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sábado, 28 de septiembre de 2024

LOS REYES DEL TIEMPO: "EXPOSITIO".

 

LA LEYENDA DE LAS ESTRELLAS ERRANTES Y LOS REYES DEL TIEMPO (PARTE III)

 



LOS REYES DEL TIEMPO. (EXPOSITIO)







CAPÍTULO I:

SIGILLUM INFERNI, PORTA CAELI VEL APPARATUS TEMPORIS? (¿SELLO DEL INFIERNO, PUERTA DEL CIELO O ENGRANAJE DEL TIEMPO?)







«Lo que es una piedra para el hombre ordinario, es una perla para el que sabe». 

                                                                                Sabio sufí Jaladud'din Rumi.



El monarca más poderoso del planeta, Felipe II, muere la madrugada del 13 de Septiembre de 1598 después de una larga agonía de 53 días en la que según su consejero, fray José de Sigüenza, se sentía "asado y consumido del fuego maligno que le tenía ya en los huesos", con dolores tan intensos que le produjeron no poder moverlo, lavarlo o cambiarlo de ropa. Esto le supuso morir entre olores pestilentes y nauseabundas llagas, al que por contra se le conoció en vida como "la persona  más limpia y aseada que ha habido sobre la Tierra". Ese día hacía justo 14 años de la colocación de la última piedra de El Escorial, la gran construcción del monarca, otro 13 de Septiembre. La interacción de 13-14-13, tal como la fecha de la muerte de Dante Alighieri, la noche del 13 al 14 de Septiembre de 1321, nos hace entrever un ritual de muerte y renacer, renacer y muerte, para nada casual. ¿Habrá más ciclos rituales entorno a este monumento y estas fechas u otras? Veamos.

Continuemos con la muerte de Felipe II y la curiosa leyenda de la elección de la madera del ataúd. La realizó él mismo 5 años antes de su agónico final, cuando en una estancia en Lisboa, Portugal, de la que era soberano desde 1580, se encontró con unas maderas que eran los restos del galeón llamado "Las 5 llagas", por las heridas de Cristo durante la crucifixión. Este barco hacía "la Carrera africana de la India" hasta Goa, la capital de la India portuguesa. Fue construida de madera de teca, que en aquellas tierras lo llamaban "árbol de la vida". Lo que quedó de ese majestuoso barco varado a orillas del Tajo, sirvió de refugio a mendigos y "otras gentes de mal vivir". La enorme y recta quilla del galeón fue desmontada y portada hasta El Escorial, donde se procedió a la elaboración, con esa amarillenta madera, del real ataúd y dos cruces que pasaron a decorar el Real monasterio. 



El soberano de casi medio mundo conocido, preparó su tránsito al mundo de los muertos rodeado de reliquias de santos, muchas venidas desde zona alemana, donde los católicos quisieron ponerlas a salvo de los "herejes" calvinistas, y de unos curiosos cuadros de un pintor flamenco conocido como El Bosco, donde pinturas como "La Mesa de los Pecados Capitales" o "El Jardín de las Delicias", le acompañaron en sus últimos momentos, en una especie de ritual preparatorio antes de la muerte, una meditatio mortis. Ordenó desplegar el tríptico de la segunda obra, donde en el panel dedicado al Edén, figura, justo en el centro geométrico, una lechuza que asoma del interior de una fuente rosa. La visión en la oscuridad de esta ave nocturna la convirtió en un símbolo de las almas recién fallecidas en varias culturas. El psicopompo, del griego "psycho"/ alma y "pompós"/ guía que vimos en la primera parte de esta investigación acompañar al hombre en esos tránsitos de paradigmas históricos simbolizado por la figura del "mensajero mercuriano".

Cuando llegó su hora, esa madrugada del 13 de Septiembre, se amortajó al monarca envolviendo sus restos en una sábana blanca y una sencilla cruz de palo colgada de su cuello. La caja mortuoria forrada de blanco por dentro y de negra tela por fuera se depositó en otra de plomo. Las formas, medidas y rituales para esa ceremonia fueron dictadas por el monarca; incluso la cuarentena de días de luto oficial en la que prohibió toda clase de diversiones. Esas referencias de quinarios de años y llagas, con su sufrimiento a la hora de la muerte, la madera del árbol de la vida, la dualidad del blanco y negro y el plomo, nos hacen ver una metáfora alquímica de su muerte y renacimiento en el más allá. Un ritual de muerte propia de un faraón. ¿Pero el gran monarca defensor del catolicismo no podía resultar un practicante de ritos mágicos y estar al servicio de fechas cabalísticas paganas y otras liturgias ocultistas? ¿Qué no? ¡Vaya que no! Conozcamos un poco sobre su vida.

A Felipe II nos lo presentará el astrólogo Matías Haco, quien en 1549 le preparó su Horóscopo Oficial conocido como el "Prognosticón", el cual era consultado con frecuencia durante toda su vida. Esta obra se conserva en la Biblioteca del Escorial. En esa carta el astrólogo dedica el texto a loar al futuro Emperador y plasmar la connivencia de la casta sacerdotal al servicio de los representantes del poder :

"Dedicado al Serenísimo y muy Poderoso Príncipe Felipe de Austria, Príncipe de las Españas y de las Dos Sicilias, un Clementísimo Señor:

Puesto que, Serenísimo Príncipe, nada conviene del mismo modo a los generosos reyes como el afán de conocer doctamente -como dijo el sabio filósofo- la esperanza que debemos abrigar sobre nuestro Príncipe, resplandece ya en el acerbo de nuestros eruditos. Ciertamente, este argumento me motiva bastante, ya que, en mi opinión, Tu Majestad, no sólo tiene en consideración y practica las buenas ciencias teóricas sino que también las sabe degustar. Esta circunstancia proporciona a todo el Orbe una gran esperanza y consuelo para siempre, desde antiguo, los Reyes tenían por costumbre honrar los trabajos de los estudiosos, y, con ellos la antigüedad mostraba que los Príncipes habían sido otorgados a los humanos por inspiración divina, como dioses de los pueblos y salvadores de los Estados; del Dios inmortal, son el único refugio y asilo de los valores humanos, de las ciencias y de toda dignidad."

Según el astrólogo, y muy "pelotísimo" lacayo, en el momento del nacimiento de una persona, mediante el estudio de la posición de los cuerpos celestes, no solamente puede predecirle el futuro en relación a su salud, sino que, y esto es más importante, es capaz de relacionarlo con sus pautas inconscientes del comportamiento, las cuales son inexorables y determinantes y no se pueden controlar; el objetivo del astrólogo, es el de reconducirlas y subordinarlas a la acción consciente y así acabar con su poder incontrolado. ¿Se imaginan el poder que atesoraba el astrólogo de confianza ejerciendo su influencia sobre un rey?  Este cuaderno de terciopelo negro que le elaboró Haco, señaló que: "Su señor de nacimiento es Júpiter, y Saturno, su compañero". Estos dos planetas que calculó en su carta astral, fueron clave en la toma de decisiones importantes a lo largo de su vida

Más no fue el único horóscopo realizado al monarca español. Ya durante su breve estancia en Inglaterra, en su corto matrimonio con su tía, la Reina María Tudor, el conocido astrólogo y mago de la corte inglesa, John Dee, le confeccionó una carta astral al que llegó a ser rey consorte de esas tierras, y en un futuro hostiles hacia sus reinos. El ya, Rey de Nápoles y de Jerusalén, por gracia de su padre, el muy católico monarca, obsequió al mago con un espejo de piedra de obsidiana perfectamente pulida, de procedencia azteca, que tenía como uso esotérico el conectar con entidades del otro lado. Se cree que era utilizado en el culto al dios Tezcatlipoca, "espejo humeante", en idioma náhualt. Años más tarde, el mago inglés se vanagloriaba de que el mismísimo arcángel Uriel le ofreció tan peculiar herramienta atado a una cadena y con instrucciones para realizar la piedra filosofal. Dee confeccionó la fecha de coronación de la nueva reina de Inglaterra, Elisabeth, justo 3 años menos un día después de la coronación de Felipe como Rey de España, el 15 de Enero de 1559. Aquí, parece que los astros le fueron más propicios que los buenos augurios que pronosticó al anterior matrimonio, que se podría definir como una auténtica "cagada cósmica". Que fuera uno de los mayores eruditos en matemáticas, alquimia, astrología y que incluso comenzara a aplicar los cálculos astronómicos utilizando la reciente teoría heliocéntrica, no quita para que uno de los visionarios de la idea de Imperio Británico, fuera también un liante de las altas esferas. La Guerra Mágica había comenzado.


Y que mejor en una "guerra mágica" que contar con el mismísimo rey Salomón, o una recreación de este. La mitificación de la figura de Felipe II fue destacada mucho antes de la construcción de El Escorial, como se cree en apariencia al asociar al mítico rey de Israel, hijo del rey David, con el heredero del Emperador Carlos V. Esta relación se puede datar entorno al año 1549, cuando es erigido un monumento en su honor con una imagen salomónica de su persona en Bruselas, que celebraba su entrada en la ciudad. Su preceptor desde 1541, Calvete de Estrella, lo relató así: 

"Dentro de la cuadra estaban personajes vivos vestidos de insignias hebraicas, que representaban como Salomón era coronado por Rey de Israel por consentimiento del Rey David su padre; los versos allí eran los siguientes: --Vos sois el prudente Salomón, que mandado de vuestro justo padre gobernaréis los reinos que os pertenecen con grandísimo contentamiento de los pueblos.--" 


La relación de Felipe con la figura de Salomón se fue construyendo en Europa a lo largo de su gira de 3 años por las cortes europeas desde finales del 1548 a 1551, exhibiendo escolta de poderío por las posesiones de su padre, el Emperador Carlos V, al que ya se le había otorgado el papel del rey David, y convirtiendo ese denominado "felicísimo viaje" como una propaganda imperial del heredero bíblico ungido por el monarca defensor de la cristiandad. Años después, en 1554, durante su estancia en las Islas Británicas con motivo de su matrimonio con María Tudor, el cardenal y legado pontificio en Inglaterra, Reginald Pole, mediante una metáfora bíblica en el Parlamento de Whitehall, señala a Felipe como el nuevo Salomón que edificaría el Templo de Jerusalén y conseguiría reconvertir al catolicismo al pueblo inglés. Leamos:

"...y entre las cosas que dijo, dijo al Rey que en su primera salida había hecho tan gran servicio a Dios de convertir y reducir este reino a la verdadera y católica religión: y que aunque el Emperador, como su cristianísimo príncipe, había trabajado tanto en juntar materiales y edificar ese templo, que nuestro señor no había permitido que sino que lo edificase y acabase su hijo: como acaeció con David y Salomón; y así se ha visto, pues, en breves días habrá acabado un edificio tan grande, y no de materiales como el de Salomón, sino de ánimas que tan perdidas estaban por mal ejemplo y doctrina." (Transcripción a castellano moderno.)

El discurso fue recogido por cortesanos españoles. Su fuente se recoge en concreto en el Paralipómenos 22, 6-19: "Dios había escogido a Salomón, el hombre de paz, para edificar su Templo prefiriéndolo a su belicoso padre, el rey David." El Emperador Carlos, de hecho, se hizo grabar la escena de la lucha con David y Goliat en una de sus más famosas armaduras. El "salomonismo" no fue un concepto nuevo exclusivo en la figura de Felipe, sino que tuvo su origen en el Renacimiento italiano y aprovechada por la propaganda imperial. Esta relación de David, el guerrero, y Salomón, el sabio y pacificador, con Carlos V y Felipe II es muy conocida en la historia. No así lo que vamos a analizar. 

Desarrollemos esas posibles recreaciones de los reyes bíblicos encarnados en los monarcas más fuertes de la cristiandad con dataciones históricas contrastadas y los tiempos y ciclos que hemos detallado con anterioridad, en referencia a los reyes de Israel y su cuarentena de años. Decir que hasta la fecha de este escrito no hemos hallado ninguna comparativa en años de esta recreación. Como vimos con las supuestas fechas de los reinados y duración estimada de los estudios por los expertos en las escrituras del denominado Antiguo Testamento, podían variar uno o dos años arriba o abajo de duración de esos gobiernos. Se sobreentiende o se da por hecho el ciclo de 40 años, aunque no sea del todo preciso. Ya anticipamos que la comparativa resultará mucho más exacta de lo que en un principio intuimos y que nos llevaron a encontrar más personajes recreados y una alucinante alineación de enclaves históricos fuera de cualquier tipo de duda (esto a las alturas llegadas ya no nos pilla por sorpresa).

El nieto de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, por una parte, y del Emperador del Sacro Imperio Germánico, Maximiliano, y de María de Borgoña, por otra, Carlos de Gante (1500-1558), fue coronado rey de España, como Carlos I, el 14 de Marzo de 1516 hasta su abdicación en favor de su hijo, Felipe, cuya coronación se produjo el 16 de Enero de 1556, casi, casi 40 años después, apenas dos meses faltaron. Recordemos que el rey David "7 años reinó en Hebrón y 33 años reinó en Jerusalén"; pues bien, se da la circunstancia histórica de que Carlos no llegó de forma definitiva a España hasta Septiembre de 1522, unos 6-7 años desde su coronación, con más ausencias que estancias, como David, en Hebrón, centrando su gobierno desde España los próximos 33 años, como el segundo monarca del Reino Unido de Israel, en Jerusalén.

El biznieto de todos estos e hijo de la supuesta "recreación" del bíblico David, el "salomónico" Felipe II (1527-1598), reinó desde esa fecha de 1556 que hemos visto, hasta su muerte en El Escorial el 13 de Septiembre de 1598, 42 años, algo más de los oficiosos 38, del 966 al 928 antes de Cristo, "y los días que Salomón reinó en Jerusalén fueron 40 años", que marcan las sagradas escrituras del judaísmo y el cristianismo sobre el tercer monarca del Reino Unido de Israel. Pero fijemos la vista a las fechas de la muerte de padre e hijo. Del fallecimiento de David / Carlos V en su retiro en el monasterio de Yuste el 21 de Septiembre del 1558, al óbito de su hijo Salomón / Felipe II el 13 de Septiembre del 1598 distan unos días de la exacta cuarentena de años. Vaya. ¿Pero y el primer rey unificador de ese Reino de Israel, Saúl, dónde quedaría para completar el ciclo de los 120 años reflejo de aquella figura fundadora de Moisés?


Nos iremos hasta el último cuarto del siglo XV, cuando Isabel
 es proclamada reina de Castilla el 13 de Diciembre de 1474, otro "idus" 13, haciendo uso de la legitimidad de la Jura de Toros de Guisando, un lugar muy peculiar del que hablaremos en breve, donde fue nombrada como heredera al trono seis años antes. Junto a su ya entonces marido, Fernando, que se proclamó rey de la Corona de Aragón el 20 de Enero de 1479, fueron los responsables de la fundación del Reino de España con esa unión de los principales reinos de la península. Los nombrados por la Santa Sede con el título de Reyes Católicos, reinaron desde 1474 hasta 1516, con un paréntesis desde la muerte de Isabel I el 26 de Noviembre de 1504, con el breve reinado en Castilla de su yerno Felipe I, el Hermoso, y la primogénita de estos, Juana, la Loca, hasta el 25 de Septiembre de 1506, cuando el "oportuno" fallecimiento del rey borgoñés, 668 días después, y la inhabilitación mental de Juana, hizo volver a Fernando, el Católico, como regente del reino de su esposa hasta su muerte el 23 de Enero de 1516Poco menos de 40 años, sin contar con ese periodo hasta su vuelta a Castilla. 

Nos encontramos, pues, con 3 cuarentenas de años como hecho fundacional de "las Españas", tal como los Saúl, David y Salomón simbolizan en la unificación del reino de "el pueblo elegido". Una recreación de este en los albores de la Edad Moderna, dejando atrás la mal considerada, oscura Edad Media con su desaparecido Imperio Romano de Oriente y señalando un Nuevo Imperio que parecía designado por Dios con el descubrimiento de nuevos territorios y la apertura de nuevos caminos para la humanidad. Pero una recreación tan importante debería de tener otro tipo de factores temporales que lo unieran a unos determinados espacios, donde sacralizaran esas vidas de los monarcas y conectaran esa trascendencia de recreación histórica a través de sus territorios. Esos emplazamientos bien podrían ser aquellos destinados al descanso eterno de tan gloriosos reyes, cuyos linajes habían sido escogidos por voluntad divina, o al menos eso hicieron creer. A buen seguro que no nos equivocaremos si sabemos mover el engranaje del tiempo y guiar a una regla imaginaria que nos señale los lugares adecuados.   

Encontramos la carta de privilegio de fundación de la Capilla Real de Granada, lugar escogido por los Reyes Católicos como depositario de su perpetuo reposo, datada el 13 de Septiembre de 1504, un par de meses antes de la muerte de Isabel. Pero la primera opción de los monarcas fue en el convento franciscano de San Juan de los Reyes en Toledo, construido para la ocasión y siendo uno de los templos más ostentosos, con mejor ornamentación de la época y el mayor erigido durante su reinado. Este suceso hizo generar graves desavenencias con el cabildo catedralicio de Toledo por los privilegios que suponía albergar la morada eterna de tan reales restos; prebendas que no obtuvieron ninguno de los dos lugares, puesto que tras la conquista del Reino de Granada, decidieron instalar en su capital un símbolo de la victoria definitiva en la cruzada contra los musulmanes en la península. Toledo simbolizaba la capital del reino hispano unificado bajo el cristianismo en época visigoda, y su conquista, en 1085, significó retomar la idea de unidad cristiana frente al islam, y Granada, la nueva Toledo que marcaba el fin de ese proceso.  

¿El 13 de Septiembre, otra vez? Podemos considerar que en esa fecha de 1504 se iniciaba la construcción de un eje de mausoleos reales de la nueva dinastía fundada por estos Reyes Católicos y que culminaría dos generaciones después con la finalización de la definitiva sede de los restos de los futuros reyes de España, El Escorial, el 13 de Septiembre de 1584dos cuarentenas de años exactas (80 años). Teníamos, además, la fecha de la muerte de la "encarnación" de Salomón, aquel 13 de Septiembre de 1598, 94 años (9+4=13) desde el 1504, un total de 34.333 días y 14 años después desde la colocación de la última piedra del mausoleo de los Austrias. Un principio y un final en el tiempo. Hora de mirar el engranaje de los cielos






Ese día de la carta de fundación del proyecto, amanecía con una conjunción del psicopompo de los cielos, Mercurio, junto a Venus, asomando por el horizonte. El guía del umbral entre este mundo y el otro, acompañado de la fertilidad, la armonía y la belleza. La Luna se encontraba en una incipiente fase de crecimiento. Este hecho lo valoramos porque es remarcado por algunas voces relevantes de la astrología en cuanto a que una construcción o proyecto de relevancia debía ser iniciado en Luna Nueva y finalizado en fechas de plenilunio. Esto no siempre se cumple, ni mucho menos. En estas ocasiones los astrólogos parecen no tener en cuenta otros engranajes utilizados por los "titiriteros" para marcar y velar determinados acontecimientos siguiendo sus particulares rituales. En ese año de 1504 se produjo lo que conocemos como Gran Conjunción, que es una aproximación visible en los cielos entre los dos planetas gigantes, Júpiter y Saturno, siendo su punto máximo el 25 de Mayo de ese año en la constelación de los Gemelos, y viajando alejados ya en el Cangrejo, en aquel 13 de Septiembre, justo 111 días después ¿Será un patrón en este juego de tumbas de tronos? 

