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sábado, 22 de abril de 2023

LOS DANTESCOS NÚMEROS DE LA MUERTE Y LA VIDA. (Los Manuscritos Muertos y las Vidas Creadas. Recopilación IV)

 


 LAS VIDAS CREADAS (creavit vitam).

(19-Enero-2023)






"La renuncia de la voluntad propia vale más que resucitar a los muertos."
                                                                        San Ignacio de Loyola (1491-1556)


¿Cúan grande sería la sorpresa, al descubrir el común de los mortales, que la vida de un personaje clave en la historia es una auténtica farsa?

Con esta pregunta, a modo de ráfaga que fusila la realidad cognictiva de cualquier mente bien estructurada, comenzamos la siguiente investigación que se unirá de manera inevitable con la anterior. Y es normal, porque como decía el Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, en la primera mitad del siglo XV, "con esos poluos se fizieron esos lodos". Sí, el autor de la recopilación de "Refranes que dicen los viejos tras el fuego", nos recuerda con ese dicho popular, que de cosas turbias se pueden construir relatos con pies de barro o lo que es lo mismo, que de unas pequeñas acciones y unos leves datos biográficos se puede estirar la heroicidad de un personaje hasta límites insospechados; véase, lo que ya hemos comentado alguna vez como un constructo histórico; a largo plazo con datos poco sólidos, pero repetidos una y otra vez como dogma por las versiones oficiales, lo resuelven con unos parches que sellan las fugas de las mentiras.




"¡Hola, me llamo Íñigo López de Loyola. tú traicionaste al Padre, prepárate a sufrir!". Parafraseando al espadachín español de una novela de fantasía y ñoña de los años setenta (aquel Íñigo Montoya), y viniendo de otro Íñigo López, este de Mendoza, pondremos el foco en el de Loyola, reconvertido en San Ignacio por la Gracia de Dios, la Virgen y unas cuantas de las familias más poderosas que manejaban el entorno de la colina vaticana. 

"Dondequiera que muere una dinastía, puedo ver que se levanta y se para tras ella una especie de genio malo, una de esas figuras sombrías que son los confesores, atrayéndola de forma gentil y paternal hacia la muerte". Esta visión narrada por el escritor decimonónico francés, Edgar Quinet, y conocido antijesuita, nos servirá para ponerle un marco ennegrecido a esta historia. Ya anduvimos arañando al "bueno" de San Ignacio en su devenir iniciático simbólico, tanto a nivel personal como al de su Compañía en un anterior trabajo, donde entre otros sucesos relatamos las confidencias del santo a su biógrafo, Luis Gonçalves de Camara, confesor del rey portugués Juan III en esas fechas. Ya enfermo en los ultimos meses fue cuando le transmitió de viva voz, sus ascéticas vivencias. Confesiones en la sombra. Revelaciones que sólo las confiará en su entorno más cercano. Pero eso llegará más adelante. 



Al final de su vida, el primer general de la Compañía de Jesús, no se dejaba convencer de plasmar su imagen para la posteridad y el recuerdo sobre lienzos, rechazando incluso a los mejores pinceles de la época. Pero no; el otrora Íñigo, se mostraba receloso, tal vez hacia la idea de que le pudieran robar el alma a través del rostro. Igualito que los sioux, pero en versión guipuzcoana. Seguro que estarán pensando en que existen un montón de representaciones de la imagen y el rostro de Loyola en estatuas, pinturas y grabaciones contemporáneas del personaje que parecen partir del mismo modelo. Pues no, no en su vida. Incluso hubo una alteración en la fecha de una imagen en un grabado, que vendría a dar el traste con esa teoría, y que es más que suficiente para ponernos ojo avizor y dirigir la mirada hacia este suceso. Un supuesto retrato de perfil del santo, fechado en 1543, en el marco del cuadro, con el nombre de uno de los 7 hermanos fundadores de la Compañía, Nicolás de Bobadilla, que lo regaló a un miembro de la familia florentina Guicciardini. En realidad estaba inspirado en un grabado del pintor belga Johan Sadeler, de 1580, casi cuatro décadas después y que fue utilizada en la edición veneciana de 1587 de "La Vida de Ignacio de Loyola", escrita por Ribadeneira, y que conoceremos después.



