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jueves, 26 de septiembre de 2024

LOS REYES DEL TIEMPO: "EXPOSITIO" Capítulo 3

LA LEYENDA DE LAS ESTRELLAS ERRANTES Y LOS REYES DEL TIEMPO (PARTE iiI).

LOS REYES DEL TIEMPO: «EXPOSITIO» Capítulo 3.


In hoc signo vinces (En este signo vencerás). 


«Lo que importa es sembrar confusión, no eliminarla». Salvador Dalí (1904-1989)



¿Pero era ese el final de la línea regio-histórica que unía multitud de engranajes de todo tipo? Pues, al parecer, no. Y 400 años después de la concepción de la idea de El Escorial, como los 400 años de silencio, aparecen signos de evidencia del constructo anteriormente planteado sospechosos de estar resucitando en otro tiempo los mismos conceptos. En 1960, el ya por entonces, muy famoso pintor catalán, Salvador Dalí, personaje inefable y de una peculiar visión hacia la excentricidad, presenta una curiosa obra a la que titula "
A propósito del «Discurso sobre la forma cúbica» de Juan de Herrera". En ella el artista plasma los siguientes elementos basados en las teorías herrerianas sobre los principios de la formación del cubo, donde el pintor propone la imagen de un cubo insertado en otra forma de apariencia cúbica, lo que sería un hipercubo, o también conocido como teseractoEl cubo exterior estaría construido a partir de unas letras que pueden desarrollar su lectura en varias direcciones, y en las aristas que conectan los vértices de ambas figuras puede leerse el nombre de "JUAN", el arquitecto de El Escorial. Dos clavos delimitan los vértices superior y lateral izquierdos, el colocado en posición horizontal con cabeza circular y el posicionado verticalmente con cabeza triangular. Una alusión a lo escrito por Herrera sobre la consideración de círculos y triángulos necesarios al "penetrar y entender para la introducción al cubo". Las 15 filas de 19 columnas de letras de cada cara del cubo muestran la misma disposición ordenada y el mismo mensaje de aquella piedra laberíntica del rey Silo destruida durante el siglo XVII. Todo flotando de una manera inerte en el aire fresco de un paisaje con extraordinario parecido con aquel que se divisa desde el Real Sitio en dirección a MadridVaya... 

Tras varios cubos en los cielos, escondidos y otros simulados, en esta historia, y unas cuantas relaciones con dicha piedra, no podemos tomar tan singular conexión como un simple hecho anecdótico. Rasquemos en esas señales que vienen golpeando a las puertas de la curiosidad y seguro que conseguiremos esa última llave que nos acabe de encajar en tamaña cerradura. Al tirar un poco de los bigotes de Dalí para rebuscar esa afición por los cubos y Juan de Herrera nos lo encontramos en la Roma de 1954, el 1 de Junio de ese año, dando una conferencia de prensa acompañada de sus ya surrealistas performance saliendo de un cubo "meetaaafiiísssico" para, según él, demostrar al mundo el renacimiento espiritual de Dalí. La gran caja aparecía exteriormente decorada por numerosas letras divididas en celdillas coincidiendo con la propuesta del arquitecto de El Escorial para la creación del cubo. Se pone interesante...


Dicha propuesta herreriana decía tal que así: 

"El cubo es una figura sólida contenida en 6 superficies cuadradas iguales. Las cuales 6 superficies circundan el cubo lo constituyen, terminándolo en esta manera: Sean las 6 superficies cuadradas, AD, EG, CH, EK, GM y LO e imagínese la superficie AD levantarse en ángulos rectos sobre la línea CD y la superficie EG, levantarse, otrosí, en ángulos rectos sobre la línea CG, de tal manera que el punto E, término de la línea CE, y el punto A, sean un mismo punto, y esto ha de ser forzoso, porque las dos líneas, EC y AC, levantadas perpendicularmente sobre el punto E serán una sola línea..." Y continúa Herrera hasta describir como se crea el cubo en su totalidad para su formación.

 

Si tiramos un poquito más de esos finos bigotillos hallamos en unas observaciones suyas hacia su cuadro que aluden a un interés por "una tan alta y poco conocida doctrina y método de saber" y, también, acerca de "los grandes y subidos misterios y secretos difíciles de calar...", que afirmaba Herrera en su obra. Las caras formadas por las letras no son cuadradas, son ligeros rectángulos. Los vértices traslucidos del cubo interior estaban marcados por un "2", y suspendido en el centro, un "3"; la dualidad en los extremos del cuerpo y la tríada, representante de la creación, como fuente de todo. Pero esa forma inicial desarrollada por el arquitecto ya la plasmó el artista catalán 6 años atrás, unos meses antes de su performance de resurrección en Roma, con una sensacional obra titulada "Corpus Hypercubus", una singular representación de un Cristo crucificado, sin aparentes heridas físicas, suspendido en el aire sobre una extraña cruz formada por 8 cubos, en claro ascenso a los cielos. Su esposa Gala, haciendo las veces de Madre del resucitado, lo observa como maestra de ceremonias junto a un suelo ajedrezado marcado por la sombra cúbica del ritual; mientras un diminuto Sol ilumina la oscura escena desde el horizonte costero de su pueblo natal, separando cielos y tierra.   

Dalí fue conocido por utilizar las ciencias y sus descubrimientos como fuente de creatividad, ya fuera sobre mecánica cuántica, la desintegración atómica, la teoría de la relatividad y, como en este caso, una representación matemática de la cuarta dimensión a través de una de las formas resultantes del movimiento teórico del hipercubo. Escoge la formada por 4 cubos en forma de cruz con 4 brazos. Sobre la obra el pintor tuvo estas palabras:

"Pinté una cruz hipercúbica en la que el cuerpo de Cristo se convierte metafísicamente en el noveno cubo, siguiendo los preceptos del discurso sobre la forma cúbica de Juan Herrera, constructor de El Escorial, inspirado en el Ars Magna de Ramon Llull."


Esa imagen de la cruz hipercúbica, su asociación con El  Escorial herreriano y la utilización del mensaje de la piedra laberíntica, nos lleva a compararla con la forma de la "semilla" o centro de aquella esotérica construcción. La Basílica: la entrada, con su larga bóveda central inaugurada por el cubo formando una tríada con el Padre y el Hijo, los cuatro brazos formando el crucero del templo, con la base cuadrada de la enorme cúpula y el Panteón Real justo debajo, como cubo inferior, siendo el cubo postrero el correspondiente al Altar Mayor y las estancias reales.

Visto y leído los hechos relatados, busquemos los engranajes que nos marquen "el lugar correcto". Aquí ya jugamos con ventaja puesto que desde el principio al trazar esa línea que se origina en la Capilla Real de Granada, atraviesa la Catedral de Toledo, toca El Escorial en su lado de Poniente y sube hasta la cima del monte Abantos, ya se veía con claridad que llevaba a ese otro monumento faraónico situado al otro lado, a simple vista, el conocido como Valle de los Caídos. Pero nunca nos imaginábamos que coincidiera justo en la cruz más grande de toda la cristiandad. Exactamente, metro arriba, metro abajo. Es como si el mensaje viniera de otra dimensión. Tal vez, pero encontraremos la llave. Ya no nos basta con descubrir la línea, queremos saber que hay más y a quién o a quiénes apunta.


Comencemos resumiendo la historia de la concepción del monumento "a los Caídos", para mayor gloria del bando vencedor en la Guerra Civil española (1936-39). Francisco Franco, el supremo líder de los nacionales, Generalísimo de los ejércitos y Caudillo del nacionalcatolicismo... y años más tarde también reconocido como "Paco, el Rana", por su afición a inaugurar pantanos, promociona la idea de una gran construcción para plasmar en piedra la memoria de la victoria. La mitología de la historia atribuye la idea de una gran pirámide en el mismo Madrid, como posibilidad de esa gran obra, al mismo Franco, pero no. De hecho, fue un proyecto desarrollado por el joven arquitecto Luis Moya Blanco, en los años en que vivió refugiado en una embajada de la capital española durante la contienda bélica, junto al vizconde de Uzqueta y el escultor Manuel Laviada. Allí desarrolló uno de sus "sueños arquitectónicos", una especie de ciudad funeraria que evocara el resurgimiento nacional español, una obra de colosales dimensiones, la cual proyectó en el antiguo Cementerio madrileño de San Martín, y "la energía" de lo fúnebre, por consiguiente, seguiría presente en el lugar, al igual que sus grandes cipreses con sus oscuras sombras. Curioso que ahora se sitúe por allí el edificio del Tribunal Constitucional, donde se hallaba la antigua "Puerta de Bilbao" de lo que fuera la cerca de la Villa de Madrid.  

Un gran Arco triunfal con dos caras, al igual que la Puerta de Alcalá, sería el acceso al conjunto arquitectónico. La idea de la gran pirámide estaría reservada a alojar varias estatuas de los caídos en la Guerra Civil y un sepulcro reservado al "Héroe único", donde el arquitecto puede que estuviera pensando en la figura del líder de los falangistas, José Antonio Primo de Rivera, fusilado durante los primeros meses de la contienda. En el piso superior proyectó un enorme monumento constituido por una gran tela aupada por ángeles a modo de fuego elevador, como el paño de la Pasión de Cristo, con otros elementos alusivos al tema, como la columna, la lanza de Longinos, el lienzo de la Verónica, y en lo más alto, la Cruz. Este fue un trabajo irrealizable en ese momento, pero no nos cabe la más mínima duda de que fue la inspiración e idea desarrollada en el posterior enclave del Valle de los Caídos.

¿Y tenía algo que ver este arquitecto que mezclaba surrealismo y tradicionalismo en sus obras con El Escorial? A parte de su fervor patriótico y por lo imperial hispano, este denominado como un surrealista de la arquitectura, considerado como una persona y profesional muy serio y ordenado, cuentan sus alumnos de él que amenizaba las clases realizando frente a la pizarra un dibujo de la fachada del Real Sitio de memoria, partiendo desde el centro y con dos tizas, una en cada mano, al mismo tiempo. 


¿Y Dalí con el Valle de los Caídos? Ya hemos visto sus guiños al paisaje escurialense y a la piedra laberíntica, descubierto su pedazo, por cierto, 15 años después a la realización de su obra, aunque existían referencias a su composición en diversos textos, tampoco le resultaría sencilla su reproducción y hallar una relación con las proporciones de la traza, hecho que no parece casual. Pues bien, el joven Salvador, atraído por la idea del monumento a los Caídos, presentó una estrambótica idea para su realización en 1939. Según describe en su autobiografía el cineasta, amigo y autor, junto al artista catalán, del cortometraje "Un perro andaluz", Luis Buñuel: "Propuso incluso a la Falange un monumento conmemorativo bastante extravagante. Se trataba de fundir juntos, confundidos, los huesos de todos los muertos de la guerra. Luego, en cada kilómetro, entre Madrid y El Escorial, se alzarían una cincuentena de pedestales sobre los que se colocarían esqueletos hechos con los huesos verdaderos. Estos esqueletos serían de tamaño progresivamente mayor. El primero, a la salida de Madrid, tendría sólo unos centímetros de altura. El último, al llegar a El Escorial, alcanzaría los tres o cuatro metros". Obviamente, desecharon la propuesta, aunque ya apuntaba en la buena dirección y el "lugar correcto". 

Como dato curioso de sincronización de personajes, Dalí y Moya nacieron con apenas un mes de diferencia, en Mayo y Junio de 1904, y fallecieron en poco más de un año uno del otro (más dos días) en 1989 y 90, respectivamente. Pero no deja de ser casi anecdótico. Entremos en materia y expliquemos que nos ha llamado la atención de esta construcción, y que tiene que ver con los engranajes antes expuestos. Obviando la ya mencionada línea recta de precisión satelital entre la tumba de los Reyes Católicos y la que sería la señal que posiciona el lugar de los restos del Caudillo, la enorme Cruz, observemos la lectura de los detalles. La construcción se inauguró con una explosión para comenzar a horadar la enorme montaña a transformar el 1 de Abril de 1940, justo un año después del fin de la Guerra Civil. La finalización de la obra e inauguración del conjunto del Valle de los Caídos fue el 1 de Abril de 1959, justo un ciclo metónico de 19 años, periodo de tiempo donde los calendarios lunares vuelven al punto de partida de los solares o civiles. 

Eso quiere decir que la Luna se encontraba en un lugar muy. muy, muy aproximado y en la misma fase que el día oficial de su inicio y finalización. Estamos hablando de tan sólo unos meses o un año antes de la fecha de la obra de Dalí sobre el cubo laberíntico. Además, si aquel cuadro del Cristo hipercúbico lo realizó meses antes de Junio de 1954, al cumplir los 50, estaríamos hablando que aquella representación del renacimiento místico del pintor coincidió 14 años después, como símbolo de resurrección, del inicio del futuro mausoleo del Generalísimo. Tendría ya superadas sus 7 semanas de años, los 49, y en la celebración del jubileo, al año siguiente, llegaría a su plenitud. Al cumplir los 60, su admirado Franco, le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica.

La ubicación del enclave fue elección personal del mismísimo Franco, que recorrió la sierra de Guadarrama a caballo buscando el «ius loco» (lugar correcto). La leyenda, o los relatos y testimonios oficiales, según se mire a ojos de un constructo a difundir, nos ofrecerán una visión de por donde nos quieren llevar y lo que esconden. Fray Justo Pérez de Urbel, nombrado primer abad de la Basílica de la Santa Cruz del valle de los Caídos, nos dejó estas declaraciones al respecto que le fueron confesadas por el mismísimo Caudillo:  

"No se trataba de descubrir, sino de identificar y localizar una imagen que (Franco) llevaba dentro"; aquí, el benedictino, intenta llevar el relato al terreno místico, otorgándole al Generalísimo un carácter cuasi mesiánico, una misión que se le había de revelar y «esperaba señales». El mismo Jefe del Estado le confesó a Pérez de Urbel como divisó el «lugar correcto», en compañía del héroe del Alcázar de Toledo. Así lo relata en boca del pretendido salvador de la fe católica:

"Hice varios intentos por todas las estribaciones del Guadarrama. Un día, ya en los comienzos de 1940, al terminar de comer, le dije a Moscardó:-¿Quieres que vayamos a buscar el Valle de los Caídos?-Porque el valle debía existir y seguramente por esta zona. Llegamos hasta el Alto de los Leones, descendimos hasta Guadarrama, tomamos la carretera de la derecha que lleva a El Escorial y a los dos o tres kilómetros nos detuvimos para examinar una hondonada que se abría en dirección a la sierra. Sendas de cabras y un camino muerto se alargaban entre un bosque de pinos. Lo seguimos hasta llegar a un cerro pedregoso que se alzaba a la derecha. Su nombre nos impresionó: se llamaba el Altar Mayor. Trepé hasta la cima, no sin cierta dificultad. El paisaje me agradó sobremanera."

Franco mandó subir al general y al resto de la comitiva para que observaran los contornos y algo más al Norte, otra cima todavía más alta, que en palabras que le relató al abad benedictino, "un haz de riscos calvos de color dorado, entre cuyas grietas asomaba el verdor de algunos árboles raquíticos"; le comentaron que se llamaba "la Nava", nombre que encontró poco sugestivo para la majestuosidad de su forma. Moscardó sugirió en un tono entre la broma y la súplica al Generalísimo que si era necesario subir hasta allí arriba; a lo que este, en tono místico y glorioso, respondió con solemnidad: "No es necesario por ahora; pero subiremos algún día y me atrevo a esperar que subirán muchos españoles".