El próximo engranaje será el de las localizaciones y alineaciones terrestres. Marcaremos geográficamente en un inicio los enclaves de Toledo: San Juan de los Reyes y la Catedral que ostentó la primacía eclesiástica de Castilla y luego de España. El convento franciscano construido para ser la futura sepultura de Sus Católicas Majestades, como hemos visto, se desmarca del lugar donde descansaban varios de los regentes de Castilla con la Capilla de los Reyes Viejos, iniciada esta por Sancho IV, en el 1289, o la Capilla de los Reyes Nuevos, en la misma Catedral, iniciada por el primero de los monarcas castellanos de la dinastía de los TrastámaraEnrique II, el Fratricida, que murió en 1375. Remarcar que hubo una desambiguación de los restos reales construida por el padre de Sancho IV, Alfonso X, el Sabio, en la Capilla Real de Sevilla, cuya conquista fue llevada a cabo por el padre de este, Fernando, el Santo, en el 1248, en un hecho similar al de marcar la zona como hicieron los Reyes Católicos con Granada.

La Catedral de Toledo está construida sobre la mezquita mayor de la ciudad. Su adaptación al culto cristiano comenzó poco después de que Alfonso VI entrara en la ciudad en Mayo del 1085. La mezquita a su vez estaba construida encima de la antigua catedral visigoda de la que sólo se han podido atribuir restos de una planta de cruz griega, posiblemente del más ambicioso edificio erigido antes de la invasión y asentamiento musulmán en la península ibérica. Se desconoce el culto de los templos situados en la urbe de la Toletum romana, aunque se cree que había devoción especial en la zona por Minerva, Diana y Hércules. Los primeros asentamientos toledanos datan de la Edad del Bronce, con los pueblos carpetanos, de cultos celtibéricos, y que evolucionaron durante la Edad del Hierro. El carácter sacralizado del emplazamiento está fuera de toda duda.





El comienzo de su construcción como catedral es dudosa en su datación oficial. Se ubica entre los años 1226-27, con la presencia de Fernando III, el Santo, y el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada. Tras el análisis de diversas fuentes podríamos fijar la fecha de la primera puesta de piedra entorno al día 4 de Marzo del 1226, día en que se produce una de las 3 conjunciones más cercanas de Júpiter y Saturno de los últimos dos mil años. Unos días antes, la madrugada del 26 de Febrero, Venus se abrazaba a los dos planetas gigantes al salir por el horizonte justo antes de amanecer. Damos por válida, también, la Gran Conjunción en el ritual inaugural de tan simbólico monumento sagrado. 

El primer trazado de las obras corrió a cargo de un misterioso personaje, al parecer de origen francés, al que se le menciona como "Maestro Martín", descubierto en unos documentos eclesiásticos a mediados del siglo pasado. El maestro posterior a este, Petrus Petri (o Pedro Picapiedra), de origen español, y también conocido como Pedro Pérez, que parece ser el responsable de la Capilla de la Santa Cruz de esa catedral, que albergó enseguida los restos de Alfonso VII y Sancho III, lo que más tarde se conocería como la Capilla de los Reyes Viejos, antes mencionada. Los últimos retoques fueron llevados a cabo por los maestros de la familia de origen flamenco, Egas Cueman, con apellidos y nombres castellanizados como los de Hanequín de Bruselas (hoy podría conocerse como el niño de la Jéinequen), que acaba con la Puerta de los Leones de esa catedral, finalizada por su sobrino Enrique Egas, que luego inició las obras de la Capilla Real de Granada. El coro se concibió desde un principio para que estuviera situado en medio de la nave central, sumado a la capilla Mayor, define el núcleo religioso de todo el conjunto monumental. La caja de resonancia que acompaña a las liturgias religiosas actuaría con unas vibraciones considerables dentro de aquellas 5 naves, sostenidas por 88 columnas y afinadas por las 72 bóvedas. 

La elección del emplazamiento para el futuro mausoleo de los Reyes Católicos en Granada se buscó desechando varios lugares; primero la Alhambra, que había sido consagrada en mayo de 1492 como iglesia catedral de la Encarnación. Tres años después, los monarcas decidieron sacar la catedral de ese espectacular complejo situado en una colina y bajarlo a sus pies, al antiguo barrio judío, el Realejo, que se había vaciado con la reciente expulsión de la comunidad hebrea de la península y estaba siendo repoblado por miembros de la nobleza castellana. Tampoco sería el espacio definitivo. En 1499, el todopoderoso cardenal Cisneros tomó posesión de la mezquita aljama de la ciudad granadina, convirtiéndola en devota de Santa María de la O, con bula del papa Alejandro VI (el más famoso de los Borgia) para autorizar el traslado. El encargo de su construcción fue en un principio para el mismo maestro de la Capilla Real, Enrique Egas, que primero tuvo orden de erigir el futuro mausoleo, con advocación a los dos santos Juanes más populares, el Bautista y el Evangelista. Leyendo un fragmento de la carta de privilegios de los reyes sobre esa real Capilla, se deja claro la voluntad de estos de reclamar la obligación de las autoridades eclesiásticas de concederles perpetua y constante ofrenda y oración: 

"(...) especialmente en las capillas donde fueren sepultados por que Nuestro Señor haya misericordia y piedad de sus almas y les perdone sus pecados. Por ende, nos, considerando y deseando esto, acordamos elegir y señalar iglesia y capilla donde, cuando la voluntad de Nuestro Señor Dios fuere(ss de llevarnos de esta presente vida, sean nuestros cuerpos sepultados; en la cual se digan las misas, sacrificios, aniversarios y otros oficios divinos y oraciones. Primeramente mandamos que, en la Iglesia Catedral de Nuestra Señora Santa María de la O de la ciudad de Granada, se haga una honrada capilla. Y ha estar en la dicha nuestra capilla el Sacramento de la dicha Iglesia Mayor delante del cual han de arder perpetuamente para siempre jamás día y noche un cirio de cera y dos lámparas de aceite”.





El resultado de las variaciones de los lugares escogidos para los santos sepulcros reales cambió, de manera inevitable, el futuro emplazamiento del mausoleo de la dinastía de los Habsburgo en España, los denominados como Austrias. Nos referimos a El Escorial; pero poco a poco, vayamos por partes y con minuciosidad, de lo contrario perderíamos el hilo narrativo que estamos construyendo para una perfecta comprensión del asunto. Esos movimientos de unos centenares de metros entre las ubicaciones de ambas ciudades, primero en Toledo, de unos 600 metros de desplazamiento hacia el Este; y en Granada, años después, de otros 600 metros desde la Alhambra hacia el Oeste, en este caso, hasta la Capilla Real. Emplazamientos que clavan los 300 kilómetros entre sí. Curioso. Puede parecer en un primer momento que hubieran movido ciertos engranajes unos escasos grados, más bien minutos y segundos, para calibrar algunos puntos de conexión.



La liturgia de la colocación de la primera puesta de piedra en la catedral granadina se produjo el 25 de Marzo de 1523, día de la Anunciación del Señor (hecho simbólico de vaticinio de gran divinidad), y llevado a cabo por el arzobispo rojas Manrique. De nuevo, se produce una inauguración de sede catedralicia, con proyecto de albergar restos reales, en tiempos de Gran Conjunción; a pesar de que el suceso, en su mayor acercamiento, se dio el 30 de Enero del siguiente año, 311 días después. Pareciera un tanto forzada la alusión a esa fecha, casi una órbita solar terrestre, pero no. Atendiendo a los ciclos de 40 años que estamos dilucidando con estos sutiles periodos de tiempo. Luego lo comprobaremos. El engranaje del cielo nos muestra aquí a un Venus Nuevo en Piscis, acompañando en la penumbra a la vecina Acuario, que estaba gestando con lentitud la magna conjunción de Saturno y Júpiter. La Luna en cuarto creciente pone en evidencia, otra vez, el constructo de Novilunio y Plenilunio del comienzo y fin de gran obra. 

Las variaciones de los encargados de las obras también supusieron un nuevo elemento en los diseños de esos futuros mausoleos, adaptando una vieja costumbre romana a la hora de venerar a los restos de la personalidad y señalarla de manera simbólica como elegida por la divinidad suprema. Para lograr estos fines en la que debería ser el nuevo mausoleo del Gran Emperador y sus descendientes en el lugar escogido, por fin, en la Nueva Toledo, Granada, Carlos V decidió que el responsable de ese proyecto y de la Capilla Real, de la saga de los Egas, carecía de los recursos artísticos suficientes para alcanzar su idea. Despojó a este de su cargo por haberse quedado anclado en los modelos medievales. Y el Emperador, buen conocedor de las nuevas ideas que se estaban realizando en los territorios italianos, decidió nombrar a un burgalés que acababa de llegar de esos lares con los nuevos conceptos renacentistas bajo el brazo y dispuesto a fusionarlas con las directrices que le marcaran. El escogido fue Diego de Siloé, un mago con las ideas renovadas. Este tuvo que adaptar el trazo construido, con la ya acabada Capilla Real. 

La idea simbólica del sueño político y religioso, de un solo rebaño y un solo pastor, la plasmó muy bien el secretario de cartas latinas de Carlos V, Alfonso de Valdés (y uno de los autores a los que se le atribuyen el "Lazarillo de Tormes"): 

"Cobrar el imperio de Constantinopla y la casa Santa de Jerusalén (el Santo Sepulcro) que por nuestros pecados tiene ocupada. Parece que , como de muchos está profetizado, debajo de este cristianísimo príncipe, todo el mundo reciba nuestra santa fe católica y se cumplan las palabras del Redentor: Fiet unum ovile et unus pastor.


Sobre estos mimbres lo normal era que Siloé quisiera "emular" el Santo Sepulcro de Jerusalén, la supuesta tumba donde resucitó el Hijo de Dios, en una posible alusión a la restauración del cristianismo en el último reducto hereje peninsular... pero no. Nos parece que siguiendo las pistas de los cambios artísticos sugeridos por el entorno del nuevo Emperador de la cristiandad, ese que estaba conquistando nuevos mundos más allá de los océanos, necesitaba un mausoleo con las características que simbolizaban el interior de aquellos templos a la manera del Panteón de Agripa, el de Adriano (siglos más tarde convertido en el Castillo de Sant' Angello) o el mausoleo construido por Augusto para sus descendientes; ya que Carlos V creía haber alcanzado la majestuosidad y grandeza de esa lejana Roma Imperial. Asemejarse a aquellos emperadores a los que se les concedió, tras su muerte, el trato de "divus", que podía ser otorgado por el Senado romano o por el ejército; o por el contrario, se les sancionaba con el castigo de la ignominia en forma de "damnatio memoriae" (condena de la memoria) si se les considerara enemigos del Estado tras su muerte y se aplicaba el borrado de alusiones a su persona, ya sea en imágenes, construcciones o inscripciones, del que fueron ejemplo nombres como Calígula, Nerón o al malvado Cómodo, el de la película "Gladiator".


Aquellas construcciones invitaban a mirar hacia arriba al devoto espectador y relacionar la luz solar, como luz celeste divina, que fluía desde lo alto de sus cúpulas y a sus grabados o símbolos incrustados, como señal del Dios supremo, manifestando que lo yaciente allí debajo era por designio divino. El mismo Panteón de Agripa, reconstruido por Adriano, contaba en su inmensa cúpula con 5 líneas circulares o anillos, alusivos a los 5 planetas visibles a simple vista, divididas en 28 casetones, que es la suma de los 7 primeros números naturales (1+2+3+4+5+6+7), representando a las estrellas errantes y a los dos astros mayores (el Sol y la Luna), con la luz divina proveniente del enorme óculo de casi 9 metros representando la unión del hombre con los dioses, pero sobre todo con el Emperador, que los 21 de Abril era iluminado por la puerta principal en una teatralización con el Sol, que era proclamado como un dios a los ojos de su pueblo. 

De manera parecida fue lo que quiso simbolizar el maestro burgalés, Siloé, con la cúpula del Altar Mayor de la Catedral de Granada, de planta centralizada, para resaltar el carácter funerario de las personas relevantes que debería haber allí, con los nichos en el espacio del presbiterio de ese templo que quedaban bajo una gran cúpula. El altar en el centro de la rotonda abierta, con la centralidad de la mesa de sacrificio indica cual fue el propósito de su diseñador, otorgar la luz solar al conjunto funerario a la manera de otras antiguas basílicas de planta circular como Santa María de Constanza, en Roma, el mausoleo de Diocleciano, en Split, o como no, el Santo Sepulcro de Jerusalén, ya mencionado. El soñado panteón de reyes de Carlos V quedó relegado a una nueva localización y los nichos, vacíos de cuerpos regios. Es este último lugar, uno de los más sagrados para la cristiandad, y emplazamiento de unión al engranaje temporal del constructo fundacional iniciado por los Reyes Católicos, sitos sus restos en el emplazamiento contiguo deseado por ellos, la Capilla Real ya vista.  

La fecha que conecta todo lo expuesto con el supuesto sepulcro donde se produjo la "anástasis" (resurrección) del Hijo de Dios es la del "Idus de Septembribus MLXXXVIII (del 1088) Ab Urbe Conditas", o lo que en cristiano se llama el 13 de Septiembre (otra vez, y van no se cuántas) del año 335, cuando Constantino, el Grande, inauguró y propició la consagración de la basílica que engloba el lugar donde se crucificó a Cristo (el Gólgota) y a pocos metros se "encontraron" (hecho atribuido a la madre de este emperador, Santa Elena) un pozo con varias cruces, y también, donde señalaron sus adeptos, que por tradición, sabían que debajo del templo a Venus que impuso Adriano en ese antiguo lugar de culto paleocristiano, se hallaba la a cripta que albergó por unas horas su cuerpo. Sobre esta cripta se construyó un edículo, templete destinado a contener reliquias o con función de tabernáculo, rodeado de una construcción circular bajo una cúpula abierta por la que la luz solar, simboliza y señala de nuevo, la procedencia divina de lo allí acontecido. 


Tres siglos más tarde, en el 614, se produjo la invasión de Jerusalén por parte del rey del Imperio Sasánida, Cosroes II, llevándose consigo la reliquia de la Vera Cruz14 años más tarde, en el 628, el emperador bizantino, Heraclio, recuperó la santa reliquia y él mismo cargó con ella al entrar en la Ciudad Santa en un simbólico día, el 14 de Septiembre, marcando de nuevo el 14 como símbolo de Resurrección, y a partir de esa fecha la Iglesia consagró ese día como el de la Exaltación de la Santa Cruz. El  juego del 13 y el 14 viene de tiempos pretéritos, pero el uso de esa nomenclatura en dichas dataciones parece indicar una sospecha de interpolación de textos en esos relatos siglos más tarde.

La Iglesia cristiana adaptó esos conceptos del culto romano hacia sus divinidades y sus emperadores-divus a sus templos y jefes de esta, los papas; y a su vez, los reyes y emperadores de las monarquías gobernantes en connivencia con los gerifaltes eclesiásticos, que ¡oh, divina causalidad! pertenecían a las mismas familias. Si tenemos en cuenta que casualidad y causalidad difieren tan sólo en una pequeña permutación de dos letras, nos puede servir para explicar de manera metafórica que los diferentes rebaños de ovejas están guiados y son encerrados en diferentes corrales por pastores del mismo clan. Nótese la sutil ironía en el tiempo verbal utilizado. Ejemplo de esta construcción contemporánea de Carlos V fue la tumba dedicada a San Pedro bajo la enorme cúpula, diseñado y ejecutado casi todo por el célebre Miguel Ángel Buonarroti. Y por supuesto, Carlos V, no querría ser menos. 

Tras una ajetreada vida de monarca imperial, y aquejado por insufribles dolores producidos por una enfermedad típica de los excesos alimenticios de los reyes, la gota, el magnánimo Carlos, decide poner fin a sus responsabilidades como gobernante a finales de 1555, y relevar sus funciones. Primero en su hijo Felipe, que ya había recibido pocos años atrás los títulos de Duque de Milán y Rey de Nápoles, que conllevaba, además, el de Rey de Jerusalén, sumada la de España, Flandes, Luxemburgo, el Franco Condado, los reinos insulares de Cerdeña y Sicilia, y todas las posesiones en América, que ya eran muy considerables. Su hermano Fernando, nacido y criado en España, fue el elegido para el título imperial, y el heredero del resto de posesiones centroeuropeas. Es este nuevo Emperador el que fuera el encargado de cumplir el sueño de su abuelo Maximiliano I y antecesor a su hermano: un monumento funerario de todos los ancestros de su familia, aunque algunos fueran inventados, del que no tenía aún el emplazamiento decidido. Ojo a este dato.

Maximiliano, que prefirió no ser enterrado en su tumba encargada, y fue sepultado en el castillo de Wiener Neustadt. Cuentan que quiso engañar al mismísimo San Pedro ordenando que tras su fallecimiento le extrajeran los dientes, le raparan el pelo, le quitaran volumen a su cuerpo y fuera azotado. Además, fue vestido con ropajes de campesino, con retrato postmortem incluido e introducido en un sencillo ataúd. De esta manera, el poseedor de las llaves de las puertas del Paraíso vería que el nuevo inquilino regio era un pecador miserable y arrepentido, y no el caprichoso y derrochador monarca que no fue, precisamente, un dechado de virtudes. Su proyecto funerario comenzó con la construcción de las estatuas de bronce dorado, de más de dos metros de altura, representando a miembros de su familia y algunos héroes de la caballería medieval, que los hizo de su estirpe. Sólo le faltó un encabezado en su féretro de aquel pasaje de San Mateo: "Bienaventurados los pobres de espíritu; porque de ellos es el Reino de los Cielos".


El proyecto comenzó a esculpirse desde 1502, implicando a los mejores artistas, encabezados por el gran Alberto Durero (Albrecht Dürer, en su pueblo). Muerto Maximiliano en 1519, se continúan elaborando las estatuas y su nieto y futuro emperador, Fernando I, establece el lugar del templo en Innsbruck, la capital del Tirol, construyendo la Hofkirche (Iglesia de la Corte), entre 1553 y 1563, aunque las últimas estatuas no se acabaron hasta 1555. Su cenotafio (tumba sin cuerpo) se alzaba en el centro, con Maximiliano I arrodillado, orante, y humilde, como nunca lo fue, y acompañado por las cuatro virtudes cardinales: la justicia, la templanza, la fortaleza y la sabiduría, de las que hizo gala en escasísimas ocasiones, rodeado por 28 de las 40 enormes estatuas de bronce proyectadas en un principio (28, como los casetones del panteón de Agripa, curioso), que no fueron doradas y se las conoció como los Schwarze Mander (hombres de negro). Custodios representantes de su familia y de lo más granado de la nobleza europea que se habían unido casi como una hierogamia, pues se creían elegidos por Dios, fueron allí plasmados: Fernando, el Católico, su hija Juana, la Loca, y el hijo de Maximiliano, Felipe, el Hermoso; así como el comandante de la primera cruzada y protector del Santo Sepulcro, Godofredo de Boullón, Clodoveo I, primer rey de los francos y convertido al cristianismo, Teodorico, el Grande, o el mismísimo rey Arturo de las leyendas del Grial. Todos rodeando la monumental reja de hierro que custodiaba al Emperador de la cristiandad, Este último complemento fue añadido en 1584. 