¿Por qué un miembro de la Compañía alteraría la datación en una imagen impresa de su general? Sí, en efecto, lo hizo. Ese rostro que aparece en distintos formatos pertenece a la misma persona. Se trata de una imagen post mortem, ni más ni menos que la de su máscara mortuoria. Debido a que no se dejó retratar en vida (o eso nos han contado) se hizo en su muerte, aunque quedara en esa imagen reflejada la dura expresión del rigor mortis. Según el propio relato de un hermano de la misma, Cristóbal López,  en 1587: "Luego que (Ignacio) espiró, los hijos que se hallaron presentes procuraron de hazer algo de lo que no alcançaron en vida. Traen a un official que lo entienda, y házenle que sobre el rostro de el difunto les vazíe de yesso un modelo para que por él saquen lo más que pudieren de sus facciones. Hízose ansí. Héchanle ensima yesso muy bueno y bien amassado, y en que salió muy bien impreso todo cuanto en el rostro avía. Por este rostro de yesso vazió después otro de cera, el qual tiene el Padre Pedro de Ribadeneyra; y deste patrón de yesso, el que se sacó del rostro del Padre, está en Roma en la casa professa, y por él se han sacado algunos retratos que andan."



De ese "positivo" en cera, del rostro de Loyola, y de los primeros apuntes en el lecho de muerte del pintor Jacopino del Conte, se realizan los primeros trabajos para lograr el icono que sirva para el recuerdo y la adoración del fundador de una de las órdenes más importantes de la cristiandad. La creación de una "vera effigies" que sirviera como modelo. Ribadeneira, mandó corregir los desagradables rictus de la muerte al escultor Domingo Beltrán. Ya se iba logrando el vigor de la vitalidad en una imagen muerta. Buscaron a un joven pintor flamenco, que en ese momento cumplía tres requisitos necesarios que buscaban los jesuitas: era bueno, bonito y barato. Pedro Pablo Rubens, el cual realizó el grabado definitivo en 1609, con el que se difundió por todo el mundo la imagen del nuevo mesías del mundo cristiano.



Los  dantescos números de la muerte y la vida. (Dantesque numeros mortis et vitae)

¿Pero acaso resulta normal crear una imagen icónica de un rostro carente de vida? Veamos, en el "Fedón", de Platón, ya se explica que "el grado de semejanza con el que se dotaba a las imágenes funerarias y a los retratos tenía poca influencia sobre el recuerdo, pues este podría ser despertado por un simple objeto que la persona hubiera poseído". Quiere llegar a decir, en parte, que no sólo basta con propagar a la imagen para su veneración; sino de construir unos añadidos más provechosos a la causa. Y que cosa más provechosa que unas similitudes entorno a estos rostros con la del Hijo de Dios. Crear unas vivencias en modo de santo a través de relatos que lo proyectaran como un rayo celestial, hacia su rápida canonización en 1622. "Copar" una vida de redención espiritiual; de tentaciones a cargo del mismísimo diablo; experiencias mistico-iniciáticas al nivel del fundador del dogma de la iglesia, San Pablo, el de Tarso.



Pero ciñámonos a lo que nos acontece, la máscara mortuoria y su utilización. Según estudios del historiador del Arte, el alemán Hans Belting, el principal vínculo entre la máscara y el rostro es el que la primera ha sido utilizada siempre como médium del rostro sobre la máscara. Poner el rostro en imagen tal y como se podía ver en vida. Puede parecer llevarnos con más intensidad que la máscara a la noción de presencia, siendo una suerte de medio natural de esta. Ya lo dice el refrán, "el rostro es el reflejo del alma"; y en ese caso del santo guipuzcoano, reflejo de la ausencia de vida, carente de alma, por tanto. 

Ni tan siquiera resulta de este fenómeno complejo que el establecer una imagen como icono, con una historia mítica elaborada en torno a ella, que esa muerte resulte real. Esa historia-ficción derivaría en provocar sentimientos sobre la percepción de la presencia del "difunto ficcionado". Eso no quiere decir que el personaje de la máscara no haya existido, como tal; pero como dice el historiador Benley, "no es preciso haber existido para que a uno lo lloren". Habría que remontarse un poco a la etimología de el término "máscara", quedándonos con su procedencia latina de "mascus-masca", que vendría a ser "fantasma". Ahí tendríamos una rápida relación con la impregnación del alma o el espíritu del fallecido, siguiendo la tesis anterior. Atrapar el momento del paso de la vida a la muerte del personaje, como si transmitiera una fuerza o energía alimentado, además, con una historia-ficción realizada de su vida.