¡Ah, bendita profecía para las huestes nacional-católicas de la época! Pues bien. Este relato podemos afirmar que fue rotunda y absolutamente mentira. No nos referimos a que mareara la perdiz a su séquito o a un entorno menos cercano, queremos decir algo obvio. A un general curtido en mil batallas, como lo fue él, donde había interpretado cientos de localizaciones en mapas de alta precisión, como eran y son los pertenecientes a la cartografía militar, no le resultaría demasiado difícil "localizar" el objetivo que uniera su proyecto de resurgimiento espiritual de la nación con el antiguo símbolo del imperio español. Para trazar, o encargar a otros, una línea que viniera de El Escorial y pasara por la cima del monte Abantos hasta encontrar un lugar "idóneo" donde asentar su idea y plantar "su cruz". Y ni que decir tiene, que si alguien tenía acceso a cartografía con suficiente precisión, en esa época, para llegar a esa línea exacta, que entroncaba a los restos de los Reyes Católicos, como fundadores de la nación española, los otros reyes castellanos en la Catedral de Toledo, hasta el Real Sitio de San Lorenzo construido y fijado por Felipe II, faro de luz idealizado en el que se miraba el Caudillo como ejemplo de gobernante, ese era el Jefe de todos los ejércitos del país. Otra cosa es saber de donde le vino esa información, puesto que él no pertenecía a la realeza ni, en principio, a la casta sacerdotal que se encargaba de esas escondidas trazas.

El principal propósito era "mantener la idea de constante cruzada". El lugar estaba perfectamente medido para unir el régimen franquista (o Franco, en particular) con los vencedores de la Reconquista y los constructores del futuro Imperio español. Si Felipe II edificó El Escorial tras la imponente batalla de San Quintín (simbólicamente, como hemos visto), que desequilibró las fuerzas en Europa en favor de la monarquía hispánica; el Generalísimo quiso hacer lo propio con su idea el Valle de los Caídos tras la Guerra Civil, que se tomó en el bando nacional como cruzada, y de una manera simbólica, enterrar al régimen laico anterior y renacer uno nuevo, bajo el signo de la gran Cruz de 150 metros de altura. Como decía la leyenda de la victoria del emperador Constantino en referencia hacia su «visión» del signo de la cruz de Cristo que lo llevó a la victoria, "In hoc signo vinces" (en este signo vencerás). En palabras del Caudillo hacia su proyecto:



"Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos, que desafíen al tiempo y al olvido".

¡Ah, el desafío al tiempo, qué gran prueba!¡Y lo que cuesta controlar el tiempo de los desagradecidos súbditos!

¿Pero sabría tocar el entorno del Caudillo los ajustes necesarios para mover los engranajes anteriormente analizados para prolongar su gobierno/ reinado o controlar las voluntades de la mayoría? Hablamos de entorno porque esta clase de personajes no llegan solos al poder. Si «tomar el cielo por asalto», como proclamaba un agente político del sistema, antisistema, que «tocó pelo» en el poder, y le cortaron la coleta, ya resulta una utopía; si llegas al poder a golpe de cañonazo, de buen seguro que no ha sido por eso que llaman meritocracia, precisamente. La habilidad de pisar cabezas o de accidentar los aviones de tus rivales para ascender a lo más alto de la jerarquía está mal vista en la sociedad civil, pero goza de gran respeto dentro de las altas esferas. Lo sentimos por aquellos que idealizan a ciertos personajes. Por aquí, como llevan tiempo comprobando, no gastamos de esas consideraciones.


La primera observación que se viene a la mente al mencionar el gobierno de Franco son los 40 años del franquismo, valga la redundancia. Algo más de 39, para ser exactos, de Octubre de 1936 a finales del 75. Una cuarentena, como sus admirados Austrias mayores, Carlos V y su hijo Felipe, las encarnaciones de David y Salomón analizadas. ¡Ojo! "John Charles One, the Hunter", su escogido sucesor, se acercó a la cuarentena de años de reinado, también (1975-2014). El mismo Generalísimo se encargó de apartar al anterior rey, el abuelo del sucesor, Alfonso XIII (13), pese a que recibió cuantiosas aportaciones económicas de esta institución a su causa. Las Cortes republicanas declararon al último de los "Alfonsos" «culpable de alta traición» y fue condenado a ser "degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, que no podrá ostentar legalmente ni dentro ni fuera de España". 

Un lastre político e histórico que puso a tiro las aspiraciones para que un nuevo "Caudillo-monarca" se hiciera con el trono del «rey sin corona»; incluso llegó a emparentar a su "nietísima" con la rama de sucesión del rey destronado que fue obligada a renunciar por este mismo, pero que era aspirante al trono de Francia. Esto se produjo un par de años después de que nombrara sucesor y se vio como una futura maniobra para convertir su dinastía en realeza, cosa que no ocurrió. Se dio la fatalidad que años después, el infausto pretendiente al trono francés y frustrada marioneta del Caudillo al trono español, murió decapitado en un extraño accidente. Alfonso, se llamaba, y hubiera sido el XIV.

El encargo de tan magna construcción fue asignado a la máxima autoridad arquitectónica en ese momento, Pedro Muguruza, al que ya pudimos ver actuar hace unos años como arquitecto de la curiosa Estación de Francia, de Barcelona. La obra contemplaba una gran Basílica horadada en la roca, a modo de concepto simbólico-religioso de cripta; y una gran Cruz coronando la montaña, esta como sugerente pirámide natural, como gran símbolo visible, a modo de concepto de estela. Esto es, la Cruz/ montaña/ pirámide como estela simbólica ejerciendo de polo positivo del conjunto; y la Basílica/ cueva/ tumba como polo negativo. El concepto de la montaña y la caverna, de lo visible y de lo guardado, de lo ritualizado a los ojos de todos y de lo custodiado y medido para "alterar la conciencia" del peregrino que acceda a su interior. Un axis mundi que conectara los cielos y el interior de la tierra.

Al igual que sucedió con Juan Bautista de Toledo, en la construcción de El Escorial, el arquitecto inicial, Muguruza, enferma y es sustituido, muriendo un par de años después. Diego Méndez, el arquitecto de cabecera en esos momentos de Patrimonio Nacional y persona de confianza del Régimen hacía años, se encarga de la dirección técnica del Valle de los Caídos. pero el que de verdad llevaba la batuta y marcaba los movimientos era el jefe supremo, el Caudillo. En palabras del último arquitecto, poco antes de la inauguración, "desde el principio de la guerra, Franco sintió la necesidad moral, podríamos decir que hasta física de levantar un monumento con el que honrar a los muertos cuanto ellos nos honraron". Y prosigue Méndez sobre esa obsesión del Generalísimo, "desde que la chispa de la idea quemó su inquietud, Franco tenía un punto de arranque; que la reunión póstuma fuese una cripta, en el corazón de una montaña...". Cualquiera diría que René Guénon ,un esoterista, masón y filósofo contemporáneo influenciara a Franco; pero se nos viene esa impresión al recordar a este influyente autor y una de sus definiciones sobre la simbología de la Cruz:

"El signo de la cruz representa de modo muy claro la realización del Hombre Universal, que se alcanza por la comunión perfecta de la totalidad de los estados del ser, jerarquizados en armonía y conformidad, desarrollando tanto el sentido de amplitud como el de exaltación".


Hubo más detalles que apuntan a una intervención directa del Caudillo en la construcción del templo. El primer abad del lugar, el ya mencionado, Pérez de Urbal, aseguró que Franco "tenía una gran preocupación por la grandiosidad del monumento, pero también se ocupaba de los detalles. Todas las Vírgenes las escogió él... En toda cuestión se le preguntaba, él exigía que se le consultase... A veces tardaba mucho en ir al Valle, en volver por allí, y entonces habían hecho una cosa que no le gustaba y había que cambiarla". Suceso del que pudo dar buena cuenta el mismo Muguruza, que después de perforar la cripta en el interior de la montaña con 11 metros de altura y de ancho, hizo duplicar su tamaño a 22 por recordarle "al túnel del metro", con la consecuencia de haber de rellenarla de nuevo de piedras para detonar y conseguir su ampliación. Esto recuerda a la ampliación "no prevista" de una segunda planta en El Escorial, por la necesidad de duplicar el número de monjes y poder realizar las infinitas e interminables oraciones destinadas por la salvación de las almas de la regia e imperial familia, como si actuara como un sistema de alimentación ininterrumpida.

Y como todo buen personaje legendario con aspiraciones a héroe elegido y tocado por los dioses, necesitaba de una vida repleta de hazañas rodeadas de ese aura mística que envolvía siempre a los ungidos. Un camino de gloria que lo apartara de sus recelosos y envidiosos camaradas, que lo conocían por el alias de "Paquita, la culona", para nada acorde con el mensaje a transmitir. Para eso se recurrió a su exitosa carrera militar, con una fulgurante serie de ascensos que lo llevaron a ser general a la edad de 33 años, como la edad de Cristo al morir, en 1926. Su campo de batalla para el ascenso al Olimpo de la popularidad fue el África colonial. Allí se construyó la leyenda entre las tropas y la población musulmana lo que llamaban "baraka", bendición divina que protegía a los elegidos por la divinidad. El joven y ambicioso oficial era muy aficionado a pasar consultas con una bruja bereber llamada "Mersida", adivina que habitaba en el Atlas rifeño, sobre el devenir de los conflictos bélicos futuros o sobre la fidelidad de las personas y profesionales que se relacionaban con él. Investigaciones recientes identificaron a la aparente bruja bereber como Mercedes Roca, mujer rubia de ojos claros, a la que acudían militares tanto franceses como españoles, lo que la convertía en una candidata a espía. Al llegar su cliente a la Jefatura del Estado español, la bruja desapareció de la zona.

El joven y ambicioso oficial era muy aficionado a pasar consultas con una bruja bereber llamada "Mersida", adivina que habitaba en el Atlas rifeño, sobre el devenir de los conflictos bélicos futuros o sobre la fidelidad de las personas y profesionales que se relacionaban con él. Investigaciones recientes identificaron a la aparente bruja bereber como Mercedes Roca, mujer rubia de ojos claros, a la que acudían militares tanto franceses como españoles, lo que la convertía en una candidata a espía. Al llegar su cliente a la Jefatura del Estado español, la bruja desapareció de la zona.

Pero su camino hacia la gloria pasaría por otro consultor esotérico, un judío sefardita cabalista llamado Corintio Haza, y conocidos entre sí desde los primeros tiempos en África del militar. Ya entonces, nos cuenta la leyenda, que le auguró ser el escogido para liderar una sublevación que recuperaría España de las garras del ateísmo laico. Se dice que le elaboró unos añadidos de símbolos astrológicos y alquímicos aludidos a la persona de Franco, incluidos en un poderosísimo talismán que le sirviera como escudo protector para afrontar la "Cruzada Nacional". Dicho talismán se realizó en base a lo que se conoce como un "Vítor" o "Víctor", cuyo origen se sitúa en el bajo imperio romano, como una evolución del monograma "Crismón", atribuido al entorno del emperador Constantino, el Grande. Según la definición de la R.A.E.: "Letrero escrito directamente sobre una pared, o sobre un cartel o tablilla, en aplauso de una persona por alguna hazaña, acción o promoción milagrosa. Suele contener la palabra Víctor o Vítor". Puede darse en diferentes versiones con posiciones alternativas de las letras que conforman el monograma.





Este tipo de símbolo fue la insignia de las legiones romanas, que sustituyeron al águila imperial por la "XP", anagrama de las iniciales griegas de "Cristós" (Χριστός), el famoso "in hoc signo vinces (con este signo vencerás)", ya mencionado. Un símbolo de protección evolucionando en la "X" y la "T", primero, que derivaría en la "V" y la "T" del "Víctor" o "Viva". Este monograma fue utilizado en la Universidad de Salamanca a partir del siglo XIV para grabar en la pared el nombre de un alumno que había alcanzado el grado de Doctor. La pintura utilizada era de un rojo intenso elaborado a base de sangre de toro, almagre y barniz, que recuerda a las pinturas rupestres. Una especie de ritual para ensalzar y empoderar al homenajeado y mostrar que había alcanzado un conocimiento mayor.

















"El lenguaje sagrado da poder al que lo conoce y lo utiliza". Y este se plasmó en forma de "Vítor" junto con el nombre del Generalísimo Franco en la pared de la fachada de la Catedral Nueva de Salamanca, hacia el final de la Guerra Civil. Este hecho, el de aparecer en el mayor templo cristiano de la ciudad, conocida por su universidad medieval, convertía simbólicamente al Caudillo en "Doctor" de la Iglesia escogido por los cielos. De nuevo, se saltaba el conocimiento-aprendizaje de los hombres, para conseguir el conocimiento divino por derecho de conquista, como su ascenso militar. "¡Muera la inteligencia!". Veremos en que queda.





Pero veamos en que consiste el simbolismo del "vítor" por encargo que supuestamente le realizó el cabalista sefardí. La "Tau" o "T", de arriba simboliza la "Cruz"➕ de inicio y final, 
la energía para seguir el camino de Dios; el círculo de la "O" con el punto central, rememora el símbolo del Sol  y del oro🥇; la "V" partida por la "I" es una flecha hacia abajo que nos recuerda a la destilación alquímica; la "R" junto a la "T" arriba se asemejan al símbolo de Saturno ♄; la "C" y la parte superior de la "R" imitan a las lunas creciente 🌙 y menguante 🌘 

Otras teorías diferentes sobre el "vítor" aluden a una composición de Tauro de todo el monograma, con la "A" invertida, con la "Tau" y la "O" del oro, sumando un "Taurus". La "O" y la "T" emulando a un "Orbis Terrarum", el mapamundi medieval. También el símbolo de vítor invertido parece contener una escuadra y una plomada, símbolo de antiguos constructores. Las dos "C", con la suma de la parte superior de la "R", simulan un huevo cósmico abriéndose, el "Hiranyagarbha" hindú. Según el esoterista Julius Évola la espada y el círculo son símbolos de lo masculino y lo femenino respectivamente, el fuego y el agua. La espada  corresponde con la cruz, también con el símbolo del mercurio ☿, como elemento masculino, y la "T" y la "V" formando el símbolo del azufre, como elemento pasivo femenino.

Vamos a plantear la verdadera simbología realizada ex profeso para el Caudillo, a nuestro entender, fuera quien fuere el creador. La "Tau" nos parece una clara alusión a la Cruz de San Francisco, como símbolo de "Franciscus, perteneciente a los pueblos francos. El que ama la libertad". Blanco y en botella, Francisco Franco, vamos. La espada/Sol, en el centro, como símbolo de masculinidad, en clara referencia al mismo Caudillo, junto con la "V" alusivo a lo femenino, flanqueada por la luna menguante por Poniente y la luna creciente por Occidente, como el principio y el fin en la tierra y en los cielos. Sanctus Franciscus, el elegido y protegido. El alfa y el omega. 

