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martes, 14 de julio de 2020

LAS MEDIDAS UNIVERSALES DE LUCIFER (III) Los Magos Negros de la Luz y del Tiempo

LAS MEDIDAS UNIVERSALES DE LUCIFER (III) (febrero de 2020)






Antes de abordar el último tramo de la búsqueda del metro nos pararemos a curiosear un libro contemporáneo de estas expediciones anteriores. Como hemos visto que ha ido sucediendo a lo largo de la historia, es la aparición e influencia de un determinado libro el que hace “arrancar” la puesta en marcha de unos conceptos en el mundo conocido, con nocturnidad histórica y alevosía elitista. Se trata de una obra titulada “Séthos: Histoire ou vie tirée des monumenes anecdotes de l’ancienne Egypte, traduite d’un manuscrit grec” (Sethos: Historia o vida extraída de las anécdotas del antiguo Egipto, traducidas de un manuscrito griego) de 1731. En principio se publicó de manera anónima, pero pronto se le atribuyó al abad Jean de Terrason (1670-1750), profesor de griego del Collège de France. Este cura ideó una novela haciéndola pasar como si se hubieran encontrado los manuscritos en griego en época del emperador romano Marco Aurelio (siglo II d.C). Un pequeño subterfugio para dar notoriedad a su obra…o no. Sethos es un personaje que nace en la Alta civilización egipcia; en un periodo justo anterior a la guerra de Troya. Se forma en una idílica Universidad de Memphis, donde incluso estudia magia y ciencia. Es guiado por su mentor, Amedés, para buscar la iniciación para convertirse en un gobernante iluminado.



La Gran Pirámide ha sido adaptada sabiamente por un sacerdote para que tuviera una entrada para la escena de los juicios de los candidatos. Los elegidos pasarían a un reino subterráneo más completo donde los sacerdotes conducen las vidas de estos aprendices y organizan espectáculos instructivos. Amedè, guía a Sethos a esa entrada de la cara Norte de la pirámide. Allí, por un camino estrecho y angosto desciende hasta un pozo profundo (alegoría de muerte iniciática) con peldaños en su pared desciende aún más hasta que llega a un arco cuyo frontón lleva inscrito: “Quién toma esta ruta solo, y sin mirar detrás de él, será purificado por fuego, agua y aire, y si puede vencer al miedo a la muerte, saldrá de la tierra, volverá a ver la luz y tendrá derecho a preparar su alma para la revelación de los misterios de la gran diosa ISIS”. Toda una declaración de muerte y resurrección iniciática hacia un saber oculto. Sethos supera las pruebas y puede acceder por una puerta de marfil de dos hojas a una sala brillantemente iluminada del Templo de Memphis, donde es felicitado por los sacerdotes. Tras una larga instrucción, el protagonista, es iniciado en los misterios de Isis, dándose cuenta en el camino que su tutor Amedès es él mismo, convirtiéndose así en un iniciado avanzado.



La obra “Sethos” pasa a ser el punto de referencia para muchas logias masónicas de la época. En ella se describen muchos de los antiguos ritos de iniciación al culto mistérico de Eleusis, considerados el origen de los rituales masónicos. El personaje principal recibe una visita guiada por un entorno inspirado en el relato del “Inframundo” de Virgilio en su obra “La Eneida”. También es la obra principal que inspiró el libreto de la ópera “La Flauta Mágica” escrito por Emanuel Schikaneder con música del genial Mozart, ambos hermanos masones. Esta ópera estrenada dos meses antes del fallecimiento del músico austríaco en 1791. En ella se describe como el protagonista es sometido a tres pruebas iniciáticas relacionadas con los elementos naturales, fuego, agua y aire, para ser admitido en el recinto de los iniciados, bajo la Gran Pirámide (tierra). Una edición de 1794 llegó a manos del protagonista del siguiente episodio de medición.


En esto que llegamos a finales del siglo XVIII, con la Compañía de Jesús “apartada” durante más de 40 años, y la Revolución Francesa de 1789 instigada desde las ya muy organizadas y asentadas logias masónicas. Con el monarca Luis XVI a merced de la Asamblea Nacional se produce el impulso definitivo para la instauración de la “medida universal”. Se utilizará la Teología como base de la Metrología. “Un solo Dios, una sola medida.” Ya lo decía ese misterioso personaje de Carlomagno, “el Gran Unificador”, en un edicto del 789 (curiosamente justo 1000 años antes): “Queremos que todos dispongan de medidas y pesos iguales, ya sea en las ciudades o en los monasterios, se trate de campos o ventas, tal como está escrito en la ley del Señor” (amén).



-“Dos pesos y dos medidas
son igualmente abominables a Yahvé

                                             Proverbios 20:10



Que mejor que utilizar las sabias palabras de la biblia para introducir un mensaje y tergiversarlo a gusto de los emisores de este. Claude-Antoine Prieur-Duvernois, importante impulsor del Sistema Métrico Decimal durante el periodo revolucionario en Francia fue más sutil: “Medidas sencillas. Prudentemente dosificadas, paciencia, sobre todo una instrucción clara que penetre lentamente en todas las mentes, deben bastar para producir el cambio” . Este “pájaro”, junto a Condorcet y a Talleyrand, “el sacerdote de la Revolución”, son los iniciadores de la epopeya metrológica. La asamblea Nacional hace un llamamiento a todos los territorios de Francia, ya sea ciudades, pueblos, monasterios, aldeas… de las principales preocupaciones de la población. Después de recibir los “cuadernos de agravios” con todas las peticiones se dio como principal problema a resolver por la ciudadanía el que “hubiera una sola medida”. No que la justicia se midiera para todo el mundo por igual, fuese rico o pobre, no; ni unos impuestos a la misma medida para todos, no. El problema principal era establecer UNA SOLA MEDIDA (sí,sí)

Rápidamente, se pusieron manos a la obra. Se nombraron comisiones de científicos para uniformar y globalizar medidas. La idea era cambiar todas las instituciones e ideas de la vieja sociedad para convertirlas en medidas “racionales”. Se recoge la antigua idea de John Wilkings y se propone el nombre que le dio el científico italiano Burattini, a finales del siglo XVII, el “METRO”, que bajo la medida del “péndulo del segundo” les dio una aproximación de 993 milímetros aproximadamente (en sus medidas). Como debía de ser una medida natural se “propone” la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. La medición sería sobre el ya manido meridiano de París, pero esta vez se ampliaría hasta Barcelona, con el fin de tratar de internacionalizar la nueva medida.