Esa reja forjada forma un simbolismo de vigía y guardia en continua adoración, un intento para el observador de aspirar detrás de los hierros a contemplar la cúpula celestial, pero sin pretenderlo, forjando (valga la redundancia) la sinfonía de coro armónico de estas obras; donde las piedras actuarían de bajos, sosteniendo esas verjas las voces de los barítonos, las delicadas vidrieras las más agudas, y las bóvedas desde la parte alta a los contraltos. Como decía el gran "mago" arquitectónico Bernini, "el arte está para hacer que todo sea fingido y parezca verdadero", o el arte de engañar al devoto, decimos nosotros, tras numerosas cortinas, y conducirlo a un estado de percepción adecuado a las pretensiones de los autores de la "trampa fingida". Cuando se apagaban las luces al entrar el pueblo en esta estancia, se encendía la vela que portaba Maximiliano, arrodillado en esa elevada posición, y a través de esas imponentes estatuas de los "hombres de negro" intimidaban a la población y les hacía sentir a los Habsburgo como enviados de Dios.


Hete aquí que volvemos a percibir de nuevo esa sutil huella de los engranajes temporales y las fechas de inicio y finalización de las obras entre los Habsburgo centroeuropeos y su rama española. La Hofkirche de Innsbruck comienza a construirse en 1553, de la mano de Fernando, el hermano de Carlos V, cuando este empezaba a buscar un monasterio para sus últimos días en un lugar concreto de España. Hasta esa fecha todo estaba preparado para que el panteón que se estaba ultimando en Granada, junto a la Capilla Real con sus padres y abuelos maternos, fuera la sede de su eterno reposo, pero no fue así. ¿Qué pasó? Una medición entre los lugares de la Hofkirche y la catedral granadina nos arrojan unas cifras de 899 millas náuticas, 1034 millas y 1665 kilómetros. Parece como si no acabaran de encajar por varios cientos de metros. Como si no hubiera salido bien la proporción exacta de números mágicos. Recordemos que en una anterior investigación nuestra, años ha, descubrimos que la milla árabe utilizada durante, al menos, la Alta Edad Media, tenía un valor de 1666 y 2/3 metros, y que se seguía utilizando en determinados círculos de geógrafos. 


El lugar, de la hasta hacia poco Granada musulmana, había sido escogido por los Reyes Católicos y entre sus poderosos nietos, suponemos, eligieron Innsbruck para, digamos, conectar sus linajes más allá de la unión parental. El emperador Carlos V escogió el monasterio de San Jerónimo de Yuste, en la Vera cacereña para su retiro. Aquí ya nos quedan Toledo y los restos de numerosos reyes castellanos de por medio, a parte del simbolismo de la ciudad en sí. Mucho más lejana en proporción queda la Hofkirche tirolesa, que de el convento de los jerónimos, en concreto a 1005 millas romanas (con una equivalencia redondeada de 1480 metros) y a 100,7 millas romanas respectivamente; justo 9,98 veces más la distancia de la catedral toledana. No llega a 10 por poco. En una visita de Felipe II al monasterio del retiro de su padre debió de recibir las instrucciones necesarias para encontrar esa proporción divina del "10" entre los reales mausoleos. La utilización de las millas romanas aquí no es caprichosa, nos ayuda a mostrar esas distancias para lograr la unión de la religión cristiana católica y romana. Había que buscar la proporción del "10" perfecta


La prueba de fuego del recién estrenado monarca de las Españas, Felipe II, la tuvo un año después de su llegada al trono, en tierras galas, contra el ejército del rey francés, Enrique II, en una jugada maestra por parte de la alianza de los ejércitos comandados po r  el, a partir de esa fecha, "rey Prudente",  que masacraron a las tropas enemigas el 10 de Agosto de 1557 y mantuvieron a raya las pretensiones de expansión de Francia en Europa durante casi un siglo. Ese día era el de San Lorenzo, santo vinculado con la custodia del Santo Grial y martirizado por la defensa de las posesiones de la Iglesia en Roma, allá por el 258. Y esa fue una jornada de plenilunio en Acuario, con un Venus lleno en su totalidad y con el "interlocutor" de los dioses con los mortales, Hermes/Mercurio, en su fase nueva, y por tanto, en el momento de máxima cercanía con nuestro mundo, y ambas estrellas errantes de la mano del Sol, el "Laureado", el "Laurentius", el Lorenzo castellano, surcando los cielos del León. Ajustando los engranajes cabalísticos la fecha escogida para la batalla fue del día número 222 del año.

Tamaña empresa triunfadora utilizada como propaganda para el nuevo rey, hizo que los vientos soplaran a favor de la construcción del monumental enclave de poder que tenía como encargo, cuasi divino, el colocar la pieza correspondiente a esa supuesta clave de bóveda gigantesca que sujetara y accionara, de una manera esotérica, todos esos engranajes realizados y rectificados por sus abuelos, padre y tío (sus "magos", se entiende). Ya tenía, Felipe, la excusa perfecta para financiar el enorme proyecto y "darle sentido" a las ingentes cantidades de oro y plata que hacían falta para llevarlo a cabo. Con el mismo aparente sentido que le hemos dado y encontrado al seguir las miguitas de pan histórico-simbólicas que dejaron los cronistas de la época, siempre atentos de envolver en hipérboles las virtudes de sus amos, pero dejando las aperturas justas en sus líneas para que podamos entrever ese fino hilo del que tirar. Ejemplo es el documento de petición en nombre del Rey al Prior de San Bartolomé de Lupiana datada del 16 de Abril de 1561

"Que en reconocimiento de la victoria que Nuestro Señor fue servido darme el día de Sant Laurencio el año 1557, tengo determinado de edificar y dotar un monasterio, donde se le hagan continuas gracias por ellas, y sacrificios y oraciones por las ánimas del Emperador y la Emperatriz, mis señores padres, que hayan santa gloria, y a la mía.

Tan sólo faltaba encontrar el lugar adecuado. Tan sólo...

Así como su abuelo Maximiliano y su padre contaron durante algún tiempo con la ayuda de expertos en ocultismo como Cornelio Agrippa, Felipe también supo rodearse de lo más granado de eruditos en nigromancia, eso sí, guardando las formas de cara a la población, ya que cuesta mucho creer que instituciones de carácter represivo como la Santa Inquisición no estuvieran al tanto de las "fechorías herejes" de todos estos monarcas, sus extrañas adoraciones o sus pretensiones de divinización. El beneficio que se les aportaba era mucho mayor que cualquier reproche; al margen de que pertenecían al mismo sistema de control y opresión. Los monjes de la Orden de los jerónimos, sin ir más lejos, fueron los custodios de casi todos los proyectos destinados a mausoleos reales desde los Reyes Católicos, y sus formalizaciones en los cambios de lugar de los mismos. Por eso decimos que a otro ratón con ese queso.   

Si Salomón recibió las órdenes de las medidas más exactas y las proporciones más precisas emanadas del mismo Yahvé, para la construcción del Templo de Jerusalén, Felipe, en su pretendida encarnación del hijo de David, no debería ser menos, en la localización y elaboración del nuevo axis mundi, o nuevo eje sagrado del mundo cristiano. Ese punto que le permitiera a él, a sus antecesores y a su real descendencia transmitir los poderes otorgados por la divinidad y establecer una unión con lo sagrado. En otras palabras, ser el depositario terrenal de la voluntad  de poder proveniente de los cielos. Pero antes deberían ser "emanadas" las medidas exactas para la localización del conjunto monumental. Esas cifras, según le aconsejarían sus eruditos en cábala, deberían transmitir la comunicación con Dios en forma del correcto "Número" y la exacta "Proporción". Desde este punto de vista, el Templo de Salomón serviría de modelo simbólico, no exacto en las mismas proporciones. Desde el punto de vista requerido en la figura de Felipe II se podría concebir el nuevo templo como su particular búsqueda griálica. Un centro del mundo fabricado por el rey-constructor. 

Para el reconocimiento del lugar exacto, el rey, formó una comisión de sabios con filósofos, arquitectos y canteros expertos en el arte de edificar. Una larga búsqueda "por más de tres años", según escribió fray Juan de Jerónimo, personaje protagonista presencial de los hechos, primero, desde el monasterio de Guisando y, después, en El Escorial, sobre la ubicación idónea del mágico enclave. Oficialmente se relató que el rey anduvo dudando sobre diferentes emplazamientos a un lado y otro de los entornos de Madrid, donde trasladó por esas fechas la capital del Reino. Entre ellos se contaron los lugares del Real de Manzanares, Aranjuez e incluso en los arrabales de Segovia, pero podemos estar seguros con los datos en la mano de que el hijo del Emperador Carlos no perdió su preciado tiempo por esos sectores. La guía la tenía marcada desde el Sur, desde el mausoleo de sus abuelos y bisabuelos, los Católicos, en la Capilla Real de Granada, subiendo dirección Norte con un desvío hacia Poniente de 7 grados, alineando la Catedral de Toledo hacia un espacio, o franja, a unas 14 o 15 leguas en esa dirección que tuviera esa proporción de "10" veces la distancia entre la tumba provisional de su padre, en Yuste, y el mausoleo de su abuelo Maximiliano con sus "hombres de negro", en Innsbruck. 

Se comenzó a tomar en serio un lugar al Sur del monte Abantos, distante a 90 millas inglesas de los restos del Emperador y a 900 millas, exacto 10 veces más la distancia al gran cenotafio de los Habsburgo que se estaba concluyendo, que fray José de Sigüenza, cronista oficial del Real Sitio, narraba con precisión: "en la ladera de esta sierra, junto a una pequeña población que se llama El Escorial, se descubrió una llanura o plaza suficiente para una grande planta. El puesto a mediodía (al Sur), que para estas tierras frías, como lo son estas sierras, es de mucha consideración. Guardadas las espaldas con el mismo monte de los cierzos fríos, mas refréscanla y tienen sana en verano." Resultó ser una explanada ideal, no muy lejana de la corte de Madrid, con abundante agua, leña y caza, con gran riqueza en madera, granito, cal y arena muy próximos para la construcción. "con grandes pinares y dos dehesas de gran frescura y arboleda. La una se llama la Herrería y la otra la Fresneda", nos acaba describiendo el monje de Sigüenza el entorno de tan ideal emplazamiento*Puntualizar que aunque las millas inglesas como las conocemos actualmente se establecieron unas tres décadas más tarde del inicio de las obras del Real Monasterio (1593), hemos escogido dicha mesura por obtenerse una cifra más redonda que las 978 y 97,8 millas romanas, ya casi en desuso en esa época, o los 1448  y 144,8 kilómetros y su equivalencia en millas náuticas, que aunque posteriores, son medidas naturales obtenidas de la medición del planeta y pueden proporcionar un sentido más "lógico" a los valores expresados en algunas de estas curiosas "calibraciones".

Fue el día 30 de Noviembre de 1561, día de San Andrés, cuando se produce la visita a una posible zona elegida por un grupo de monjes jerónimos entre los que se encontraban los priores de Zamora y Madrid, el vicario del monasterio de Guisando, junto con Juan Bautista de Toledo y el secretario real, Pedro de Hoyos, para dar el visto bueno sobre las posibilidades efectivas del terreno. Durante la visita se documentó un suceso que haría comenzar la leyenda de sello del infierno sobre dicho enclave. En la subida al lugar comienza a levantarse un viento enfurecido que arranca parte de la cerca de una plantación de viñas y golpea en los rostros de los personajes en cuestión. Lo tomaron como un presagio, según nos relata el monje jerónimo Sigüenza:

"Los religiosos y siervos de Dios, entendiendo estos designios, o los sospecharon como gente experimentada en estos combates, animaron a los que iban con ellos y el santo fray Juan del Colmenar, que iba como capitán o adalid de este escuadrón, dijo en alta voz a todos los que iban con él: «Esta tempestad despierta el demonio para que desmayemos o para engañarnos, mas no ha de sacar de ella ningún fruto; pasemos adelante y no hagamos caso de su malicia.»"

Este relato de los hechos, se produjera o no, fue trasladado al monarca y a su entorno y utilizado como una proclama propagandística para otorgar al lugar la fama de una especie de puerta del infierno, escogida por "el Maligno" para arrojar todo tipo de demonios de su reino y propiciar infinidad de males a la humanidad. En este caso, a los súbditos de una gran nación, cuyo magnánimo rey, es "llamado" por Dios Todopoderoso, en virtud de la divina providencia, para sellarla, por vía de una gran construcción de orden católico que dotara al mundo de una enorme jaula de piedra, oraciones continuas y miles de trozos de reliquias de santos mediante, y con las catacumbas reales conteniendo los cuerpos, casi divinizados, bajo el Altar Mayor, que lograrán sellar el paso y contener la furia desatada por el Príncipe de las Tinieblas. Esa descomunal ira de Satán era provocada por la lucha de la monarquía hispánica desde que sumaron sus reinos al servicio de la unión de la cristiandad y la defensa a ultranza de la religión católica. Esos vientos y torbellinos desatados por el mal, en apariencia, no consiguieron desmayar ni entristecer los ánimos del proyecto, sino todo lo contrario. 

En la siguiente Semana Santa, la de 1562, el rey se trasladó al monasterio de San Jerónimo de Guisando. Allí se reunió con el Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, Mayordomo Mayor tanto de su padre como suyo; junto al sobrino de este y Prior de la encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en León, Antonio de Toledo, a la par que consejero de la corte; y demás nobles grandes de España y otros caballeros. Su Arquitecto mayor, Juan Bautista de Toledo, presentó el proyecto ante tan distinguidas personas en un particular escenario. El monasterio se encuentra mirando hacia las 4 figuras de los conocidos como los Toros de Guisando, 4 figuras zoomorfas, que en principio fueron 5, de más que posible origen vetón, antiguos pobladores de costumbres celtíberas de la zona. Los animales representados, e idolatrados, aún conservados aunque se cree que en lugar diferente a su emplazamiento original, son toros creados desde los siglos IV o III antes de Cristo. Ese animal de culto ancestral en las civilizaciones del entorno mediterráneo y denominador común en sus mitologías. Los morlacos de piedra, junto a la que figuraba la conocida como Venta Juradera, dicen voces acreditadas que están posicionados hacia el "Poniente brumario", lo que sería el lugar por donde se oculta el Sol en invierno. Lo cierto es que en los amaneceres de la segunda semana de Abril y los últimos de Agosto y primeros de Septiembre, el Astro Rey, se alinea para iluminar conjuntamente a los toros sagrados y al monasterio situado en la falda del cerro de Guisando. Esto es, simbólicamente, que los toros milenarios de Guisando mirarían hacia la muerte del día durante las jornadas menos luminosas y desde el monasterio observarían la resurrección del Sol alineada con este conjunto de figuras.

Examinando las fechas de esa Semana de Pascua de 1562, y con los ajustes del nuevo calendario que estaba por venir, Felipe II, tuvo que "juramentar" su gran proyecto, y sacralizarlo, ante lo más granado de la nobleza hispana. Tal como se hacía desde tiempos antiguos por la corte castellana, por considerar el lugar como "testigo válido" y lo que allí se juramentaba tenía orden de cumplimento sacro. Recordar que allí fue nombrada la joven Isabel como heredera al trono por su hermano Enrique IV tras las guerras sucesorias de Castilla. Leamos entre líneas los "rituales sacros" que nos cuenta el padre Sigüenza y pensemos en esos amaneceres especiales frente a las figuras zoomorfas provenientes de una cultura megalítica y tradiciones ancestrales, que no serán las únicas encontradas en este estudio:

"Estuvo el piadoso Príncipe recogido aquellos días santos, hasta el segundo día de Pascua de Resurrección, en mucha oración y meditación, rogando a Dios conservase sus estados en su santa fe y obediencia de la Iglesia."

Felipe II era un habitual de ese monasterio de los jerónimos, en esas fechas de tanto recogimiento, donde también le gustaba encerrarse en soledad y dedicarse a la lectura y al estudio. Se cuenta que uno de los libros devorados por el monarca fue "El Sueño de Polifilo", misteriosa publicación aparecida en la Venecia de 1499, que es la narración de un viaje iniciático de forma onírica (en sueños) donde el protagonista recorre de manera alegórica regiones y construcciones de la antigüedad, tratando de unir el pasado con la vida presente, a través de jardines laberínticos junto a su amada ideal, Polia, una amante encarnada por la sabiduría, al estilo de las Beatrice o Laura de los Dante y Petrarca. Como buen seguidor de Polifilo,"amante de Polia" o múltiples, y a lo que nos refiere el nombre, esto es, a muchos saberes y varios conocimientos, el rey (deducimos), se prepara en esos mágicos días para su propio viaje iniciático que lo lleve a culminar los saberes de sus ancestros en una magna construcción en su tiempo presente, tal y como nos cuenta el monje relator: 

 "Todo parece que se lo otorgó Nuestro Señor, hablándole muchas veces solo en aquellas cuevas y ermitas donde sabía que tantos siervos de Dios habían habitado y recibía con aquella memoria mucho consuelo, porque de su natural era inclinado a las cosas de piedad y religión."

Y con las pilas cargadas de las sacralizaciones pertinentes en esas cuevas austeras nos sigue contando Sigüenza que, "con estas buenas prevenciones partió de allí y vino a este sitio de El Escorial." Narra que lo acompañaron en la visita oficial el sufrido Vicario del monasterio de Guisando, junto a fray Juan de San Jerónimo, del que nos señala que es "aplicado a las cosas de dibujo y trazas, y tuvo el libro de la razón", y fray Miguel de la Cruz, el encargado de administrar los tiempos y los recursos necesarios. De la visita por sus dehesas elegidas para su gran proyecto, Felipe marchó hacia Madrid y dejó allí a los tres jerónimos, en una estrecha casucha de un aldeano rodeados de vida miserable, de cuyo testimonio se acrecentará el misterio sobre el lugar y su oscuro y lúgubre pasado. Años después, el monje Sigüenza lo describió de tal manera: 

"No había, en toda esta aldea, casa con ventana ni chimenea: la luz, el humo, las bestias y los hombres, todos tenían una puerta, donde se verificaba bien lo del poeta cuando pinta el tiempo que moraban en la tierra honestidad y vergüenza, que llama Reino de Saturno, y los hombres y las bestias tenían un común aposento en las cuevas y en las chozas, y las mujeres componían las camas de hojas de árboles, ramos y pieles de sus ganados."

Parecía sacado de una fábula o un cuento mítico clásico con alusiones a otro tiempo o eraa la de la Edad de Oro y al rey de los Dioses, Saturno, que trataba de relacionar el lugar con enclaves esotéricos de otras etapas. Acercándolas al tiempo presente para utilizarlas en favor de los intereses del monarca, el rey más importante de su época y para su causa e unión religiosa. Ya vimos como a unas cuantas leguas de allí, la presencia frente a los pétreos Toros de Guisando, aún era utilizada por las castas dominantes para sus juramentos a modo de sacralización del evento. ¿Pero qué existía en ese entorno, a parte de la proporción encontrada en la distancia entre la morada de los restos del Emperador Carlos, elegida por este último, y el gran mausoleo de los Habsburgo que se estaba ultimando allá por el Tirol?  