Al parecer, al "vítor" pintado en la catedral, compuesto por las abreviaturas latinas de "Generalissimo Franco", se le añadieron otras abreviaturas correspondientes a la frase "Miles Hispaniae Gloriosus" (Mil. Hisp. Glor.). Su traducción literal sería la de "el soldado glorioso de Hispania". Ahora bien... no son vítores de gloria todo lo que se expresa, jeje. Esto da que pensar si el autor de esta última inscripción lo hizo como acto de burla intelectual. "Miles gloriosus" es la más conocida de las comedias del dramaturgo latino Plauto, de finales del siglo III y principios del siglo II antes de Cristo, que se conoce como el "Soldado Fanfarrón", del que su protagonista es objeto de todas las burlas de los personajes, que aunque este "vitoree" en aniquilar un ejército entero, en cambio, con sólo el ruido o la visión cercana del enemigo le comienzan a temblar las piernas. 

Fue sobre ese símbolo con el que apareció presidiendo el "desfile de la Victoria" en Madrid, el 19 de Mayo de 1939, con un gran arco del triunfo como escenario, de cuyas dos columnas se inscribieron tres veces la palabra Franco, a modo de vitorear su nombre, casi como aquel "santo, santo, santo" del himno utilizado en las misas católicas con letra alusiva al "Señor Omnipotente" y a su Trinidad. Del hueco del arco colgaba un gran tapiz con el águila de San Juan de los Reyes Católicos, como insignia de fundación nacional, y sobre este la inscripción de la palabra "Victoria". Queda un poco más claro el sentido principal del "vítor franquista". No así el sentido esotérico, que obviamente lo tiene.


El proyecto del Caudillo tenía una necesidad urgente por conseguir fuentes económicas durante el conflicto civil que pudieran sufragarlo y otros que brotaban de la cabeza del "Salvador" para unos y "miles gloriosus" para otros. Para eso contó con la inestimable ayuda de un alquimista hindú, enigmático, oscuro y misterioso, como suele suceder en estos casos, que le aseguró su pase directo a la historia universal, como el líder mundial en el que se pretendía convertir. Este personaje, llegado de la entonces amiga Alemania, fue Savarpoldi Hammaralt, de la mano del hermano y secretario de Franco, Nicolás. Lo entrevistó dos veces, a través de un oficial del Estado Mayor de ese país que hizo las veces de traductor, que era amigo del escritor y corresponsal en tierras germanas, Ramón Garriga, autor años más tarde del libro "Nicolás Franco, el hermano brujo" (1980). Según contó este escritor, el alquimista les ofreció ayuda y comentó que "la fórmula para la fabricación sólo se puede utilizar si el oro que se fabrique se destina a una buena causa. Es indudable que ustedes, los nacionalistas, luchan por una causa noble y santa: la defensa  de su religión y la destrucción del comunismo materialista. Así, yo pongo todos mis conocimientos a su disposición del general Franco para procurarle todo el oro que necesite para vencer a los impíos rojos".

¡Ah, el Universo y su Creador parecían poner todas sus verdades ocultas en manos del Caudillo para su divina misión!
 
El Generalísimo puso a su disposición los laboratorios de la universidad de Salamanca para tamaña y sobrenatural proeza. El oro no aparecía, pero el hindú se ganó la confianza del hermanísimo de Franco. Lo ayudó a descubrir las tintas simpáticas, utilizadas por los espías para descubrir su uso en las cartas de agentes sospechosos en la zona rebelde. Pero el oro seguía sin aparecer y el supuesto alquimista se paseaba por las dependencias del alto mando de la mano de Nicolás hasta que el suceso llegó a oídos del almirante Wilhem Canaris, Jefe de la Inteligencia alemana, que rápidamente puso en conocimiento a Franco sobre aquel tipo. Informó que había estudiado Química en su país, pero fue expulsado por ser sospechoso de espionaje británico. El alquimista, entonces, pareció ejercer unos poderes para desaparecer de la escena y dejar a la noble causa de Franco sin su preciado oro, como era previsible. ¡Moraleja! Si se la intentaron pegar al gran Felipe II, el prudente, como no se la iban a colar a "Paco, el rana".

Había que seguir engranando mecanismos temporales entorno a la figura del "soldado glorioso" para que una vez convertido en "Caudillo  Salvador", consiguiera la energía necesaria y esa idea adquiriera fuerza. La elección a finales de Septiembre de 1936 de un único líder en el bando nacional, que se convirtiera en Generalísimo fue clave. Se escogió a Franco casi por unanimidad, exceptuando el voto del general masón Cabanellas. Días más tarde en Burgos, el 1 de Octubre, se llevó a cabo una ceremonia pomposa para nombrarle Jefe del Estado, el cual estaba encantado con su elección, semejante a la de un Sumo Pontífice plenipotenciario. En las palabras tras ser investido, Franco expuso sus deseos:

"Podéis estar orgullosos, recibisteis una España rota y me entregáis una España unida en un ideal unánime y grandioso. La victoria está de nuestro lado. Ponéis en mis manos España y yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme… Me tengo que encargar de todos los poderes".

Sólo una pequeña cuestión. Su elección como líder se debió, en parte, a la presión de los alemanes e italianos, que querían todo el poder en manos del general Franco como condición para seguir apoyando militarmente la causa rebelde. Desde ese punto de vista, contar con el apoyo del ejército más poderoso del mundo en ese momento, parecía decantar esa suerte que eliminara de manera "accidental" a sus rivales al liderato. 

Observemos a partir de la fecha del 1 de Octubre y recordemos ese desfase de los amaneceres y puestas de Sol de 10 / 11 días que se produjo, de manera oficial, al cambiar el calendario del juliano al gregoriano, hacía ya tres siglos y medio en ese momento, y analicemos los posibles enganches realizados en esa época a los diferentes engranajes temporales. Podríamos ver esa "coronación" como Jefe del Estado, un intento de conexión con el antiguo tiempo del Rey/Emperador de España, Felipe II, que propició el cambio. El Sol de aquellos días salía y se ponía en la misma posición del 12 de Octubre en el calendario moderno, día de la Virgen del Pilar, de la Conquista de América, Fiesta de la Raza Española, en aquel tiempo, y denominado a partir de 1958, como Fiesta de la Hispanidad

El día 1 de Octubre, a partir de 1939, se proclamó como la "Fiesta del Caudillo". Puede parecer casual su relación con aquel otro tiempo, pero la peculiar distancia entre ese día del 1936 al del final de la Guerra Civil, el 1 de Abril del 39911 días, nos avisa de posible "alteración temporal" (llamémosle así a la elección concreta de unas fechas para un uso específico oculto a ojos profanos). Es símbolo de la celebración de la cultura hebrea del 9 de Av, en la que suelen producirse eventos de grandes catástrofes o acontecimientos históricos, tales como los 911 días de distancia entre aquel 11 del 9 de 2001, donde se derribaron las Torres Gemelas del Nuevo Mundo, al 11 del 3 del 2004, de infausto recuerdo para Madrid... pero sólo es una señal, claro. 




Los cielos en esas fechas del "Día del Caudillo" en aquel 36 y el "Día de la Victoria" del 39, tenían como peculiaridad común a Mercurio-Hermes, el mensajero de los dioses, en su fase más próxima a nosotros, justo para recoger el aviso. En la primera fecha, donde se celebró el inicio del "Caudillaje", el planeta mensajero se encontraba en Virgo, símbolo de la Virgen y del cual es el mismo Mercurio regente, en día de luna llena posicionada en la constelación de Piscis, asociada simbólicamente con el cristianismo; al igual que de nuevo, Mercurio en su fase nueva y más cercana, acudía también bajo el manto sideral de Piscis, ese concreto "día de la Victoria" para notificar a la divinidad pertinente (a saber). 

Y no iban desencaminados los cielos en la ayuda al justo proyecto del Generalísimo, según creía, y de los que hubieran detrás de su sombra, según creemos, cuando en el año en que se inició su magna obra, el Valle de los Caídos, en 1940, la Gran Conjunción de Júpiter y Saturno llegaba a su máximo las jornadas entorno al día de San Lorenzo, aquella festividad tan "católica" dedicada al laureado Sol, a Apolo y a esas luminarias tan dadas a caer esos días de Agosto recordando al Lugh de los celtas. Ya tenemos otro vínculo con los tiempos de la construcción de aquel Escorial.

Tal vez el santoral elegido para ese día del Caudillo tampoco fue al azar. El 1 de Octubre desde hacía ya una década, en 1936, se conmemoraba la canonización de Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresita de Lisieux, una joven monja de las Carmelitas francesas fallecida en los últimos años del siglo XIX, y que elevaron a los altares a través de una sospechosa publicación póstuma, "Historia de un alma", que trata sobre un "caminito" de entrega absoluta a Dios, con peligrosas inspiraciones en "sufrir, a la imagen de Cristo y en unión con él, para reparar las ofensas contra Dios y ofrecer las penitencias que no hacían los pecadores", y ofrecerse a sí misma como "holocausto al amor misericordioso". Hicieron sus paralelismos con Juana de Arco para impulsar la canonización de la heroína francesa. Es curioso como los ofrecimientos como "holocaustos" siempre son inspiraciones de jovencitas y monjitas pías o de inocentes pastorcillos "elegidos por divina providencia" y nunca los escogidos son esa "piara" de ilustres y opulentos obispos, cardenales, papas, o incluso, ninguno de los correveidiles de estos. Por cierto, pensamiento muy acorde a esa secta religiosa beneficiada por los papas a cambio de favores económicos, que ascendió dentro de los gobiernos de Franco y que cumplió el papel que ejerció la masonería en los gobiernos de la época republicana, el Opus Dei del inefable Escrivá de Balaguer


En cambio, la fundadora de las Carmelitas descalzas, Teresa de Ávila, uno de los personajes clave en la época de Felipe II, famosa mística autora de "El Castillo Interior", será clave en el devenir de la vida de Franco. Se hizo con la "mano incorrupta" de esta santa al ser tomada la ciudad de Málaga, y ya no se desprendería de ella hasta su muerte. En una entrevista concedida por el Generalísimo en 1961, el periodista autor de esta explicó: "Desde el año 1937, cuando viaja y pernocta fuera de su residencia habitual, lleva consigo la reliquia de la mano de Santa Teresa, hallada en la maleta de un general rojo, y que las monjas Carmelitas han cedido en depósito al jefe del Estado. Y no va nada mal este símbolo de la Santa de Ávila, de geniales relaciones hechas como quien cumple con alegre naturalidad la sencilla tarde de cada día".

La mano, es un relicario de plata dorada con varias piedras preciosas y que contiene, se supone, ese pedazo de extremidad de la Santa. Esa mano izquierda fue arrancada por orden del padre provincial meses después de ser enterrada, el mismo padre se obsequió con un meñique para que le "acompañara en su cautiverio". Tres años después, en otra exhumación, el cuerpo fue literalmente cuarteado, desmenuzado, esparcido por España; el pie derecho y la mandíbula superior en Roma; el corazón y brazo derecho en un relicario en el convento donde murió; y el resto...sigue incorrupto.

El Caudillo y su mano de la Santa bajo el brazo (chiste fácil) tomaron Madrid el día del nacimiento de esta, el 28 de Marzo del 1939. Pero existía un hecho relevante y sobrenatural que poseía cualquier pedazo, con perdón, de esa mujer del siglo XVI: Santa Teresa de Jesús murió el 4 de Octubre del 1582 y fue enterrada al día siguiente, el día 15 del mismo mes... ¿Cómo? La mujer falleció el último día del viejo calendario y fue enterrada la primera jornada del nuevo. Esa mano es una prueba "viviente" del tránsito de la vida a la muerte de la antigua manera de computar el tiempo a la actual. Y encima de una mística canonizada por la Santa Sede. Sin duda una reliquia excepcional para tratar de dominar el tiempo de alguna manera espiritual o sutil.

Esto lo debemos tratar de especulación, obviamente, pero analizando las fechas de ciertos acontecimientos observamos que en comparativas con los patrones de construcción de la magna obra del Rey Prudente, se muestran en fechas iguales, pero a la inversa. Nos explicamos. Si llegamos a la conclusión de que las orientaciones solares de dicho edificio estaban proyectadas para que coincidiera con el santoral en el nuevo calendario gregoriano, que sirvieran de "enganche"  entre el antiguo tiempo y el nuevo; de nuevo estos engranajes "santífico-estelares" podrían haber servido de patrón, pero de manera inversa. Esto sería, conectar el tiempo actual con el antiguo de la época de la construcción de El Escorial, y además, utilizar esa línea recta milimétrica real que atravesaba, y conectaba, tantas tumbas de reyes. Ese 1 de Abril de la Victoria, conecta con la puesta de Sol del eje central del Real Sitio, pero del viejo tiempo, y con el inicio de la fecha de construcción del Valle de los Caídos y su inauguración, ambas en ese día cumpliendo el ya citado ciclo metónico de 19 años, donde las fechas de los calendarios lunares (religiosos) y solares (civiles) volvían al punto de partida en el horizonte zodiacal. Un "encuentro entre tiempos".

Puntualizar que la "Santa Mano" llevaba en su poder dos años. La moderna santa mística de Santa Teresita del 1 de Octubre del Caudillo, entroncada con la gran Santa Teresa mística de tiempos imperiales, fallecida un día de San Francisco de Asís, el 4 de Octubre, como la Tau simbólica a Francisco Franco, y sepultada el día en que unas décadas después el santoral católico le rindiera tributo, el 15 de Octubre. Juegos temporales de la mano incorrupta en posesión exclusiva del Generalísimo. ¿Pero sería capaz este hombre tan católico, apostólico y romano de calcular todos estos movimientos? Entendemos que no.

Y no se entendería un Caudillo español enviado por la gracia de Dios que se precie. si este no empuñara la Cruz de la Victoria y una entrada con el alma limpia a la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador. Y dicho y hecho, según leemos en lo relatado por el enviado del ABC a Oviedo, en 1942:

"En el momento preciso, Franco, con lentitud majestuosa, llegó hasta la santa reliquia, que esperaba, y la tomó entre sus manos. Eran exactamente las seis y treinta y cinco minutos de la tarde del 5 de septiembre. Y con la preciada carga, con la misma Cruz de la Victoria que Pelayo empuñara… el Generalísimo, con paso solemne, seguro y rostro velado por una emoción que yo no acierto a describiros, emoción de siglos, gravitando sobre las manos vencedoras de la mejor batalla, penetró en la Catedral… Paso a paso, con la Cruz preciada y preciosa , victoria, siglos, fe y gloria, cuajados en plata y piedras, Franco iba camino del altar mayor. En sus manos iba la victoria misma aprisionada, en las manos que otra victoria hicieron. Yo quisiera recortar con ensueño esta estampa de la Cruz, el Caudillo y la Catedral. Cruz de la Victoria en manos del vencedor bajo una Catedral, la Patria, deshecha por odios y que ahora se edifica con piedras y amores. Como a España en su victoria".

Este relato es una descripción, digamos, un poco desde la hipérbole y el ensalzamiento del rey sin trono (la prensa limpiaojetes de toda la vida), de un ritual de regreso de un rey victorioso de una batalla, que reproducía simbólicamente "la Reconquista" que acababa de ganar, y que pertenecía a la liturgia de la Iglesia Visigoda de Toledo descrita en el "Liber Ordinum" de esta. Según expuso Julián de Toledoarzobispo de la capital visigoda a finales del siglo VII, a través de su obra "Historia del rey Wamba", la justicia divina favorecía la victoria mientras que los pecados conducían a la construcción. La intención era representar en la figura del rey visigodo a un "rex et sacerdos" (rey y sacerdote) y a su ejército enviado a la batalla como el pueblo de Dios. La clara alusión del Generalísimo entrando con la Cruz de la Victoria en la Catedral de San Salvador como un caudillo guerrero, dejó a las claras que detrás de la ceremonia había unas élites conocedoras del pasado medieval español y, para nada, fue efectuado al azar. Hasta la anecdótica dirección postal de dicho templo parece señalar a un "Salvator Mundi": 33003 Oviedo, Asturias.