Los maestros ceremoniales del "meridiano"

La nueva medición se le encargaría a los astrónomos Jean-Baptiste DELAMBRE (1749-1822) y Pierre MÉCHAIN (1744-1804). Se dividen en dos zonas. La norte a cargo del primero desde Dunkerque hasta Rodez, y la zona sur, hasta Barcelona, con Méchain como responsable. Y es en las distancias de la medición cuando se me dispararon las alarmas “luciferinas” por primera vez buscando información sobre el origen del metro. La distancia de la zona de Méchain, de la catedral de Rodez, a Montjuïc (Barcelona) es de algo más de 333 kilómetros. ¿Casualidad? Puede. La distancia en millas entre Dunkerque y Barcelona se aproxima a las 666 millas, un par más para ser exactos. Bueno. Pero resulta que la distancia de estos dos tramos, fijando el norte en el Beffroi (campanario) de Dunkerque, que es donde comenzó, suma 1077 kilómetros. Ya que buscaban la “medida universal” de una forma natural dividamos este resultado por su unidad luciferina, el ‘666’. La cifra resultante de 1,617 se acerca mucho al número áureo o número fi de 1,618033… Aunque alargando las distancias unos pocos de centenares de metros más cuadraría perfectamente. De hecho, la idea de esa medición era alargar el meridiano de París hasta el nivel del mar de lado a lado, y el mar está a tiro de piedra en ambos lugares. Ahora ya no parece casual.


Catedral de Rodez

Busquemos, pues, esos puntos clave de la medición y fijémonos en su simbología. Comencemos por el punto intermedio, la catedral de Rodez.  De estilo gótico, me llama la atención sus dos pirámides que culminan las dos torres de la fachada principal, con una diferencia de unos 10 o 12 metros entre ellas. Me recuerdan mucho a las dos pirámides erigidas por el inquieto La Condamine en la base de medición en el Ecuador, a pocos kilómetros del conjunto piramidal de Cochasquí. Ahí, en el departamento de Aveyron, cuya capital es Rodez, donde se encuentran el mayor número de construcciones megalíticas, como dólmenes y menhires de toda Francia. Sería interesante conocer la relación de estos monumentos ritualísticos ancestrales con las poco conocidas líneas Ley (al menos documentación seria) y estos “meridianos artificiales” que con tanto ahínco, elaboraban estos ilustrados-iniciados durante años.

Beffroi (campanario) de Dunkerque 


Vayamos al punto septentrional del ritual-científico-geodésico. El Beffroi de casi 60 metros de altura fue la referencia visible de la medición en Dunkerque. Anteriormente unida a la gran iglesia de Sant Eloí, que tras varias reconstrucciones, demoliciones y revoluciones, quedaron separadas definitivamente en 1782. Esta iglesia posee una característica que llama la atención. Está rodeada por arriba de 13 pirámides. 8 pirámides cuadrangulares a los dos lados del tejado, formado por una suerte de prisma, y las otras 5, de forma hexagonal, rodeando el ábside de la iglesia. Me lleva a recordar el misterio de Osiris desmembrado en 14 partes por Seth y unidos por la magia de la diosa Isis, que sólo pudo reunir 13 partes, siendo el falo de Osiris devorado por el pez oxirrinco. La diosa, a través de la magia, pudo reconstruirlo. La forma de gran obelisco truncado del campanario civil colindante a la iglesia, daría pie a un ritual mistérico por parte de los geógrafos-iluminados que uniría el conjunto arquitectónico.

"Torre Vigía" de Montjuïc

Viajemos al lugar establecido como referencia meridional en Barcelona por el científico-iniciado Méchain. La TORRE-VIGÍA del castillo-fortaleza de MONTJUÏC. Este hizo unas primeras mediciones en el lugar, pero la guerra del Rosellón (1793-95) entre Francia y España, le impidió volver a la fortaleza militar. Continuó atrapado un largo tiempo, el cual aprovechó para comprobar sus mediciones y darse cuenta que sus resultados estaban errados en 100 metros. Calló su error. La montaña de Montjuïc, etimológicamente, se cree que viene de monte de los judíos. Si hacemos caso a la descripción que hizo el geógrafo hispano del siglo I, Pomponio Melo, en su ya comentada anteriormente “De Situ Orbis” sobre la Barcino (Barcelona) romana, la montaña referida sería el “Mons Iovis” (monte de Júpiter) y su deriva fonética en el nombre actual. Aunque se ha comprobado la existencia de un antiguo cementerio judío en la falda de la montaña y la relación de las construcciones alrededor de esta se pueden ver con una clara influencia masónica, como las torres venecianas culminadas con una pirámide en la base del camino hacia el monte.  La Torre-vigía es una atalaya desde la que se tiene una visión de 360º. Veamos que dicen las sagradas escrituras acerca de estas construcciones:



-“  Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de las atalayas hasta las ciudades fortificadas,

 y levantaron estatuas e imágenes de Asera (Astarot, Isthar,…) en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso,

 y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la manera de la naciones que Jehová había traspuesto de delante de ellos, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová.”



                     2 Reyes 17: 9-11



¿Podríamos considerar esta medición como un ritual mistérico sólo con estos elucubradores datos? Creo que no. Indaguemos un poco más en un hecho histórico que acontecía al mismo tiempo que se acababan de recopilar todos estos cálculos, allá por el año 1798. Tres años antes, en 1795, se estableció el metro “provisional”, basado en las medidas ya realizadas sobre el meridiano de París décadas atrás. Y con ello una serie de medidas equiparadoras: “Acabaremos con esta diversidad para que iletrados no sean engañados (…), para evitar una infinidad de cálculos, los cuales no son capaces de efectuar la mayoría de campesinos, y que inducen diariamente a error”. ¡Qué buenos estos nuevos gobernantes! ¿Alguien ha visto engañar a un agricultor cuando cuenta su cosecha para venderla en cajas, cestos, carros, remolques…? “Acabar con la diversidad”, ese era el fin.

Todo nos lleva hacia una especie de ritual elaborado para el cambio de calendario. El calendario republicano francés, decretado en octubre de 1793, pero con su fecha de inicio en el equinoccio de otoño de 1792 (22 de septiembre). La nueva forma de controlar el tiempo y el espacio se basaría en el sistema métrico decimal. Romper con todo el viejo sistema. Llevándose la cabeza, incluso, del rey Luis XVI. Los científicos irrumpen en la política del país para esa rotura total del sistema (a priori). El meridiano como base del nuevo sistema. Siguen siendo 12 meses anuales de 30 días. Divididos en décadas de 10 días. 360 días más 5 que añadían antes del inicio del año; estos días eran dedicados a fiestas de la virtud, del talento, del trabajo, de la opinión, de las recompensas y de la Revolución en los años bisiestos. Los días fueron dedicados a minerales, plantas y animales,  rompiendo así con las referencias cristianas del calendario gregoriano. Sin embargo, estos eruditos de la comisión científica, no hicieron más que copiar el calendario egipcio, que también dividía el año en 12 meses de 30 días y semanas de 10; siendo los 5 días restantes (epagómenos) dedicados al nacimiento de los dioses Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis. Parece que las referencias egipcias de ciertos libros en las logias masónicas infiltradas en las élites francesas dieron sus frutos.

