traduce como monte, al que los nativos tenían por un lugar sagrado donde habita el dios que con las aguas hace germinar y da vida a todo aquello que brota en la tierra. Allí donde se encuentran las flores vive el Tloque Nahaque, "el señor del cerca y del junto". La virgen de Guadalupe se presenta con los nombres de Ipalnehmohuani, que significa "aquella por quien se vive", y Tlalticpacque, "el dueño de cuanto hay en la tierra". Lo que le describe el indio Juan Diego al obispo Zurbarán sobre su visión, la cima de la montaña llena de flores, es coincidente con la idea indígena del Xochitlalpan, "la tierra florida", y el Tonacatlpan, "la tierra de nuestro sustento", que según la tradición náhualt era el lugar donde vivía "el señor de la lluvia". La utilización de las flores mediante conceptos tradicionales como "bellas y olorosas, fragantes, gustosas y que daban contento", hacen asimilar muy bien este culto a los nativos. 



Las rosas simbolizan femenidad sagrada y la relación con el culto mariano, transformado por el primer concepto de la rosa en el cristianismo, que representaba a las llagas de Cristo y al cáliz que recogía esa sangre del Hijo de Dios, aludiendo a un renacer místico. En la Antigüedad la rosa se consagró a Afrodita y su origen se atribuía a la sangre de Adonis, "el eterno joven" y amante de la diosa del poder sensual y la fecundidad. La música celestial, narrada también en las leyendas españolas, se suma al milagroso relato sincrético. Tal como las expresiones de asombro del indio ante las apariciones: "¿Es acaso merecimiento mío lo que escucho? ¿Tal vez estoy sólo soñando? ¿Acaso sólo me levanto del sueño? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Tal vez donde dejaron dicho los ancianos, en la tierra florida, en la tierra de nuestro sustento, tal vez allá en la tierra celeste?" Evocaron conceptos claves de la antigua visión de la cultura náhualt. México, en esa lengua, significa "el centro de la Luna", dibujada justo encima de la imagen inferior de Juan Diego a los pies de la Virgen, con alas de águila, agarrando con la mano derecha el manto de estrellas (azul, recuerden este color) y con la izquierda la túnica de flores, representa la unión de Cielo y Tierra. Constructo de milagro venido al pelo que supo integrar detalles bien asimilables por ambas culturas.




Existe una curiosa dilvulgación acerca de un misterio sobre lo que esconde la mirada de la Virgen en la tela donde quedó grabada la imagen. El enigma parece surgir en 1929, cuando el fotógrafo de la Basílica Guadalupana, Alfonso Marcué, pareció advertir que en las fotografías que había tomado a los ojos de la imagen se distinguía una silueta humana. Ya en 1956, un doctor mexicano, Javier Torroella, hizo el primer análisis médico a los ojos de la Señora; el resultado dio positivo a las leyes de Purkinje-Samson, aplicables a cualquier ojo vivo. Producen tres imágenes que se deben a la reflexión parcial de la luz en la córnea y en las caras anterior y posterior de la retina. La imagen de la córnea y la primera del cristalino son derechas, mientras que la segunda del cristalino es invertida, y las tres son menores que el objeto reflejado. En este caso aparecen triples reflejos de los objetos localizados enfrente de la Virgen y distorsionados por la forma curva de las córneas. 

Pero fue en 1979 cuando José Aste Tönsmann, del Centro de Estudios Guadalupanos de México, graduado en Ingeniería de Sistemas por la Universidad de Cornell (EEUU), decidió aplicar sus conocimientos en fotografías computerizadas que había desarrollado con imágenes satelitales para la NASA. Las córneas en la imagen miden apenas 8 milímetros, pero logró "captar" unas figuras humanas aumentando 2500 veces los ojos de la Señora. Según este ya anciano respetable, se produjo un reflejo de la escena de la "estampación" en la tilma del bueno de Juan Diego, que quedó grabada en la mirada de la Virgen. Este investigador pudo identificar a la mayoría de los personajes de esta leyenda mariana. Sea un estudio de parte, o no, lo más probable es que a la vista de la alteración histórica clara, no sean más que unas paraeidolias, es decir, unas imágenes que son erróneamente percibidas como una forma reconocible, debido a un sesgo perceptivo ¿Adivinan cuántas figuras llega a contar este señor? "13". Ya veremos como se repite este número en relación a este tema. 