Si vamos a realizar un modelo de constructo en base al mito de Loyola y sus complementos deberíamos pensar en otro suceso parecido. Un personaje cuyos símbolos e iconos se hicieron a partir de una máscara mortuoria. ¿Qué tal el florentino universal Dante Alighieri (1265-1321)? Además nos resultará perfecto para enlazarlo con otros complementos históricos referidos a la Compañía de Jesús. Dante murió la noche del 13 al 14 de Septiembre de 1321. Giovanni Boccaccio no menciona ninguna máscara mortuoria en la biografía cinco décadas después. Sí la maneciona Guido Novel da Polenta, amigo suyo y quien le otorgó refugio en su exilio de Rávena, por lo que podemos darle credibilidad a la máscara elaborada tras la muerte del poeta florentino, pues no escatimó en honras para su entierro.




Surge un problema, cuando en estudios recientes, sitúan a la máscara exhibida en el Palazzo Vecchio de Florencia como una copia de una efigie sepulcral realizada por los escultores Pietro y Tullio Lombardo (padre e hijo). A mediados del siglo XVI  fue donada a otro escultor Giamgologna, que se la entregaría más tarde al alumno que le sustituiría en el taller de escultura, y gran erudito Pietro Tacca. Desde 1911 se muestra en ese palacio. El fresco de Doménico di Michelino, de 1465, en la catedral Santa Maria del Fiore, con la figura de Dante de pie, frente a la colina del Purgatorio, la ciudad de Florencia detrás y el libro de "La Divina Comedia" en sus manos; es la primera donde se representa la corona de laurel que formará parte de la representación iconográfica de Dante. La copia de la máscara mortuoria parece del mismo tiempo. Luego la original realizada tras su muerte se perdió, supuestamente. 



A buen seguro que su otra muerte, la iniciática, se produjo tras superar los círculos del Infierno y las terrazas del Purgatorio, para acceder al Paraiso terrenal y ver por fin a su amada Beatrice, el 13 de Abril de 1300, el día penúltimo de su viaje. El "13" queda señalado como fecha de muerte iniciática, y el "14", por tanto, de renacer o renacimiento. También ese día corresponde al número 10del año (que se reduce en 13). Demasiadas coincidencias entre su muerte iniciática (ficcionada en el Viernes Santo del 1300) en su Divina Comedia y su fallecimiento real, que casi se sincroniza con la finalización de su obra magna. ¿Otro constructo? A mí no me caben más dudas en los bolsillos; saquemos y pongamos encima de la mesa, al menos, los añadidos posteriores que aumentaron el mito dantesco.



Sucede una cosa curiosa con la gran obra de Dante y la lengua utilizada para su composición. Pese a ser un toscano incipiente (preludio del italiano), veinte años después, la obra apenas era comprendida en la propia Florencia. Se cuenta que fue el consistorio municipal de la ciudad el que encomendó al poeta Boccaccio (nacido en 1313, en una localidad no concretada de la Toscana. por cierto), comentar la obra para que llegara con algo de claridad a sus ciudadanos, hacia 1372. Sólo habían transcurrido cinco décadas. Este poeta, autor del famoso "Decamerón" , fue el máximo recopilador de textos y testimonios de la vida de Dante. Sus amigos, familiares e hijos fueron sus fuentes, pero fue él, el máximo responsable de la fama que alcanzó el autor y su obra entre sus contemporáneos, así como el creador del apelativo "Divina" a la "Commedia" dantesca. Y claro, 50 años son suficientes para dar una adaptación ficcionada de la vida del autor a su obra, y el idioma ininteligible del relato, siendo muy parecido, es una manera velada de explicar que necesita de un maestro para ser enseñado, pero no a cualquier oído; uno para los profanos y otro para los iniciados.