El joven general Bonaparte


Y el personaje histórico que devoró el libro de “Sethos” con sus descripciones iniciáticas, y el “Viaje a Egipto y Siria” (1794), de Constantine de Volney (al que conoció en persona), no fue otro que Napoleón Bonaparte (1769-1821). Con lo ya expuesto sobre los lugares en los que se realizaron las mediciones de la Tierra y sus enclaves simbólicos a través de la historia, no es descabellado relacionar la expedición francesa a Egipto (1798-1801) con las conclusiones finales de la comisión científica sobre la definitiva medición de la nueva MEDIDA UNIVERSAL.

El mesías Napoleón

Napoleón, el joven general francés, ya de vuelta al país galo después de su campaña victoriosa por tierras italianas, y todo hay que decirlo, un tanto engrandecida su leyenda guerrera. Parece “el elegido” para llevar a cabo una espectacular misión militar que parecía albergar otras esotéricas intenciones. En mayo de1798 zarparon del puerto mediterráneo de Toulon (Francia) una flota de casi 40.000 hombres y unos 200 sabios y especialistas. Nadie conocía el destino de los 400 navíos que había conseguido aunar el Directorio francés para, en principio, asestar un golpe económico al Imperio Británico. Tan sólo conocían el destino de la misión el químico Claude BERTHOLLET (1748-1822) y el matemático Gaspard MONGE (1746-1818). Estos dos “zorros” expoliadores de objetos de ciencia y arte en los países conquistados para la nueva República. Confidentes e inseparables del joven general corso al que conocieron en la campaña de Italia y que pretendían hacer lo mismo en el destino donde se le supone el origen de la sabiduría. Allí donde fueron a buscarla Solón, Tales de Mileto, Pitágoras o Platón. Este último presenta a las tierras de Egipto en su diálogo “Las Leyes” como: “Desde hace mucho tiempo  tengo entendido que han aprendido ellos (los egipcios) esta verdad que nosotros estamos formulando ahora: la juventud de las ciudades ha de ejercitarse en las bellas figuras y en las bellas melodías; en consecuencia ellos fijaron el carácter y la naturaleza de estas, y luego expusieron los modelos de las mismas en los templos…” Tampoco lo ocultaban en los sagradas escrituras cristianas, ni escondían la “iniciación” de aquel patriarca que guio al pueblo hebreo hacia un viaje difícil y cargado de pruebas.



-“Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.”



                           Hechos de los Apóstoles. 7:22


El "viejo zorro" Monge

Berthollet, mirando por encima del hombro al mundo
Gaspard Monge fue uno de los impulsores del sistema métrico decimal y uno de los hombres fuertes de la Revolución, junto a Talleyrand. Su presencia en una arriesgada expedición militar tuvo su recompensa en la formulación de la geometría descriptiva, que permite representar el espacio tridimensional sobre una superficie bidimensional, y su publicación al regreso de esta (que bien vendría a la hora de diseñar distancias sobre el papel). Berthollet, por su parte, fue uno de los padres de la nomenclatura de los elementos químicos. Su estancia en Egipto la aprovechó para desarrollar su teoría sobre  el "equilibrio químico", que defendía la variabilidad en la composición de los compuestos en función de su método de síntesis. También conocido como el alquimista de la lejía. 

Los motivos de la expedición militar, pese a que se puedan camuflar como el de hostigar a las líneas comerciales de los ingleses, golpear a un Imperio Otomano en declive o alejar a un “revoltoso” general Bonaparte con ansias de poder; se atisban más como “cultural-ritualísticas”. Primero toman plácidamente la isla de Malta arrebatando el poder de 270 años a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, herederos de los templarios,  aliados del papado. El Gran Maestre de esta orden, Ferdinand VON HOMPESCH, entregó la isla a los franceses y fueron obligados a abandonarla. Duro golpe a unos de los principales custodios del antiguo régimen.

Napoleón y su armada arribaron a Alejandría, donde dejaron fondeada sus grandes naves en Abukir. Marcharon a través del desierto a toda velocidad para intentar no ser interceptados por las tropas mamelucas, encargadas de regir esa provincia otomana. El 21 de julio se produjo el choque con estas en la conocida como “Batalla de las Pirámides”. Victorioso, un engrandecido Napoleón, toma el poder en Egipto, como ya hicieran sus admirados Alejandro Magno y Julio César.

"La batalla de las Pirámides"


Poco después, la flota inglesa dirigida por el almirante Nelson, destruye la armada francesa en Abukir. Como consecuencia, Bonaparte, sus tropas y sus “sabios” quedan atrapados en la tierra de los faraones. Lejos de afligirse, Napoleón pone en marcha unas estructuras para regir el levantisco pueblo egipcio. Y como no pone a funcionar a su corte de sabios a “estudiar” aquello a por lo que realmente venían. Saberes ocultos. Al mes siguiente funda el “Instituto de Egipto”, nombrando a su maestro-guía, Monge, primer presidente, y él mismo, vicepresidente. Remontan el Nilo y exploran Asuán, Tebas, Luxor y Karnak. Tomando medidas de todo y plasmando en ilustraciones todas aquellas extrañas inscripciones jeroglíficas.

Mientras Bonaparte inicia una campaña hacia Tierra Santa, los sabios excavan en la meseta de las grandes pirámides. “Desentierran” la Gran Esfinge, de la que sólo asomaba la cabeza. Desescombran la plataforma sobre la que hoy se levanta la Gran Pirámide, calcularon sus dimensiones originales y la escalaron. Tenían por fin, las dimensiones reales de su base, como la tuvieron el califa Al-Mamún y sus sabios casi 1.000 años antes. Había que perfeccionar las medidas para el ritual final.




Napoleón atraviesa el desierto del Sinaí, cual Moisés (los paralelismos mesiánicos inundan a este personaje), mermando de fuerzas a su tropa. Aún así, el avance por la Tierra Prometida es rápido y victorioso marchando durante 250 kilómetros hasta San Juan de Acre, donde inicia un sitio a esa ciudad fortificada. La noche del 14 de abril de 1799 (una semana antes de la Pascua judía), Bonaparte pasa una noche en Nazareth, quién sabe si emulando al “mesías cristiano”. Lo cierto es que poco después, el infructuoso avance dio al traste con la conquista de Jerusalén, que sin duda hubiera puesto bajo su disposición a la Cúpula de la Roca (otra gran roca sagrada), lugar predestinado para cualquier “mesías” que se precie. No pudo ser, el ejército francés tuvo poner pies en polvorosa y regresar a Egipto. No obstante, es curiosa la distancia desde esta cúpula octogonal sagrada y la Gran Pirámide. Exactamente distan de 440 kilómetros.