No obstante, las apariciones marianas protagonizadas por miembros destacados de la institución eclesiástica tuvieron mensajes más concretos y de carácter más instructivo. La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Santo Domingo de Guzmán a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe. El castellano, establecido en esas fechas en el Languedoc francés por orden del Papa Inocencio III para predicar entre los herejes cátaros. Estos suponían un peligro para la Iglesia católica que había que resolver por lo místico o por una alianza militar. En una obra escrita por el santo francés del siglo XVII, San Luis María Grignion de Montfort, sobre los secretos del Santo Rosario, nos explica una anécdota de Domingo de Guzmán en su lucha por convertir cátaros a la disciplina católica. La exorcización de un albigense (cátaro) que estaba poseído por el demonio ante 12000 espectadores (12 en alusión a los testigos-discípulos). Obligó a contestar a los demonios que encarnaban ese cuerpo, confesar cuántos eran y a quién temían más en el infierno, entre otras cuestiones. Resultaron por número 15000 demonios, como los 15 misterios del rosario con el que luchaba el sacerdote castellano, y que era él, al que más odiaban en el Infierno por las almas que les había arrebatado con la devoción a esa herramienta proporcionada por Su Señora que predicaba. Domingo se vino arriba y arrojó el rosario al cuello del poseído, en un intento de atrapar a esos seres del inframundo. A la pregunta de cuál era de todos los santos del Cielo al que más temían y al que los mortales deberían amar y honrar con mayor devoción, contestaron que era la Virgen María. Ordenó rezar de manera devota el rosario a los 12000 asistentes y los 15000 demonios fueron vencidos y expulsados del cuerpo invadido a medida que iban pronunciando Avemarías. Esto provocó la conversión de muchos herejes que pasaron a ingresar la Cofradia del Santo Rosario.

Estrellita, estrellita...


La multiplicación por mil para enfatizar un suceso extraordinario es un fenómeno bastante recurrente que podemos encontrar a lo largo de los textos bíblicos, que a veces encarnan extraños códigos numéricos que ocultan distancias que pueden trasladarse a situaciones y localizaciones reales. Pero eso es otra historia y algunos ejemplos ya los hemos mostrado en anteriores investigaciones. De la parte que le tocó a Santo Domingo para convertir a esos herejes, en realidad, las instituciones interesadas las consideraron muy lentas y poco efectivas. El Papa llamó a la Santa cruzada contra los albigenses, secundada por el rey de Francia y todos sus barones. El conflicto acabó con la desaparición del culto cristiano-cátaro a sangre y fuego, miles de muertos, el Rey de Aragón caído en batalla, la toma del castillo de Montsegur en 1244 como último reducto de esta y un nuevo mapa político de la zona europea. En 1215, Domingo funda la Orden de los Predicadores, conocidos como Dominicos, o "los perros del Señor" (Domini canes) y confirmada en el solsticio de invierno (22 de diciembre) de 1216,  por Honorio III, en bula papal. A destacar la estrella de 8 puntas que corona su escudo. ¿Pero cuál fue la eficacia de ese Santo Rosario ofrecido por la Virgen a Santo Domingo? Pues la verdad es que las alusiones históricas documentadas de la utilización y prédica, de Guzmán, con su famoso artilugio para llevar la cuenta de las avemarías no aparecen hasta 250 años después, por medio de otro miembro de los Dominicos, el francés Alain de la Roche, que promovió su uso y fundó la primera confraternidad del Rosario en 1470. Veamos de donde viene ese contador de avemarías, padrenuestros y glorias.




Tenemos una elucubradora relación con la cruz del Ankh egipcia y el rosario cristiano. Durante el Imperio Antiguo de esa civilización ya era de uso común y representaba a la vida eterna. Los fallecidos eran mencionados como "ankhu", que se traduciría como "vivientes". Sus sarcófagos o similares eran ornamentados con el símbolo de "ankh" , y conocidos como "neb-ankh", traducidos como "poseedores de vida". Ya durante el Imperio Medio egipcio se utilizó la palabra "nkh" para denominar a los espejos. Esto fue la causa de que un gran número de espejos de mano, como el hallado en la tumba de Tutankhamón, tuvieran la forma de este símbolo. La religión de los antiguos egipcios mostraba a la vida en el más allá como un reflejo de la vida en la tierra. De ahí que los espejos o las superficies donde se producían reflejos sean considerados como mágicos. Durante la celebración de "las linternas de la diosa Neith", relacionada, también, con la figura del ankh, los habitantes de Egipto encendían "platillos llenos de sal y aceite, la mecha flotando sobre ellos y ardiendo toda la noche" para simbolizar un reflejo en la tierra del cielo nocturno estrellado,creando o ritualizando una imagen de espejo. una manera de retirar el velo entre los mundos de los vivos y los muertos y establecer una conexión con los familiares y amigos del más allá, donde la sal simboliza esa unión. Esta fiesta se llevaba a cabo el 13 del tercer mes del verano, según relataba Herodoto en el siglo V antes de Cristo. En el Imperio Nuevo esta diosa, antecesora de la Atenea griega, relacionada también, con la fenicia Astarté y la Isthar mesopotámica, que transmuta en la "diosa madre", como un ser andrógino creador de dioses y hombres. Nos quedaremos con ese día "13" que se nos muestra al mencionar diosas o madres vìrgene.