Lo cierto es que las reliquias expuestas durante esos días en que se celebró el 1100 aniversario de la muerte del rey astur Alfonso II, el Casto, fueron reconstruidas después de que energúmenos pertenecientes a sindicatos y partidos de izquierdas dinamitaran la Cámara Santa durante la Revolución de Asturias de 1934, que paradójicamente fue repelida por el gobierno republicano con unidades del ejército comandadas por el mismo Francisco Franco. Las prisas y la falta de recursos económicos en esos momentos hicieron que parte de la madera de la Cruz de la Victoria fuera sustituida y la mayoría de piedras preciosas engastadas en ella se suplieran con cristales de botellas de sidra, bebida muy típica de la zona. El ritual del caudillo guerrero más que producirse con olor a santidad, se produjo con un cierto aroma a sidrería incrustado en el ambiente. Las prisas y la falta de presupuesto no hay líder que las pueda solventar por muy ungido que se crea.

Analizadas las fichas con las que iba a jugar el Generalísimo en su partida por llegar a la cima de los héroes elegidos, intentemos comprender el tablero en el que se iba a representar su ascenso a esos altares. Una vez trazado con absoluta corrección la línea que unía la estela visible (nos referimos a la Gran Cruz de los Caídos) donde se conectaba con los restos de los linajes hispanos y realizadas las liturgias pertinentes descritas para hacer funcionar esos engranajes en tiempo, espacio y demás componentes sutiles, descubramos ese camino, o laberinto de pruebas de carácter espiritual, que nos lleve a dilucidar el mensaje oculto hasta la cripta, a modo de cueva iniciática encerrada en el interior de esa gran montaña. Tal como sentenciaba el tradicionalista Guénon: "la caverna debe considerarse situada bajo la montaña o en su interior, de modo que se encuentren bajo el mismo eje, lo que refuerza aún más el vínculo existente entre ambos símbolos, en cierto modo complementarios entre sí". 

En primer lugar, salta a la vista en el entorno el camino hasta llegar al templo. Un recorrido alrededor de la montaña desde un punto concreto donde se quiso plasmar un via crucis de 14 estaciones, como mandan los cánones, que aunque no fue finalizado como se proyectó, si dejó claro su simbolismo y sus intenciones en cuanto a lo que se esperaba influir en aquellos peregrinos que culminaran el camino hasta el final de la cripta. Seguiremos los pasos que nos mostró el ujier de todas esas llaves que abren las antiguas cerraduras e intentaremos asomar la cabeza tras esos rincones marcados.












 
El punto inicial lo marcan las 
4 columnas  de 11 metros de altura, colocadas en doble columnata a ambos lados de la carretera de acceso al Valle, llamadas "los Juanelos", por el inventor, matemático, astrónomo y relojero italiano Giovanni Torriani , que prestó sus servicios tanto a Carlos V como a su hijo. Esas imponentes estructuras, conocidas como los "Centinelas del Valle", estaban olvidadas en Toledo tras haber sido utilizadas como contrapeso de un artificio para subir agua del río hacia la la antigua capital hispana salvando un desnivel de unos 100 metros. En su tiempo quedaron  orillas del Tajo, tal como aquellos restos de la nao portuguesa de "Las 5 Llagas" que "rescató" Felipe II para la fabricación de cruces y ataúdes reales. Como demuestran los dibujos de Muguruza, esas 4 columnas debían haber sido colocadas frente a la entrada de la fachada de la cueva-templo, pero las 54 tonelada de cada una, impidieron la llegada de aquellos "centinelas guardianes" de la montaña sagrada. 


La poca solidez del viaducto de 70 metros de alto construido para acceder al Valle elegido hicieron que quedaran apartadas en un punto, en apariencia casual, debido a la logística. Llegaron a pasar por la capital española, con su lento caminar en tan colosal traslado, por la Cibeles, la Castellana, la calle Alcalá o la Gran Vía y se popularizó una cancioncilla durante esa época donde vaticinaban un final incierto que decía: Las piedras de Juanelo ya van andando; llegarán a su sitio sabe Dios cuándo”. Su traslado se llevó a cabo en 1949 y su colocación se produjo en 1953. Pero claro, esos 4 monolitos que pueden simbolizar las 4 columnas sobre las que se sostiene el cristianismo, los 4 evangelios canónicos, relacionadas con el relojero real que acompañó a Carlos V en su retiro, en el que también estuvo el mismísimo Juan de Herrera, pueden tener otra función en ese lugar; quizá, sean una especie de manecillas de reloj esperando en el lugar correcto (ius loco), en el tiempo justo que nos señale o conecte con ciertos lugares. Veremos.



El llamado, hasta finales del siglo XIX, Pinar de Cuelgamoros, después registrada como Cuelgamuros, fue el lugar escogido por Franco en su búsqueda de lo que él tenía en mente como futuro "Valle de los Caídos, recordemos sus palabras: "Porque el valle debía existir y seguramente por esta zona". ¿Un valle?¿Por qué un valle?. "Valle" vendría a simbolizar en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de este tipo de masonería lo siguiente: "según las concepciones ritualísticas, el "Valle", se situaría en el centro de la Logia y representa la parte más importante del Templo. Su largo está definido desde la balaustrada que delimita el Oriente hasta las columnas "Jakin" y "Boaz"; su ancho, desde la columna del Sur hasta la columna del Norte. Tal es la importancia del "Valle" en los trabajos logiales que los Hermanos están impedidos de atravesarlo (a excepción del Hermano Mayor de Ceremonias y, por supuesto, del Venerable Maestro, debiendo "Cuadrar el Templo", es decir, bordearlo en sentido horario durante su desplazamiento". Este concepto de "cuadrar el Templo" y el desplazamiento en sentido horario sería bueno de tener en cuenta para futuras investigaciones.




El Via Crucis comenzó su construcción en 1944, siendo arquitecto Pedro Muguruza, y 5 años años antes del traslado de "los Juanelos", dato a tener en cuenta. La obra se dividió en 3 secciones: la primera llegaría hasta la zona conocida como el Altar Mayor, el punto más alto del mismo, a 1336 metros de altitud. Se realizaron 4 capillas de las 8 estaciones proyectadas en el primer tramo, y casi todo el camino escalonado con gran parte de la calzada realizada. La segunda sección continuaría por las crestas de los picos de "Las Pilas" para llegar a los comienzos del risco de La Nava, en el principio del lugar donde se horadó en la roca para construir la basílica-cueva. se desconocen los motivos por los cuales se dejaron incompletas las capillas destinadas a todas las estaciones del via crucis, que es uno de los mayores del mundo. La última sección forma parte del conjunto principal. La estación número 12, la de la crucifixión del Señor, se halla previo a la subida a la gran explanada de la puerta de la Basílica, con sus 3 características cruces; la 13, es la misma puerta del Templo, guardada por una enorme estatua de "La Piedad" del principal escultor del conjunto, Juan de Ávalos. La 14 y última se encuentra al final del Templo, en la capilla del Cristo Yacente, en el crucero, tras otros 14 escalones de subida en tres series. Un total de 4721 metros de "Calvario" y 2292 peldaños.


Los 262 metros de largo de la Basílica excavada en la montaña están acompañados de 6 capillas de vírgenes escogidas por el propio Caudillo. La cúpula central de 45 metros de altura y 40 de diámetro rodean los el Altar Mayor donde reposan los cuerpos de Jose Antonio, el "héroe", y del Generalísimo refundador de la patria. Estos son custodiados por un gran crucifijo cuya madera de enebro fue talada en los montes de Valsaín, de un árbol escogido en persona por el mismísimo Caudillo. Dícese en las tradiciones hebreas que del fruto del enebro se extrae un brebaje que te permite entrar en contacto directo con los ángeles tras su ingesta y de su madera que protege de demonios. De los 4 arcángeles esculpidos en bronce que rodean la cúpula, Rafael, con el báculo del peregrino, Miguel, con su espada capitaneando los ejércitos de Dios, Gabriel, el anunciador divino con los lirios en señal de pureza, y un extraño ángel con la cabeza encapuchada identificado con Uriel por algunos, y con Azrael, un misterioso personaje que actúa como psicopompo encargado de llevar las almas al cielo o al infierno. Entre las paredes del Templo descansan los restos de 33833 muertos en batalla durante la Guerra Civil, procedentes de ambos bandos que fueron llevados entre los años 1953 al 83 (datos del censo del Ministerio de Justicia). Una perpetuación de la memoria de los que cayeron en "una gloriosa cruzada", muy del estilo de las miles de reliquias de los santos martirizados en su propagación de la fe cristiana contra la herejía pagana en aquel cercano edificio de El Escorial, en precisa alineación geográfica con los restos de un gran número de reyes hispanos. 







Las enormes dimensiones del conjunto, su montaña recuerda a una tosca figura piramidal coronada por una gigantesca cruz de 150 metros de altura, nos hacen recordar a la grandeza majestuosa de la Gran Pirámide de Keops irremediablemente. No en vano, la fachada principal de la entrada a la Basílica, y sobre todo, el pórtico de la entrada, hacen recordar a los pilonos de los templos egipcios. 






La llegada del "héroe" José Antonio, cuyos restos reposaban desde hacia algunos años en El Escorial, a la espera de descanso definitivo, provocó algunos problemas al Caudillo. La exhumación del cuerpo, el 29 de Marzo del 1959, se produjo en plena noche y con apenas 24 testigos, entre los que estaban sus familiares más directos y algunos jerarcas del franquismo, como el Almirante y mano derecha del Generalísimo, Carrero Blanco. Franco, como animal precavido que captaba el peligro, no acudió. Tuvo una ceremonia de una liturgia fúnebre muy al estilo de las ofrecidas a los santos mártires. Su cuerpo fue velado por una guardia de honor falangista, y al amanecer portado en hombros de sus fieles camaradas durante los 13 largos kilómetros que separan el monasterio del Real Sitio del Valle de los Caídos, cuasi un via crucis, pero por carretera. A su llegada el fiel escudero y almirante del Caudillo soportó los insultos y pitos de los miles de falangistas concentrados para recibir a su líder en su penúltimo viaje. Sus discípulos consideraban a esas alturas a Franco como un usurpador de la ideología falangista de José Antonio y de apoderarse del mito, que fue enterrado al pie del Altar Mayor. Los gritos de ¡José Antonio, presente!, no debieron de preocupar mucho al Generalísimo, el "Ausente", pues ya tenía su mártir-héroe donde quería, simbolizando el sacrificio de su lucha contra el mal.





Son muchas las opiniones y voces del entorno cercano y familiar del Caudillo que aseguran que este no quería ser enterrado allí en el templo, de cuya idea él era el autor (o al menos eso se cree, claro). Cierto es que no lo dejó escrito en ningún documento oficial, y que "acusan con el dedo" al que fuera escogido por el Generalísimo como su sucesor, John Charles One, The Hunter, de ser el responsable directo de la decisión de su entierro en tan peculiar enclave. Analizando el entorno hostil en que se movía dicho "príncipe heredero" rodeado del círculo de poder más afín al regimen, dudamos mucho que una decisión de ese calibre la hubiera tomado sin el consentimiento previo del figurante en cuestión. Con las cosas de comer y con los difuntos no se juega y un "atrevimiento" de ese calibre, por su parte, con todos los cuchillos afilados deseando quitar de la escena al nuevo César no es comprensible de cara a mantener su futuro; aunque "todo estaba atado y bien atado", como manifestó el mismo Caudillo, antes de morir.

Recurramos a los testimonios y declaraciones de los testigos cercanos y responsables de la construcción tanto física, del arquitecto Diego Méndez, como en su desarrollo espiritual, del primer abad del templo, fray Justo Pérez de Urbel, para hacernos una idea más aproximada. El arquitecto manifestó estas declaraciones recogidas en 1976 en el ensayo del periodista Daniel Sueiro," La verdadera historia del Valle de los Caídos": 

"...reparé allí la sepultura, exactamente igual que la de José Antonio, pero en la parte de atrás, porque... José Antonio, como es un símbolo, con el que se ha hecho ya todo el monumento, verdad, que está aquí delante, una cosa de tipo político y demás, y él, como si fuera el amo de la casa, en la parte de atrás, entre el coro de los monjes y el altar, como la persona que recibe a otros en su casa. Y así se lo hice. Y el día de la inauguración del Valle, al final de toda la ceremonia, coincidí con él allí en la parte de atrás del altar mayor. Se vino conmigo andando y comentando un poco las cosas y entonces, parado allí detrás del altar, exactamente sobre el sitio donde estaba hecho ya el hueco de la sepultura, dice: «Bueno, Méndez, y en su día yo aquí, ¿eh?». «Ya está hecho, mi general.» «Ah, bueno, bueno», y no se volvió a hablar nunca más del asunto. Se lo dije a Carrero: «Mira lo que me ha dicho el Generalísimo: esto, «y yo aquí». Bueno, pues ya está, y no se volvió a hablar más. Y cuando murió y demás, ya estaba todo preparado." 

En la misma obra, Pérez de Urbel, le contó al autor de la misma que "un día en que estábamos allí, de un lado a otro, paseando juntos, y él me hablaba de los que podrían ser enterrados allí. «Claro, no les vamos a obligar, pero yo creo que es un honor. Y a mí, si me lo dicen, para mí será un honor dormir el último sueño aquí, entre el altar y el coro.» Eso me dijo a mí aquel día, esto lo he oído yo de sus labios, hace muchos años, en los primeros tiempos de mi estancia allí".

El "amo de la casa" le manifestó a dos personas de su confianza su deseo de "dormir el último sueño" entre el altar y el coro de los monjes; pues ante la coincidencia de la ubicación poco más que decir. 



La muerte oficial se declaró la madrugada del 20 de Noviembre a las 5:20 horas. Siempre se ha especulado con el hecho de que la larga agonía de Franco fue intencionada por diferentes motivos, tanto políticos, intentos de controlar su sucesión, propagandísticos o aprovechamiento de ensalzar su figura, a saber. Nos centraremos en el dato de los 39 días agónicos que pusieron fin a los algo más de 39 años de su reinado sin trono o caudillaje: esto es, en términos de engranajes temporales casi una cuarentena de días y su múltiplo de casi una cuarentena de años. Señalar que ese 20 de Noviembre era el 39 aniversario del fusilamiento del "héroe homenajeado", José Antonio, "el Presente", cuya tumba presidía la de todos los caídos y estaría, a partir de ahí, delante del "amo de la casa". Destacamos, también, que el mensajero de los dioses, Mercurio, esta vez estaba en su máxima lejanía respecto a la Tierra, y por consiguiente en oposición a acompañar al difunto a las puertas del reino del Hades. El sonido de la losa al encajarse en el "santo sepulcro" del Generalísimo se escuchó a las 14:11 horas del 23 de Noviembre de 1975, como detallaba en el escrito enviado por el heredero del caudillaje, ya con trono, al abad del Valle, que señalaba el lugar "en el Presbiterio entre el Altar Mayor y el Coro de la Basílica". ¿Se acuerdan de cómo aquel Carlos V dio instrucciones precisas a su heredero del lugar y posición de su tumba? Tomemos nota de esta última fecha y vayamos a interconectar primero las ubicaciones necesarias para hacer mover la hipotética "maquina temporal" que enlazará la historia del Caudillo-faraón antes de su último vuelo.