El emplazamiento histórico de ambos monumentos es curioso y se pierde en la historia. La Pirámide, erróneamente llamada de Keops (o Jufu), mira en el amanecer del solsticio de verano en dirección al Templo de La Roca de Jerusalén; e inversamente ocurre este fenómeno durante la puesta de Sol del solsticio de invierno desde la vista de la piedra donde las tres religiones monoteístas obtuvieron revelaciones divinas. Se produce así, un juego simbólico de nacimiento y muerte entre estos dos enclaves. Algo que puede verse reflejado en la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud a la que eran sometidos por los faraones de Egipto (muerte como pueblo esclavo), siendo conducido hacia el nacimiento del Sol, sometido a innumerables pruebas iniciáticas para conseguir la libertad de la Tierra Prometida (renacer como pueblo libre). ¿Qué puede ser esa distancia de 440 kilómetros?

Meridiano de la Gran Pirámide


Veamos que les deparó el destino durante esa época de la expedición de Bonaparte a Oriente a los dos geógrafos que estaban acabando de recopilar los últimos datos de su medición-ritual del meridiano. Un hijo de Méchain, un joven científico llamado Isaac, parte de Toulon, siendo parte de la comitiva de sabios a las órdenes de Monge y Berthollet (todo queda en casa). Por esas fechas, Méchain, anda desquiciado y sus últimas triangulaciones se ralentizan más de lo debido (llevaba más de seis años sin ver a su mujer). Delambre acaba su medición el 17 de septiembre de 1798. Méchain escribe a este que no piensa reunirse con comisión alguna hasta la primavera, tiene “la imperiosa necesidad de algunos meses de retiro solitario y oscuro”. Normal, tanto triángulo y ritual para arriba y para abajo durante seis años…




Por fin llegan los dos a París a finales de noviembre y se produce la primera reunión del Consejo Científico Internacional, que debería darle “las bendiciones” a los resultados de las triangulaciones. Extrañamente, no fue hasta tres meses después cuando comenzaron a entregar sus cálculos. Algún delegado extranjero abandonó, harto de la espera, la comisión. Y es aquí donde se empiezan a ver las luciferinas fechas del “gran ritual metrológico”:



-El 2 de febrero de 1799, Delambre,  presenta oficialmente sus datos sus mediciones ante la comisión internacional. Es el día de la festividad de la “Candelaria”. Para el cristianismo el día de la presentación del “hijo de Dios” en el templo, la “purificación” de la virgen-madre tras pasar 40 días desde el parto (tradición judía que hacía esperar a las madres una cuarentena para “purificarse” y mostrar el niño a las autoridades). El “Imbolc” celta, o festividad del fuego y de la LUZ. El paso de las TINIEBLAS a la LUZ (del antiguo régimen al nuevo). Día 33 del año y 333 días para finalizarlo en año bisiesto.



-El 22 de marzo del mismo año, Méchain, entrega sus cálculos, después de pedir un aplazamiento. Día del equinoccio de primavera. Celebraciones religiosas de “renovación”. La Pascua judía, que significa “pasaje o tránsito”, más o menos al cristianismo y su “resurrección”, en fechas similares. Marzo es el primer mes masónico.



-El 22 de junio de 1799 se presentaron todas las propuestas finales y VAN SWINDEN, representante de Holanda y portavoz de la Comisión, declara “el METRO verdadero y definitivo es de 443,296 líneas de toesas del Perú (0.325 milímetros menos que el metro provisional)”. El solsticio de verano, fiesta pagana por excelencia, fue escogido para presentar la “NUEVA MEDIDA de todos y para todos”. El día de mayor LUZ solar del año.



Las cifras 443,296 líneas recuerdan a la equivalencia en metros de la legua romana (4435 metros) y al pie romano (0,296 metros). Su equivalencia en medida francesa de la época eran 3 pies de roi (6 pies era un toesa) y 11 líneas (3 · 11=33). La del pie romano, en metros, dividida entre ‘666’ nos resulta en 0.44444… Lo dieron por bueno pese a detectar errores en los cálculos de Méchain. ¿Por qué esperaron tantos meses a presentar los datos? ¿Acaso estaban esperando datos de otros lugares sagrados?


Mientras, en Egipto, los sabios franceses habían realizado las primeras mediciones científicas de la Gran Pirámide. Las medidas de la Cámara del Rey eran de 20 codos reales de largo (10.472 metros), equivalente a la milésima parte de la medida del iteru, utilizada por los egipcios para las largas distancias. 10 codos reales de ancho, para definir el codo real egipcio, de 0,5236 metros. La medida de 230,363 metros de media de base de la pirámide refleja 440 codos reales de largo, que fue utilizada por el granujilla de Al-Mamún como base de sus medidas de longitud. 280 codos reales se establecieron para su altura, calculando el piramidión que faltaba. La cifra de 440 codos reales de medida de base “expresada” en metros desde esta pirámide al templo de La roca, en Jerusalén, sería de 440.000 metros. Si dividimos por la cifra luciferina ‘666’ nos resulta una curiosa 660,660660660… La apotema (segmento trazado desde el vértice al centro de cualquier lado del polígono que conforma la base y que coincide con la altura de cada cara triangular de la pirámide regular) es de unos 185 metros, la décima parte de la milla náutica  (1851.85185185…metros) o el estadio romano y que aproximadamente se acerca muchísimo a la décima parte del minuto de arco terrestre… curioso este metro. ¡Ni que hubiera sido creado! Parece encajar proporcionalmente con todas estas medidas antiguas o todas las medidas están relacionadas con la naturaleza y, a través de este “metro para todos” con el ‘666’Recordemos quienes utilizaron las medidas y guardaban sus patrones con gran celo y quienes las convirtieron en medida universal, escondiendo sus distancias “mágicas” y alineamientos entre lugares sagrados y demás edificaciones.


Las 8 caras de la Gran Pirámide

También las dimensiones de la Gran Pirámide, en codos reales, proporcionan expresiones matemáticas “a grandes rasgos”: como el número π, cuya mitad (π/2) se ve reflejada en la división de la altura entre la base, 440 / 280 = 11/7 (1,57142857…). Recordemos que en la antigüedad el número pi se representaba como 22/7. Se cree que puede representar la mitad de pi a una semicircunferencia, y esa mitad del círculo al Sol del amanecer y al del ocaso. Ahí entraría el juego de la salida y la puesta de Sol durante los solsticios con el Templo de la Roca de Jerusalén. Hay muchas más cifras referenciales al planeta y sus distancias con el sistema solar, pero lo dicho, a grandes rasgos. Creo que tiene mayor relevancia el hecho de que fueran a ese lugar a obtener esas medidas coincidiendo en el tiempo con la recopilación y “comprobación” de la Comisión Científica Internacional del “metro de todos y para todos”. Es importante comprender este punto.