 

Allí reinaba en el paisaje el monte Abantos, lugar de culto pagano desde tiempos inmemoriales, como la zona en sí, de tradiciones mágicas que el sincretismo cristiano transformó en apariciones marianas, como muestran las pequeñas ermitas que abren el enclave por el Sur: la de la Virgen de Gracia y la de Nuestra Señora de Herrería. También una pequeña población llamada El Escorial, debido al nombre recibido de los restos de escoria, producto de la combustión de carbón realizada para el tratamiento de los metales de una herrería sita en la aldea; con relatos de extrañas procesiones de los herreros a lo alto del monte Abantos, que son muy adecuados para ilustrar y velar las elaboraciones futuras que se darán años después. El antiguo culto del dios celta Lugh, asociado a una divinidad de carácter solar, como Apolo, aunque los romanos reconocieron en él a Mercurio, por ser maestro de todas las habilidades y artes. Se aprecia con estas particularidades una antigua tradición de la zona, arraigada desde la época de los vetones prerromanos. En otras zonas celtas se la conocía como el "Lughnasadh", las bodas de esa divinidad o como las tres noches de Lugh, que coincidían con los primeros días de Agosto y la lluvia de estrellas conocida como las Perseidas, se transformaron en "Saint Laurent", por tierras galas, nuestro San Lorenzo... vaya.


Lo que más llama la atención del entorno son dos altares de sacrificio megalíticos de origen vetón, como los adorados toros, datados del siglo V antes de nuestra era. Al menos uno corresponde a esa época. Decimos esto porque el altar que se conoce 
hoy como la Silla de Felipe II, no hace más de un siglo, no quedando evidencia anterior de ella, está reconstruida y pulimentada desde finales del siglo XIX para recrear ese mito sobre el monarca. Ahora se tiene constancia que fue fotografiada en su estado anterior a la restauración de ese tiempo. La mejor conservada es la ubicada en el Canto de Castrejón, y menos famosa, con epígrafes tallados en la roca de diferentes monarcas españoles en distintas épocas. La primera, de tiempos del mismo Felipe, el Prudente, dedicada a su hijo, Felipe III, donde menciona que el joven príncipe dio sus primeros tiros con un arcabuz; una segunda fechada en 1803, con Carlos IV; y la tercera fechada entorno al 1855 de una joven Isabel II.

Muestran pues, unas continuadas visitas reales en el tiempo a este altar de sacrificio con sus cazoletas para la recogida de la sangre del animal o humano defenestrado y todo... curioso. Desde finales del siglo XIX fue cedida o vendida (justo coincide con la reforma del otro altar) a la familia de la actual condesa de Sinlugar y Melasoplaactriz política retirada, que no apartada, inmune a las imputaciones judiciales por la gracia de Dios y para la desesperanza de una parte del populacho, esa que hiede a pobre y servidumbre. "¡Maldito vulgo que no nos deja robar a gusto ni pillar cacho!" La distancia de cada uno de estos altares con el pico de Abantos es similar, de casi una legua castellana, hace más verosímil la autenticidad de ambas. La que es de visita pública, la Silla de Felipe II, situada al Oeste del enclave mira a Levante, y la que permanece en la finca privada y en mejor estado, la de Canto de Castrejón, al Este de la zona mira a Poniente. La primera apunta a lugar de augurios, la segunda a altar sacrificial. 

En cuanto a las vistas del entorno del Real Monasterio, mostraremos la anécdota de dos grandes genios de la pintura universal durante un día del 1628, donde el flamenco Pedro Pablo Rubens y el español Diego de Velázquez figuran en una historia narrada en la biografía del maestro y suegro de este último, y también pintor, Pedro Pacheco. Nos cuenta que los artistas subieron al monte Abantos, desde donde el genio flamenco inmortalizó El Escorial y describió una apreciación de Rubens: "En la cima existe una gran Cruz de madera que se descubre fácilmente desde Madrid." Tomemos como un poco exageradas las palabras del pintor flamenco y su "hipervisión" (unos 40 kilómetros nada más y nada menos), no está de más recordar que Velázquez y su suegro eran sevillanos, y la divertida tendencia a sobredimensionar las cosas que tienen en esa tierra, pero... ¿Una gran Cruz que se ve desde muy lejos? Ummm...



Capítulo 2:


IUS LOCO (el lugar correcto).





"Donde se ve la Lira de nueve cuerdas sube la madre Musa con sus nueve hijas: Aritmética, Geometría, Música, Lógica, Poesía, Astrología, Física, Metafísica, Ética."

Giordano Bruno (1548-1600).



El lugar escogido fue preparado, allanado y limpiado durante todo un año creando una explanada lo bastante grande como para albergar un complejo granítico de enormes dimensiones. Tras varias posibilidades descartadas, llegó la hora de la traza para acordonar los límites de edificación por Juan Bautista de Toledo y su determinación mediante estacas para comenzar a excavar los cimientos. Un gigantesco rectángulo de 735 pies castellanos de Este a Oeste y 580 de Norte a Sur. 207 por 161 metros, para hacernos una idea mejor. Nos detenemos un instante en las proporciones de estas medidas. Muchos de los investigadores, o algunos que se autodenominan así, que han analizado a través de una búsqueda simbólica las medidas de la construcción, tanto en su alzado como en la traza, aseguran, incluso algunos enfatizando de manera teatral en virtuosas conferencias, que la proporción áurea se encuentra por todas partes en El Escorial. Pues no. Como bien aseguraba el escritor Juan García Atienza, muchas de esas proporciones atribuidas corresponde "tanto a una sospechosa gratuidad como una causa eventualmente técnica". Y sí, muchas de esas atribuciones áureas son más o menos aproximadas, más bien menos, y casi nunca exactas. 

Este investigador y escritor ahora mencionado, Atienza, descubrió una proporción de antigua tradición arquitectónica no muy conocida que atiende a la razón numérica de 19 por 15 en la traza del Real Sitio de San Lorenzo del Escorial. 735 entre 580 resultan 1,2672; frente al resultado de 1,2666 equivalente de la división 19 entre 15. Para comparar, la raíz cuadrada del número φ (fi) es igual a 1,272; y si hay que buscar en una raíz cuadrada la operación más aproximada para justificar esa omnipresencia de la divina proporción, mal lo llevan sus acérrimos defensores a lo largo de la historia reciente. Pero eso sería materia de un análisis más exhaustivo de como esa tan "cacareada" proporción expuesta por el matemático renacentista Luca Paciolique en palabras del también matemático español, Antonio López López, "se pierde en florituras sensacionales, derivando a ser un conjunto de fórmulas matemáticas envueltas y disfrazadas en definiciones filosóficas.


Pero dejemos la inexistente proporción áurea en El Escorial (que no les engañen, por favor) y centrémonos en la misteriosa división de 19 por 15 y su procedenciaY la llamamos división porque su origen arranca de una piedra fundacional laberíntica de forma rectangular dividida en 285 celdillas cuadradas, que poseían otras tantas letras organizadas en 15 filas de 19 letras cada una. Partiendo de una "S" central de la figura hasta llegar a las cuatro esquinas, donde se encontraba la letra "T", leyéndose siempre en cualquier dirección la inscripción "SILOPRINCEPSFECIT": "Silo Princeps fecit", que viene a decir "El rey Silo lo hizo" (o lo construyó o mandó construir). ¿Un rey constructor?¿Una semejanza con el rey Salomón o con Felipe II? Conozcamos al desconocido "Rey Silo".

Silo fue un monarca del reino de Asturias, en aquellos escasos territorios de la península ibérica libres de la dominación del reciente emirato omeya de Córdoba, entre los años 774 al 783, y por tanto, contemporáneo del gran Carlomagno y su desastre de la batalla de Roncesvalles, datada aproximadamente hacia el 778. Una época convulsa y llena de contradicciones históricas reflejadas en romanceros épicos de dudosa credibilidad, aunque llenos de pequeños detalles veraces. Silo no se encuentra entre los reyes más populares de su tierra, pasó por ser un rey que llegó al trono contrayendo nupcias con la heredera del anterior monarca, Aurelio, y ser hijo de una mujer de origen musulmán, con presunto linaje de la familia del emir Abderramán I, de Córdoba; de ahí la paz durante su gobierno con el amenazante mundo islámico. Y al ser tiempo de paz, aunque breve, eso favorecía a la construcción, aún siendo pequeñas, pero curiosas edificaciones. 

El rey Silo trasladó la capital de Cangas de Onís a la población de Pravia. Allí, en la construcción de la Iglesia de San Juan Apóstol y Evangelista de Santianes por voluntad del propio, como así lo muestra la lápida fundacional que debía estar situada sobre el arco toral en la entrada del crucero. Hablamos en pasado condicional porque durante el siglo posterior a la construcción de El Escorial, tras una tropelía de un gobernante de la zona que la hizo destruir, sólo quedó un fragmento que fue descubierto en 1975, durante una reforma del templo. De esta misteriosa piedra laberíntica se tiene información documentada en la "Crónica Albeldense", durante el reinado de Ramiro III, sobre el 975, dos siglos después de su construcción e intenta explicarla de esta manera:

"Idem legas, si in exteriore pergas, si restrorsum cedas, si latera, si angulos ex transverso, circumspicias..."

Que tenemos a bien traducir como: "Se lee lo mismo, si sigues por fuera, si retrocedes, si vas por los lados, si vas a los ángulos del otro lado, o se mira alrededor."

Ambrosio de Morales, fraile jerónimo enviado por Felipe II en misión de estudio por los reinos de León, Galicia y Asturias, con objeto de reconocer, según el subtítulo de la obra confeccionada de su viaje, "las Reliquias de Santos, Sepulcros Reales, y Libros de manuscritos de las Cathedrales, y Monasterios". Y añadimos, toda serie de objetos dignos de estudio para las colecciones reales del monasterio escurialense, también documentó la laberíntica piedra. Esta especie de Indiana Jones del siglo XVI, nos cuenta que le parece que es un modelo de otros laberintos posteriores que están recogidos en la biblioteca de El Escorial: 

"Que el rey Silo edificase la iglesia dícelo la piedra que dejó en ella con tal manera de escritura que poniendo la primera letra por centro en el medio discurre la escritura por todas partes; y esta es la más antigua escritura o cifra de esta forma en España y de allí parece se tomó para usarse después tanto como en los libros antiguos la vemos, y harto de ellos en el Real Monasterio de San Lorenzo, con otras variedades y enredos que después sobre ellos se inventaron y lo que la piedra dice es esto: SILO PRINCEPS FECIT."

El arqueólogo del rey exploró gran parte de la península ibérica para hacer una relación de edificaciones monumentales; y como podemos concluir, una búsqueda de registros y documentación sobre las fechas fundacionales de estos templos y sus relaciones con los cuerpos reales que custodian y que venimos analizando. De Morales sería algo así como un "verificador" real de esos engranajes esotéricos. De hecho, descubre que tanto el rey Silo como el rey Mauregato se hallan enterrados allí, así como la presencia de la piedra fundacional, y no en la catedral de Oviedo como se contaba hasta ese tiempo: "Estos dos Sepulcros están lisos, y con la humildad que se mandaban enterrar entonces los Reyes, y como el lugar no es muy grande, no hay que añadir más pompa, ni decencia". 


Esta proporción, según nos cuenta Atienza de su investigación, sería de carácter secreto y que en principio sólo observó reflejada en determinados templos del temprano medievo en viejas iglesias asturianas, la mayoría de plantas conservadas de época visigótica y bastantes mozárabes. La arqueta milagrosa de las Reliquias de la Catedral de Oviedo, construida para ejercer de especie de "contenedor griálico" de numerosos objetos sagrados, a los que se otorgaban unos poderes extraordinariamente legendarios, respondía también, a la razón de 19 por 15. Para abrir y ver su contenido se necesitaban de personas que hicieran penitencia desde muchos días con anterioridad a la ceremonia de apertura, demostrar al cielo que estaban libres de pecado de curiosidad y con intenciones pías; tal como hicieron en el 1075 el rey Alfonso VI (el mismo que una década después arrebatara Toledo a los herejes musulmanes) y un testigo que firmó como "Rodericus Díaz" (¿el Cid?), y con esto, no ser fulminados por "una luz vivísima" que los cegara, tal como ocurrió según las crónicas, hacia el 1030, y que recuerda mucho al poder fulminador del Arca de la Alianza que Yahvé mandó construir a Moisés, con aquellos que se acercaban sin estar purificados. No hay nada mejor que una leyenda con resultados fatales para que actúe con carácter disuasorio hacia profanos con malintencionadas tentaciones. De eso sabe mucho la casta sacerdotal en todas partes y tiempos.

Ese culto a las reliquias de santos, a almacenarlas y poseerlas, a acumularlas como si se quisiera tener un máximo de todas ellas, como el culto mistérico egipcio de Isis recorriendo diferentes tierras para reunir los pedazos dispersados de Osiris; y de manera parecida, con esa fuerza santificante que creían verdadera los fieles cristianos de esa época, sugiere el cosechar ese saber religioso fruto de un acto de fe, casi abstracto. Esa arqueta milagrosa encerraba en sí un simbolismo paralelo a través de su "santo contenido". Los trocitos de maná del desierto representarían una comida espiritual hermética saciando el saber del fiel; las 5 espinas de la corona de Cristo simbolizarían las marcas de un camino hermético lleno de dificultades; los cabellos del profeta Elías, que fue arrebatado a los Cielos, y sugeriría el lugar donde conoció la verdad de manera directa; la sandalia derecha del apóstol Pedro, como símbolo del camino iniciático del peregrino; o un trozo del pie de San Bartolomé, que durante su martirio fue despellejado, dando apariencia simbólica alusivos a los cultos serpentarios, como los mistéricos a Dioniso o a Asclepio; por enumerar algunas de ellas. Y todas ellas, contenidas en el Arca, continente de la sabiduría, como concepto de arca con el sentido de "nave", que transporta celosamente guardados el saber, las ciencias y la semilla de toda vida trascendental, con el mar como camino, hacia un destino fijado para cumplir una misión reveladora.

Tras sólo encontrar dicha secreta proporción en partes de algunos templos románicos y góticos, como las criptas, coros y en los conjuntos de algunos cruceros, Atienza, encontró esas mismas relaciones en las trazas del palacio-templo del emperador Diocleciano (205 x 165 metros), en Split, que ya vimos como referencia de cúpulas celestes. También las localizó en otros lugares especiales de la catedral de Santiago, en la catedral de León y en la Alhambra de Granada, cosa que indicaría que no es única de la tradición cristiana, sino que abarcaría más cultos dentro de una tradición de constructores más antigua. ¿Cabe una posibilidad de qué el uso de esta razón de 19 por 15 en la traza universal de El Escorial, albergue algún tipo de intención de convertirlo en un inmenso Grial de todo tipo de energías para ser usadas por el monarca más poderoso de su tiempo? Dejemos de momento esa traza de proporción velada para intentar comprenderla más adelante y vayamos al tiempo concreto fundacional de tan enorme construcción sagrada. 

Había que aguardar el momento adecuado para encajar la llave del tiempo y hacerla girar una primera vuelta en esa extraña cerradura que se estaba armando. El año del Señor de 1563 no fue cualquiera en el calendario. Fue un año en el que los engranajes temporales se cruzaban de nuevo en el camino para ofrecer una ocasión única para los planes del nuevo regente del Imperio español. Enumerémoslos pues:

Se postularon las últimas ponencias del interminable Concilio de Trento (1545-1563), estas últimas promovidas por el gran defensor de la Contrarreforma católica, Felipe II, apoyado por la poderosa orden religiosa de nuevo cuño, la Compañía de Jesús. Los últimos decretos se elaboraron el día 4 de Diciembre sobre la reafirmación de la existencia del Purgatorio y la veneración de los santos y las reliquias, casi metidas sobre la bocina de fin de partido, y que pasaron a ser de vital importancia en el desarrollo de El Escorial. 


También ese año se estaban ultimando las obras de los proyectos realizados por Diego Siloé para la catedral de Granada, y fallecido el 22 de Octubre de ese mismo año, la que ya no iba a albergar los santos cuerpos reales, pero cuya obra se inauguró, recordemos, el día de la Anunciación del Señor, esto es el 25 de Marzo, de hacía cuatro décadas atrás. En esta encrucijada temporal se escogió el día de San Jorge, 23 de Abril, como día para el ritual de la colocación de la primera piedra del Real Sitio de El Escorial. Justo 40 años, 1 mes y 1 día después de aquella primera puesta, y en rigurosa alineación con la Capilla Real granadina y la Catedral de Toledo. Otro ciclo de 40 desajustado de forma muy sutil para engranar la cerradura. 


Cerradura que en los cielos marcaba en la hora de la puesta de la primera piedra, las 11 de la mañana, una Luna Nueva en la constelación de Tauro, justo, justo rozando el cúmulo de estrellas de las Pléyades, las 7 hermanas que estuvieron 5 años perseguidas por Orión, el cazador, y pidieron ayuda a Zeus. Tras convertirlas este en palomas huyeron al cielo, donde quedaron como luceros. El ya mencionado Hesíodo, en "Los Trabajos y los Días", les atribuye un ciclo de 40, tal que así: "Al surgir las Pléyades descendientes de Atlas, empieza la siega; y la labranza cuando se ocultan. Desde ese momento están escondidas 40 noches y 40 días y de nuevo al completarse el año empiezan a aparecer cuando se afila la hoz.". Un renacimiento de la Luna justo en las fechas que se ocultan a la vista, por aparecer en horas diurnas, una muerte simbólica de las 7 cabrillas. Algo similar a los 70 días de ocultación, al salir y morir siguiendo los pasos del Sol, de la estrella Sirio o Sotis, por tierras egipcias y que se puede trasladar a latitudes compartidas como griegas y españolas, con las Pléyades. ¿Alusión a periodos en el Inframundo?

Fijémonos lo que nos cuenta el padre Sigüenza sobre el ritual de inicio de las obras y los personajes, que al parecer no estaban todos los que "eran", ni fueron todos los que "estaban"... involucrados. Leamos:  



"A 23 días de abril de este mismo año de 63, en que se celebró la fiesta de San Jorge, le pareció a Juan Bautista de Toledo que era ya tiempo de comenzar la fábrica y asentar la primera piedra, fundamento de todo el cuadro y planta; juntó los aparejadores y oficiales, llamó a los religiosos para que se hallasen presentes (no pudo subir el Prior al sitio, porque estaba fatigado); el Vicario y los demás que hemos nombrado llegaron al medio de la Zanja que estaba abierta en la línea y perfil que mira al Mediodía, que es ahora debajo del asiento del Prior en el refectorio, en la mitad del aquel lienzo o fachada. Hincáronse todos los religiosos y todos los circunstantes de rodillas, dijeron muchos himnos y oraciones invocando el favor y gracia divina; levantáronse y tomaron una piedra cuadrada que tenían ya aparejada para el efecto, y asentáronla con mucha devoción y aun lágrimas, suplicando a Nuestro Señor fuese servido prosperar aquella fábrica y levantarla para su gloria y servicio. Tenía la piedra escrita a sus lados el nombre del Fundador y del Arquitecto, el día y el año en que se asentaba, con estas letras."

Hacemos unas observaciones al relato, recordando que Sigüenza fue "oidor de testigos" (pues él no se incorporó en la obra hasta 1571), como si lo fue en esa ceremonia el futuro bibliotecario Fray Juan de San Jerónimo. No hubo una autoridad equiparada a la de obispo, que era la "oficial" para legalizar a ojos de la Iglesia estos ritos de la conocida como la "Fundatio" de un edificio religioso, y donde debía erigirse una cruz de madera en el lugar, actividad no mencionada, o sutilmente pasada por alto, por el relator oficial. Es de extrañar la ausencia del principal promotor, Felipe II. Es importante destacar que estas ceremonias previas a las construcciones de este tipo estaban reguladas y se consideraban fundamentales por su alto contenido alegórico. Sigamos: 

"En la superficie alta: DEVS O. M. OPERI ASPICIAT  (Deus optimus maximus operi aspiciat; que viene a decir: "Dios Todopoderoso mira la Obra"). 