Un ejemplo de ello lo daría la noble familia florentina Portinari, que se apropiaría de la figura de Beatrice, haciéndo de la "donna angelicata" del poeta, descendiente suya. Como ya comentamos en un trabajo anterior, esta idealización de mujer que presentó en su primera obra, "La Vita Nova", era de todo menos una mujer de carne y hueso. Sus descripciones la convierten en una figura inmaterial, diáfana y en un continuo literario. Al mismo Boccaccio, a su amante idealizada, su "Fiammeta (llamita)", la asocian a posteriori como hija natural del rey de Nápoles, Roberto de Anjou, en ese momento, y durante la estancia del poeta en ese territorio, al que llega de la mano de su padre a los 13 o 14 años al servicio de la familia de banqueros florentinos, los Bardi, estancia también, de 13 años y vuelta a Florencia a los 26 (13+13) o 27 (13+14). Esos mismos Bardi (¡oh, conjunciones del Universo!), a los que se atribuye haber contraído matrimonio con la mismísima Beatrice, amada "iluminosa" de Dante, a través de un tal Simone, banquero y miembro de esa estirpe, en 1287, tras 19 años de vida de esta noble moza, o un ciclo metónico lunar de 19 años. Compenetraciones astronómicas, será, como aquel ciclo metónico desdevel atentado fallido al Papa hasta la revelación oportuna de aquel importante secreto (cosas de constructos)

Los amigos de Dante (Guido Cavanlcanti, Lapo Cianni, Cino da Pistoia, Cesco d'Ascoli) poseían una característica común bastante extravagante en materia de AMOR. Le dedicaban poemas a una mujer amada que nunca era su legítima esposa. Siempre poseía una gran inteligencia, una gran sabiduría, que resulta etérea e "impalpable", más como un ser divino que corpóreo. Cavalcanti, la describe con "ojos llenos de espíritu, y de su boca, hasta cierto punto, salen hasta otras dos mujeres e incluso ¡una estrella!" Estos poetas del Dolce Stile Novo (así se les conoce), se preocupan por el AMOR de todos ellos hacia las respectivas amantes de cada uno. Si todas ellas fueran mujeres reales, el asunto de mostrar tanto interés por la mujer del prójimo resultaría un tanto incómodo entre los mismos. Estamos hablando de hombres en una urbe, no de anacoretas metidos en una cueva dedicados a la contemplación. Se narra de una manera tradicional en estos casos de AMOR platónico, espiritual y de inspiración mística, es el AMOR en su más alta forma teorizada por Platón: el AMOR por "Sofía", osea la SABIDURÍA. El aprendizaje por la inteligencia celestial; la SANTA SABIDURÍA, la inteligencia divina, venerada desde la Antigüedad; los misterios pitagóricos, transmitidos por una doctrina secreta.



Adoradores a esa "donna angelicata" de la que están "enamorados". La posición oficial es que se oponían a la corrupción mundana de la Iglesia durante la Baja Edad Media. En contra, el descubrimiento de Gabriele Rossetti, poeta patriótico del Risorgimento italiano del siglo XIX, que encuentra muchas evidencias de una sociedad secreta que se hacen llamar los Fedeli d'Amore, amantes de esa Sabiduría Verdadera. Cuenta como esa "amada", esa "amante espiritual" les serviría para designar, de una manera secreta, a la secta a la que pertenecen, y a la que son "fieles". Utilizarían una jerga cifrada, con ciertos mensajes a través del lenguaje encriptado, alegorizando el AMOR y la iglesia, entre otros y, como ya vimos en su día. Algunos de estos mensajes-simbólicos apuntarían a conocimientos sobre movimientos astronómicos y posibles interpretaciones astrológicas, muy en boga entre esa suerte de "magos" que pululaban por las cortes reales y entornos de la élite; y que intentan, con más o menos tino, influenciar sobre los designios de los territorios, países y civilizaciones, inclusive.

Esa utilización de los números 13 y 14, por tanto, la podríamos encajar en ese juego de muerte y renacer que se traen con los dos astros más importantes del orbe celeste a nuestros ojos: el Sol y la Luna. Corresponderían a las 13 lunaciones que complementan un año solar y a los 14 días que lleva a la Luna a pasar del plenilunio (Luna Llena) o la "muerte", hasta el novilunio (Luna Nueva); el renacer del ciclo y viceversa. Es, a grandes rasgos, una argumentación simplificada de esa relación solar-lunar con la interpretación de los procesos iniciáticos de estas sociedades esotéricas. El fin sería dominar esas "influencias" sutiles que engloban más aspectos. En los cultos exotéricos, se nos muestran de manera velada, ejemplo de la cuál son las 14 estaciones del Via Crucis de Jesucristo, siendo la estación número 13 donde Jesús es descendido de la cruz muerto y el  traslado al Santo Sepulcro en el que resucitará, estación número 14. El fin sería dominar esas "influencias" sutiles que engloban más aspectos. Luego veremos alguno más.