Flinders Petrie a pie de campo





Otras medidas han sido obviadas por haber sido encajadas de manera tergiversada, como la “pulgada piramidal” que pretendían “justificar” una supuesta divinidad a las unidades de medida imperiales de los ingleses. Fue precisamente un egiptólogo británico, Flinders Petrie (1853-1942) quien demostró lo contrario: "no hay ningún ejemplo auténtico, que pueda superar escrutinio alguno, del uso o existencia de una medida tal que la "pulgada piramidal", o de un codo de 25,025 pulgadas británicas".  Para eso el mago de la ciencia moderna, Newton, no anduvo tan preciso como con su teoría del achatamiento de los polos terrestres. Hay que entenderlo, no todo va a poder resolverse desde su cómoda estancia. A veces hay que mojarse o llenarse de barro para averiguar la verdad, como expresaría satíricamente su admirador Voltaire.




Pero sigamos con el “ritual metrológico” que había de transformar el tiempo con la LUZ proveniente de los misterios de Isis y con adaptaciones de celebraciones del calendario hebreo. El final se va a poner interesante. El 15 de Julio, reconstruyendo una antigua fortificación en Rosetta, el oficial, Pierre-François Bouchard, descubrió una piedra de granito oscura rectangular de poco más de un metro de larga, ¾ de metro de ancha y unos 28 centímetros de profundidad. Esta ESTELA contenía inscripciones en tres escrituras diferentes en tres partes diferenciadas: jeroglíficos egipcios, escritura demótica (escritura moderna del final del Imperio) y griego antiguo. Este personaje ya había conocido años antes al químico Berthollet y fue alumno de geometría del otro viejo zorro de Monge. Enseguida dilucidaron que el texto era el mismo en los tres escritos. Napoleón ya tenía sus “tablas de la ley”, inscritas en piedra por la divina providencia para poder dar LUZ a las escrituras de los antiguos sabios egipcios.




El general corso, después de haber cometido actos denigrantes para cualquier militar, como ajusticiar más de 3.000 prisioneros otomanos y practicar la eutanasia a unos 300 de sus soldados enfermos de cólera y peste, parecía tener prisa por ir a la Meseta de las Pirámides el 12 de agosto de 1799. Cuentan las crónicas que fue con sus más allegados colaboradores, Monge y Berthollet, hasta el interior de la Gran Pirámide. Le acompañaron hasta la entrada de la Cámara del Rey, donde permaneció sólo por espacio de unas 7 horas, realizando quizá un rito iniciático de muerte y resurrección, a modo de las pruebas relatadas en el libro “Sethos”, con la única compañía del sarcófago vacío de la estancia de granito rojo (aparte de ratas, murciélagos y encantadoras cucarachas, seguro que se sentía entre amigos). Cumplía 30 años 3 días después.

Este hecho que pudiera parecer un poco fantasioso tiene unas cuantas fuentes que lo documentan, menos “sus labores” realizadas en el interior de tan enorme cripta. El problema viene de los autores de ficción que blanquean al personaje y “sierran” otros detalles más cabalísticos. ¿Qué les parecería si les contaran que Bonaparte y sus amigos, los zorros expoliadores, escogieron para ese supuesto ritual la celebración judía del “9 de Av”? Esa fecha, cambiante en el calendario gregoriano con respecto al hebreo, es una de las mayores celebraciones religiosas de la religión judía.   



El Tishá B’Av (“9 de Av)es el punto máximo del ayuno de tres semanas iniciado el 17 de Tamuz, día en que Moisés rompió las Tablas de la Ley encolerizado con su pueblo por ver como adoraban a un becerro de oro y se alejaban de su Dios, que los había elegido como su pueblo. La fecha del descubrimiento de la “Piedra Rosetta” fue el 15 de julio, que ese año correspondería al 12 de Tamuz, no corresponde por cinco días. El 9 de Av correspondería al “9-11” hebreo, esto es el  día del mes 11 del calendario judío. Día tradicional y “casualmente” lleno de desgracias para “el pueblo elegido”.



Se me ocurren otras desgracias acaecidas en un 9-11, pero no es el tema en cuestión. Hemos dejado al “renovado” Bonaparte saliendo del interior de la Gran Pirámide. Tan sólo 5 días después partía de El Cairo con sus mejores generales y sus dos “maestros” rumbo a Alejandría para desertar cobardemente y dejar a sus hombres a merced de otomanos y británicos. El ejército francés, bajo las órdenes del general Kléber, asesinado meses después, sin munición ni cobertura se rindió en 1801. Los ingleses se hicieron con el botín de la “Piedra Rosetta”.



Lejos de flagelarse, Napoleón, regresó a Francia casi como Julio César lo hizo en Roma tras la conquista de las Galias. Con el Directorio francés en crisis, el joven general, con la ayuda conspiratoria de otros directores como Sieyes, Ducos y, como no, Talleyrand, realiza un golpe de Estado en el famoso “18 de Brumario”. Impone una nueva constitución y se proclama Primer Cónsul. El sistema métrico decimal, que es el sistema de unidades basado en el metro, fue adoptado oficialmente en Francia, por Napoleón Bonaparte, el 10 de diciembre de 1799. Por cierto, casualidades de la vida ¿saben a qué día  corresponde el 18 de brumario en el calendario gregoriano? Al 9 de noviembre. El 9 del 11. El 9-11. El 9 de Av “gregoriano”. Las cortinas de la historia de la historia…







LOS MAGOS NEGROS DE LA LUZ Y DEL TIEMPO.










Lejos de parecer anecdótico el cambio de calendario revolucionario, en breve depuesto, es el punto de inflexión hacia una globalización de medidas que llega hasta nuestros días. El control total de las distancias y del tiempo por parte de aquellos que han impuesto, bajo decretos gubernamentales, bulas y golpes de Estado el dominio imperceptible de las voluntades y destinos de las gentes. El cambio de calendario de juliano al gregoriano, también posee un proceso curioso-ritualístico que escapa a la vista rápida y conformista que nos han creado.

La problemática surgió cuando en las altas estancias vaticanas, sus rituales equinocciales y de solsticios, estaban dejando de ser “eficientes” (ironizaremos un poco).
  

No acababan de cuadrar las fechas religiosas con el calendario civil. Algo extraño sucedía. El Papa Gregorio XIII, en sus ansias reformadoras, puso manos a la obra a sus astrónomos y matemáticos, para lograr un “equilibrio” entre los astros y el cómputo civil del tiempo. En esos momentos, el Papa, había puesto al frente de los seminarios formadores de los futuros sacerdotes al servicio de la iglesia a la Compañía de Jesús. El nuevo calendario se basaría en unos cálculos del astrónomo Luigi Lilio, y apuntalados tras su muerte en 1576, por el jesuita alemán, Cristopher Clavius.