Mirando la forma estética del rosario y la cruz de ankh se podría encontrar cierta relación, con la figura que forma la cruz que une la sarta de cuentas con la egipcia, pero es en la utilización de estos objetos y su uso el punto de unión más curioso. Y no sólo en el cristianismo. En las culturas hindúes, budista y otras de carácter oriental se usa el Japa Mala, un rosario de 108 bolas, para el conteo de los mantras en sus meditaciones u oraciones, siempre múltiples de 3. En el islam utilizan el tasbih o masbaha, muy parecido al rosario, formado por 33 granos o cuentas, con las que deben invocar los 99 nombres a atributos de Allah, en una triple repetición; a diferencia del cristiano que alterna series de 10 oraciones con una de transición entre las decenas, quedando 10-1-10-1...hasta 15 en su forma clásica. Se le atribuye el origen de este rosario o tasbih a Fátima, la hija del profeta Mahoma. ¿Fátima?...¿Rosario?...¿Diosa Madre?... ¿día 13?...Ummm.



Otra aparición de la Santa Señora a personajes elegidos dentro de la Iglesia fue la ocurrida a mediados del siglo XIII a San Simón Stock, General de la Orden Carmelita. El suceso se produjo el 16 de Julio de 1251, cuando este se encontraba en oración pidiendo ayuda para sus compañeros, tras ser expulsados de Tierra Santa. El peculiar Monte del Carmelo fue el lugar sagrado donde el profeta Elías venció a los 450 profetas de Baal. También donde esos eremitas cristianos de la época de las cruzadas fundaron esa orden, dedicada a la contemplación, la ascesis y la soledad, adorando a la Stella Maris, la "estrella del mar", que llamaron los carmelitas a la Madre de Jesús, junto a esa costa de Haifa. Otra adjetivación de la Virgen. No fueron muy bien recibidos en tierras occidentales.

Durante la visión, la Santa Señora, vino acompañada de una multitud de ángeles y le otorgó el escapulario de la orden en sus manos. "Este será el privilegio para ti y para todos los carmelitas, que todo el que muera con este hábito, se salvará y no padecerá el fuego del infierno". Esta prenda sin mangas de dos piezas es colocada sobre los hombros y cubre pecho y espalda, anudado por un cinturón de cuerda. Aquel que vista el escapulario ha de procurar siempre tener presente a la Madre de Dios y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como María obró, según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Este privilegio-promesa es confirmado décadas más tarde por la Virgen apareciéndose a un cardenal francés en pleno cónclave, mientras este oraba pidiéndole ayuda para acabar una larguísima elección del heredero de San Pedro tras la muerte de Clemente V, el pontífice que ayudó a acabar con la todopoderosa Orden Templaria. Ese cardenal era Jacques Duèze, futuro Juan XXII, y "confirmó" que aquellos que murieran habiendo vestido el escapulario, el sábado siguiente a su muerte sus almas serían trasladadas al Cielo desde el Purgatorio.




Suena algo extraño este relato del privilegio sabatino, pero se vuelve algo comprensible al ser el sábado, el día dedicado a la Virgen María, pues fue el día entre la muerte y la resurección de su hijo; el viernes ocurrió el martirio de Jesús, y el sábado el martirio doloroso de la madre. Ese sábado es, por tanto, medio entre el día de la adoración, el domingo, y el día de la alicción, el viernes; así la Virgen es intermediaria entre Dios y los hombres. Este es el concepto que va adquieriendo forma en el catolicismo. Los carmelitas empezaron a minimizar esa prenda en dos trozos de tela unidas por una cuerda con las imágenes de la Virgen del Carmen, por un lado, y por la otra, una en representación de Cristo. Bendecidas por sacerdotes de esa orden para poder ser entregadas a personas seculares y ser portadoras de ese privilegio.