En un lado: FILIPVS II. HISPANIARVM REX, A FVDAMENTIS EREXIT. M.D.LXIII (traducido como: Felipe II. Rey de España, lo levantó desde los cimientos. 1563). 

En el otro lado: IOAN. BAPTISTA ARCHITECTVS. IX. KAL. MAII"(que deducimos como: Juan Bautista, Arquitecto y...¡9 días antes de las calendas del mes de Mayo!) ¿Por qué hace referencia a una fecha computada de la Antigua Roma y no por los Anno Domini si era un edificio por obra y gracia de Dios? 

En las memorias de Fray Juan de San Jerónimo apunta sobre esas inscripciones a "Joannes Baptista" como "Architectus Major" seguida de la fecha "Aprilis 23", aunque la piedra que se halló en 1971 durante las obras de reforma de las cocinas en la cara interior del muro, de 1,40 metros de largo, por 40 centímetros de alto y 60 centímetros de profundidad, no era propiamente un cubo como se aludía, y mostró bastantes más abreviaturas, tales como estas separadas por caras: 

DE·OPTM OPERI·ASP // PHI·II·HYS // R // (señal de la cruz) ·A·1563 M·AP.23 // IO.BAP.AR.F

La siguiente ceremonia de bendición y colocación de primera piedra para la Basílica del conjunto, cuatro meses más tarde, pareció tener un grado de mayor importancia respecto al de la anterior. La consideración de la armonización con los órdenes celestes y su orientación, también adquirieron mayor relevancia con las posiciones estelares favorables para ser propicias, como se pensaba que ayudaban a conseguir una perpetuación "in secula seculorum" (para mucho rato).

"Subió al sitio este día a las tres de la tarde, acompañado del Prior fray Juan de Huete, del Vicario y todos los demás religiosos, oficiales y maestros de la fábrica. Estaban aderezados tres altares en la parte señalada, donde se había de edificar la iglesia: el uno, con una cruz grande en el mismo lugar donde había de ser altar mayor; el otro, al lado del Evangelio, con un Crucifijo que había sido del Emperador Carlos V, y el otro, de Nuestra Señora, junto al lugar donde se había de asentar la piedra fundamental, que es al lado de la Epístola, junto al altar de las reliquias de nuestro padre San Jerónimo, arrimada algún tanto a la reja por donde se sale de la sacristía a la iglesia. Hízose también un sitial donde estaba asentado el Rey en tanto que se hacía el oficio".


Sigüenza, hace alusión, además, a los 7 ojos que menciona el profeta Zacarías, en su capítulo 2, versículo 9: "Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos." Pero silenciando una clara connivencia con los 7 planetas astrológicos en este ritual. Según la versión de fray Juan, allí presente, aquel 20 de Agosto, día de San Bernardo, Doctor de la Iglesia y gran impulsor de las Órdenes militares como la del Temple y de la Orden del Císter, la ceremonia comenzó a las 5 de la tarde. Santo ideal para la liturgia de la primera puesta de un templo monástico. El confesor del rey y obispo de Cuenca, aspergió con agua bendita la cruz del altar y la piedra cuadrada y angular, de menores dimensiones para su traslado por el fundador. Se cantaron salmos y antífonas que exaltaban el significado del misterio de la piedra fundacional, mostrar a Jesús como la piedra fundamental de la Iglesia. Con un cuchillo grabó el obispo una cruz por las esquinas y ángulos de esta (apuntemos este dato simbólico para después); e incluso se mencionó que el mismo Felipe la tocó con su regia mano. Realizó la misma operación con una piedra proporcionalmente más grande, donde el Arquitecto Mayor, de Toledo, junto a los aparejadores de albañilería y cantería, depositaron la de menor tamaño.


Ese día los cielos si que fueron especialmente propicios. Los planetas relacionados más íntimamente con el rey se encontraban casi de Gran Conjunción en Cáncer, Júpiter y Saturno. La Luna Nueva en la constelación de Virgo se alejaba de ellos, como Venus, aunque 5 días antes protagonizaron una espectacular cuádruple conjunción. A pesar del santo del día 20, el máximo acercamiento de ambos planetas gigantes tuvo lugar 5 días después, el 25 de Agosto. Sucedió algo parecido a la puesta de la piedra fundacional de la Catedral de Toledo tres siglos y medio antes. 


Existe un suceso científico en esas fechas entorno al cálculo correcto de esa extraordinaria conjunción. En la Academia de Cracovia los astrónomos Muscenius, Jakobejusz, Schadeck y Probosczowicze, realizaron un estudio de comprobación de dicha Magna Conjunción con las tablas alfonsinas (por Alfonso X, el Sabio, de Castilla), aún basadas en el modelo geocéntrico ptolemaico efectuadas en el siglo XIII. Según los cálculos reflejados en aquellas viejas tablas la conjunción se debería haber producido varias semanas después y aquel día indicado la separación era ya de más de dos grados, Con los nuevos cálculos publicados por el astrónomo alemán, Erasmo Reinhold, en el 1551, basados en la recién aparecida teoría copernicana con el Sol, el "Laurentius", Lorenzo, como epicentro de las operaciones calculadas, Saturno y Júpiter estaban tan cerca que el gigante taparía al más lejano de los planetas entonces, con una separación de menos de siete minutos. Las nuevas tablas Prutenic (o Prusianas), como se conocieron, fueron la clave para la elaboración del nuevo calendario gregoriano un par de décadas más tarde. ¿Se equivocaron entonces en sus cálculos de fundación Juan Bautista de Toledo y sus ayudantes, como Juan de Herrera? No lo creemos. Añadiendo la fecha que correspondería a ese día en el calendario actual, el 31 de Agosto, nos dará una pista de por donde iban y que no viajamos mal encaminados a resolver la "trama" fundacional de tan colosal construcción.


Es de sobra conocida la afirmación en diferentes ámbitos, tanto de instituciones oficiales como del mundo del misterio, que la construcción del Real Sitio del Escorial está orientada a la puesta de Sol del día de San Lorenzo, el 10 de Agosto, día de la celebración del santo y de la fecha de la triunfante batalla de San Quintín; y además, que esta apunta directamente a la ubicación del Templo de Salomón en Jerusalén. Pues bien, esto es rotunda y completamente falso. Pudiera tratarse de una alusión a "Laurentius", al Sol, tal vez al dios Apolo. Una vez más el constructo narrativo entorno a la historia de este grandioso monumento trata de velar el verdadero mensaje. La línea divisoria que separa el eje central del Real Sitio, desde la entrada principal hasta el final de la Basílica y orientada de Oeste a Este con la inclinación de 12 grados hacia el Sur (12 grados, 16 minutos y 19 segundos para ser exactos), atraviesa la biblioteca, el patio de los Reyes, la puerta de la basílica, el altar mayor y las habitaciones reales, mira hacia la puesta de Sol entorno al 11 de Abril, día 101 del año, posible referencia un "portal", y a los días entorno al 31 de Agosto. 


Es curiosa la orientación hacia el Este / Oriente. En esa línea que va desde la Kaaba de la Meca hasta la Cúpula de la Roca de Jerusalén, antigua ubicación del Templo, se le  supone, y cuya distancia es de 666,6 millas náuticas, la orientación venida desde El Escorial la cruzaría a 111 de estas millas desde el lugar sagrado del Islam y a 555,5 de las mismas desde el punto de corte al supuesto Templo de Salomón; esto es a 1/6 y a 5/6 del simbólico y viaje nocturno de Mahoma.
 
Aquí tendríamos que restar los 10 días de diferencia con el calendario juliano, vigente todavía al comienzo y en gran parte del tiempo que duró la monumental obra. Nos quedarían unas puestas de Sol encaradas a los días o 2 de Abril y las jornadas del 20 y 21 de Agosto. Salvo la fecha del ritual de la primera puesta de la piedra de la Basílica, y ya hemos visto que se dieron por otras circunstancias, no nos encajarían demasiado. Miremos pues al engranaje metafórico de los santos y las estrellas, ya que aquel encaje de San Bernardo del 20 de Agosto, nos ofrece una pista de estas cargas simbólicas y por donde podemos acertar. Volvamos al cálculo sobre el futuro calendario gregoriano en unas trazas realizadas 20 años antes. El 10 de Abril el santoral nos ofrece el recuerdo de San Ezequiel, profeta cuya visión plasmó para describir las medidas y formas del Templo de Salomón, y que el mismo Felipe II encargó realizar un estudio que culminó en bastantes semejanzas con la construcción realizada.



Por el otro lado tenemos la fecha del 31 de Agosto, donde el santoral aquí nos ofrece el recuerdo de San José de Arimatea y San Nicodemo. El de Arimatea recogió el cuerpo de Cristo yacido muerto tras la crucifixión y le proporcionó digna sepultura, con la ayuda de Nicodemo, que entregó las esencias para el embalsamamiento y que antes protagonizó un pasaje junto a Jesús ensalzando la idea del "nacer de nuevo". Y de nuevo tenemos el concepto plasmado de la muerte y resurrección, a parte de la leyenda surgida siglos después con José de Arimatea y el viaje del Grial a las costas británicas. De nuevo el arca o nave sagrada transportando un conocimiento por el mar allí donde se destina para ser revelado. En este caso sería por los cielos, mediante los astros. Hermosa alegoría nos ha quedado. La futura consagración de la Basílica el 30 de Agosto de 1595 confirmaría este juego de direcciones de puestas de Sol y su relación simbólica con las fechas del santoral con la disposición exacta del Sol en esa dirección concreta y el nuevo calendario.

Pero una vez recorridas las pistas de los santos estelares en los atardeceres del eje central nos preguntaremos ¿hacia dónde apuntan las salidas de Sol en esa línea divisoria? Pues la primera del año apuntaría hacia los días 24 o 25 de febrero, descubriéndonos el santoral a un tal San Modesto, una figura religiosa interesante, a vistas de nuestra investigación, encargada de la reconstrucción de los Santos Lugares de Jerusalén tras el paso destructivo de los persas que tuvieron como consecuencia la quema y demolición de los enclaves cristianos allí, durante principios del siglo VII, como vimos anteriormente.
 
El siguiente alineamiento del amanecer nos llevaría a los días próximos al 17 y 18 de Octubre, con un interesante defensor de la fe como lo fue San Ignacio de Antioquía, que correspondería al día 17, pero con un determinante San Lucas Evangelista celebrado el día 18 de ese mes. Al Evangelio de San Lucas se le identifica con el símbolo del buey o del toro. Como buen reflejo de la visión de Ezequiel de la Gloria Divina, San Ireneo de Lyon, clasificó a los cuatro evangelios como cuatro formas que compenetraban un solo espíritu, manifestadas en querubines bajo cuatro aspectos representativos de las actividades del Hijo de Dios: la segunda forma, correspondiente al de San Lucas, "es semejante a un becerro, para indicar su orientación sacerdotal y sacrificial". Nos encajarían a la perfección las disposiciones del engranaje que hemos venido a bien denominar santífico-estelar. Pero no quedaría ahí la disposición del Sol para enseñarnos otros aspectos simbólicos y alegóricos del magnífico entramado.

Toda esta maquinaria de engranaje temporal parecía tener una misión específica de altas miras, un cambio drástico, el evento que intentó sincronizar el tiempo y su utilización en toda la cristiandad, y por tanto, controlar todos los acontecimientos relacionados. El cambio del calendario gregoriano (por Gregorio XIII, el 13 símbolo de muerte) que se llevó a cabo el 1582 con un salto de 10 días en el calendario. Contenía la supresión de los años seculares (múltiplos de 100), excepto cada 400 años (como los 400 años de silencio de aquel Dios con su pueblo) los años 1600 y 2000. Se computan 30(33 encubierto) años regulares y 97 bisiestos. Se deberá eliminar un día cada 3323 años (otro 33 velado), por un desajuste de más 26 segundos por día. Durante el paso del 4 de Octubre al 15, Saturno, el planeta melancólico que "influenciaba" sobre Felipe II, navegaba por la constelación de Acuario, mientras Júpiter se acercaba por Capricornio para llegar a su conjunción máxima el 2 de Mayo de 1583. 

El 13 de Septiembre de 1584, fecha de la finalización de las obras de El Escorial, debería de haberse producido en el equinoccio de otoño de ese año, de no haber añadido los 10 días del nuevo calendario, y por tanto, solaparían las nuevas medidas de tiempo promulgadas por la Santa Sede 700 días «virtuales» (habría que restar 10) desde la fecha de su implantación, el 15 de Octubre del 1582, con los 500 días «reales» (cifra quinaria, por cierto) desde la última Gran Conjunción, hasta el fin de las obras del Real Sitio, dedicado veladamente al dios solar Apolo; cerrando así, los engranajes ciclo-temporales. Ese número 700 puede simbolizar a la energía del universo. Y como todo ese engranaje de cambio tenía el vórtice final el 13 de Septiembre, como símbolo de final/muerte, del 1584, se necesitaría un 14 de Septiembre oficial como marca de inicio/resurrección. Y esa fecha la encontramos el 14 de Septiembre del 1580, día de la Exaltación de la Cruz, con la aprobación por parte del Vaticano del calendario gregoriano, 2 años, 1 mes y 1 día desde esa fecha hasta la consecución del nuevo tiempo, el 15 de Octubre de 1582. Murió el viejo, de la mano del papa Gregorio XIII, nació el nuevo, tras 761 días, 7+6+1=14, número de la resurrección. Todo bien anudado hasta el mínimo detalle.

La carta fundacional fue firmada por Felipe II el 22 de Abril de 1567, justo 4 años después de la inauguración de la obra, menos el día del año bisiesto correspondiente, lo que deja la posición del Sol exactamente igual que aquel día de San Jorge del 1563; en ella se recrean las "consideraciones" por las que se fundó y edificó:

Una como agradecimiento a Dios por los beneficios obtenidos; otra por mantener sus Reinos dentro de la fe cristiana en paz y justicia; para dar culto a Dios; casi la más destacada, la de enterrar en "una cripta el propio rey, sus mujeres, padres, tías y sucesores, y donde se dieron continuos oraciones por sus almas"; otra más para que "se ruega en interceda Dios Nuestro Señor por Nos e por los reyes nuestros, antecesores e subcesores, e por el bien de nuestras ánimas". Comenta Felipe II sobre las últimas voluntades expresadas hacia él por su padre el Emperador que "nos remitió lo que tocaba a su sepultura y el lugar y parte donde su cuerpo y el de la Emperatriz y Reina, mi señora y madre, había de ser puestos y colocados"; y como aquella orden de sus bisabuelos los Reyes Católicos para la Capilla Real donde descansaban sus cuerpos, en esta carta, "el Prudente", manifestó que "por sus ánimos se hagan y digan continuas oraciones, sacrificios, conmemoraciones e menciones". Por último señala que se fundó El Escorial para "devoción y en nombre del bienaventurado Sant Lorenzo por la particular devoción al santo del rey y en memoria de la merced y victoria que el día de su festividad de Dios conmemoramos a recibir". Esta carta fue firmada después de 6 años y 6 días del documento de petición en nombre del Rey para la construcción del gran monasterio por la victoria de San Quintín. A modo de anécdota (o no) diremos que el nombre de ese santo es patrón de los cerrajeros...veremos.


El emplazamiento se situó en un lugar despoblado y de paso entre las dos grandes mesetas de la península, equidistante entre las poblaciones de Segovia, al Norte, y la Villa de Madrid, al Sur, y nueva capital del Reino desde 1561. Existe en todo el entorno un elemento esencial en abundancia, el agua, con numerosas fuentes naturales, rodeado de bosques de encinas, robles y fresnos, que junto a las buitreras, convierten al lugar en un escenario mágico para la habitabilidad de un dios. La disposición del espacio tiene en cuenta la "doctrina de Vitrubio", de época clásica romana, para la correcta ubicación saludable del paraje de la construcción en los conocidos como "lugares sanos", según las teorías de salubridad de médicos como Hipócrates y Galeno. Buscar el equilibrio del cuerpo humano y la doctrina conocida como de los "cuatro humores" (la flema, la sangre, la bilis amarilla y la bilis negra) y la influencia sobre los emplazamientos a construir. Tal como lo manifestaba el propio Vitrubio:

"Un terreno elevado y abierto, despejado de nieblas y con una orientación que no sea calurosa ni fría, sino templada; se evitará, además, la proximidad a terrenos pantanosos, pues al amanecer, cuando las brisas matutinas llegan a la ciudad, esparcen el olor de las bestias que viven junto a los pantanos, un olor nauseabundo, entremezclado con la niebla que llega hasta los mismos habitantes, quienes, al inhalarlo con su aliento, sufren las consecuencias de un terreno insalubre y pestilente."

Abramos las puertas de San Lorenzo de El Escorial por su fachada principal, con la entrada formada por dos cuerpos de columnas adosadas, dóricas las inferiores, estilo alusivo a la memoria, y jónicas las superiores, que recrean el lenguaje articulado capaz de emitir conceptos e ideas que tiene el humano. Entre estas columnas de arriba y bajo el frontón triangular destaca la figura del santo sosteniendo su parrilla. 


La alusión a este particular utensilio viene dada, a parte de la narración hagiográfica (vida de santos), también, por la que oculta (aunque no demasiado, la verdad) el relato alquímico que mostraba el escudo más antiguo del Real Sitio. Este era un fuego, sobre el que estaba una parrilla, donde surgía un laurel y que culminaba en un Sol. El mensaje alquímico que consiste en el fuego del espíritu que hace virtuosa la materia en su estado de mayor excelencia, representada por el metal, como la parrilla, que consigue la inmortalidad del árbol perenne, como el laurel, que está bajo el Sol, como paradigma de la divinidad.

Al atravesar esas puertas pasamos por debajo de la Gran Biblioteca (a la que le dedicaremos una especial atención), nexo de unión entre el complejo dedicado al convento, al Sur, y el estudio o colegio, el Norte, accedemos al Patio de Los Reyes, que se encuentra flanqueado por dos torres y dos grandes espacios con plantas cuadradas, las mencionadas del convento y el colegio. Ambos cuadrados guardan bastante simetría con cuatro patios cada uno, esquema de diseño similar al de los hospitales de la época. Al fondo del Patio accedemos a la Basílica, planteado en forma de cruz griega (cuadrada) y por el que se llega a través de un vestíbulo donde se hallan el coro de los religiosos. 


El templo se organiza a partir del espacio central de una cúpula sobre tambor, cuya cabecera se dispuso para el Altar Mayor, custodiado por las estatuas en bronce de las familias del Emperador Carlos, a un lado, y la de Felipe II, al otro, ambos inclusive. Bajo este se situaría el cuerpo fallecido de Carlos V, por orden suya, y que después evolucionaría en el Panteón de los Reyes. En el lado Sur del Templo entraríamos al Patio de los Evangelistas, inspirado en el Palacio Farnese de Roma. Su fuente central y sus jardines evocan a los cuatro ríos del Jardín del Edén. Desde ahí se  accede a la Sacristía, a las Salas Capitulares y es aquí donde desemboca la escalera principal. Al lado Norte se accedería al Palacio del Rey, desde donde se pasaría a los aposentos privados del monarca, que se ubica alrededor del presbiterio de la Basílica y rodeando el Patio de los Mascarones.