La Torre de Los Vientos, sobre los muros del patip Belverede del Vaticano



Para la realización de los cálculos solares se hizo erigir la “Torre de los Vientos” en los muros del patio Belverede, en el Vaticano, de 73 metros de altura, proceso que duró dos años y finalizó en 1580. El proyecto de medición se encargó al nuevo astrónomo papal, EGNAZIO DANTI (1536-1586). Este interesante personaje ya había trabajado privadamente en un proyecto cosmográfico durante doce años para Cosme de Médici, en el ‘Palachio Vecchio’ de Florencia. Realizó más de 30 mapas de todo el mundo conocido en una estancia cerrada, donde presidia un globo terráqueo, realizado por él, y para “disfrute” de esta saga familiar. Dominaba perfectamente el “arte de la gnomónica”, como así lo demostró en Florencia, en Santa Maria de la Novella, imitando un siglo después la meridiana de Toscanelli, no muy lejos de allí, y en Bolonia, en la iglesia de san Petronio.


La "Sala della Meridianna"

Danti, ideó una serie de pinturas en las estancias de la torre donde plasmarían estudios sobre los vientos, los cielos, la tierra y las estaciones, tanto teológicos como seculares. Las pinturas fueron realizadas por especialistas decoradores ilusionistas, como Cristóforo Roncalli, alias “POMARANCIO”, y sus colaboradores. La sala principal fue la “Sala della Meridiana”. Allí se grabó en el suelo una línea meridiana a exactamente 1º y 10 minutos con la diferencia calculada del desfase del calendario. En la pared sur de la sala se había plasmado un fresco con un agujero gnómico situado a 5 metros de altura. La pintura está dedicada a un pasaje de los evangelios donde Jesús, calma los vientos y las aguas, para llegar a tierra en la barca con sus discípulos:



Jesús calma la tempestad


Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 
Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 
Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 
Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

                                              Marcos 4:35-40 


Ángel con "sorpresa"



El pasaje habla de “un pasar al otro lado” con pruebas de fe y de dominación de los elementos como el agua y el aire por parte del “maestro”, silenciando a estos, con muestras de duda de sus “aprendices”. Es justo por la boca de un ángel por donde sale “el rayo de luz” equinoccial para fijar la “esfera solar” y atrapar a la LUZ en un rito que ya hemos visto con anterioridad. La luz, el fuego, el conocimiento adquirido por los maestros, es el que domina en unos determinados momentos del tiempo, marcados también por los astros, a los elementos. Una suerte de magia ancestral que viene siendo utilizada para impulsar determinados 

“cambios” en la sociedad.


"Secuestro del Sol"



El cálculo solar en la nueva estancia de la ‘Sala della Meridiana” vaticana se llevó a cabo mediante el equinoccio de primavera. Se “guio” al Sol por el camino que seguía la línea meridiana trazada por el “mago Danti” hasta el círculo marcado para “atrapar” esa luz equinoccial. Un ritual que simboliza el “conocimiento” sobre los elementos. Un deseo de dominación sobre ellos, que puede simbolizar un deseo de dominación de los designios y las voluntades sobre las gentes. ¿magos negros?


Representación zodiacal en el techo de la "Sala della Meridiana"



Aquel equinoccio de primavera correspondió con el 11 de marzo, u 11 del 3, u 11-3 (33). ¿Recuerdan algunas desgracias relacionadas con esa fecha? Se tenía constancia que el año del concilio de Nicea (325), el equinoccio primaveral fue el 21 de marzo, como correspondería con cualquier calendario civil bien realizado. Según los estudios recientes en la fecha del cambio gregoriano, cada día se retrasaban 11 minutos y 14 segundos. 
. Había una diferencia de diez días entre el calendario oficial y el astronómico. Hechos los cálculos “ritualísticos” por jesuitas y demás “magos”, Gregorio XIII dicta la bula papal “INTER GRAVISSIMAS”(24 de Febrero de 1582), que fijará el cambio de fecha del nuevo calendario para el 4 de Octubre de ese año. “Saltarían 11 días” hasta el 15 del mismo mes. En principio, se pensó como fecha del final de las cosechas, pero este periodo de “equilibrio” del signo de Libra esconde algunos curiosidades numerológicas. El 24 de febrero, fecha de la bula, sería el día 55 del año. En esa fecha, quedarían 311 días (3-11) para finalizarlo los años bisiestos. El día de San Francisco de Asís, el 4 de Octubre, correspondería a la marca de los últimos 88 últimos días del año, mientras que el 15 de ese mes, y comienzo del calendario gregoriano, marcarían los 77 últimos días.

La demostración de domino de astrología, astronomía, cabalística y la utilización de representación mitológico-religiosa con respecto a dicho domino, no hacen más que dirigir conclusiones hacia un uso “más allá” de lo aparente de estos cambios. Como pequeña muestra comentaremos la anterior grandilocuente imagen que se mostraba en la pared de entrada de la antigua basílica de San Pedro. Se trata del fresco del pintor GIOTTO (1267-1337) “La Navicella”. Este mosaico de casi 10 metros de largo mostraba al hijo de Dios caminando sobre las aguas e iniciando a Pedro, el discípulo “elegido” para construir su iglesia, en el dominio de los elementos.



Entrada de la antigua basílica del Vaticano con "La Navicella" en la pared central


Jesús anda sobre el mar

En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.

Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

                                                                   Mateo 14:22-33


Otra muestra, esta anterior, hacia 1313, de la importancia de representar iniciaciones ocultas bajo el ilusionismo de los magos-artistas. De paso, plasmar que es la Iglesia y sus “jefes” los que tienen el poder de lo sobrenatural y de administrarlo. El siervo, el deber de obedecer sin dudar.

El arrebatar ese dominio de los elementos, por grupos de alquimistas, bajo el manto de la nueva ciencia, es promovido por grupos de poder económico. Guerras entre los “de toda la vida” para hacerse con un control beneficioso sólo para unas minorías. Poner los medios que hiciesen falta para que las manzanas golpearan los cerebros de los sabios en pro de ese conocimiento oculto para unos pocos. Muchísimo beneficio para los de siempre, escaso para la gran mayoría.



Un ejemplo de ocultación simbólica de un “control del conocimiento” es el experimento de la descomposición de la luz por parte de Isaac Newton. La luz procedente de los astros, que aparece blanca, es compuesta por diferentes colores. Esto sucede al atravesar por diferentes medios. Al pasar Newton esa luz por un prisma de cristal, se descompone en colores y sale dispersada. Pero al hacerla atravesar, esa luz descompuesta, por otro prisma invertido en su posición, la luz vuelve a componerse en luz blanca conjuntada. La idea es “apresar la luz del cielo”, el conocimiento. Descomposición alquímica en forma de pirámides, una hacia arriba, otra invertida, aludiendo a lo ancestral de ese saber.  




No en vano, el término PIRÁMIDE descompuesto es bastante clarificador. “PYR”, en griego significa “FUEGO”(o conocimiento); “MET”, en egipcio es “MEDICIÓN” (o control). Tendríamos “MEDIDA DE FUEGO”; o para nosotros los profanos, “CONTROL DEL CONOCIMIENTO”.