El uso del escapulario del Carmen es una costumbre que se extiende desde el siglo XVI por toda la cristiandad. La gran mayoría de los Papas lo han vestido y promocionado. El Papa Juan Pablo II, que fue terciario carmelita, recordó en numerosas ocasiones que vistió con devoción, desde niño, ese escapulario. Esta prenda "salvadora" fue vestida por monarcas, como el rey inglés, Eduardo II, y nobles, como su contemporáneo, el Duque Henry de Lancaster; cuyas vidas estuvieron a caballo entre los siglos XIII y XIV. ¿De qué tenían tanto miedo unos hombres ya privilegiados de por sí? ¿Acaso no eran hombres píos y ejemplos de vida cristiana? Jeje. No entraremos en detalles, pero no acabaron muy bien en su reinado.




La tela permite simbolizar el yugo de Jesucristo. Tanto la prenda de ropa, como las piezas con las imágenes divinas. ¿Cómo se utiliza el yugo en la Biblia? Como símbolo de sujeción y servidumbre. Es un artilugio que sólo puede ser utilizado por un tipo de animales. De robusto cuello y poderosa fuerza, tratando de simbolizar una fe fuerte e inquebrantable; como una fuerte opresión, en el Libro de Deutoronomios,"y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte"¨; como una restricción pesada; a veces rebelión contra la autoridad legítima, como en  Jeremías 5, 5: "Sólo Dios puede quitarnos el yugo de nuestros pecados". Ese yugo metafórico implica limitar para alcanzar un objetivo, ya sea el arrepentimiento, quebrantar la rebeldía o el orgullo, limitar la libertad como parte del juicio. De una u otra manera el yugo significa imponer restricciones para aplicar presión y así alcanzar un objetivo.

Su nombre se toma de las "escapulas" u hombros, los huesos triangulares que unen los brazos al tórax, permitiendo su movilidad en todos los planos, orientar las manos en todos los ejes del espacio y dar estabilidad al conjunto. Divide el esfuerzo para realizar el trabajo. Su fortaleza se asemejaría a los bueyes que tiran de la fuerza del espíritu. Este se representa en una imagen de doble cara en el pequeño escapulario de tela que se entrega a los laicos, bajo bendición sacerdotal, con la imagen de lo femenino por un lado y lo masculino por otro, como hemos visto antes. Cuando se nombra el yugo se viene la idea de sujeción, carga, trabajo, disciplina. Hablaríamos de limitar la movilidad, entonces, para caminar con fuerza, firmeza y rectitud; con las limitaciones y restricciones que se utilizan para mantenernos por el camino que nos han preparado.



Cuando se desea que un buey aprenda rápido a utilizar el yugo, se le coloca junto con otro buey que tenga experiencia en el uso del mismo. El dominante enseña al más joven a "trabajar bajo el yugo". Unidos como las escapulas por las clavículas. Lado con lado. Lo demuestra el escudo de la Orden de los Carmelitas con sus 3 estrellas de David (que representan la unión de lo masculino y femenino) formando una tríada junto al triángulo que representa al monte Karmel (sagrado) y el Cielo como figura contrapuesta. En cambio, según nos explica la misma Orden, el escudo reproduce  "en la estrella inferior a los carmelitas todavía en camino hacia la cima del Monte Carmelo, mientras las otras dos estrellas superiores representan a los Carmelitas que han terminado su peregrinación y han culminado la santa montaña"  Más estrellas, o luceros, y vírgenes.

La impresión que da la figura de la Madre de Dios es que va tomando un protagonismo dentro de la fe católica que no tenía en un principio. Va adquieriendo poderes en forma de dogmas marianos poco a poco. Son verdades basadas en la fe que no están fuera de la revelación pública, es decir, que se asienta por firme y cierta, como principio innegable. En román paladino, "verdades que van a misa". El primer dogma, allá por principios del siglo V, salido del Concilio de Éfeso (431), fue la maternidad divina de María: "la Virgen es realmente la Madre de Dios porque Jesús y Dios son la misma persona uniendo dos naturalezas." Esto generaba dudas sobre su maternidad posterior al Hijo de Dios y su figura era bastante terrenal; cosas que trataron de solventar con el segundo dogma, "el de la virginidad perpétua de María", que data del 553, año del Concilio de Constantinopla. A partir de aquí, ya adquiere el personaje de la Madre de Dios, un carácter de cierta divinidad. Lo justo y necesario, todavía.