Tanto Gabriele Rossetti, primero, como el filósofo y erudito especializado en Dante, Luigi Valli (1878-1931), en el primer tercio del siglo XX, apartan de esta sociedad secreta, motivos y corrientes  relacionados con el catarismo, el posterior y pseudo-místico rosacrucismo y otras basurillas de corte teosófico. Los Fedeli d'Amore apuntan sobretodo a una hermandad. Al parecer, el único documento histórico para relacionarlos entre sí y del que han podido tirar del hilo presencial, a partir de lo que podemos discernir del simbolismo de sus textos, es una escueta mención en la "Crónica" de un florentino llamado Giovanni Vittani, datada de 1308, en la que se explica que " una noble corte vestida de blanco desfilaba detrás de un caballero llamado AMOR, durante la fiesta de San Juan (solsticio de verano) en Florencia en junio de 1283" . Eso sí, Valli, relaciona a esta sociedad secreta con los Templarios, como si fueran una especie de rama laica de los planteamientos oscuros de los monjes-soldado apadrinados por San Bernardo de Claraval, también llamado "Doctor Mellifluus" (boca de miel), el mayor divulgador del culto a la Virgen María. Todo tiene su relación y el Temple debe de andar por el medio, como no.

¿Pero entonces Boccaccio pudo pertenecer a esta sociedad esotérica? Sin ninguna duda, lo afirmamos. El hecho de escribir la biografía de Dante lo hace a modo de presentación del posible maestro de los Fieles de AMOR, al menos el "visible", encriptando su mensaje y siendo el primero en promocionar un poeta contemporáneo con la técnica que se aplicaba para dar a conocer a los grandes escritores clásicos grecorromanos. Petrarca (1304-1374), otro gran poeta de su tiempo, fue miembro "oculto" de esta hermandad, hizo lo propio con la obra de Marco Tulio Cicerón. Giovanni Boccaccio (1313-1375) esbozó otra biografía de su maestro Petrarca, que fue poeta "laureado" por el Senado de Roma recibiendo la "corona de laurel" de este, otorgado a los grandes poetas clásicos. A su donna angelicata la llamó "Laura", y fue "emparentada" por las malas lenguas como descendiente del "libertino y disoluto" Marqués de Sade. 

Pasemos a relacionar las estructuras de las obras más reconocidas de estos 3 representantes principales de la "hermandad":



--La "Divina Comedia" de Dante está compuesta por 100 cantos. 1 canto introductorio y 3 partes de 33 cantos cada una. Su métrica es creación del poeta ad hoc, la terza rima. Tercetos endecasílabos, sea, 3 versos de 11 sílabas33 sonidos en cada terceto que mueve una suerte de mensaje cabalístico hacia lo que parece un impulso mágico hacia esta obra magna, que simula una alegoría religioso-iniciática, casi a la manera de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. No, no es casual para nada esa métrica y estructura de la Divina Comedia. Muy parecida aquella mashaba de 33 granos o cuentas, con las que invocan los 99 nombres a atributos de Alá en el islam. Si observamos la fecha que corresponde la datación oficial u oficiosa establecida para el momento de la muerte del "Hijo de Dios", el 14 de Nisán, fecha anterior a la Pascua judía. Sería el 3 de Abril del año 33. El mes del "aperire" o apertura (o primer canto); el tercer día (o 3 partes) del año 33 (de 33 cantos3 por 33 más un canto). Ya intuímos uno de los porqués del sobrenombre de "divina"  que le añadió Boccaccio. Expone un Viernes Santo como fecha clave simbólica. 

Tal viernes, como aquel 13 de Octubre de 1307, donde comenzó una persecución contra la Orden del Temple en Francia; reflejo en el siglo XX fue aquel "milagro del Sol", en 1917, en Fátima. Justo ese año se encontraba en ese momento y el mismo que comenzó a componer "el Purgatorio" de su Comedia. Dante estuvo en París de 1307 a 1309. La muerte en la hoguera del último Gran Maestre de los templarios, Jacques de Molay, a manos del rey de Francia, Felipe, el Hermoso y su colega de fechorías desde 1305, el Papa Clemente V. Corre la leyenda de que aquel Gran Maestre los maldijo mientras subía el fuego por sus pies el 18 de marzo de 1314

"¡Os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A tí, Clemente, antes de 40 días, y a tí, Felipe antes de un año...