Me viene a la cabeza elucubradora el nombre de PROMETEO, que etimológicamente es “PRO” (antes) y “MITIS” (sabiduría), algo así como “el que piensa con anticipación”. Ya… pero visto que siempre simbolizan a este semi-dios con “arrebatar el fuego-conocimiento a los dioses para ofrecérselo a los humanos” (¡mentira, no creáis en los reyes magos!) lo podríamos ver como PRIMERA SABIDURÍA CONTROLADA. Harto curiosa es la mitología y sus escondrijos simbólicos.

La esfera de LUZ homenaje al "mesías" Newton

La mitificación de Newton como nuevo mesías científico llegó muy pronto. Concentraron en su figura los “nuevos saberes”. Ejemplo es el proyecto de mega-monumento que ideó el arquitecto francés Étienne-Louis Boullée (1728-1799). Un cenotafio (monumento funerario sin cuerpo) dedicado al científico-alquimista-ocultista inglés. 150 metros de esfera de la que exteriormente sólo se vería la mitad superior, quedando la inferior sujeta mediante anillos perimetrales. Dentro estaría hueca, con un sarcófago representando al cuerpo de Newton, en el punto de conexión de la esfera con la tierra. Estaría perforada por agujeros que dejarían pasar la luz diurna. Una enorme lámpara colgante para iluminar la gigantesca esfera de noche y convertirla en una especie de planetario. El proyecto nunca se llevó a cabo, pero plasmaba también, esa obsesión por “atrapar la luz” y encerrarla para unos pocos. Eso sí, “iluminando” desde la cripta ese “conocimiento” hacia la humanidad con nocturnidad, y poquito… sólo por unos agujeritos, no sea que nos atragantemos de conocimiento.

El gran maestre Mitterrand y su pirámide "con premio"


Como ejemplificación más contemporánea del dominio de estos saberes por parte de las élites nos fijaremos en la creación de una línea Ley o de poder. Lo que parece un intento de creación de energías de manera artificial. Nos trasladamos a la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa. La Francia y el proyecto personal de su presidente, François Mitterrand, masonazo del 15 (o del 33, en este caso). La distancia sería desde la pirámide inaugurada para la ocasión en la entrada al museo del Louvre de París hasta el Gran Arco de la Défense, también listo para el proyecto-línea. El resultado en millas náuticas (o las que parecen una medida ancestral terrestre) es de 4,40. Recordando los 440 codos reales de la base de la Gran Pirámide. Ya tenemos el factor proporción “mágica”.





Empecemos por la pirámide de cristal del Louvre, que no es una pirámide sino un octaedro, puesto que bajo el suelo de la misma hay otra pirámide invertida que “ilumina” el interior del lugar. Tras la estatua ecuestre de Luis XIV, el “rey Sol”, que fija la línea central del “eje histórico”, encontramos una pirámide invertida que penetra la tierra, un elemento. Recordemos un poco la descomposición de la luz experimentada por Newton al pasarla por la primera pirámide-prisma y la vuelta a la materialización de la misma pasando por el segundo prisma-pirámide invertido. Comienza el control de los elementos. Visualmente también es perceptible este octaedro debido a los estanques de agua adyacentes a la pirámide de cristal que realizan la labor de espejo. Otro elemento dominado.

 Seguimos observando el modesto, en altura, arco del triunfo del Carrusel. Erigido por orden de Napoleón en 1808. Desde allí se puede observar la perfecta alineación con el resto de monumentos del eje. Los caballos de la cuadriga que están en lo alto del arco son copias de originales griegos de bronce dorado del siglo IV a. C. que venían del Templo de Apolo, portador del Sol, de Corinto (guiño a la luz). 






La pirámide inversa, el arco y la forma de los jardines adyacentes tienden a verse, a vista de pájaro, como la figura de un escarabajo alado (con algo de imaginación elucubradora, todo sea dicho) que se representaba en el antiguo Egipto y que simboliza el impulso del Sol en alegoría iniciática de la vida.


De allí, la línea atraviesa los jardines de las Tullerías, creados por orden de la reina María de Médicis a mediados del siglo XVI, hasta llegar a la Plaza de la Concordia. Aquí, el eje atraviesa el Obelisco del Templo de Lúxor, hermano del otro sito en su lugar original. Ambos procedentes de las canteras de Asuán. Colocado ahí por orden del último monarca francés, Luis Felipe I, en 1836. La colocación del piramidión en su cumbre, con láminas de bronce y oro, con la base y el pedestal, lo llevan hasta una altura de 33 metros.


La línea sigue su recorrido por la avenida de “Los Campos Elíseos” cruzando el Gran Arco del Triunfo de la Plaza de la ESTRELLA (ahora de Gaulle), donde convergen hasta 12 calles y avenidas, ideadas por el barón Haussmann, para la organización del nuevo París del siglo XIX. Ordenada su construcción por Napoleón, no se inauguró hasta 1836. Sus 50 metros de altura y 45 de ancho dan cabida tanto a la tumba al soldado desconocido, como a diversos pasajes de la historia de Francia en sus relieves. El obelisco de la Concordia y este arco se inauguraron en 1836 con una diferencia de 88 días y una distancia de unos 2,2 kilómetros. Muy redondito (29/7 al 25/10).



A partir de aquí, comienza la avenida Charles de Gaulle hasta cruzar el Sena por el puente de Neuilly y llegar al centro financiero de París. Dejando multitud de rascacielos a los lados para llegar al enorme cubo de 111 metros de altura que es el Gran Arco de la Defénse, donde finaliza la línea Ley del Eje histórico de París. Este es un cubo dentro de otro cubo, un teseracto, o hipercubo de cuatro dimensiones El matemático de la Universidad de Oxford Marcus du Sautoy explica su impresión del gigantesco cubo:

“Me ha parecido misterioso el estruendo del que allí sopla y que parece querer aspirarte hacia el centro del arco. Tan persistente se ha hecho este viento que los diseñadores han tenido que levantar un dosel bajo el arco para frenar la corriente del aire. Es como si, al haber construido una sombra de un hipercubo en París, se hubiera abierto una puerta hacia otra dimensión.” Control del elemento aire. Pero también veremos el control sobre el tiempo de estos arquitectos del engaño que han sido sus creadores.

Tanto la Pirámide del Louvre, como el Gran ARCO-CUBO, fueron escogidos por el Gran Maestre Mitterrand. El arquitecto de la pirámide fue el ya reconocido Ieoh Ming Pei. En cambio, para el Gran Arco, se fijaron en el desconocido danés Johan Otto von Spreckelsen. Aquí pusieron al frente del proyecto a un apasionado confeso de la futurología, el asesor del Tribunal de cuentas, Serge Antoine (había que estar hábil con las fechas para que todo cuadrara).