Como hemos visto con anterioridad, la Virgen va cogiendo fuerza desde las órdenes religiosas y sus gurús-constructos, que fueron realizando un completo trabajo de campo a nivel popular desde el siglo XIII, y con mayor fuerza desde la Edad Moderna. Aunque los mensajes de esta no pasaban de pedir oraciones y templos para su adoración. La historia cambió de método a partir de 1830, donde a través de las visiones de una monja francesa llamada Catalina Labouré, la Virgen, le encomendó la misión de acuñar una medalla que aludiera a su Inmaculada Concepción. Debería portar la imagen de una cruz sobre una gran letra M, enlazada a esta por una base horizontal del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, representados por un corazón envuelto en una corona de espinas y el otro atravesado por una espada, respectivamente, rodeados de 12 estrellas, por una parte de la medalla ;y la imagen de María de pie sobre un globo, aplastando una serpiente, como símbolo de protección a sus siervos, y radiante como el Sol naciente. El arzobispo de París permitió la fabricación de esa medalla, que sería conocida como "milagrosa", al ser distribuida durante la epidemia de cólera de 1832 en essa misma ciudad. Fue señalada como objeto de salvación y curación de sus portadores. 



Como curiosidad, la hermana Catalina se mantuvo en el anonimato de las apariciones por consejo de su confesor, hasta la muerte de este y tan sólo unos meses antes del fallecimiento de ella el último día del año de 1876. La popularidad de las medallas milagrosas era ya universal. También, como curiosidad, la Virgen "ordenó" ser representada de acuerdo con los cánones de arte religioso que se venían dando en la época. El manto de color celeste fue un símbolo de distinción en estas apariciones. Parecía "estar a la última" en arte sacro. Fue casi dos décadas después, en 1854, cuando Pío IX, proclamó el tercer dogma de la Virgen, el de la Inmaculada Concepción. Donde se le otorga preservada inmune de toda mancha de culpa original. Como estos conceptos teológicos son duros de penetrar en las molleras de los feligreses, que mejor que a través de unos hechos explicados por alguien de baja condición social y pocas entendederas para que estos se vieran reflejados en la aceptación del dogma mariano. 



La "escogida" fue la joven pastorcilla de 14 años llamada Bernadette Souvirous, cuando tiene una aparición en una pequeña gruta cerca de Lourdes, población del Pirineo francés, 4 años más tarde de la proclamación del dogma mariano. Desde el 11 de febrero y durante 6 meses, la joven tiene un total de 18 apariciones en esa cueva. En una de ellas, descubre un nacimiento de agua "milagrosa". La "Aqueró" (Aquella), que es como llamaba a la aparición, le ordenó que bebiera agua del manantial y que comiera de las plantas silvestres que había en la gruta. Excavó la joven en la tierra e intentó beber el fango, ensuciándose la cara, ante varios centenares de personas y bajo la acusación de fraude. Entonces brotó un manantial, donde se pudo limpiar la cara y que produce 100 mil litros de agua diaria, que es el santo y seña del emplazamiento sacro. Pero más allá de este suceso hemos de ver la simbología que entraña esta leyenda en concreto. El manantial es origen y principio, símbolo de pureza todavía no enturbiada ni alterada. "Sin mácula", sin mancha. La "Aqueró" pidió que se realizara un templo en ese lugar en su honor.

El Padre Peyramale,
 apuntando fechas de guardar.

No fue hasta el 25 de marzo, día de la Anunciación de la Virgen, cuando se presenta la Señora como  "Yo soy la Inmaculada Concepción". Esta revelación es dada por parte de Bernadette al Padre Peyramale, párroco de Lourdes y varios abades de la zona, que le habían preguntado a quién había que dedicar el templo que le demandaban. Se ponen al mando de las "interpretaciones" referidas por la pastorcilla. Esta respuesta parece una clara alusión a la pregunta de Moisés a Jehová durante el Éxodo. "Si ellos me preguntan ¿Cuál es su nombre?¿Qué les responderé?" Y este le respondió "Yo Soy el que Soy". Tras sumarísimos interrogatorios a la joven, dos años después, el obispo de Tarbes publicó la carta pastoral con la cual declaró que "la Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido verdaderamente a Bernadette". Los "diálogos" con la Señora cesaron el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen o Monte del Carmelo. Fechas muy bien seleccionadas y de gran facilidad para su identificación por los feligreses. El santuario que allí se construyó es objeto de uno de los peregrinajes más multitudinarios en la actualidad. 