Ese truculento pontífice murió el 20 de Abril siguiente, tan sólo 33 días después (como aquel reinado de Juan Pablo I), y 6 años, 6 meses y días de aquel "viernes 13". Al "Hermoso" monarca francés le llegó su hora 223 días después, tras un "accidente" de caza el 29 de Noviembre, un 11 del 11 velado (2+9=11 y siendo Noviembre el mes 11) de aquel movido año de 1314, un 13-14; como la noche del 13 y 14 de Septiembre en que murió el mismo Dante (se supone) 7 años después. Ya en su "Infierno", el florentino, auguró tanto a Bonifacio VIII, como a su sucesor, Clemente V, un lugar en la tercera fosa del Octavo Círculo, que junto a otro pontífice anterior, Nicolás II, son colgados cabeza abajo con eternas llamas en los pies, por sus pecados de simonía (tráfico de favores espirituales por bienes materiales). Pues sí, había relación con el Temple. 

 


Según contó Boccaccio, al morir de manera repentina Dante, dejó incompleta su obra para su publicación, a la que le faltaban los últimos cantos del paraíso. Habían desaparecido de su casa y sus hijos la buscaron durante meses. Cuando la esperanza parecía desaparecer, Dante se le manifestó en espíritu y vestido de blanco a su hijo Jacopo mientras este dormía. Le señaló el lugar donde podía encontrar esos últimos manuscritos de su obra magna, escondidos en la pared y maltrechos. ¿A qué no adivinan cuál era el número de cantos qué faltaban a la Divina Comedia? 13 cantos. Vino del más allá justo para revelar donde se encontraban los cantos desde el séptimo cielo o de Saturno, el de los Espíritus Contemplativos, hasta su regreso a la Tierra para testimonio de su viaje y consejo a la humanidad. Otro regreso desde otro mundo.



--El "Cancionero" de Petrarca se divide en 366 fragmentos, alusión a los días de un año bisiesto, en su mayoría compuesto por sonetos . Lo dedicó a su amada "Laura" (el áura, laurel, laureado) y alude a un comportamiento cíclico cada cuatro años en la relación (iniciática) entre ambos, que va desde el Viernes Santo de 1327 (6 de Abril) hasta el Viernes Santo de 1348 (también 6 de Abril), año en que según las crónicas la peste negra arrasó la ciudad de Florencia.




--El "Decamerón" de Boccaccio parte de esa misma fecha de 1348 en Florencia. Una analogía del "Hexamerón" (hexa, seis; hémera, día) de San Ambrosio que reformulaba en verso los 6 días de la Creación relatados en el Génesis. El Decamerón a 10 jornadas donde se relataban 100 historias (10 por 10 días y 100 como alusión a la perfección), simbolizando el número divino y contado por 7 mujeres, que representaban a las virtudes y 3 hombres, jóvenes todos ellos, en un periodo de 14 días (como de plenilunio a novilunio). Huyen de la muerte de la enfermedad apocalíptica para renacer en un mundo nuevo. Una creación. Una exaltación a la inteligencia y la sabiduría sin mediación sin que haya mención a la divinidad. Una de las 7 mujeres es la "Fiammeta" que conoció un 30 de marzo de 1331 (30-3-1331), en un Sábado Santo, remarcando el periodo entre la muerte y la resurrección, donde el Maestro, se "evaporó" de la Sábana Santa; y una fecha real para encriptar aquel de Abril del 33 y su carácter histórico simbólico. Pensamos que esa "muerte negra" que diezmó a la población es utilizada por Boccaccio para intentar camuflar un cambio en el pensamiento de la sociedad europea, dirigido, por supuesto, en todo momento, por esas sociedades que tan bien se les da dividir a la población manejando con bisturí los tiempos y sus personajes. Un reinicio en toda regla.



Los astrónomos han datado con precisión que el 3 de abril del año 33 en Palestina se avistó un eclipse parcial de luna entre las 17:45 horas y las 18:39. Este suceso acariciando al horizonte de Jerusalén pudo provocar ese fenómeno atmosférico que se conoce como "luna de sangre".