Y la alusión a faraón no es gratuita, ni tampoco viene de la pirámide imposible que se visualizó primero en aquel Valle de Cuelgamoros o aquel complejo funerario planificado para las entonces afueras de la capital española, que también contaba con un enorme edificio piramidal como protagonista. El destino parecía ponerse a favor del Generalísimo para conseguir su templo egipcio, aunque fuera a última hora y de segunda fila, pero con toda la esencia de la antiquísima civilización que supieron aprovechar bien los magos correspondientes. La participación de un equipo de restauradores españoles en la recuperación y traslado de los templos egipcios que iban a ser inundados por la construcción de la gran presa de Asuán, en el Alto Egipto, la antigua rica región de Nubia (en el antiguo egipcio "tierra del oro"), tuvo como agradecimiento la concesión de unos templos menores a los países participantes. Entre ellos se encontraba un pequeño templo construido hacía 22 siglos en honor a Amón, padre de todos los dioses en una de aquellas aldeas, Debod. Era conocido en la zona como la "capilla de los relieves", por las escenas representadas en sus muros. Aunque era un monumento dedicado a Amón, "el oculto", se encontraba en un lugar de paso y peregrinación hacia un gran centro religioso en honor a Isis, en la isla de Filé, en el río Nilo. Eran finales de la década de los 60 del siglo pasado y el traslado despiezado hasta Madrid, al antiguo Cuartel de la Montaña, uno de los lugares donde Franco quiso, e instancias superiores no le dejaron, construir su pirámide, según nos relata un ujier de antiguas cerraduras.






Dicho conjunto arquitectónico se construyó junto a un nuevo parque, el del Oeste, en el que el templo de Debod debía convertirse en el elemento primordial. Se diseñó una plataforma central que pudiera permitir conservar la orientación original en su antigua ubicación del templete y sus tres portales, mediante una base de piedra que lo aislara del contacto con el suelo y resaltando la parte original de la añadida con cambio de tonalidades. Incluso se llegó a recrear un ambiente cálido en el interior del templo mediante aire acondicionado, para emular el clima nubio. ¿Pero todo esto era para la conservación de unas piedras milenarias o existía una razón de otra índole? 

La inauguración fue el 20 de julio de 1972. La alineación del eje central de la reconstrucción, en cuyo extremo oriental se ubicó un pequeño monumento a los caídos del antiguo Cuartel de la Montaña, donde en los días del alzamiento de Julio del 36 fue el escenario de un dantesco derramamiento de sangre, tenía cierta desviación respecto al Este-Oeste; en concreto hacia la salida del Sol del 11 de Abril, más 10/11 días de aquel día de la Victoria de 1939, 33 años, 3 meses y 3 semanas después; y 36 años y 3 días tras aquel 17 de Julio del comienzo de la Guerra Civil. Pero eso no es todo. La puesta de Sol del día de la Hispanidad, el 12 de Octubre, como bien nos descubre el ujier de las llaves, coincide con ese alineamiento central, De nuevo, más 10/11 jornadas del día del Caudillo, ahora sí más faraón que antes y haciendo rodar los engranajes hacia otros lugares y conectando, otra vez, con ese tiempo imperial. Nos viene a la cabeza aquel famoso arqueólogo del cine de aventuras colocando un medallón sagrado con el orificio adecuado y sujeto con una medida precisa proporcionada por una vara adecuada, esperando el momento justo para alinear la luz del Sol que le señale el "lugar correcto" en aquella "habitación de los mapas" para encontrar el "arca del pueblo elegido". Todo numerado, pesado y guardado, a ojo de los profanos, claro, como siempre. ¿Tal vez ese "3" coleteando en las fechas nos abra la puerta de la penúltima cerradura (en estos casos nunca es conveniente decir la última) o una alusión a los 3 portales del conjunto?
 
Hace rato que dejamos a ese amigo-mago del Caudillo, pintor afamado, artista provocador de performances cargadas de simbolismo y, como no, monárquico metaafiiíssicooo, a la espera de algún encargo. De algo que enlazara, resucitara esa colaboración con el Caudillo, que acabara de rematar algún enganche que no quedó del todo cerrado. Y allí estaba el enclave que nos aguardaba de la mano de un mago-artista en sus últimos suspiros en esta parte del mundo. De nuevo abrimos la cerradura de la mano de las pistas de nuestro inestimable ujier, que nos proporciona la llave.








El cálculo de las disposiciones solares del templo egipcio nos ofrecía la dirección correcta al Este exacto. La salida del Sol de los equinoccios se alinea a la perfección con el monumento encargado 
Salvador Dalí, en la plaza que llevaría su propio nombre y de cuyo diseño estipuló las siguientes condiciones :«Dicha plaza adoptará el nombre de plaza de Salvador Dalí y en ella se erigirá un conjunto monumental denominado "El Dolmen de Dalí", que consistirá en un grupo formado por dos elementos: un dolmen de piedra y una escultura de bronce sobre pedestal». Además, el conjunto debía tener unas medidas específicas, como la altura del dolmen de granito de tres pilares que sostiene una gran piedra oblonga, que sería de 13 metros y 13 centímetros de altura y de un peso aproximado de 230,13 toneladas. Llama la atención la fijación con el número cuyo simbolismo apunta hacia un proceso de "muerte". La altura caprichosa aún podría resultar asequible para el constructor, pero calcular el peso de una roca granítica de esas dimensiones a vuela pluma y sobre un papel, la entendemos como algo simbólico y de precisión casi irrealizable. 


La ubicación de la recreación megalítica pretendida por Dalí y el Ayuntamiento de Madrid, en esos momentos gobernada por el PSOE, supuestamente de ideología contraria, sería en la antigua Plaza de Felipe II y la luz procedente de esa puesta de Sol equinoccial arribaría de la avenida que lleva su nombre. No podía llamarse de otra manera si la intención era conectar ambos engranajes con aquel tiempo; incluso la puesta de Sol del día de la Hispanidad, los 12 de Octubre, accede alineada a su paso desde la Plaza de Oriente, junto al Palacio Real, paralela al eje del Templo de Debod, del que dista del 2 millas náuticas exactas del Dolmen de Dalí, y este templo egipcio a su vez, a exactas 22 precisas millas náuticas del monasterio de El Escorial, también; esto es, a 2 minutos y a 22 minutos de grado de arco entre ellos y el dolmen a muy poco más de 44 kilómetros del Real Sitio de San Lorenzo, que cuenta con al menos un par de construcciones megalíticas ligadas a la Casa Real española en un entorno próximo, como vimos. Por no hablar de las exactas y precisas 111 millas inglesas, desde el Dolmen de Dalí hasta el lugar de la fachada .Sur de la Catedral de Salamanca, donde "doctoraron" a la figura del Generalísimo con su vítor al "Miles Hispanicus". Una conexión numérica, entre emplazamientos que ya hemos visto anteriormente.


El asunto se empieza a dilucidar mejor cuando se comprueba que el grado de inclinación del eje Oeste-Este del Templo de Debod y El Escorial es el mismo, unos 12,27 grados, pero invertidos. El primero ligeramente hacia el Norte y el segundo hacia el Sur. Este hecho invierte, a su vez, el ritual de puesta y salida de Sol esos 10/11 de Abril, los días 100/101 del año. La puesta de Sol en cuestión de esos determinados días, ensombrece y señala la entrada de la Basílica del Real Sitio de San Lorenzo, por aquello del astro solar; en cambio, en esas jornadas el representante de Helios se alinea con las 3 puertas del templo egipcio, ahora madrileño, para penetrar por la entrada y marcarla. Conectar lugares en una misma fecha simbolizando de manera ritual muerte y resurrección.

Quizá en otras claves del "contrato final" del Dolmen de Dalí podamos encontrar más miguitas de pan que nos indiquen el final del camino. Este fue sellado, por parte del entonces alcalde de la capital, Enrique Tierno Galván (más conocido por "el Viejo Profesor") y Dalí (el artista amigo-mago del Caudillo) "con sendos besos en la frente". El suceso se produce en el 12 de Noviembre de 1985. La Luna Nueva les acompaña en la habitación de su residencia en la Torre Galatea de Figueras, donde se encuentra tumbado y enfermo, como en un altar a la espera de su hora final. Bajo sus pies un sugerente suelo ajedrezado. Su conexión vino exactamente hacia 6 meses antes, cuando el Viejo Profesor, inauguró el cartel de la exposición en la Puerta el Sol de Madrid "Viva la Gala", en honor a la difunta señora de Dalí, fallecida 3 años antes. Justo a las 13 horas y 13 minutos del 13 de Mayo, día 133 del año, realizó el acto brocha en mano, como si de un artista se tratara, con el pintor catalán ya ausente y encerrado en su castillo. El pintor le regaló emocionado un bastón que había pertenecido a Victor Hugo, famoso autor francés y reconocido masón. Este último dato lo señalamos con total intención, no es baladí. 

La inauguración del conjunto debía de producirse el 17 de julio del siguiente año, el 1986, a las exactas 13 horas y 13 minutos, justo en la fecha del 50 aniversario del alzamiento de 1936; y como en todo ritual simbólico de muerte debe de haber un signo que señale a la resurrección o renacimiento, y lo encontramos en los 14 años, menos 3 días, de la inauguración del templo de Debod en 1972, que a su vez fue inaugurado 13 años 3 meses y 3 semanas después de la del Valle de los Caídos. Muerte, resurrección y muerte. Comentar que Tierno Galván estaba sentenciado aun pronto desenlace final por un cáncer hepático con metástasis que padecía por la fecha de la firma con Dalí y que le llevó a su desenlace final 67 días después a los 67 años. El artista esperó su paso a mejor vida tras 3 años y 4 días, 1100 días, de la muerte del alcalde. El beso en la frente nos recuerda al antiguo ritual del beso de la muerte (mors osculi) o del beso como símbolo de saludo entre iniciados que puede sellar un secreto. Aunque se desmiente la pertenencia de Tierno Galván a la masonería por sus más allegados, lo cierto es que su hijo, que fue maestro masón de grado 33 de la Gran Logia Simbólica de España (G.L.S.E.) y entregó los archivos de su padre a dicha organización discreta, años después, por no hablar de la gran alegoría masónica que es la configuración del parque dedicado a su figura en Madrid. A buen seguro que estamos equivocados y todas estas coincidencias simbólicas son fruto de elucubraciones cósmicas sacadas fuera de contexto... ¡y un cuerno!

Nada mejor que conocer la composición correcta del conjunto del Dolmen de Dalí para poder llegar a una clara conclusión acerca de todas estas conexiones de espacio y tiempo, a través de las luces y sombras provenientes de la muerte y nacimiento simbólica del Sol, que actúa de chispa de los movimientos de esa extraña máquina de los engranajes sutiles. Descrita ya la composición del "dolmen", veamos en que consistía esa "escultura en bronce sobre pedestal" que garabateó el pintor en sus primeros bocetos del "contrato". Según los encargados de desvelar aquel dibujo que apuntaba Dalí como "Newton" lo hallaron en una de sus esculturas del Museo de Figueras y dentro de un cuadro suyo de 1932, "Fosfene de Laporte". Esa estatua, llamada por el artista "Homenaje a Newton", es la representación de un hombre en evolución, el símbolo de una persona-arquetipo donde se plasman los requisitos para reconocer el conocimiento adquirido y ser un genio de la humanidad, identificado como miembro de la cadena de escogidos que se adelantaron a este y otros que continuarán esa transmisión.

 

En principio, la escultura de bronce parece una composición a partir de figuras sencillas, donde se pueden observar sin dificultad a "la manzana" y el concepto de gravitación, en la esfera colgada por el fino cable y sostenida por los dedos de una mano; la luz, a través de la esfera interior proyectada en el hueco del tronco; la cabeza con forma de huevo, como símbolo ancestral de divinidad; o el pie izquierdo ligeramente elevado mostrando movimiento, con los dedos separados y cortados del derecho y otro dedo gordo al costado de este, como señal para los que vengan después o símbolo de amputación de un camino cercenado de cara a esa divinidad. Y el pedestal en forma de cubo en mármol negro con grandes letras doradas grabadas formando el nombre de su amada eterna, "Gala". Pero todo esto resultaría muy sencillo para un profano. Démosle unas vueltas al conjunto que ya tenemos la llave casi encajada en la cerradura. Ya queda poco.



Para abordarlo bien deberemos observar el Dolmen de Dalí y su "Newton", en el que tampoco sería descabellado ver al artista encarnado en esa figura, en toda su globalidad, con todos los elementos. Nos fijaremos en el diseño de la Plaza, ahora de Salvador Dalí, antes de Felipe II, que se une a la avenida del mismo nombre, con las conexiones de la nomenclatura del callejero con los engranajes sutiles que estamos analizando. Estudiando el plano general del entorno se observa en la disposición de las calles una especie de figura en forma de tridente, con un pasaje curvado que cruza la plaza y la avenida, que recuerda a aquella obra del pintor, el "Cristo de San Juan de la Cruz", superpuesta en el plano donde se centra la obra escultórica. Así, encajaría mejor el más que posible mensaje de muerte y resurrección simbólico, que se uniría con la exacta ubicación de la obra con respecto a las posiciones solares. 

La orientación hacia Poniente del conjunto monumental facilita, que "al morir el Sol", la sombra de la estatua del Newton-Dalí iniciado, acceda al templo, representado por el dolmen, cuya sombra abandonaría el espacio hasta diluirse siguiendo el ocaso solar, y expresado en su totalidad durante los equinoccios. Esa figura escultórica antropomorfa horadada en su centro, con una esfera gravitando en su interior, simula ser el templo corporal del iniciado o sacerdote esotérico y su llegada a la perfección, disfrazada de esferas. Aquí entra la sencilla asociación simbólica con la gravitación universal y su ascenso por los tres brazos-columnas de piedra del templo-dolmen, desde su plano horizontal al vertical, pero encarnando a ese maestro sacerdotal que eleva la sombra de la esfera solar, simulando a la hostia consagrada del catolicismo, transmutada aquí por el disco del Sol, tal como realizaban los adoradores de Ra o Amón, en el Antiguo Egipto, o los probables cultos de las civilizaciones megalíticas, como representa ese moderno dolmen, al menos un par de milenios antes de la definición de Cristo como la "Luz del Mundo" (Lux Mundi). 



Desde el trazado original del enlosado (fue reemplazado en 2003), en una vista desde arriba, se podían apreciar al Sol divinizado irradiando rayos de luz de manera concéntrica desde el dolmen con la línea del eje Poniente-Occidente perfectamente establecida. Es la exacta ubicación del dolmen y el Salvador-Newton-Dalí, separados unos 8 metros entre sí, en el eje equinoccial lo que hace simbolizar ese equilibrio de luces y sombras entre el día y la noche, el nacimiento y la muerte. Esos haces de luz radiantes son los que plasmó el propio artista en su carta de tarot, en la correspondiente a la carta de la muerte, la número 13. En ella se observa un conjunto muy similar, con el ciprés ejerciendo de templo funerario y el personaje envuelto en velo negro que se acerca al final de su muerte-iniciación, para renacer en la simbólica rosa que surge de las sombras. ¿Una performance esotérica que "colocó" el genio ampurdanés en el 50 aniversario del alzamiento al entonces ayuntamiento y gobierno socialistas, o una clara connivencia entre "fraternales compañeros" a las 13 y 13?