La mayoría de investigadores que han planteado las estructuras del plano de El Escorial sobre figuras geométricas tienden un poco al exceso y a forzar las formas. Se acaban por encontrar las cuadraturas del círculo rectangular encerrados en un triángulo divino de dudosa procedencia que culminan siempre en infumables soluciones. La verdad es que no hace falta irse a buscar la solución a desiertos remotos ni a montañas lejanas. En un plano en el que, a simple vista, se pueden ver las estructuras divididas de forma clara en cuadrados, símbolo alusivo a lo terrenal, tampoco debería ser demasiado difícil dilucidar un círculo, alusivo a lo celestial, o un triángulo, remitente a lo humano.


Todos esos cuadrados están divididos en lo que se refiere a poder temporal y poder espiritual. La división político-religiosa manifestada por Guillermo de Ockham allá por mediados del siglo XIV. Esto es, al lado Norte los representantes del poder civil: Palacio Real, cuerpo de guardia y estancias colegiales; y al lado Sur el poder de ámbito religioso, el convento, el Patio de los Evangelistas, las Salas Capitulares y la Sacristía. Las estructuras creadas bajo el gobierno terrenal bien señaladas. El círculo se muestra justo en el lugar más elevado y alto del conjunto arquitectónico, en la cúpula de la Basílica; lo atemporal y lo divino destacando por encima de todo, ejerciendo de principal foco de luz en el templo de Dios, envuelto de un cuadrado perfecto que sostiene sus pilares. El eje perfecto de conexión entre lo divino y lo humano. ¿Y el triángulo? Si miramos con atención a la Biblioteca, centro del saber mundano, observaremos que forma una base que une colegio y convento de esquina a esquina del lado de Poniente, que habría que dirigirlo al centro del saber divino, el mismísimo Altar Mayor haciendo de vértice de lo que resulta un triángulo equilátero perfecto. La sabiduría es la base del hombre para llegar a Dios... de lo profano a lo sagrado... de la sabiduría del conocimiento a la cruz... ¿Será una pista?



Atienza plantea, también, una atribución de uno de los talismanes más potentes de las ciencias ocultas en la traza del Real Sitio. Se trata del pentáculo, que con sus 5 puntassería capaz de otorgar o anular energía vital, según se presente derecho o invertido. La suma de 180 grados de esta figura representaría a un mundo simbólico doblado; siendo el aspecto positivo del Sol que nace por el horizonte, y el negativo el reflejo en la oscuridad de las aguas de las que emerge. Esta forma fue planteada en la arquitectura de los templos estrella de la cristiandad por el alemán Ernst Mössel, haciendo coincidir los enclaves sagrados del edificio con las puntas del pentáculo; quedando oculto y sólo reconocible para los constructores iniciados y para la casta-sacerdotal beneficiaria de ese entramado, se supone. Trasladando esa figura al plano de El Escorial desde su centro geométrico, la llamada "bóveda plana de Herrera", las dos puntas inferiores de ese pentáculo señalan a las dos puertas que están a los lados de la fachada principal, a los dos lados del Patio de los Reyes; una corresponde al acceso al Colegio, situada a la izquierda, la otra es la puerta de acceso al convento, las dos situadas justo bajo delimitando las dependencias de la sabiduría, la enorme Biblioteca escurialense. 

Las puntas que se colocan a los brazos de la estrella marcaban el Cuerpo de Guardia de la Casa Real , sede de la ·"Fuerza", y las salas capitulares del  convento, sede de la "Espiritualidad". Encaja perfectamente la punta superior con el centro de lo que se conoce como el Patio de los Mascarones, que era la unión entre las estancias reales, el ábside del templo y el tragaluz que da al Panteón Real. La posición de las losas en la exacta ubicación de la "cabeza" de esa esotérica estrella indican la cercanía de la Otra Cabeza, la que concibió el proyecto. Las 5 puntas invisibles para el común de los mortales marcaban la enseñanza, el gobierno, la religión y la milicia. El centro de la construcción es el lugar donde se parte al resto de estancias. La planificación del buen laberinto enseña el oculto propósito de reunir en una intención superior los diferentes caminos para acceder a un único y universal poder.



Entramos al lugar con mayor evocación de simbolismo en el Real Sitio, sin lugar a dudas, la Biblioteca. En su forma alargada cobra vida la bóveda de la misma, pintada con frescos por el italiano Pellegrino "Tibaldi", con la participación de Bartolomé Carducci, "Carducho", y la ayuda de otros pintores, también italianos. Las pinturas están inspiradas en los relatos de dos obras que permanecieron en sus estanterías desde sus inicios: "Sobre las bodas de Filología y Mercurio", escrita por el cartaginés Marciano Capella en la primera mitad del siglo V y el libro "Margarita Philosophica", cuya autoría pertenece al monje cartujo y confesor del emperador abuelo de Carlos V, Gregorio Risch, aparecida en 1503. La estancia representante de la inteligencia plasmó en sus cielos (la bóveda) las 7 artes liberales que formaban la perfecta educación, distribuidas en 7 partes: 



Al Norte de la sala, lindando al colegio escurialense, se plasmó la Filosofía, la reina de las Ideas, como alegoría rodeada de Aristóteles, Platón, Séneca y Sócrates representa la búsqueda de la razón a través del conocimiento y la revelación divina que simbolizan la universalidad del saber. Saber que necesita de un conocimiento adquirido y simbolizado por el fino velo transparente que cubre su rostro, así como su dominio sobre todos los saberes que señala con su mano al globo que encarna al mundo. En el Sur de esta, localizada junto al Monasterio, la Teología, como no, ciencia de la Revelación, escoltada por los cuatro Padres de la Iglesia: Agustín de Hipona, Gregorio Magno, Ambrosio de Milán y Jerónimo de Estridón y con las virtudes teologales reproducidas a través de los ropajes de los personajes dibujados: el blanco de la Fe, el verde de la Esperanza, o el rojo de la Caridad.  

El porqué del número de artes liberales podemos averiguarlo siguiendo la "pista" escrita por un importante personaje, el sabio y erudito Benito Arias Montano (uno de los configuradores de los detalles del Real Monasterio) en su "Libro de José o sobre el lenguaje arcano" acerca del número 7

"El número siete, sagrado para el Dios verdadero para el principio del mundo, se aplica para revelar milagros en su nombre y obra suya,. Y por su absoluta certeza, confirma que algo no sucede por casualidad, sino deliberadamente."

Esas 7 artes se dividen en la bóveda en las pertenecientes al trivium y al quatrivium, representadas estas por matronas en el espacio central del cielo, correspondiente a cada una de esas separaciones. Las escenas de las partes inferiores se tiñen de personajes ilustres e historias acordes con cada ciencia correspondiente. 14 escenas, dos tocantes a cada arte liberal, se extienden desde el friso de la cornisa hasta la parte alta de las estanterías. Sobre la cornisa cada ciencia es escoltada por 4 de los más ilustres sabios de cada una de ellas, con un total de 28 sabios. Con estas cifras podríamos dilucidar un calendario lunar y una posible posición astronómica de la bóveda celeste de la Biblioteca con diferentes funciones.

Gramática.
Retórica.
Dialéctica.


La primera sección de ese trivium corresponde a la Gramática, cuya matrona aparece representada con un doble mensaje. En la mano siniestra sujeta un látigo, azote de corrección para los errores en la escritura y la dicción, y en la diestra una corona laureada (Laurentius, Lorenzo, recordemos) que recompensa la pureza de la lengua, y la rigurosidad del mensaje a transmitir. En un pasaje dedicado a esta ciencia se figuran a los hijos de Noé construyendo la Torre de Babel, donde Dios castigó la arrogancia de los hombres con distintas lenguas, por lo que el estudio de la Gramática se hace necesario para el conocimiento de la lengua propia. Un Nemrod entronizado en su asiento y vara en mano preside la escena. La cuaterna de sabios aquí la figuran Marco Terencio Varrón, el erudito que fijó la fecha de la fundación de Roma, Sexto Pomponio, Tiberio Donato y el español Antonio de Nebrija.

La Retórica aparece portando el caduceo de Hermes con su mano izquierda, aludiendo al poder de la palabra, y con gesto discursivo con su derecha. Un león atento al costado, como símbolo de la fuerza y del resultado que del buen hablar son amansadas las fieras. La escena de un Hércules Gálico (el que era idealizado por los celtas, en lugar de Mercurio) caracterizado anciano, cubierto por una piel de león y con la maza y el arco como atributos, de cuya boca surgen cadenas de oro y plata que prenden los oídos de las gentes que le siguen, ganando así el poder de la elocuencia sobre la fuerza. Los cuatro sabios destacados de esta ciencia en su apartado son Isócrates (discípulo de Platón), Demóstenes, Cicerón y  Quintiliano, hispano del siglo I.

Con una mano derecha abierta y la izquierda cerrada es pintada la ciencia de la Dialéctica, una clara expresión del "Solve et coagula" (separar y unir) de la filosofía alquimista, virtuosa de desarrollar en su discurso y comentar una idea en cientos de evocaciones filosóficas que establecen comparaciones permitidas en la razón analógica. Su cabeza coronada con una media luna con forma de cornamenta que simboliza al "dilema", como recurso para forzar al contrario a la caída y ser derrotado. La escena a destacar aquí nos parece la de Zenón que explica a sus discípulos el criterio de búsqueda entre la verdad y la mentira, señaladas como puertas donde se lee "veritas" y "falsitas". El cuarteto de sabios de la Dialéctica es formado por los griegos Meliso de Samos, Zenón. Protágoras, y el cristiano alejandrino del siglo III, Orígenes.

Aritmética
Música
Astrología

Geometría

La cuarta separación de la Biblioteca corresponde a la primera de las artes liberales del quatrivium, la Aritmética, cuya matrona de edad indeterminada, aparece con ciertas transparencias en sus ropajes que la hace más atractiva y hacedera a aquellos interesados en su conocimiento, como los seis jóvenes que la rodean calculando sencillas operaciones con sus manos, al igual que esta con su izquierda y con la mirada puesta en la tabla con números. Realizaremos un especial análisis de los pasajes aparecidos en esta zona que nos conducirán a una llave para acceder a la siguiente fase de esclarecimiento del enclave. Los sabios representados aquí son Jordán de Sajonia, el griego Jenócrates el Cínico, el romano de la noble familia Ancii, Boecio y al pitagórico Arquitas Tarentino (nada que ver con "Pulp Fiction"). 

La Música, hermana de la anterior ciencia  y fundamento aquella de esta, y esta reproductora de los sonidos de aquella. Su matrona es plasmada sobre un trono de nubes con semblante placentero, lira de siete cuerdas en mano que interpreta las siete notas musicales, con alusión a esa idea de perfección que poseía el siete desde la antigüedad, donde se lo veía como reflejo del alma y la armonía de la Naturaleza, cuya esencia y estructura se la consideraba septenaria. El cisne que despliega las alas de su lado es el ave consagrada al dios de este arte, Apolo. 

El representante del culto mistérico órfico, tuvo el privilegio de aparecer en dos lugares distintos de la parte dedicada a la música, en el luneto oriental y en el espacio rectangular de esta sección. Orfeo pisotea a una bestia canina con cola de dragón, en clara alusión al perro guardián del Hades, Cerbero, en la primera. En la siguiente escena, se le aprecia destacado con su lira saliendo de los infiernos con su amada Eurídice. El monje Sigüenza nos cuenta una suerte de relato velado, al menos eso nos sugiere, y nos puede servir de modelo para comprender la función de estas secuencias que parecen un manual de como adquirir un conocimiento superior: "Esto es lo que significa en la otra historia frontera, que es la docta fábula de Orfeo cuando saca a su amada Eurídice del infierno, tañendo dulcemente con el arpa, adormeciendo al son al cancervero de tres cabezas, y perdió la mujer cuando ya salía del peligro, por no guardar el precepto de Proserpina, de no volver la cabeza atrás". Algo así como dejar atrás todas tus ataduras y obedecer de manera ciega a aquellos saberes que te son revelados, para poder acceder a ese otro lado de conocimiento superior; digámoslo de esta manera. Los cuatro sabios plasmados en la música son el hijo de Zeus y Antíope, Anfión, el mítico Orfeo, el personaje bíblico hijo de Lamek, llamado Tubal Caín, y anterior dios de la Música cananeo, y el gran Pitágoras, embajador de la perfección de las proporciones musicales.

El maestro Tibaldi representó a la matrona de la Geometría con las ligerezas en el vestir de acuerdo con su señalado origen de esta ciencia en tierras cálidas como Egipto y Mesopotamia. Compás en mano diestra midiendo varias pirámides, como modelo de mesura, apoyadas en una bandeja por un hombre en postura forzada donde resalta "el codo", y con la otra sujetando una vara graduada con ese "codo real" egipcio, como medida base ancestral, que nos sugiere el conjunto de la pintura.

 


Destacan las escenas en este saber geómetra de unos sacerdotes egipcios restableciendo los límites de las posesiones y proporciones tras las inundaciones del Nilo, teniendo el poder de la medición y transmitido sólo a su casta sacerdotal. La crecida de las aguas significa el fin de un ciclo, el Nilo aparece como el "Océano" griego, río de la vida que delimita los confines de la vida, con los cocodrilos al fondo como símbolos de reguladores del tiempo y el caos; así como de sabiduría oculta.


Impresiona la escena de un viejo Arquímedes a punto de ser ejecutado en el final del asedio a Siracusa, que en ningún momento deja de realizar el problema que tiene trazado en el suelo y que parece querer acabar a toda prisa, ajeno a la entrada de las fuerzas romanas, pero será asesinado antes de concluirlo. Nos parece ver en la representación un aviso del peligro que supone la salvaguarda del saber y la entrega de la vida, si fuera necesario, para no entregarlo a manos no adecuadas. Los sabios  relacionados en la bóveda con este saber son Arquímedes, junto a una esfera y un compás, el matemático y astrónomo alemán Johan de Montereggio (más conocido por Regiomontano) que aparece junto a un dodecaedro, símbolo del cielo, Aristarco de Samos, el primer teórico del heliocentrismo, sobre un icosaedro, símbolo del agua, y el astrólogo musulmán del siglo XIII, Abdelaziz Alcabitio.

El manto de la matrona de la Astrología protege al globo terráqueo, y esta clava la mirada al firmamento para precisar la posición y movimientos de los cuerpos celestes, ayudada por un compás en su mano derecha, para intentar conectar el estudio de los astros con el destino de los hombres. 


Las historias escenificadas en el sector del cálculo de los astros nos revelan el supuesto eclipse de Sol tras la muerte de Cristo observado por Dionisio Areopagita y otros sabios con un astrolabio, y que fue la causa de su conversión llevada a cabo por San Pablo. La suma de la conjunción solar y lunar con eventos sacro religiosos como la muerte del "Hijo de Dios" entrelazan varios engranajes. Pero lo que nos va a dar una pista clave que nos servirá para la conclusión final la tenemos encriptada en la escena del rey Ezequías en su lecho de muerte, con el anuncio del profeta Isaías que Jehová le concede quince años más de vida y se lo demuestra mediante el retroceso del cuadrante solar construido por su padre, el rey Acaz, retrocediendo de manera milagrosa "10 gradas". En el fragmento del Libro de Isaías 38: 7-8 tenemos una pista:


"Esto te será por señal de parte del Señor, que el Señor hará esto que ha dicho: He aquí, yo haré regresar la sombra diez grados más de los grados que ya ha descendido en el reloj de Acaz. Y volvió el sol diez grados atrás, sobre los cuales ya había descendido.¿Milagro o encriptación? Veremos más adelante.

Existe una contradicción en la selección de los sabios relacionados con esta ciencia, al contar con el conocido geómetra Euclides; aunque con el estudio analítico que vamos realizando podemos ir comprendiendo que estas permutaciones de sabios no están hechas al azar, y sí con todo el doble sentido. El padre de la geometría aparece sentado con una gran tabla apoyada sobre sus rodillas. En ella nos muestra una serie de artefactos fuera de tiempo y unos símbolos con los que los autores que lo confeccionaron quisieron plasmar en las paredes una especie de "guía orientativa" del templo. En su izquierda, su nombre parece estar casi velado, y este a su vez, tapa las figuras de lo que se intuyen como dos triángulos equiláteros superpuestos a la manera de un "sello de Salomón". Justo a la derecha de esa figura cuasi oculta se representa a una figura humana de espaldas con un instrumento astronómico muy popular en el Renacimiento, el conocido como "báculo de Jacob" que servía para medir los ángulos entre dos cuerpos celestes y muy útil para fijar la latitud y la hora local. Justo encima está dibujado el conocido como "cuadrante de Apiano", un instrumento de origen árabe de alta precisión para graduar posiciones de los astros. Su mano siniestra nos señala una serie de elementos geométricos básicos encerrados unos dentro de otros, de dentro a fuera: triángulo, cuadrado, círculo y cuadrado. 

No muchas décadas después, todos estos símbolos aparecerían en un grabado de un alquimista al servicio del emperador Rodolfo II, sobrino este de Felipe, el Prudente, llamado Michael Maiers, en su obra "Atlanta Fugiens" (La fuga de Atlanta). Allí narra una teoría geométrica de como obtener la "piedra filosofal" en forma de epigrama: 

"Desde el macho y la hembra traza un círculo único, de donde surge el cuadrado de lados iguales. Traza a partir de él un triángulo en contacto con todas partes con una redonda esfera. La piedra entonces habrá nacido. Si tu espíritu es lento para captar este misterio, comprende la obra del geómetra y sabrás".

 

Acompañan a Euclides, el geómetra, en esta ciencia astronómica el rey castellano Alfonso X el Sabio, responsable de haber patrocinado las mejores mediciones de las estrellas hasta la Edad Moderna, Ptolomeo, autor del famoso "Almagesto", y el astrónomo inglés del siglo XIII Juan de Sacrobosco (Johnny Hollywood), que ya pronosticó en un tratado sobre las divisiones del tiempo como el calendario juliano tenía un error de 10 días, dejando caer que hasta el último de los sabios escogidos no fue fruto de una decisión a la ligera.


Volvamos atrás para desplazarnos a las escenas centrales de la Biblioteca, aquellas que correspondían a la división de la Aritmética, pues de números estaremos hablando y a través de ellos evocarán aquello que quieran transmitir mediante un lenguaje hermético. Y es ahí, justo en el centro de la sala, en la parte de Poniente, frente a la ventana baja donde se pueden contemplar las figuras de los 6 reyes de Israel y Judá, justo tenemos encima una escena protagonizada por la reina de Saba y el rey Salomón. La reflejada en el relato bíblico que narra la legendaria visita de esta reina al rey hijo de David, a causa de la fama como sabio, al tiempo que llegó cargada de ofrendas y piedras preciosas, y de tal manera que deseaba comprobar hasta donde llegaba esa sabiduría con una suerte de enigmas. El resultado, y la escena acontecida, se explican en el libro 1 Reyes, capítulo 10, versículo 3: "Salomón resolvió todas las preguntas. no hubo ninguna que el rey no pudiese responder". 