El último dogma mariano se proclamó en 1950 por Pío XII, el de la Asunción, que explica que fue llevada en cuerpo y alma por los ángeles al cielo. Este hecho la coloca en una posición mística casi al nivel del Hijo de Dios. La fecha escogida fue el 15 de Agosto. Esta fiesta era ya celebrada en la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma, por lo menos desde el siglo VI, y también el día "mágico-simbólico" señalado para la fundación de la Orden jesuíta y otra anterior, algo menos conocida, pero que guardan paralelismos históricos, como veremos en la segunda parte de esta investigación. Las fechas nunca son escogidas al azar, quién sabe si por divina providencia, pero acostumbran a tener patrones simbólicos muy bien llevados bajo palio. Las medallitas, los escapularios y la obsesiva utilización del rosario no hacían más que elevar el poder de la Virgen entre sus siervos. Herramientas materiales para otorgar un mejor acceso a la espiritualidad convenida. Era necesaria la popularización de estos objetos para establecer una relación directa con los "nuevos poderes", que casi la equiparaban a la figura de su hijo.



 En cuanto a lo referente a la imposición del rosario, la curia vaticana tiró de sus "influenzers" más mediáticos para asegurar el uso entre sus fieles, aún más si cabe, de ese utensilio "donado" por la divinidad. Ejemplo de esto, ya en el siglo XX, es el fundador del Opus Dei, en su obra "Camino". En el punto 558, comenta: "El Santo Rosario es arma poderosa. Empléala con confianza y te maravillarás del resultado". "Camino"es la guía que propone San Josemaría Escrivá, santo a golpe de montañas de dinero y poderosas influencias, para mostrar al ferviente seguidor las exigencias divinas a las que mirar para ser un buen miembro, servil y sumiso. Aparecido este libro por primera vez en Cuenca, en 1934, bajo el título "Consideraciones Espirituales", fue ampliado y editado ya en Valencia en septiembre de 1939, poco después de la finalización de la Guerra Civil Española, con su nombre definitivo. ¿Qué parecida esa primera nomenclatura con aquellos "Ejercicios Espirituales" de Loyola? 

Pues en efecto, el catedrático en filología y mediavalismo, Ángel Gómez Moreno, argumentó paralelismos entre la obra "Camino", de Escrivá, y un exitoso en su época y olvidado por el tiempo, manual de los "Ejercicios Espirituales" del siglo XVIII escrito por el jesuita aragonés Francisco Javier Hernández, de título larguísimo que abreviaremos en "El Alma Victoriosa". Esta guía-manual expone el "Ars bene moriendi" (el arte del buen morir), unos tratados tardomedievales del siglo XV sobre como asistir al moribundo para que no caiga en las redes del demonio, aprovechando la debilidad del momento y condenar su alma. La verdad es que utilizar como referencia los consejos a los moribundos para evitar al diablo no da muy buena espina, pero viniendo del fundador de la secta Opus Dei, tampoco es de extrañar; así como el desmesurado uso de las expresiones a modo de recordatorios como "mortificación continua", o a la de "cruz de palo sin crucifijo", siendo este último una proyección del cuerpo del siervo. Se inspiró en un libro semi-olvidado, sólo utilizado por seminaristas jesuitas (quién se va a enterar), como ya hizo en su momento San Ignacio de Loyola, con otra obra a la que tuvo acceso en su estancia en la Abadía de Montserrat, suceso que ya analizamos en su día. Influencias jesuitas y un total de 999 puntos componen este "Camino", el inverso de 666 (¡diablos!). No en vano, tras ser ordenado sacerdote en 1926, ejerció en la iglesia de San Pedro Nolasco de Zaragoza, que entonces estaba regida por los jesuitas. Como no, este "escogido" por la divina providencia, también tuvo su particular visión «como una semilla divina caída del cielo» de su futura "obra", el 2 de octubre de 1928, tras escuchar las campanas de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Madrid, el día en que se celebra la fiesta de los Ángeles Custodios. Tomemos nota de este personaje que tendrá una actuación muy importante y sibilina, más tarde.

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