El dolmen es un ser descarnado del que sus caminos se han hecho invisibles para el profano, hacia la luz que proyecta la montaña sagrada y mágica, como mágico es el dolmen, con sus luces y sus sombras, muertes y resurrecciones que simbolizan a esa caverna en la que se recrea el encuentro de su propia sombra con la luz del fuego-conocimiento. Podemos llegar a la conclusión de que una construcción sagrada sirve para conectar la realidad interna y externa de la percepción de los seres humanos. Los planos invisibles para profanos y visibles para iniciados, o la casta sacerdotal, desde al menos, los tiempos de las construcciones megalíticas. También provocar influencias al resto de las conciencias humanas no iniciadas, en una variedad de espacio-tiempo alterable con sutilidad desde su propia sombra, hacia la sombra de la memoria colectiva, totalmente transformable según el ritmo de tiempos alterados que se desee por parte de los titiriteros.

Esa recreación megalítica diseñada a partir de los elementos que creó Dalí y ese alineamiento equinoccial con el antiguo templo  egipcio colocados en exacta alineación de 2 minutos de grado en el mismo paralelo, con apenas unos metros de diferencia, sus simbolismos iniciáticos, como el cubo, bajo una divinidad aparente que conecta la tierra con los cielos, las tres columnas o pilares recordando la sabiduría, la fuerza y la belleza de la masonería, o a las tres de la cábala, la misericordia, el rigor y el equilibrio, nos llevarían a pensar en altos iniciados de logias masónicas siempre recurrentes, pero no aquí. Aquí estaríamos contemplando otros estamentos superiores a los simples figurantes con ansias de poder que todos podemos ver con sus mandiles, filosofando y jugando a aprender un conocimiento sólo para unos elegidos. Lo extraño y aparente es aquello que muestran bajo sus rituales, aunque sean muy velados; sus arquitecturas y obras, escondidas bajo capas del más pío de los santos católicos o el más excéntrico de los artistas. Estamos hablando de ese tipo de personajes tocados por la "baraka" que no se sabe muy bien como llegaron hasta ahí, y que el destino simula haberles conducido bajo una mano divina hasta escalar puestos relevantes y ejercer la misión para la que han sido elevados por los titiriteros, hasta que dejan de ser útiles y eliminados, o son enterrados con la mayor de las glorias.

Esa recreación megalítica diseñada a partir de los elementos que creó Dalí y ese alineamiento equinoccial con el antiguo templo  egipcio colocados en exacta alineación de 2 minutos de grado en el mismo paralelo, con apenas unos metros de diferencia, sus simbolismos iniciáticos, como el cubo, bajo una divinidad aparente que conecta la tierra con los cielos, las tres columnas o pilares recordando la sabiduría, la fuerza y la belleza de la masonería, o a las tres de la cábala, la misericordia, el rigor y el equilibrio, nos llevarían a pensar en altos iniciados de logias masónicas siempre recurrentes, pero no aquí. Aquí estaríamos contemplando otros estamentos superiores a los simples figurantes con ansias de poder que todos podemos ver con sus mandiles, filosofando y jugando a aprender un conocimiento sólo para unos elegidos. Lo extraño y aparente es aquello que muestran bajo sus rituales, aunque sean muy velados; sus arquitecturas y obras, escondidas bajo capas del más pío de los santos católicos o el más excéntrico de los artistas. Estamos hablando de ese tipo de personajes tocados por la "baraka" que no se sabe muy bien como llegaron hasta ahí, y que el destino simula haberles conducido bajo una mano divina hasta escalar puestos relevantes y ejercer la misión para la que han sido elevados por los titiriteros, hasta que dejan de ser útiles y eliminados, o son enterrados con la mayor de las glorias.

Ese es el caso del Caudillo en cuestión, que «fue llevado» por esos mismos engranajes que unen y cortan puentes en la deriva de los acontecimientos, donde nos encontramos con un final insospechado y una fecha-engranaje ya repetida en bastantes ocasiones en las cuestiones «regias» y concernientes a sus templos funerarios. Estamos hablando del Real Decreto-ley 10-2018, aprobado en el Congreso de los Diputados el 13 de Septiembre de 2018, según lo publicado en la página oficial de Moncloa, a partir del «Acuerdo del Consejo de Ministros» de 31 de agosto del 2018 por el que se inició el procedimiento administrativo para la exhumación de sus restos mortales. Esa fecha es hacia donde apunta el eje del Real Monasterio de El Escorial la puesta de Sol de ese día. Según, también, Moncloa, "las recomendaciones del Informe de Expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos de 29 de noviembre de 2011 en el que se señalaba como «preferente» la exhumación de los restos de Francisco Franco y su traslado fuera del Valle de los Caídos«. Un informe, como podemos observar, realizado un numerológico "11 del 11 del 11" (resultado de 2+9=11, Noviembre mes onceavo y año 11 del tercer milenio, todo correcto, pues).


Y estas leyes fueron aprobadas por el mismo partido de gobierno que hicieron emparejar las piezas anteriores que faltaban al enclave entre El Escorial y el Templo de Debod, y que teóricamente pertenecían al bando perdedor de la «cruzada» del Generalísimo. Aquellos antiguos socialistas, reconvertidos en socialdemócratas y plagados entre su cúpula de multitud de hijos de destacados falangistas. Algo parecido a los integrantes de aquellos supermodernos grupos pijo-musicales de la  megaprogre «movida madrileña»; recordemos el famoso lema del alcalde Tierno Galván "El que no esté colocao, que se coloque…y al loro". Pues eso, al loro con los pájaros que se van turnando en el poder, en sus teatralizaciones y en como nos hacen bailar al son que se toque en cada momento. En esta ocasión, la banda de música nos llevó hasta los casi 44 años del entierro del Caudillo en el «lugar correcto», a la fecha de su exhumación y justicia, para unos, profanación y venganza, para otros, el 24 de Octubre de 2019, 43 años, 11 meses y 1 día después. Ese 44 alude en el cristianismo a los 44 días que sucedieron desde la Pascua hasta la Ascensión de Cristo; tal como en la cábala judía con el valor numérico de la palabra "dam", que significa sangre y es 44, simbolizando vida y renacimiento. Desde la declaración del Congreso, el 13 de Septiembre del año anterior, con una Luna Nueva creciendo ligeramente, hasta la ejecución de la exhumación, con casi la Luna Nueva en menguante, pasaron 406 días, que traduciremos en 1 año. 1 mes y 1 día (1-1-1). No hace falta forzar ni un ápice la máquina de engranajes temporales para que funcione a la perfección.

Pero entonces…la conspiración de rojos y social-comunistas, el contubernio judeo-masónico, los enemigos de la «Una, grande y libre»… ¿Dónde mandaron los restos del «Salvador» de España que fue ritualizado como Caudillo con la Cruz de la Victoria, que salió vencedor de la gloriosa cruzada cristiana contra los herejes de la Patria, con su mano de Santa Teresa bajo el brazo?¿¡Dónde!? Pues de nuevo, al «lugar correcto». Y ese lugar no era otro que el panteón de la familia de los Franco en el cementerio de Mingorrubio, en el distrito de El Pardo, de la capital española. El lugar fue levantado en una parcela cedida por Patrimonio Nacional al Ayuntamiento de Madrid en el año de inauguración de la futura sepultura del Generalísimo, el Valle de los Caídos, hecho que como vamos a ver no parece casual y perfectamente "pesado, medido y guardado". Este camposanto construido de manera discreta a principios de los años 60 del siglo XX, fue el destino de muchos de los prohombres del regimen franquista, y por consiguiente, «linajes» de los principales núcleos de poder presentes, que cuentan con todo tipo de ideologías, «¡al loro!».

A parte de la viuda de Franco, Carmen Polo, que estrenó el panteón familiar, donde aguardaba un hueco (el Caudillo siempre fue muy previsor), otras tumbas y panteones custodian las familias de los estrechos colaboradores como Carrero Blanco, Arias-Navarro y hasta una quincena de sus ministros. Les acompañan, en tan bien ubicado lugar, los Fierro, los Alcocer, los Cortina, los López-Madrid, los Oreja Aguirre, e invitados como el cruel dictador dominicano, Leónidas Trujillo, o la familia del «santo» fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, cuya secta-organización tantos servicios ofreció y ofrece a la causa del régimen anterior y el actual. Lo curioso es la distancia del pequeño cementerio en línea recta hasta el lugar donde se encontraban los restos del Caudillo, bajo la enorme cruz, como la estela que marca la sacralidad del templo. Desde ahí hasta las puertas del panteón de los Franco distan unas precisas 18 millas náuticas, lo que son exactos 33.333 metros. ¡Vaya!¿El lugar donde iba a parar la flor y nata del poder a dar «el último sueño», de declarada lucha antimasónica, y que escogieron ellos, resulta que fue colocado a 33,3 kilómetros del núcleo del Valle de los Caídos? ¡Al loro!

Su salida-exhumación-resurrección, digámoslo así, de esa gran representación que fue del Santo Sepulcro, y sigue siendo, del templo del Valle de los Caídos estuvo cargada de mucho simbolismo y acciones ritualizadas por mucho que se niegue desde la oficialidad. El acto fue comentado en su momento por analistas, historiadores e investigadores relacionados de una manera u otra, o afines, a la «cuerda» del Generalísimo. Plantearon que durante la exhumación o «profanación», según se mire, de sus restos mortales se produjo un ritual masónico de venganza hacia el que se supone fue el gran enemigo de la francmasonería en España y parte del extranjero. El mismo Franco nos lo describe en un artículo que escribió en el diario oficial del régimen, «Arriba», bajo el pseudónimo de Jakim Boor, allá por 1950: "(…) el noveno grado, más hermético, titulado «maestro elegido de los nueve», y al que vulgarmente se llama también «el de la venganza". En las pruebas para este grado se alude simbólicamente a la muerte de Hirám y a la ejecución "de uno de los asesinos por mano de uno de los nueve elegidos", de cómo Salomón mandó colocar la cabeza del traidor en la torre oriental del templo y cómo premió a Joaben, el vengador, así como a los ocho hermanos que le acompañaron, otorgándoles el título de maestros elegidos de los nueve."

El Caudillo «en modo incógnito» nos hace referencia al asesinato del Gran Maestro Arquitecto de Salomón, Hiram Abif, como representación psico-dramática. En la parábola usada en el ritual masónico, el maestro fue asesinado por tres compañeros miembros del oficio que trabajaban en la construcción del templo, en su afán de obtener información del maestro masón de forma ilícita. Sin embargo, este no lo reveló antes de morir. Bueno, bien. ¿Pero quiénes son los vengadores y quién Hiram?¿Fue la masonería la que realizó su acto de venganza contra el personaje que la mantuvo fuera de los escenarios políticos y sociales, y perseguidos penalmente en España durante el reinado franquista? Esa sería la manera de interpretar razonable de los «actores de parte». La venganza de la masonería a través de su poder y como obediencia ciega desde el gobierno en cuestión, en el caso de las filias del antiguo Jefe del Estado y opresor de los «Hijos de la Viuda», por referencia a los seguidores de Hiram Abif; y en el caso contrario, tenemos una negación rotunda y absoluta de los hechos en cuestión, por parte de estas logias, al menos de cara a fuera de sus templos (desconocemos las interpretaciones ofrecidas alrededor de sus «Valles», por supuesto).



Observemos, entonces, el ritual de «la venganza», si es que lo hubiera, desde una posición simbólica, neutral y con otros datos aportados fruto de la investigación propia. El cuerpo del Caudillo es exhumado desde el interior de la gruta que simbolizaría el supuesto templo de Salomón o el Santo Sepulcro, según se vea. Fue enterrado lo más cerca posible del Sancta Sanctorum, que representa el Altar Mayor, que permitiría la ley del judaísmo en lo que se refiere a la distancia de cualquier cuerpo u objeto contaminado con este; y un cadáver lo es, por muy Gran Maestro que sea. Por otro lado, se  podría estar escenificando la subida al Reino de los Cielos del «Hijo del Hombre», o de un «ungido» por la divinidad, dada la distancia del vuelo-traslado que se estaría recreando, los 33,3 kilómetros, recordemos. Los restos son llevados desde el sepulcro hacia el Este, donde se encuentra la salida del templo-gruta vía aérea dirección Este-Sureste, por la tanto, cumpliría con el requisito de viajar hacia Oriente y de «ser conducido hacia el Paraíso«, dirección donde simbólicamente se encuentra. Debemos señalar, que una parte importante de la familia del Caudillo, como la única hija de este o el «yernísimo», aquel sujeto del que el propio Franco recelaba (como todo buen suegro que se precie), pertenecían a la Orden del Santo Sepulcro, aunque sólo sea de postín, creemos, en la figura de estos dos.

Según la versión que se mueve en los círculos antimasónicos, cercanos a sectores ultra-católicos y al anterior régimen (aunque sigan moviendo los hilos del actual), nos acerca al relato de conspiración oficialista aceptado por esta parte. Veamos una muestra del principal autor al que «le filtraron» los hechos acaecidos en la cripta y que permanecieron velados a ojos de los familiares y de los pocos asistentes:

"Franco, para la masonería, no es sino el asesino de “ese conocimiento oculto que ellos transmiten porque son gnósticos”. Ese “saber absoluto” que “se les ha transmitido desde Caín”". Y después de su contextualización para dejar claro su postura, continua:

"El ritual requiere la participación de nueve personas. «O para ser más exactos, de ocho más uno, puesto que el noveno se incorpora una vez iniciado el rito. De los tres primeros, que son los más importantes, el número uno representa a Salomón, que viene a vengar la muerte de su arquitecto; el número dos es el inspector; y el número tres representa al jefe de los nueve elegidos para buscar al asesino de Hirán".

Estas son palabras del historiador Alberto Bárcena, que pone nombres y apellidos a casi todos los integrantes de los 9 maestros simbólicos que realizan el ritual «de la venganza», en algún momento de la exhumación, bajo la carpa instalada alrededor de la losa del Caudillo para evitar miradas o fotografías indiscretas del delicado momento. Recordar que la misma familia de Franco, 9 años después del fallecimiento del patriarca familiar, supuestamente vendió las fotos de su agonía a una revista del corazón, y ante tales antecedentes podría estar justificado el ocultarlo por parte de la organización, que era el Gobierno de España. Como representante de Salomón y número 1, la lista que le proporciona la fuente de Bárcena, señala a la ministra de Justicia de entonces, Dolores Delgado, que actuaba como notaria mayor del reino en el acto. Al director general de Registros y Notariado (cargo nombrado por el gobierno) Pedro Garrido Chamorro, le otorgan el puesto simbólico del "inspector" y número 2. El número 3 fue concedido a Félix Bolaños, por aquella época secretario general de Presidencia del Gobierno, interlocutor entre la administración y la familia del Generalísimo y máximo responsable de la organización del evento, representante del "jefe de los 9 elegidos".