En el lado izquierdo se encuentra Salomón sentado en su trono con su mano diestra señalando a los Cielos, y su siniestra, mediante un curioso gesto, a una singular tabla numérica que aparece encima de una mesa cubierta por un decorado mantel. A su izquierda se encuentra su cetro real apoyado en el suelo. Sentada a su derecha y detrás de la mesa, la reina de Saba, de tez muy blanca, blanquísima, con un gesto también muy forzado en su mano diestra, justo encima de la tabla que parece ser la causa del enigma que le ha planteado al sabio Salomón. Sobre el mantel se muestran una balanza y una vara de medir, y escrito sobre el frente de este unas palabras en hebreo. Tras los reyes y asomando por una cortina, un guarda con lanza parece custodiar toda la escena. A la derecha de los reyes, 14 sirvientes agrupados, unos muy visibles y otros agazapados, muestran y ocultan cuatro doradas ánforas que deberían llevar exóticos presentes de la reina de Saba para el más sabio de los reyes de la Tierra.
  
Analicemos en primer lugar la frase del mantel con esta indicación del padre Sigüenza que nos explica que "en la caída del paño de seda que está sobre la mesa, escrita con letras hebreas aquella tan alta sentencia: omnia in numero, pondere et mensura; todo tiene número, peso y medida". Este fragmento pertenece a la traducción de la Biblia en latín conocida como "Sacra Vulgata", al Libro de la Sabiduría 11, 21, en su última línea. El problema viene al estar escrita en hebreo, porque el original del "Liber Sapientiae" se escribió en griego entre las mitades del siglo II y el I antes de Cristo. Debido a lo tardío de la fecha de composición, no estarlo en hebreo y fuera de Israel, en concreto por la comunidad judía alejandrina, no fue admitido en el canon de Palestina, lista que quedó establecida definitivamente en el siglo II y que dejó varios libros del canon de Alejandría fuera de la Biblia hebrea, como el de la Sabiduría o el de Ester, recopilados en la Biblia de los Setenta, realizada en el Egipto ptolemaico a partir del siglo III antes de Cristo y finalizada en tiempos de Julio César, precisamente con el Libro de la Sabiduría. Recordar que en ese tiempo, tras el concilio trentino, estaba vigente la prohibición de todas las biblias escritas en lenguas vernáculas, y las escritas en hebreo formaban parte de esa restricción. Este hecho hace la escritura de ese fragmento mucho más disonante y lo señala como punto de atención a ojos iniciados. ¿Si no está traducido del griego al latín, como sería lo lógico, el mensaje sería el mismo?



La frase en hebreo tal como está escrita parece contener un error en las últimas letras de la segunda y la última palabra, tal como se lee en hebreo de derecha a izquierda; donde la letra "jet" ( ח ) tendría que ser reemplazada por una "he" ( ה ) para poder ser traducida tal como nos cuenta Sigüenza, pero se plantea un problema. Lo escrito sobre el mantel, con la debida rectificación, pertenece al texto aparecido en el libro de Levítico 19, 35; traducido como "en la medida, en el peso y en la cabida", donde el pasaje entero decía: "No cometerás injusticia en el juicio, en la medida, en el peso y en la cabida". Además aparece el añadido de "kol" ( כל ), que significa "todo", y debido a la prestación de las palabras hebreas a diversas interpretaciones, la correspondiente a "cabida", podía deducirse como "capacidad", "recipiente" o "receptáculo donde se deposita algo". Se puede concluir como "Todo está numerado, pesado y guardado". Por ahí podemos puntualizar como el mismo Juan de Herrera escribió en su "Discurso de la Figura Cúbica" aludiendo a los "9 Principios Absolutos" de Ramón Llull para insinuar la expresión señalada:

"(...) el fin influye en el principio, y el principio refluye en el fin, y es participante de la naturaleza de ambos extremos. El segundo es el medio de unión (...) y el peso y número y medida que todo está fundado cuanto tiene que ser y faltarían las 3 dimensiones y la plenitud de que consta todo el universo, lo cual es imposible, siendo el universo fábrica del Sumo Artífice, en quien no puede haber exceso ni defecto".



Para Herrera, por tanto, no existía  error alguno en los cálculos de las formas del Universo (como no podía ser de otra manera, claro); pero si todo está realizado de un modo tan perfecto ¿Cuál es esa humana curiosidad por la que desea diseccionar o deconstruir esa divina construcción?¿Una imperiosa necesidad de la búsqueda de la verdad absoluta recorriendo el camino de la razón a través de la espiritualidad que lo transporte hasta esa revelación divina, pero... ¡por orden real y al servicio del monarca más poderoso del "universo terrenal"!? Es posible. Veamos que nos decía otro erudito resuelto en lides esotéricas y protegido y al servicio de diferentes casas reales, Cornelio Agrippa, fallecido en 1535, varias décadas antes, describió en el capítulo XX de su "Numerología Oculta" este esclarecedor extracto: 

"Nadie debe extrañarse de que podamos pronosticar cantidad de cosas con los números de los nombres, puesto que según el testimonio de los seguidores de Pitágoras y de los cabalistas Hebreos; hay en estos números ciertos misterios ocultos y conocidos por poca gente; ya que el altísimo ha creado todas las cosas con peso, número y medida, de donde se deduce, como de su origen, la verdad de las letras y de los nombres, que se imponen no por azar, sino por una verdadera razón, aunque nosotros no la conozcamos".

Y si todo lo representado en la escena, como la balanza y la vara de medir, nos señala al peso y la medida; el guardia con lanza, nos recuerda la custodia de estos saberes; los 14 sirvientes y las 4 ánforas señaladas por la reina de Saba, al camino numerado para alcanzar un renacimiento que nos haga llegar a esa sabiduría completada, el 14, junto con las 4 virtudes cardinales necesarias para alcanzarlo, véase, la Templanza, la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza; ¿Qué encierran esas tres series de cifras escritas en la tablilla numérica que Salomón nos sugiere, con su mano derecha, que son reveladas desde los cielos y la reina de Saba, con su diestra, también, nos indica que forman parte del jeroglífico planteado al más sabio de los sabios y que es una continuación del mensaje del mantel?




Observemos la serie superior, 1234, que no es para nada una cifra conjunta, y nos daremos cuenta que cada número expuesto ahí tiene una entidad propia. Hagámosle caso a Agrippa y veamos que nos muestran dichos 4 primeros números desde su significado cabalístico y desde el pitagórico:


El número 1: para la Cábala hebrea, la primera letra de su alfabeto, la Aleph ( א ), esta formada por dos "iod"( י ), décima letra del mismo alfabeto, una en la parte superior, señalando a Dios y otra en la inferior, señalando al pueblo judío simbolizando una unión de Dios y su pueblo. Representación de la partición en los cielos de las aguas superiores e inferiores en el día de la Creación. Simboliza lo absoluto. Su significado lo podemos traducir por: príncipe, ministro, jefe, maestro o buey. El valor numérico de esta letra es de 1000 y el elemento con el que se relaciona en su zona astral es la atmósfera terrestre o el aire. Para el pitagorismo representaba a la mónada, el principio masculino y su razón asociada a la idea de "Dios Único". Simboliza la indivisibilidad y la causa de toda esencia y fundamento de todo lo existente.

El número 2Bet ( ב ) en cábala, segunda letra del alfabeto hebreo y con la que da comienzo la Torá ("Bereshit". En el principio...), con significado de casa, el templo o dentro de. Se compone de tres "vav" ( ו ) conectadas indican una apertura hacia la izquierda, hacia el Norte. Su valor numérico es el comienzo de la pluralidad manifiesta y la naturaleza dual de la Creación. La zona astral de esta es la Luna. Desde la visión pitagórica el "2" es la díada, el símbolo del principio femenino, de la diversidad y la dualidad (noche / día, frío / calor, bueno / malo); también se considera un número imperfecto, de lo tenebroso, de ahí que el segundo día del año se dedique a Plutón y el segundo día de cada mes a los difuntos.

El número 3Guimel ( ג ), la tercera letra hebrea adquiere el significado de revelación, mantener, complementar o retribuir. Se deriva de la palabra "guemul", que del hebreo podemos traducirlo tanto como una recompensa como un castigo. Según su forma se compone de una "iod" como si estuviera de pie, dando una forma de hombre en movimiento. Por el valor numérico se presenta como estabilidad y balance, el equilibrio entre los elementos primeros de la Creación: el Aire, el Agua y el Fuego. Su zona astral es el planeta Marte. El "3" pitagórico evoca a la triada, símbolo de la unión de la mónada y la díada (1+2=3). Se produce la figura del triángulo, primera figura perfecta, y calificada como divina. Símbolo del tiempo al contener el pasado, el presente y el futuro.


El número 4Dalet ד ), La cuarta letra hebrea tiene un significado de "puerta" o entrada, dada su acercamiento a "delet". También se puede entender como alzar, elevar o impulsar hacia arriba. Su grafía la componen dos líneas que forman un ángulo recto con una esquina simbolizando a una persona doblada, en posición de humildad, de apariencia paupérrima, o inclinado. Su zona astral es el Sol. Para el pitagorismo simboliza justicia y retribución (2+2=4). Origen de lo eterno en la naturaleza. El primer cuerpo sólido representado con el "tetraedro" simbolizado por los cuatro vértices.

Y de esa serie expuesta, 1, 2, 3 y 4, la famosa Tetráktys pitagórica, deberíamos dilucidar un mensaje resolviendo las diferentes interpretaciones de estos números y uniéndolas para que se pueda establecer un mensaje coherente. Para este reto nos dejaremos guiar por la opción planteada por el veterano investigador Andrés Vázquez Mariscal, autor de una gran investigación como "Las claves ocultas de la Biblioteca de El Escorial". Con muy buen criterio, propone hacer una lectura al revés de la cabecera del problema planteado por la reina de Saba al sabio Salomón, tal como se lee la escritura hebrea, de derecha a izquierda. Del 4, 3, 2 y 1 podemos deducir a través de las diferentes definiciones vistas un mensaje tal como "La puerta de la revelación está en la casa de Yahvé". Una referencia al Templo de Salomón y al Sancta Sanctorum, la morada espiritual de Dios, que en la visión de Ezequiel representaba un cubo de 20 codos de arista. Llegamos de nuevo a alusiones al cubo, tras aquellas piedras fundacionales referenciadas por los cronistas de la época.

El siguiente problema planteado en la columna de la izquierda nos muestra una operación de multiplicar de la manera como se resolvía en época del siglo XVI. 5/10/50.  En principio una operación de 5 por 10 con resultado correcto de 50. Aquí nos distanciaremos de las conclusiones del anterior investigador citado, con las que no estamos del todo convencidos, y tiraremos de datos de nuestro propio recorrido. Esa multiplicación por 10, como número sagrado de divinidad, en cuya proporción exacta en distancia la hallamos entre El Escorial y el monasterio de Yuste respecto a la distancia con la Hofkirche de Innsbruck. Sin olvidar que esas cifras son las usadas por el mismísimo Juan de Herrera en su "Discurso de la figura Cúbica" para explicar la operación de cálculo de superficie de un paralelogramo aludiendo a las explicaciones del geómetra Euclides.


El problema de la columna de la derecha lo llevaremos al terreno de la cabalística. Obviando el resultado fallido del producto de 4 por 8 resultante en 48, comencemos por el valor del "4" como "puerta" o "retribución"; el "8" como valor de "orden", "estabilidad" y relacionado con la "sabiduría" y "conocimiento". El resultado erróneo de "48"  nos mostraría la palabra hebrea "moaj", que significa "cerebro". Nos resultaría "la puerta que abre el conocimiento es el cerebro", o "la puerta para acceder a la sabiduría es la mente racional." Aunque deberíamos de tener en cuenta que es una operación incorrecta y una alteración de los factores para provocar un reflejo "forzado" que altera el resultado y obtener un determinado mensaje, y poder dilucidar que indica el "factor fantasma", que en este caso sería el 6, para su correcta operación final (6 por 8 = 48), que en una de sus acepciones cabalísticas representa con la letra "vav" ( ו ) a una unión de dos frases o conceptos, así como una velada referencia a la figura cúbica, como veremos que parece conducir más adelante.

Y como para una correcta resolución del mensaje, debemos usar propiedades del mismo valor, pese a que el enigma contiene varias capas interpretativas, y reunir esos valores numéricos de las tres series de cifras de la tabla por orden de arriba a abajo y de derecha a izquierda, como parece que es pretendido por el oculto emisor. Para eso habría que convertir la columna de la izquierda con los números 5, 10 y 50 y su significado cabalístico. El 5 nos enseña la capacidad de comunicación a través de los pensamientos, los actos o las palabras, un canal "mediante". El 10 nos mostraría el reino terrenal o a Dios con su significado de interior; el 50 nos señalaría a la consecución de la trascendencia, la llamada "shekinah" para el culto judío. Un salto a un nivel superior procedente de 7 septenarios, 49 + 1, por tanto, un jubileo.

Nos quedaría un enigma resuelto tal como, "La puerta de la revelación se sitúa en la casa de Yahvé, la entrada al conocimiento es abierta por la mente racional (aquí habría que visualizar un "cubo"), que permita llegar a través del discurso adquirido en el reino terrenal a alcanzar la trascendencia divina". 

Pero aún resta por averiguar de esa escena el mensaje encriptado de las manos, que la investigación ya mencionada de Vázquez Mariscal la analiza, aunque las soluciones nos parecen un tanto ambiguas. Volvemos a Agrippa para obtener una respuesta sobre estos posibles mensajes para "iniciados". En el capítulo XVI de su "Numerología Oculta" nos explica lo que ha podido leer "en los libros de los magos, y observado en sus obras y trabajos ciertas gesticulaciones sorprendentes y ridículas, tal como en efecto me lo parecen, y creía que eran ciertos pactos ocultos con los demonios(...), sino que eran una cierta manera de enumerar que los antiguos usaban para representar los números por los diferentes pliegues y repliegues de sus dedos y de sus manos, por cuya gesticulación los magos hacían entender, sin mediar palabra, los nombres de las virtudes inexpresables que no se pronuncian, y que son diferentes en números al mover los dedos unos tras otros, y reverencian con un sagrado silencio las divinidades que presiden las cosas de este mundo". 

El autor que mejor dejó reflejada esa clasificación de gesticulaciones fue Luca Paccioli en su célebre obra "Summa", de 1494. Salomón nos indica con la diestra que el mensaje de la tabla numérica viene proporcionado desde arriba, la divinidad, pues, y con la siniestra la señala interpretándose del gesto de su mano un número "3", que de todas las interpretaciones posibles, tanto pitagóricas como cabalísticas, nos procede escoger la de símbolo de "tiempo pasado, presente y futuro". La mano derecha de la reina de Saba esconde un "900", valor numérico otorgado a la letra del alfabeto hebreo "tsadi sofit" ( ץ ) en su versión de final de palabra de la letra "tsadi" ( צ ), que en ambas morfologías su pronunciación es /ts/. En el tarot correspondería al arcano 18 de la Luna, a lo femenino y a la noche; y mucho nos tememos que esta interpretación tendrá una continuación a lo largo del templo. La lanza del guardia que aparece justo detrás de la tablilla con series numéricas y las manos numeradas, con tonos oscuros, nos señala que la custodia de estos saberes recae sobre la casta sacerdotal, como nos sugiere la contraposición del cetro real apartado de la escena en un extremo inferior, aun que bien iluminada, indicando la cita bíblica correspondiente: ·III·REG·X· (Libro de 1 Reyes , capítulo 10, versículo 3) que ya vimos.



Y justo enfrente, en ese centro de la Biblioteca, podemos observar la escena de los llamados gimnosofistas, unos sabios indios de vida anacoreta, en apariencia, según las referencias documentales hacia ellos, donde Estrabón recoge que eran personas muy religiosas y los divide en brahmanes y sramanes, siendo de estos últimos los más honorables los "hylobii", pues vivían en los bosques y subsistían de plantas y frutos silvestres. Aquí, en la escena, les otorgan propiedades heredadas por los pitagóricos y se representan filosofando con números en la arena como queriendo transmitir a través de ellos, la ciencia, las afecciones y las virtudes del alma, que para estos últimos, encerraban los principios de todas las cosas. Aparecen semidesnudos, con varas de medir y algún compás trazando números en cuatro grupos de 5, 6, 4 y 9, como si estuvieran perfectamente colocados guardando alguna proporción (que dejaremos de lado, sin que sirva de precedente), con una tabla central numérica, en forma de triangulo equilátero, en cuyo centro está inscrita la palabra "Ánima". 

Nos da cuatro pinceladas el monje Sigüenza de estos Gimnosofistas dibujados en el centro de su estimada biblioteca a través de su "Historia de la Orden de San Jerónimo", "es negocio largo y ajeno deste lugar: solo que ni el uno ni el otro hablavan destos números, sino que era symbolo de otro mayor secreto". ¿Y qué secreto guardarían dos series numéricas grabadas en un triángulo medido y custodiado por unos extraños sacerdotes cuyas alusiones se pierden en textos
de más de un milenio atrás a este? Busquemos que decía aquel Padre de la Iglesia, Clemente de Alejandríaen su obra "Stromata", hacia finales del siglo II y principios del III de nuestra era, al mencionar a estos sabios y en que grupo de casta sacerdotal los incluía y como impulsaron el conocimiento revelado: 

"La filosofía, entonces, con sus avances para el hombre, floreció entre los bárbaros, difundiendo su luz entre los gentiles, y finalmente entró en Grecia. Sus hierofantes fueron los profetas entre los egipcios, los caldeos entre los asirios, los druidas entre los gálatas (celtas establecidos en Anatolia), los sramana entre los bactrianos, y los filósofos de los celtas, los magos entre los persas, quienes, como saben, anunciaron de antemano el nacimiento del Salvador, guiados por una estrella hasta que llegaron a Judea, y entre los gimnosofistas y otros filósofos de las naciones bárbaras".

Es el mismo Clemente de Alejandría quien nos explica que ese tipo de revelaciones no puede estar en manos de cualquiera. "El Señor no reveló a muchos lo que no estaba al alcance de muchos, sino a unos pocos, a los que sabía que estaban preparados para ello. (...) el secreto será revelado al que lo escucha en secreto, y que lo oculto será hecho de manifiesto al que es capaz de recibir la transmisión transmitida de una manera oculta, como la verdad. (...) los misterios se comunican de manera misteriosa, para que estén en los labios del que habla y de aquél a quien se habla; o, mejor dicho, no en el sonido de la voz, sino de la inteligencia de la misma". Vaya... Justito lo mismo que las logias secretas. Como también señala este "papá" de la Iglesia, "Los misterios, como el mismo Dios, se confían a la palabra (viva), no a la letra".

Vayamos al triángulo numérico. Posee dos series de números que parten ambas con el número "1", la unidad, en su vértice superior. La del costado derecho es una clara progresión a razón de 3, con la serie 1, 3, 9 y 27. La del costado izquierdo sería una progresión razón de 2, con otro error "fantasma". Del 1, 2, 4, se pasa a un errático "3", donde debería figurar un "8". Otro error forzado como en el enigma propuesto a Salomón. Eso sí, con la palabra "Ánima" en medio de ambas. En principio, esta intencionada serie de 1, 2, 3, 4, 9, 8, 27, correspondería a la "Armonía de las Esferas" que Platón describe en el pasaje 35-36, del Timeo sobre la fabricación de las proporciones del «Alma del Mundo» por el Demiurgo, que decía tal que así: "Del todo separó primero una parte; después una segunda parte, doble de la primera; una tercera, equivalente a vez y media la segunda y tres veces la primera; una cuarta, doble de la segunda; una quinta, triple de la tercera; una sexta, óctuplo de la primera; una séptima, equivalente veintisiete veces la primera. Después de esto llenó los intervalos dobles y triples(...)".