Luciferina puesta de Sol parisina en Walpurgis


Y parece que alguien “echó las cartas” a los monumentos. La pirámide del Louvre fue inaugurada por el presidente francés el 29 de marzo del año del bicentenario revolucionario (1989). El hipercubo tetradimensional del otro extremo del eje-línea Ley se inauguró 111 días después (18-7-1989), coincidiendo con los 111 metros de altura. Les estaba quedando chula la recta. También se produce una extraña coincidencia en el giro con respecto al eje de los Campos Elíseos. El eje del Palacio del Louvre está girado 6.3º hacia el Oeste con respecto a los jardines de las Tullerías y demás enclaves. La Pirámide de Ming Pei, también. Lo raro es que el Gran Arco de la Defénse también está girado 6,3º sobre este eje, en este caso hacia el Este. Teóricamente lo hizo así el arquitecto danés para darle profundidad visual al hipercubo. Parece un efecto como queriendo jugar con el tiempo, el espacio y la luz. La puesta de Sol en relación a este eje-línea Ley en el día de Walpurgis, o primero de Mayo, parecen converger en ese punto.  



Al comienzo y final de la línea Ley se ponen de manifiesto los sólidos platónicos del octaedro y el cubo. Timeo y Platón, en su diálogo asocian estas figuras geométricas a los elementos. La pirámide (o tetraedro) la asocian con el fuego (o conocimiento). En este lugar es la parte visible, representaría al “conocimiento que está a la vista”, pero fuera de ella forma el octaedro con su pirámide inversa justo debajo. El octaedro es asociado con el elemento aire, cuya figura se hace “visible” aparentemente con las aguas circundantes a la construcción. Un juego de figuración que conecta con la figura hipercúbica del final. Si las unimos y trazamos un poliedro empleando los vértices el centro de las caras de un sólido platónico se obtiene otro sólido platónico. Se llamaría poliedro dual o conjugado. El poliedro conjugado de un cubo es un octaedro; y el poliedro conjugado de un tetraedro es otro tetraedro. Nos faltaría la relación del icosaedro, relacionado con el agua (aunque aparezca el elemento en juego) y del dodecaedro, el elemento relacionado con la forma utilizada con Dios para la creación del Universo.



Estos “sabios” de la revolución quedaron plasmados en los hierros del otro monumento conmemorativo por excelencia de París, la Torre Eiffel (1889). Se escogieron 72 sabios que “escribieron” la historia científica de Francia en ese último siglo. Entre ellos estaban el maestro expoliador de Gaspard Monge y Delambre. No se sabe si tiene relación con los 72 sabios enviados por el sumo sacerdote de Jerusalén para “traducir” la biblia hebrea al griego koiné para su difusión, allá por el siglo III antes de Cristo y que vimos al principio. Reescritores de la historia, como no va ser casual al final lo del numerito 72.


Nos faltarían un par de menciones del interés de los “grandes magos”, que atesoran esa sabiduría ancestral, por cartografiar incluso de manera espectral todos los detalles del firmante estelar. En 1887, el papa León XIII, ordenó reabrir la Torre de los Vientos y colocarle un poderoso telescopio para fotografiar las estrellas. El proceso siguió con la “computabilización” de los astros “a mano” por cuatro monjas dedicadas en cuerpo y alma, durante 11 años entre 1910-1921, de casi 500.000 estrellas (paciencia, divina paciencia).

Uno de los dos espectómetros apodados "L.U.C.I.F.E.R."
Telescopio Binocular del Monte Graham (Arizona)

El último dato es la financiación (del 25%) por parte del Vaticano del Gran Telescopio Binocular situado en el Monte Graham, en Arizona (EE.UU), también conocido durante un tiempo como telescopio “LUCIFER”. Aunque el nombre no es propiamente del conjunto, LUCIFER proviene del acrónimo de "Large binocular telescope near-infrared Utility with Camera and Integral Field unit for Extragalactic Research", que en español sería algo similar a "Unidad en el infrarrojo cercano del Gran Telescopio Binocular con cámara y unidad de campo integral para la investigación extragaláctica". Son dos espectógrafos que permiten DESCOMPONER la LUZ de los objetos astronómicos, medir sus longitudes de onda, analizar sus desplazamientos, temperaturas…controlar todo lo que suceda en “allende la Tierra”. Un grupo de científicos jesuitas son los encargados del trabajo perteneciente a la parte financiada por la Santa Sede (los encargados de lanzar las manzanas sobre los nuevos Newton). El Gran telescopio de Gran Canaria posee otro espectógrafo que lo llaman OSIRIS (asesinado, descompuesto y vuelto a la vida como señor del más allá). Unos cachondos… o puede que no.



Este dominio de la luz y el tiempo por parte de estos magos de la ciencia llevaría a suplantar las medidas físicas del espacio a gran escala. la Conferencia General de Pesos y Medidas celebrada en París hace una nueva definición del metro como la distancia recorrida por la luz en vacío durante 1/299.792,458 segundo. Otra medición natural… ahora miremos las coordenadas de latitud de la Gran Pirámide: N 29,979. La casualidad elevada a la milésima.



¿Para qué querría el Vaticano investigar todos los secretos del Universo? Puede que una respuesta nos vendría dada en lo acontecido con la financiación encubierta del “descubrimiento” del Nuevo Mundo. La información es poder. Ser los primeros en conseguirla. Retenerla para sacarla en el momento adecuado controlando los tiempos, las voluntades sociales y parte de las riquezas otorga una ventaja de muchos años, como hemos visto. La utilización de esas medidas “mágicas” o proporciones escapa, de momento, a nuestra comprensión. Una cosa tengo clara, en manos de quienes está su uso no lleva a un fin filantrópico, ni mucho menos. Estas redes de medidas, tengan o no, un efecto real, pretenden ser un medio para llevarnos a un uso cuasi religioso de la Ciencia y, por el contrario, a una deshumanización del hombre. Hemos intentado descorrer muchas de las cortinas de la historia de la historia, no todas obviamente, en relación a la fragmentación de dichas mediciones y su número común divisor, ese que se va arrastrando a lo largo de los milenios y que se oculta como medida universal, no natural. Es proporcionada entre las medidas naturales por magos oscuros para el servicio de turbios dueños. Es el 666 el que nos muestra “LAS MEDIDAS UNIVERSALES DE “LUCIFER”. Las suyas, que no han de ser las nuestras.



Para finalizar esta breve investigación, un pequeño fragmento de las “Constituciones de Anderson” de 1723, que marcaban las reglas de los primeros francmasones, y que nos muestra que nunca han tenido la menor intención de ofrecer toda esa sabiduría heredada y para quiénes han trabajado siempre.   



 “En las comarcas entre el Tigris y el Eufrates florecieron después muchos eruditos sacerdotes y matemáticos, llamados CALDEOS y MAGOS que preservaron la noble Geometría, y los reyes y magnates estimularon el Arte Real. Pero no es prudente hablar con más claridad de este asunto a no ser en una Logia regularmente constituida.”



Pues eso, que la PRUDENCIA está para saltársela, como el BARRO de los caminos.







Bibliografía:

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