El resto de componentes fueron el subsecretario de la Presidencia, como número 4; un médico forense como número 5; tres técnicos operarios que ejecutaron la exhumación de los restos mortales, y los números 6, 7 y 8; y el "más uno" que se incorporó al ritual más adelante y que no constó en el acta levantada por la ministra, que fue el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. Afirma el historiador que "las tres máximas autoridades se situaron en la explanada, y que en el momento clave no estuvieron juntas. Para significarse dan 9 golpes, uno de ellos por separado, el que llega el último. Esto lo pudieron hacer perfectamente en la basílica o en la explanada. Para realizar el rito se precisa, entre otras cosas, de una escalera de mano de doble hoja, símbolo del grado 30, de la presencia de 2 de los familiares y de ciertos símbolos de destrucción que rodean al ataúd".

Lo mantenemos como posible fuente, pero lo cierto es que aquellas 3 autoridades que se situaron a parte y a la salida de la cripta-gruta, mirando hacia Oriente y a la explanada fueron los números 1, 3 y 4, que para nosotros representarían simbólicamente aquí a los asesinos de Hiram. Si atendemos a la leyenda de la ejecución del Maestro Constructor, después que le hubieran asestado dos golpes, uno en la puerta del Mediodía, con una regla, otro con una escuadra, en la puerta de Occidente, y aunque existen varias versiones, atenderemos a las palabras de una fuente de escritos sobre masonería para el golpe final: "Entonces el maestro, reuniendo sus fuerzas, trató de salvarse por la puerta de Oriente, pero allí encontró al tercer oficial, que le hizo la misma intimación que los otros dos. Se obstinó Hiram en callar, y queriendo huir, el oficial descargó con un martillo tan fuerte golpe sobre su frente, que le dejó muerto. Reunidos los tres asesinos, se ocuparon en hacer desaparecer las huellas del crimen. Ocultaron el cadáver bajo un montón de escombros y cuando llegó la noche le sacaron de Jerusalén y le enterraron lejos de la ciudad, en la cumbre de una montaña."



A los asesinos de Hiram se les conoció como los "Jubelos", por los nombres atribuidos a estos, Jubelás, Jubelós y Jubelum. La mañana del día siguiente, Salomón nombra los 9 maestros para buscar el cuerpo de Hiram, 3 en cada una de las direcciones del Mediodía, Occidente y Oriente, donde encontraron unas ramas de acacia que desprendían un putrefacto olor y que descubrieron el cadáver del maestro. Se da la casual circunstancia, otra más, de que la línea del amanecer de la enorme Cruz de los Caídos de los días 10/11 de Abril, marcaría la exacta posición de las columnas de los Juanelos, antes citadas, con un juego fonético con los "Jubelos" que no parece fruto del azar, y que suponen el punto de inicio del "Via Crucis" del complejo del «Valle», que correspondería con el del eje central de El Escorial, de esa misma fecha, en su puesta de Sol, que a su vez conectaría al tiempo anterior al cambio de calendario gregoriano y a la proyección del 1 de Abril, día de la Victoria de la Cruzada franquista. Las ramas de acacia de la tumba de Hiram, simbolizando el conocimiento adquirido, y la madera del enebro de la cruz del Altar Mayor de la Basílica, «escogida y talada» por el mismísimo Caudillo, como protectora esotérica contra el mal, y sobre la tumba de este, entrarían en relación simbólica. Esta es una recreación de la leyenda del asesinato de su "gran maestro" que se realiza en las logias masónicas, en sus "valles", del ciclo simbólico que va del paso de aprendiz, después a compañero y luego a maestro; muy parecido al camino iniciático que representa el Via Crucis. Como apunte "hierogámico-anecdótico" recalcar que la única hija del Generalísimo contrajo nupcias un 11 de Abril de 1950, marcando de algún modo esotérico a todos los descendientes de la saga de los "franquitos". La leyenda convertida en rito.



Pero lo cierto y tangible que se puede ver de manera gráfica en la salida del cadáver del gran maestro-Caudillo trasladado hacia su camino a los "cielos", hacia Oriente, es la imagen de 8 de sus familiares portando el ataúd (uno masticando chicle y todo) y al resto de los 22 familiares (número mágico) que tuvieron acceso al evento. Tal vez alguno pudiera ser el «más uno», quien sabe. Pero recurriremos al relato del historiador Bárcena en defensa de la familia oprobiada para ilustrar el suceso con el siguiente comentario: "(…) el primero de la fila que aparecía llevando el ataúd, Luis Alfonso de Borbón, era un descendiente de los Reyes Católicos, restauradores de la unidad espiritual recuperada para España por su bisabuelo, al que los enemigos de siempre acababan de desenterrar". ¡Madre mía! Si Felipe II, "el Prudente", escuchara eso de "descendientes" de su bisabuelo y de un familiar "traspasado" a los usurpadores franceses de la Corona de España, los Borbones, por un tratado de paz de su nieto, Felipe IV, las hubiera calificado de dura afrenta, herederos de aquellos falaces monarcas que convirtieron su Escorial en un picadero. De hecho tiene razón. Toda la nobleza reinante y aspirante a coronas desciende del matrimonio de Juana, la Loca y Felipe, el Hermoso. Pero bueno, lo importante es que de cara a los "defensores" y nostálgicos del franquismo es ese simbolismo de la creencia de la recuperación espiritual de aquellos reyes de la Reconquista por parte del Caudillo, y la visión de la vuelta al régimen autoritario enfocado en las figuras de sus familiares para sus detractores y todas aquellas personas que creen vivir en una auténtica memocracia plena…, perdón, queríamos decir una democracia consentida con casi todos los derechos otorgados.

El simbolismo representado por los 9 maestros nos deja entrever a los 9 signos zodiacales de más luz en oposición a los 3 meses o signos con más oscuridad, representando a los asesinos de Gran Maestro Hiram, en busca de vengar su muerte y sacarlo de las tinieblas de nuevo a la luz, tal como dice el lema de ese grado, el noveno, "vinceri aut mori" (vencer o morir). La leyenda del asesinato y la búsqueda organizada por Salomón y los Elegidos del cuerpo y de los implicados es un recorrido por las constelaciones que se puede seguir perfectamente, pero no es esa nuestra misión, ahora. Volvemos a las casualidades que nos llevan de nuevo a conectar con el relato-guía proporcionado por las fechas ofrecidas en él. El inicio de esos 3 signos de la oscuridad nos coincide (casi) con la exhumación-profanación del 24 de Octubre, el día después del comienzo de Escorpio, y del periodo de tinieblas. El 23 de Noviembre fue la fecha del 44 aniversario del enterramiento del Caudillo, día posterior al inicio del periodo de Sagitario, signo zodiacal al que él pertenecía, y el 22 de Diciembre del 2020, comienzo de Capricornio y fecha de la Gran Conjunción más potente desde hacía casi 400 años, en 1623 (como los años del silencio, otra vez). La tragipandemia-psyop que se sufría en esos momentos fue conocida en sus inicios como "la venganza de Paco", por iniciarse pocos mese después de su controvertido traslado de nicho.

Tan sólo nos queda un pequeño enigma al que llegaremos de la mano de las otras máscaras o pseudónimos del Caudillo. No sólo nos referimos al ya mencionado de Jakim Boor, o al conocido alias que utilizó para firmar el guion de la película «Raza» (¿Azar?) de 1941, inspirada en una idílica vida de héroe nacional donde el Generalísimo quiso proyectar la suya propia, Jaime de Andrade. Ese apellido era el segundo de su madre, y con este pequeño detalle abordaremos el reflejo hacia su persona del resto de los pseudónimos.


Jakim Boor, el más conocido, evocaría a las columnas del templo de Salomón, Jakin y Boaz, realizadas por el maestro Hiram Abif, en un claro guiño a sus declarados archienemigos de la masonería, o a eso apuntarían; pero como estamos viendo en este constructo legendario del Caudillo nada es lo que parece. Este alias nos hace recordar su afición a las visitas a videntes y otros enigmáticos personajes esotéricos y proyectar esas dos columnas en una carta del tarot. La carta destinada al número 5, la del "Sumo Sacerdote", en su mayoría de versiones, nos enseñaría curiosas imágenes, aunque en hebreo "Jakim Boor", se traduciría como "Joakim, el Rudo". Nos enseña detrás o a los lados, las famosas columnas, la tiara papal, esa triple corona que representa al padre de los reyes, al rector del mundo y al Vicario de Cristo, un claro ejemplo de "rex et sacerdos" que tanto gustaba al emperador Carlos V. La Cruz Hierofante, que a parte de su simbolismo como sucesor del apóstol San Pedro y las funciones de sacerdocio, jurisdicción y magisterio, es usada por estos como "llave" de la Puerta Santa en determinadas ceremonias. En esta línea se dirigiría el significado de las llaves cruzadas, que darían acceso a un dominio del consciente y del inconsciente. Pero lo más curioso y que nos concierne aquí son las manos. La derecha actuaría a manera de bendición, en forma de poder sobre sus súbditos. La mano izquierda, y la más curiosa aquí, se nos muestra cubierta con un guante y sujetando el mencionado báculo. ¿Recuerdan cuál de las dos extremidades pertenecía el relicario de la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, en poder del Caudillo, y a la que le hemos otorgado, de manera especulativa, un poder sutil capaz de interconectar el tiempo anterior a El Escorial y el moderno? Sí, la izquierda, y que bien se relaciona con la cruz hierofante que abre puertas. Ese guante en las cartas otorga una capacidad de tocar lo divino y la sabiduría proveniente de lo desconocido, y que se integra a lo real a través de las ideas y la religión sagradas.

Los otros dos pseudónimos bajo los que se escondería la figura del Franco articulista en el diario «Arriba» son los de "Macaulay" e "Hispanicus". Estos los utilizaría para ofrecer su opinión sobre política social y economía, dejando el de Jakim Boor para poner a caer de una burra a la masonería. El curioso nombre de "Macaulay" unos investigadores se lo adjudican en homenaje a un famoso político británico del siglo XIX, pero no nos cuadra que el Generalísimo de los ejércitos españoles tomara el nombre de algún personaje relevante de la pérfida Albión. De origen escocés, deriva del apellido MacAmhalghaidh, cuyo significado es "hijo de Amhalghaidh", proveniente del gaélico y traducido como «joven guerrero», bastante común en las Highlands de Escocia y asociado a las familias de noble y guerrero linaje. Mucho más adecuado este apelativo para adecuarlo a su personaje legendario.

El nombre de "Hispanicus" lo tenemos bien relacionado con aquel «vítor» que apareció en homenaje a su figura (no sabemos si por encargo o no) en la Catedral de Salamanca, aquel "Miles Hispaniae Gloriosus", con graciosas alusiones a comedias griegas que ya hemos comentado. Se habla dentro del mundillo de los expertos historiadores que se puede considerar la posibilidad de que el Caudillo gozara de la ayuda de dos de sus máximos colaboradores de confianza, su siempre fiel, Carrero Blanco, que también poseía un pseudónimo para camuflar sus opiniones, "Juan de la Cosa", un legendario navegante y cartógrafo español de los tiempos de Colón y marino, como él. El otro era Ernesto Giménez Caballero, uno de los creadores del fascismo español y un brillante escritor y periodista que firmaba sus incursiones artísticas como "GeCé", las iniciales de sus apellidos y que todo el mundo conocía.

Demostrado el gusto por las dobles lecturas del Generalísimo y algunos de sus colaboradores más allá incluso de su muerte, podemos especular a las claras de una orden o logia, llamémoslo por su nombre, de carácter soberanista español que se querría apartar de las obediencias de la masonería inglesa y francesa, e intentaría «especular» fuera del ámbito de las mayoritarias. De su raíz de las órdenes de maestros y logias de lo que se considera la masonería operativa, anterior al siglo XVIII, y de esos conocimientos transmitidos desde la casta-sacerdotal de las familias más poderosas, existiría una disputa por esa diversificación de los poderes, y necesaria para el equilibrio de fuerzas del "PODER" con mayúsculas. Ese poder representado anteriormente por las luchas de una monarquía contra los intereses de otra, pero siempre dentro de un equilibrio de fuerzas que no rompiera el orden establecido; o si lo rompiese que fuera para dar una apariencia de "cambiarlo todo para que nada cambie".

Y es ahí donde volvemos a «especular» con esa connivencia en el traspaso de poderes entre fuerzas opositoras. Véase el caso del fin del régimen franquista y la nueva memocracia parlamentaria. Mismas familias, mismos rostros, opositores controlados, aparente lucha de derechas e izquierdas intermediada por un centro democrático dirigido por antiguos cabecillas del movimiento nacionalcatólico, calibrando el miedo por la insurrección militar y el temor por un dominio de las fuerzas políticas representantes del proletariado, perfectamente direccionados hacia el corral de la "monarquía del pueblo", donde de una manera descarada y con buena cara, pudieran seguir y aumentar su impune latrocinio sobre unos ciudadanos, a los que disfrazaron de libres, y que ritualizan esa metafísica libertad los días donde eligen a sus demiurgos temporales, y los convierten en entrañables fiestas de la democracia sacralizadas en una amordazada esclavitud bien llevada por la mayoría social, adormecida en la eterna rueda.



Esa peculiar distancia medida entre las dos tumbas que tenía previstas el Caudillo para sus restos, los 33,3 kilómetros que separan la Cruz de los Caídos y la cripta familiar del cementerio de Mingorrubio, debería tener, según los patrones analizados con anterioridad, una medida temporal perfectamente equivalente, relacionada, y guardada, con la exhumación-profanación y los elementos ritualizados por esta extraña orden a lo largo de las décadas pasadas. Ponemos los engranajes a funcionar y… ¡voilà! El día de aquella fecha, el 24 de Octubre del 2019, viajaban a 33 años, 3 meses y 1 semana hasta la inauguración del Dolmen de Dalí, aquel 50 aniversario del alzamiento del 36, el 17 de Julio del 1986. ¿Pero relacionarlo entonces también podríamos relacionarlo con el futuro destinado al presunto «mago negro» al servicio del «Sumo Sacerdote»?





Nos referimos a la extraña exhumación que padeció el cadáver de Dalí un par de años antes que la llevada a cabo sobre el del Caudillo. En concreto 2 años, 3 meses y 4 días antes, que puede parecer anecdótico, pero si fijamos la vista en la fecha, el 20 de Julio de 2017, el 45 aniversario de la inauguración del Templo de Debod en Madrid, que tal como hemos analizado, su emplazamiento está muy relacionado, tanto con el Dolmen y el Valle de los Caídos, como con sus fechas de inauguración entre ellos. Pero estas no bastarían ni fueron las únicas coincidencias de la actuación del artista catalán. Por las fechas del traslado de todas las piezas del templo egipcio al lugar elegido, a mediados de 1969, el buen esposo, Salvador Dalí, quería ofrecer un castillo a su dama, Gala,  para poder realizar el «amor cortés» a la antigua usanza de los caballeros medievales. ¡Y vive Dios que lo consiguió! De entre al menos tres descartes de otras fortalezas ampurdanesas, se decantó por el castillo de la baronía de Púbol. Todo el lugar rinde culto a su esposa, como si se tratara de una señora feudal, donde el propio Dalí no la podía visitar sin una previa invitación por escrito de la misma. Bueno, sí. ¿Pero qué tenía de especial este peculiar emplazamiento que buscó a la par que se componía el templo egipcio en el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, en la Montaña del Príncipe Pío? Pues que distaba a 333 millas náuticas de la cripta del Valle de los Caídos. ¿Se buscaban o no se buscaban los enclaves? (Pregunta retórica)


Pero lo que estaba destinado a ser el lugar de reposo de Dalí y su mujer, donde ella permanece desde su muerte en 1982, cuya cripta estaba preparada para dos tumbas e ideada por el propio artista, el genio ampurdanés decidió a última hora, y con el entonces alcalde de Figueres, Marià Lorca, como único testigo y depositario de su última voluntad, sin escrito de por medio, de ser enterrado bajo la cúpula del Teatro-Museo Dalí, de esa población… y "muy cerca de los váteres", como manifestaron sorprendidos en su momento los colaboradores más cercanos de Dalí. Pero ahí no acabó el supuesto oprobio hacia el pintor después de fallecido.