La máscara mortuoria de Dante, real o no, apareció siglo y medio después, a modo de impregnación del negativo, como alguien "manifestó" en la Sábana Santa, para empezar a divulgar la imagen icónica del gran poeta florentino. Una especie de veneración comenzó con esta imagen entorno a las grandes familias de la época. Hasta el punto de que el Papa León X, casi en el segundo centenario de su muerte, en 1519, ordenó la vuelta de sus restos mortales del lugar de su exilio, Rávena, a su ciudad de origen, Florencia. Los monjes franciscanos encargados de la custodia del cuerpo enviaron el ataúd vacío a su destino; la Iglesia de la Santa Cruz, donde hoy descansan las tumbas de Miguel Ángel, Maquiavelo o Galileo. ¿Un mensaje, tal vez? Un mensaje no lo sabemos, pero en 1865 Florencia volvió a reclamar los restos del poeta y se permitió abrir el sarcófago. Sólo quedaba polvo.Y que mejor manera de guardar las "raspaduras" que en 6 sobres. Uno de estos se regaló a la Biblioteca Central de Florencia. Hasta que se perdió en 1929. ¡Maldición! 70 años después, a un año del cambio de milenio, Dante, en polvo (como el cacao), volvió ser reliquia en su ciudad natal al encontrarse, por casualidad, el sobre perdido.  



¿Pero qué insistencia tenía este Papa en llevar a Florencia los restos de Dante? Pues que ese pontífice era ni más ni menos que Giovanni Lorenzo de Médici, hijo del gran Lorenzo, el Magnífico. El mismo que junto a su abuelo, Cosme, el Viejo y su mano derecha y maestro, Ficino, o el poeta Landino y filósofos como Pico Della Mirandola, entre otros, adoraban a un busto de Platón, le coronaban con laurel, le encendían un fueguito y hacían sus cosas... literarias y filosóficas, según cuentan, en la Academia Platónica fundada por los Médici en Florencia. Marsilio Ficino, dedicó su ensayo "De Amore" (1484) a uno de esos miembros de la Academia, el poeta Giovanni Cavalcanti, "Giovanni amico mio perfettisimo" ("Giovanni, mi amigo más perfecto"). Cavalcanti era descendiente de uno de los amigos de Dante y miembro, también de los Fedeli d' Amore, Guido Cavalcanti, al que Aliguieri consideraba "el primero de sus amigos” e incluso le dedicó su "Vida Nueva". Deducimos un más que posible guiño (un parpadeo continuo, diría yo) del alma de ese grupo, Ficino, con su obra "De Amore" a la hermandad filosófico-esotérica. Dato curioso de ese Papa de la familia Médici, es que fue elegido un 11 de Marzo (¡cuántas cosas pasan en esa fecha!) del año 13 del siglo XV. León X, dilapidó los recursos económicos del Vaticano con su opulenta vida y gran parte de la credibilidad de la Iglesia católica. Le atribuyen a esos hechos como la chispa que encendió el protestantismo (oficiosamente, claro). ¿No dicen los academicistas oficiales que los poetas del Dolce Stil Nuovo luchaban contra la corrupción en la Iglesia? (Recordamos las 666 millas náuticas de distancia entre esta Academia de Platón. a las afueras de Florencia, y la Acrópolis de Atenas).

Hemos encontrado vínculos entre las poderosas familias florentinas y esa sociedad esotérica-literaria desde finales del siglo XIII hasta principios del siglo XVI, pero...¿cómo podríamos dar con más claves para encontrar un inicio de esta, anterior en el tiempo? Pues con las miguitas que nos van dejando en las historias que asoman en sus simbólicas fundaciones, fechas cabalísticas y adoraciones comunes camufladas tras los halos del engaño. ¡Ah, y cómo no! A través de investigaciones propias anteriores; que ya vamos los diablos sabiendo más por viejos, que por seguir las versiones académicas oficiales. Veamos esas migas de pan como nos llevan hacia los mendrugos de la historia. 



Tenemos una hermandad laica que pretende redirigir las costumbres de la Iglesia corrupta en valores más humanos; pero que en realidad esconde su mensaje tras las palabras y simbolismos. Mediante la lectura de estos escritos, se produce una verbalización de las ideas ocultas, ya sea a través de la métrica cabalística y alegorías de corte astronómicas y mítico-religiosas. Para que lo podamos entender de una forma sencilla, el poeta Boccaccio, leía en lugares públicos los versos de la comedia de Dante. De esa manera, "impulsaba" la magia de la alocución real evocada, pero las aclaraciones posteriores que él transmitía al público evidenciaban la centralidad de los valores cristianos, formaba parte del truco. Sólo muy pocos comprendían el verdadero mensaje que transmitía. Sólo para iniciados. No hacía falta que los receptores fueran conscientes del mensaje cifrado, los símbolos evocados en sus mentes producían esa intención, la de ser utilizados como amplificadores de esas ideas. Conceptos como la Santa Sabiduría, con todo lo que conlleva, transmutada en la Reina de los Cielos, Venus, la Luna, la donna angelicata, el AMOR, en su más alta expresión, o la Virgen María, potenciaban la idea de aquellos Fedeli d'Amore que eran amantes de las Lauras, Fiammettas, y Beatrices, dentro de una organización jerarquizada nadando entre el laicismo y el fervor religioso. 

Hagamos un inciso aquí sobre la forma poética utilizada por los autores de esta sociedad secreta, parapetados tras el grupo del Dolce Stil Nuovo. Se trata del soneto: 14 versos endecasílabos (11) compuestos por dos cuartetos (4) y dos tercetos (3), posible alusión a los 4 elementos y a la trinidad divina. Fijado por el laureado Petrarca en tierras de la penísula itálica durante el siglo XIV, fue exportado hacia el resto de lenguas de Europa. En castellano fue introducido en el siglo XV por el Marqués de Santillana, el antes mencionado Íñigo López de Mendoza (como ven no damos puntalada sin hilo).


Así como la introducción velada o encriptada de sencillos juegos que evocaban viajes iniciáticos de muerte y renacimiento. Claro ejemplo es el "juego de la Oca", donde los dados te llevan siguiendo una espiral, a modo de fortuna, y tras 14 ocas, a superar una serie de casillas, alegoría de pruebas vitales, como el puente, la posada, el pozo, la cárcel y, justo antes de la oca número 13, la muerte; referencia a volver a realizar el viaje si la fortuna te lleva a ese lugar. La oca 14 es el renacer del peregrino o iniciado. Ese juego, cuya autoria se le "presume" a los sempiternos templarios, tiene como primera referencia documentada un regalo de Francisco I de Médici, Gran Duque de la Toscana, al Rey de España, Felipe II, entre el periodo de 1574 a 1587. Quizá, la familia Médici (este pertenecia a la rama familiar "Popolano"), sea un ejemplo de transmisión de conocimiento. A Francisco de Médicis se le atribuyen prácticas de alquimia y otras ciencias esotéricas. 

La oca es considerada animal sagrado, dominador de 3 elementos, capaz de andar, nadar y volar, siendo el fuego el conocimiento adquirido por el peregrino en su viaje. Una especie de psicopombo que guía la unión del mundo terrenal con el del otro mundo, como nos indican la relación de la mitologia con el 13 14, como los plenilunios y lunaciones entre el Sol y la Luna, la reunión de los trozos para la resurrección de Osiris por parte de Isis, las 14 estaciones del vía crucis de Jesucristo o el juego que se llevaron los Fedeli d'Amore, de los Dante y compañía y sus interacciones con esos dos números. Como la relación entre 4 y 5 casillas de distancia entre cada oca del juego, siendo una diferencia de 9 cada dos ocas, 5+4 o 4+5, un ciclo de 9; un total de 7 ciclos para las 63 casillas totales (6+3=9). Hagamos memoria del año donde se sitúa la aventura onírica de Dante en su "Divina Comedia", 1300. Sumemos años y llegamos al arresto de la Orden del Temple, 1307; tras años se produjo la muerte del Gran Maestre templario, el Papa y el monarca francés en 1314; para acabar, como si se tratara de oca a oca en septenios (periodos de 7) anuales, en el año del óbito del poeta florentino, 1321En un trabajo anterior pueden atender a los ciclos de 9 aparecidos en la vida de Alighieri. ¡Vaya! Volvemos a relacionar a los sempiternos monjes guerreros con la sociedad secreta de poetas. Este juego no se popularizó hasta bien entrado el siglo XIX, aunque circulaba por las cortes europeas tres siglos antes.




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