 
La exhumación fue propiciada por una inverosímil demanda de una pintoresca tarotista de Figueres que aseguraba ser hija del artista, fruto de una furtiva relación con una empleada del hogar seis décadas atrás. Esta pitonisa, que se hacia llamar «Jasmine», ya interpuso una demanda años atrás al autor de la exitosa novela «Soldados de Salamina», por haber usado su historia para crear un personaje de la misma. En esa ocasión el juez falló en su contra, pero esta vez gracias al apoyo de algunas personalidades logró que su denuncia tuviera éxito y conseguir la exhumación para extraer restos biológicos con resultado negativo, como era de esperar. Tan sólo certificar "que los bigotes de Dalí seguían apuntando a las 10 y 10".

Lo extraño fue la resolución judicial que determinó esas actuaciones justo en esos días. Pero como manifestó la mujer que "interpretó" el papel de su hija olvidada, “Dalí era esotérico a tope. El pintó sus propias cartas (de Tarot). Y las fiestas que hacía en Portlligat, todo era esoterismo. Gala también era parasicóloga”. Nada que extrañar de un Dalí que se hizo vestir con túnica blanca y el escudo de la corona de leche del castillo de su señora como mortaja, pero sí de las actuaciones de determinadas administraciones que despiertan a los muertos de su «último sueño». Sueño, a nuestro parecer, interrumpido dentro de unos movimientos ocultos aplicados a esos extraños engranajes temporales para distorsionar a voluntad, y de manera muy sutil, las percepciones de la memoria colectiva de estos relatos para encajarlos dentro de unos parámetros, hacerlos bailar a través de unos rituales simbólicos, y al parecer, con resultados positivos hacia sus reales propósitos. Pero todo dentro de la elucubración, claro. La supuesta hija de perfil esotérico, el alcalde depositario único y sin testigos del repentino cambio de parecer de su tumba, habiendo diseñado este, hasta una conexión entre la de su esposa y la suya en su particular castillo, la carpa utilizada durante su exhumación para evitar miradas furtivas, como ya pasaría un par de años después con aquel Jefe del Estado con quien mantuvo una extraña amistad, o el perfecto encaje de fechas con el resto de sucesos previos; o posteriores, como la crónica de una exhumación anunciada ejercida sobre el "héroe de la cruzada", el tal José Antonio, "el Presente", que el mismo Franco sacaba y ponía en diferentes lugares a conveniencia, y que esta vez, se "profanó" justo el día en que se cumplían los 3 años y medio de la del Caudillo, el 24 de Abril de 2023; tampoco sería sospechoso. Como decimos, tan sólo elucubraciones de unos locos. 


Nos quedaría confirmar otro elemento común que uniera las piezas ya vistas en ambos lados temporales y unificar el laberinto del cielo, del tiempo, de lugares correctos con sus templos sutiles o de esos aparentes dioses que lo encajarían todo de una manera matemática, o al menos un punto de referencia que nos convalide nuestros numerosos análisis. Dirigimos la mirada hacia el simbólico "sacerdote" consagrador de la muerte del Sol, como deidad penetrante en el templo, a la figura representativa del transmisor de conocimiento encarnado en la escultura del Dalí-Newton ya analizada, y observemos al cubo negro de piedra que es su pedestal. Dicho cubo está rodeado de las letras doradas inscritas en las cuatro caras libres formando el nombre de GALA, que ya vimos, pero como todo en este entramado, es aparente y con varios mensajes. Si descomponemos el nombre en las letras que están encaradas al Norte y al Sur, tenemos las vocales, dos "A", y las que estarían unidas desde el paralelo que une el reconstruido templo egipcio situado a Poniente con el templo solar megalítico a escasos metros hacia Oriente, nos ofrecen la "G" y la "L". ¿Será una especie de acrónimo?

Y en esa búsqueda de variar las letras y hallarles un sentido nos encontramos con el "notarikón" (notario público), un método cabalístico para reordenar palabras y frases utilizando cada una de sus iniciales, sus letras finales, o las dos intermedias para formar otras palabras u oraciones e ideas diferentes. Del griego original derivó al latín "notarius", que significa "escritura abreviada". Se utilizaban estos acrónimos para formar nombres secretos de Dios procedentes de versos religiosos o bíblicos. Un claro ejemplo es el acrónimo mágico formado por AGLA (אגלא, en hebreo), de la expresión "Atah Gibor Le-olam Adonai", que se puede traducir como "Tú, oh Dios, eres Todopoderoso para siempre", o "Atah Gabor Leolah, Adonai", traducido como "Tú eres poderoso y eterno, Señor". 

Posteriormente fue utilizado en tratados alquímicos por autores esotéricos como Cornelio Agrippa, donde refería a los usos de los nombres divinos recogidos de textos sagrados, a los que les otorgaba virtudes extraordinarias al ser reveladas por el mismo Dios; hecho que sometía a todas las criaturas ante su invocación. En el caso de AGLA, ese acrónimo se representa alrededor de la cruz➕ , que encarna el nombre del hijo, IESU, poseedor de las virtudes del nombre del padre. Sumando la invocación y el signo de la cruz, según Agrippa, tendrían el poder sobre las enfermedades y demonios, pudiendo utilizarlos contra estos últimos con malignos fines.


Ya a finales del siglo XIX, "MacGregor" Mathers, uno de los fundadores de la Orden secreta y hermética inglesa "Golden Dawn", de corte rosacruz, le da otra interpretación al acrónimo AGLA: "A, la primera; A, la última; G, la trinidad en la unidad; L, la completitud de la Gran Obra." Nos centraremos en descifrar porque aparece este notarikón en un cubo negro y su relación con todo el entramado analizado. Recordemos el cuadro que hizo Dalí sobre el tratado del "Discurso sobre la forma cúbica" de Juan de Herrera y la explicación del arquitecto del templo-sacro de Felipe II sobre las superficies que circundan a la estructura del cubo, que descompuestas sus 6 caras en plano dibujan una cruz latina, y traslademos ese acrónimo de AGLA para inscribir las letras ese "notarikón" alrededor de ese cubo y reconstruirlo de nuevo de manera que esa cruz queda transformada en cubo negro "alquimizado", y circunscrito en letras del color del oro, el velado nombre del "Todopoderoso y Eterno Dios" es evocado en sus caras libres bajo el oculto nombre de la doncella-sacerdotisa del autor de la obra y perfectamente alineado con el resto de templos en un mágico engranaje que parece, digámoslo de esta manera, ponerse en marcha en fechas "evocadoras" de otro tiempo, que unen y separan, tiempos pasados y presentes, que pretenden perpetuar a esa casta-sacerdotal al servicio del PODER mayúsculo.

Una explicación aclaradora sobre la misteriosa piedra cúbica es la que siempre fue asimilada por el hermetismo, la cábala y la alquimia. Nos referimos a la parte femenina de Dios encarnada en el hombre, transfigurada en el catolicismo como la Virgen María. Para los cabalistas sería la "Shejiná". En la mitología griega se complementaría en la figura de la diosa Cibeles, la Magna mater de los romanos. La etimología nos ayuda a conocer su significado. Cibeles, en griego kybelê (Κύβέλη), procede de kybos (κύβος), "cubo", y  "laas"  (λαας),  "piedra",  lo  que  significa  "piedra  cúbica".  Entre sus formas era representada de color negro. Por lo tanto, "la Virgen María" de los griegos sería la piedra cúbica de la masonería. Conocimientos ancestrales al servicio de los arquitectos de la sociedad, que tratan de pulirla a su gusto para aprovechar la energía del conjunto, mientras estos gocen del beneplácito de las masas. Todo es romper el cubo.

Mostraremos un par de ejemplos de cambio de calendario posteriores al «gran cambio» de 1582 y sus curiosas cifras que cambiaron el «tiempo antiguo» por el «tiempo nuevo». En el aún incipiente Reino Unido de Gran Bretaña, se produjo un 2 de Septiembre de 1752, tres décadas después de la muerte de Newton, para ubicarnos en el momento histórico y científico, sumando 11 días ya, para llegar a un…¡oh, sorpresa!, 14 de Septiembre. 170 años después del concebido por Felipe II y el Vaticano.

Otro ejemplo más traumático fue el de la Gran Rusia, donde en 1918 se pasó del «Antiguo Régimen», reflejado en la vieja monarquía del Zar de Rusia, a un ejemplo del cambio de Nuevo Orden Secular, como el sistema socialista de la U.R.S.S.. El cambio se produjo el 31 de Enero, saltando 13 días (símbolo de muerte) hasta el 14 de Febrero (14, renacimiento, otra vez).



Para finalizar, y comprender este engranaje de 10 días, volvamos a la Biblioteca de El escorial y recordar aquel enigma del reloj del Rey Acab. Recordemos:

"Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás". 2 Reyes 20:8-11

Las 10 gradas o grados de los escalones de Acaz hacen referencia al «10» como número del Creador o Dios. En sentido bíblico se le puede dar como el significado de mensaje de un tal Jehová hacia el rey de su `pueblo elegido, Ezequías, en este caso. Son muchos los estudios sobre esta «transición solar», de supuesta divina procedencia, que estiman los 10 grados de sombra solar en 40 minutos con unos sencillos cálculos, que tampoco es una cifra baladí en cuanto a ciclos bíblicos, pero en ningún caso se hace referencia a tradición bíblica alguna que esas 10 gradas, grados o escalones movidos por el "Sol-Jehová" se conviertan en tiempo real, no así como el tiempo aparente, pues estas escrituras sagradas, no son más que una recopilación o sincretismo de todas las culturas colindantes. Pero para el análisis "exégeta" que nos ha ocupado, retrocederemos a la escena referente al milagroso movimiento de la "sombra" y del Sol, para concluir conceptos. Centremos el tiempo en aquel cambio de calendario de 1582, casi a finales de la construcción de El Escorial.



Ahora podremos comprender mejor aquel mensaje velado del final del pasillo de esa Biblioteca, donde se señalaba un extraño reloj de 24 horas para plasmar "el milagro del Sol de los 10 grados". En esta pintura se señala un retroceso de la hora 19, marcada por la sombra del reloj solar, y a un guardia apuntando con su dedo justo en la hora 5, 14 horas atrás. En el relato bíblico, el profeta Isaías prometía 15 años de vida extra al rey Ezequías. Ese 14 nos recordaría a los años exactos transcurridos entre la finalización de la obra de la gran obra del Rey Prudente y la muerte de este, que tanto hemos comentado. Velos, profecías, control de las emociones temporales. Todo en uno. La paciencia de la casta-sacerdotal es infinita y un proyecto de largo plazo que van perfeccionando y que iremos desvelando a medida que encontremos esas llaves que nos dejan. Ya lo decía aquel "plumilla" que se escondía tras un pseudónimo para dejar, negro sobre blanco, las intenciones de las partes visibles de estas sociedades cara a los profanos, mientras callaba las que iban encadenando desde poderes mucho más altos. Les dejamos hasta la próxima con esa "advertencia"... Buen viaje a todos.

"La masonería no tiene prisa; sabe esperar, recuenta sus fuerzas, mueve sus peones, los previene y el día tal a la hora prevista y en el distrito elegido, generalmente el de un juez afecto, realiza su crimen. Un agente, o varios, de Policía masones estarán prevenidos en los lugares próximos al suceso. Lo demás es fácil: se borran las huellas, se falsea el atestado y el juez extrema su celo masónico desviando la justicia, así como la Prensa o la opinión. Y si aún así se fracasase, se cuenta con hermanos en las altas esferas para poder evitar lo irremediable. Los indultos, las amnistías y hasta las fugas preparadas hacen el resto". Jakim Boor. 26 de marzo de 1950.






BIBIBLIOGRAFÍA:

–«Dos siglos de bribones y algún malandrín: Crónica de la corrupción en España …»

Miguel Ángel Ordoñez. (2014) Editorial EDAF.


–El rito hispano-visigótico o mozárabe: del ordo tradicional al canon romano Rafael SÁNCHEZ DOMINGO Universidad de Burgos-


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Análisis de los modos de presencia escultórica. | VITORIA-GASTEIZ.


Los centinelas toledanos del Valle de los Caídos | Noticias La Tribuna de Toledo


VIAJES EN LA MOCHILA: 129.- EL DOLMEN DE DALÍ (MADRID, ESPAÑA)


La Moncloa. 15/02/2019. Exhumación de los restos de Francisco Franco [Consejo de Ministros]


Telarañas y flores muertas en Mingorrubio: así es el cementerio de los jerarcas de Franco (elconfidencial.com)


LEYENDA MASÓNICA EL PRINCIPIO DE TODO – masonerialibertaria


conoZe.com | Grados y pruebas


http://www.arquitecturapopular.es/arquitectura-historica/religiosa/boveda-plana-monasterio-escorial-madrid.htm


–TEMAS SOBRE MASONERIA Recopilaciòn, Adaptaciòn, Preparaciòn y Formato de: Marcial E. Romero de Arcas


–LA PÉRDIDA DE ESPAÑA Tomo II: De la Segunda República a nuestros días. Alberto Bárcena. (2020) Edit. San Román.


–Francisco Franco, articulista de incógnito (1945-1960) Juan Carlos Sánchez Illán y Daniel Lumbreras Martínez Universidad Carlos III de Madrid (2016)


–EL EDICTO INQUISITORIAL INCLUIDO EN LA IMPRESIÓN PANORMITANA DEL ÍNDICE DE SANDOVAL Y ROJAS (1628). ALGUNOS OBJETOS PROHIBIDOS EN UN CATÁLOGO DE LIBROS* POR Marcela Londoño1 Universitat Autònoma de Barcelona (2023)


–De la Filosofía a la Teología: la iconografía de la Biblioteca Escurialense. Dra. María Concepción RAYÓN BALLESTEROS Universidad Complutense(2022).


–Las Artes Liberales en la Biblioteca Real del Escorial, dos antecedentes iconográficos: Jesús de la Iglesia. Estudios Superiores del Escorial. (2001)


–LA IDEA ORIGINAL DE LOS ENTERRAMIENTOS REALES EN EL ESCORIAL. JUAN RAFAEL DE LA CUADRA BLANCO. Separata de ACADEMIA. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Núm. 85. Segundo Semestre de 1997


–ARQUITECTURA E HISTORIA SAGRADA NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE LA IDEA DE EL ESCORIAL Y EL TEMPLO DE JERUSALÉN. JUAN RAFAEL DE LA CUADRA BLANCO.(2013)


–Inscripciones monumentales del siglo VIII (de Cangas a Pravia) Daniel Rico Camps Universitat Autònoma de Barcelona. Institut d’Estudis Medieval. (2014)

























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