Cabría deducir que estamos ante un velo similar al situado en la escena de enfrente. En este caso el triángulo con las series numéricas aludiría a la tetraktys, como en la escena donde el mensaje aparecía grabado en el cuadrado, cuya cifra "errática" nos señalaría parte de la solución. El "3"  nos llevaría a la tríada divina desde la visión pitagórica, al símbolo de la creación; pero desde el significado cabalístico ese 3 nos sugiere "revelación", como vimos, y el "8", como cifra "fantasma", que propone un resultado de "camino, vida, conocimiento, justicia u orden". Atendiendo a las series numéricas que nos podrían indicar las dimensiones, observemos: El 1, como único punto y ausencia de ellas; el 2, como referencia a la línea de dos puntos y una dimensión; el errático "3", al área bidimensional que generan tres puntos; el 4, como mínima expresión tridimensional con los cuatro puntos necesarios para formar un cuerpo voluminoso, como el tetraedro; y por tanto, el ausente "8", nos llevaría a los puntos imprescindibles para formar una figura cúbica (hemos vuelto a mencionar el cubo, ojo avizor). Y con estas series envolviendo al "Ánima", nos quedaremos con la acepción de "camino". Esa "alma", traducida del latín, es definida por soplo, aire, aliento o principio vital. En castellano, entre otras muchas, como espíritu, ánima o psique, y sustancia de cualquier cosa, se halla una curiosa acepción procedente de la palabra hebrea "almá", como "virgen" o "doncella", como se traducía del Libro del profeta Isaías aquella famosa cita de "el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo". Esa "almá", en hebreo, tiene 5 acepciones que nos pueden ayudar a comprender lo que desea transmitir el emisor del mensaje encriptado:

-"Jayá", referido al principio de la vida.
-"Yejidá", como grado más alto de elevación que puede alcanzar el hombre. 
-"Rúaj", como espíritu y aliento vital.
-"Neshamá", como soplo de vida o alma.
-"Nefesh", como alma vegetativa.

Todos estos conceptos de esa "Ánima" hacen fijarnos en el sentido de alcanzar el grado más alto de elevación, como camino iniciático, y nos lleva a recordar al juramento pronunciado por los pitagóricos que decía:"¡Lo juro por Aquél que ha dado a nuestra alma la tetractys, fuente y raíz de la naturaleza eterna!". Los sabios encarnados en su versión hindú a través de formas pitagóricas y mensaje cabalístico judío. Aquellas forzadas posiciones de los brazos del sabio gimnosofista portador del compás midiendo justo sobre el vértice superior, dibujando una sutil traza de escuadra y del mismo artilugio que sujeta, es una señal velada de presencia de "constructores".



Teniendo en cuenta este probable resultado interpretativo del mensaje, nos encontraríamos ante la más que posible materialización de este en las paredes de la Real Biblioteca. Y aludiendo al escrito anterior de Herrera, intentemos visualizar cual era el fin y el principio, y la naturaleza de ambos extremos de la misma. Una especie de camino iniciático que apuntaría a otra parte de El Escorial. Las 7 separaciones de las Artes, como septenarios, con 14 escenas en total, como las catorce estaciones de un "vía crucis" de iniciación, y la suma de los 28 sabios simbolizando el ciclo lunar. Mito e historia se fusionarían para resaltar que todo está entrelazado con los patrones celestes que describen la vida de los héroes clásicos y personajes bíblicos que deberíamos interpretar a través de las adecuadas llaves de la Filosofía, Matemáticas y Astronomía esotéricas. Recordemos cual era una de las primeras escenas tras "abrir", a partir de la Filosofía, la puerta de la razón alusiva a la Gramática con la torre de Babilonia. No en vano, el nombre procede del griego de "Babilon", y este del acadio "Babil", que significa "Puerta de los Dioses", Bab (puerta) + Ilani (plural de "Ilu" - Dios). Pero el "lio" viene de la procedencia de "Babel" en hebreo, que deriva de "Baibal" (Confusión), que se traduce como "lugar donde mucho se habla sin entenderse". Esa prueba inicial apunta a un intento de confundir al aprendiz, que deberá escoger el camino correcto que acaba de comenzar (la puerta) en su andadura hasta la comprensión del mensaje revelado (de los Dioses). Del "caos" al orden divino; así como una puerta de entrada hacia el mundo celestial y el inframundo desde el mundo terrenal. Y como "en el principio fue el "Verbo", ha de ser la Gramática el comienzo de todo camino del saber.


La escena contraria de la Gramática, al lado oriental de la biblioteca, nos viene a confirmar esa puerta al aprendizaje, con la representación del profeta Daniel, y sus tres compañeros siendo llevados desde el reino de Judá para ser instruidos en la corte del rey Nabucodonosor, en Babilonia, en todas las ramas del saber de los maestros caldeos durante tres años. Hete aquí que Daniel propone una prueba de descontaminación en la comida a él y a sus compañeros de 10 días, con alguna ayuda de Dios, y comprobar que mejoraron la apariencia respecto a los demás muchachos. Cuando llegó el momento de  llevarlos delante del rey, según se lee del Libro de Daniel: "En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino". Quedémonos con estos 10 días de prueba temporal.


El centro aparente de ese camino iniciático se representa con la Aritmética, que ya hemos analizado con esmero, pero que es la unión que da paso del Trivium al Quadrivium, representando a la matemática del alma, donde ciencia y magia han de ir de la mano para llegar al objetivo final de la revelación. El paso por las lecturas de la música y la geometría nos acercarán a una mayor comprensión de la armonía y manejo de la Astrología, como nos trasladan sus escenas del eclipse de Sol en la Santa Crucifixión, que nos explica como los grandes acontecimientos han de estar producidos en su momento adecuado para un buen cumplimiento de los ciclos ofrecidos por los cielos. Así como la utilización de esa clave de los 10 grados, en varios ciclos o proporciones, ya sean días, grados o cantidades del saber, para obtener esa "ayuda divina", que el propio número 10 simboliza. Incluso a modo anecdótico, pero documentado; un noble y querido perro que poseía el Rey Prudente en Bruselas, de nombre regio Salomón, murió 10 días después del funeral de su padre, el Emperador.

 


Según los documentos hallados en los dibujos pertinentes al proyecto de la Real Biblioteca, se piensa que el erudito y brazo derecho teológico-intelectual de Felipe II, Benito Arias Montano, marcó las principales decisiones de la estructuración de aquel enorme arca de sabiduría de 54 metros de largo, 9 de ancho y unos 10 de altura en su parte central; Juan de Herrera, la confección y la geometría hermética del lugar; y el monje Sigüenza, el encargado de que todo el proceso se llevara a cabo con suma minuciosidad. Con detalles simbólicos como la colocación de los volúmenes con las páginas hacia fuera y pintadas de oro. De manera oficial este método de salvaguardar las hojas del contacto con la pared permite una mejor oxigenación de los volúmenes y retrasa su degradación debido a la humedad. También evitaría el fácil acceso de ojos profanos a determinadas obras, a pesar de que estaba pensado para un acceso bastante restringido, convirtiendo la metáfora del dorado en una visión resplandeciente en un proceso sutil alquímico para facilitar el camino hacia un conocimiento supremo para el que había de prepararse. aunque como hemos ido viendo, casi es más eficaz el aprendizaje hermético de las paredes y el entorno simbólico que los propios libros. El primer responsable de la librería fue el ya citado y cronista desde los principios de la obra, fray Juan de San Jerónimo, el título de bibliotecario correspondió en primer lugar a Arias Montano, conseguidor de buena parte de la colección por toda Europa, al que siguió de titular el cronista oficial y "chico para todo" en El Escorial, fray José de Sigüenza.

 

Dejando atrás el templo de la sabiduría bajamos al enorme patio que precede al templo de la divinidad, el denominado Patio de los Reyes. Espacio rectangular descubierto y opaco por los lados largos, un  enorme pasillo de 230 pies castellanos de largo por 136 de ancho, que une el eje central del Real Sitio desde la entrada de la fachada principal que desarrolla el viaje por el monumental laberinto de Poniente a Oriente. Este suceso es dispuesto de esa manera por el hecho de que en el Templo de Salomón y el Tabernáculo de Moisés se entraba desde el Este al Oeste, ya que una vez desterrados los hombres del Paraíso, hallado en el Este, estos caminaban en dirección a la puesta de Sol, el Poniente, a causa de su culpa. Con la "Puerta del Paraíso" cerrada en los tiempos de la Ley Antigua, convertía en estéril dirigirse hacia él; pero con la llegada del Mesías y la redención del género humano, con el árbol de la Cruz situado en Oriente, llamando a los hombres de nuevo a encaminarse y mirar en esa dirección, causa "oficial" por la que se sitúa en ese sentido el Altar Mayor de los templos cristianos. 

En ese recorrido del Patio de los Reyes nos encontramos con la fachada de la Basílica, y en ella destacan las 6 estatuas de piedra con las figuras de reyes de la tribu de Judá, perteneciente a la familia de David. De unos 18 pies castellanos de altura sobre sendos pedestales de 13 pies, con sus basas y cornisas cargando a plomo sobre las 6 columnas del pórtico de entrada, de orden dórico alusivo a la memoria, para recordar que tienen una importante función: el control del paso del umbral o puerta al templo. En esa simbólica recreación del Templo de Salomón, los Guardianes del Umbral, corresponderían a los tres funcionarios-sacerdotes que custodiaban la puerta de acceso. El profeta Sofonías pone en boca de Jehová estas palabras acerca de ellos:

"Y castigaré también en aquel día a cuantos saltan sobre el umbral, los que llenan la casa de su señor de violencia y fraude".

Una creencia difundida en la mayoría de culturas alrededor del mundo es la de no pisar el umbral de los lugares sagrados, por considerarse una ofensa al Dios que habita en  ellos y que este acto conlleva infortunios y penalidades. En el cristianismo se estableció el ritual de santiguarse con agua bendita para la purificación de la persona que atravesaba el umbral. Si pudiéramos acceder a los textos redactados por Arias Montano sobre la inclusión de los 6 reyes en la fachada, dilucidaríamos la razón de ubicarlos en ese lugar, entre los cuales, cuando se abre la ventana allí construida, se ilumina el presbiterio desde Poniente al caer la tarde, y que están ahí, justo para custodiar el punto donde confluye todo lo sagrado. Y en este sentido cabría tener en cuenta, además, los rayos y sombras proyectadas desde la Real Biblioteca durante el ocaso en ciertos días del año, y desde las ventanas adecuadas en la misma dirección del eje central, portando toda la simbología impregnada hasta el Altar Mayor, bajo el cual aguardaban los restos del Emperador de la cristiandad y en un futuro cercano, y calculado, los del rey Prudente.

Analicemos con brevedad quienes son los 6 reyes de la fachada y su orden de posición de izquierda a derecha, o desde un punto de vista cardinal, de Norte a Sur. Todos ellos poseen un lema inscrito en latín en su pedestal y representados con unos objetos simbólicos, destacando que las estatuas de piedra en el final de sus extremidades (cabeza, manos y pies) están realizadas en mármol blanco. El orden temporal histórico, o más bien bíblico, está desordenado, pero eso debe tener un porqué. Quedaría el primero en aparición, Josafat, siendo el tercero en ese orden temporal entre los representados; el segundo es para el rey Ezequías, protagonista del milagro de la sombra del Sol, y sus 10 grados, y que estamos observando como se nos repite ese "escalón" de 10 (días, grados, multiplicidad...), y que continuaremos viendo, y que en ese orden temporal estaría el cuarto; el gran rey David, el primero de su dinastía, y siguiente en la sucesión de la fachada; le sigue su hijo Salomón, el segundo del orden temporal; Josías, el sexto y último en ese orden en el tiempo y quinto en la sucesión de la fachada; justo a la inversa del siguiente rey, Manasésquinto en el orden temporal y sexto y último en la sucesión de estatuas.

Guardemos un instante la numeración creada por ese orden y observemos las estatuas y sus inscripciones, salidas de un solo "pedrusco" de una cantera próxima al altar vetón conocido como la Silla de Felipe II y que dio, como describe Sigüenza, para "Seis reyes y un santo salieron de este canto y quedó para otro tanto". Cabe mencionar que el santo, no es otro que la estatua de San Lorenzo sita en la fachada principal del Real Sitio. Repasemos de forma escueta las traducciones de las inscripciones de estas y los complementos que portan para ayudarnos a configurar el significado del orden de estos curiosos guardianes del umbral (aunque fueron inscritas de forma definitiva unas décadas después):

Josafat: "La luz se fue, pero la ley se propagó". Rey representado con el cordero de los sacrificios a sus pies y el hacha con el cual destruyó los bosques paganos. Impulsor y propagador de la Ley.

Ezequías: "Celebró la fase del templo purificado". Con una naveta que servía para colocar el incienso en el incensario (símbolo de purificación y de llevar a buen puerto la nave del Templo) y la cabeza de un macho cabrío surgiendo tras sus piernas (encarnando la restauración del altar de los sacrificios) se muestra el rey que suprimió el culto a los ídolos y abrió de nuevo "las puertas del templo".

David: "Recibió una copia de la obra de manos del Señor". El segundo rey de Israel aparece con los atributos de un alfanje (sable corto y corvo) y un arpa, como símbolos de guerrero y a la vez, amante de la música. Mira hacia su hijo, para transmitirle el mandato divino de construir el templo.

Salomón: "Dedicó el templo construido al Señor". El tercer rey de Israel, representado con el libro de la sabiduría y el cetro, fue el verdadero constructor del templo y un gran amante de la paz.

Josías: "En él se encuentra el volumen de la ley del Señor". Lleva un rollo de pergamino con la ley, el Deuteronomio, que se encontró durante unas obras de restauración. Al contrario que los demás, sujeta el cetro con la mano izquierda reservando la derecha para la ley de Dios. Pareciera que el compositor del enigma diera una pista aquí sobre la inversión del orden establecido en el mensaje, como hemos visto en el orden temporal y de posición de los dos últimos reyes. Este monarca reparó el templo y destruyó los altares dedicados a los ídolos.

Manasés: "Levantó el altar destruido del Señor". Se le representa con la escuadra y el compás utilizados en el levantamiento de una muralla en torno al templo. Las cadenas simbolizan su periodo en cautividad. Ofendió a Dios y se mostró arrepentido.


De parte de nuestro "Maestro Cerrajero" nos llega en forma de mapa-gráfico-jeroglífico la llave para abrir el mensaje encriptado en su fachada: "Entre el 21 de Noviembre y el 21 de Enero el Sol al amanecer va y viene entre el rey Manasés (que porta una escuadra y un compás) y el eje de la Torre del Reloj (que siempre se llamó así aunque no tuviera reloj)". Esto es, en los dos meses más oscuros del año solar, el despertar del astro rey viaja desde el final de la fachada que regenta la estatua de Manasés para esconderse tras la Torre del "Tiempo", donde se colocó un reloj de campanas que llegó al monasterio el mismo día que se corrigió el calendario aquel 15 de octubre de 1582 (¡¡vaya!!); para renacer de nuevo y volver a "ser construido" su ciclo, de ahí sus complementos iniciáticos (escuadra y compás), hasta esconderse por la otra torre más allá de los reyes en los equinoccios, siendo el de primavera el que se considera la victoria de la luz.

Debido a que, en palabras del monje Sigüenza, "el doctísimo Arias Montano fue el inventor y por cuyo consejo se pusieron las estatuas de estos Reyes", y este era gran conocedor de la lengua hebrea y de la cábala, tanto la judía como la cristiana en esa búsqueda por desentrañar el auténtico significado que ocultaban los textos velados de las Sagradas Escrituras, debemos pensar en que el autor de tamaño enigma sigue el relato bíblico a la hora de colocar con exactitud cabalística los personajes y elementos en cuestión. Por eso la razón de encajar a Josafat, con su cordero del sacrificio del "Pésaj", al extremo más cercano al equinoccio de primavera que es el que marca dicha festividad judía, como la Semana Santa cristiana. Dicho orden astrológico y religioso nos hacen ver de nuevo que la lectura del significado colocado con el orden temporal de los reyes de la casa de David, sean convertidos en números y su valor cabalístico sea interpretado de derecha a izquierda.

Nos encontraríamos, otra vez, ante un mensaje a la manera del descrito en la escena de la reina de Saba y el rey Salomón; quedando los números a validar en orden tal de: "5 - 6 - 2 - 1 - 4 - 3"; y cuyo significado cabalístico sería: "Lo separado (5) y unido (6) en la casa (2) de Dios (1) se haya en la puerta (4) como revelación (3)". Se podrían hacer otras interpretaciones, pero esta, de manera sencilla, nos sugiere una fácil adaptación del mensaje. Entraría dentro de lo plausible en lo proclamado en las inscripciones de los reyes y su ordenEl templo está dividido en lo civil y lo religioso, en lo racional y lo teológico, en el poder divino y el poder terrenal... y el Patio de los Reyes como nexo de unión, con la última piedra colocada en su construcción, visible de una manera sugerente en forma de cruz, dotaría de credibilidad al enigma de los 6 guardianes del umbral, que todos tiene como nexo común alguna relación con la construcción o reforma del Templo de Jerusalén. 

El rey Ezequías y su hijo Manasés fueron especialmente recordados por el rey Prudente al construir la fachada principal de la Basílica de manera que el primero, es el que recibe la ayuda divina con el milagro de los "10 grados" y una alteración del tiempo en su beneficio, y el segundo que es recordado por la reconstrucción del templo y las murallas de Jerusalén. Ezequías y Manasés fueron el decimotercer (13) y el decimocuarto (14) rey de Judá, respectivamente. Padre e hijo, Carlos V y Felipe II, David y Salomón. Observaremos como todo está ordenado dentro del Templo según manda la armonía de los engranajes temporales. Veamos:

A ambos lados de la entrada a la Basílica se leen unas inscripciones en latín, por supuesto, que nos confirmarían el juego de fechas entre el antiguo calendario y el nuevo, justo al traspasar el umbral del Templo, que proferiría forma sacra a todo el cálculo ritual. 

A la derecha, las alusiones reales en la primera piedra de la basílica-templo el "día sagrado" de San Bernardo, el ya conocido 20 de Agosto de 1563, y la fecha en que se comenzó a celebrar el Santo Oficio de la Misa, el 9 de Agosto de 1586. Se remarca que ese día era el "pridie festum" (la víspera en la manera de computar de los romanos, recordemos) de la festividad de San Lorenzo. De esta velada forma se retrasarían los 11 días respecto al antiguo calendario para cuadrar el mismo día solar justo 23 años después, con el nuevo ya vigente. 

El lado izquierdo nos informa que allá por el 30 de Agosto de 1595 el monarca estaba presente en la consagración del Templo por parte de la autoridad del Vaticano, el nuncio apostólico, Patriarca de Alejandría, Camilo Cayetano, que evocó estas palabras (en latín, pero que hemos traducido): "Alzad las Puertas a vuestros Príncipes, y elevad las Puertas de la Eternidad, y entrará la Gloria de Dios". Tras estas, el nuncio papal, hirió la puerta del Templo báculo en mano y exclamó tres veces. "¡Aperite, aperite, aperite! (abrid, abrid, abrid)". A lo que siguió: "He aquí la señal de la Cruz, para que huyan todos los fantasmas". Nos refiere Sigüenza sobre este ritual el imponer con la Cruz bajo los umbrales del Templo, la expulsión de los fantasmas que hubiera cuando el lugar estaba poseído por la ignorancia. 

Aunque haga referencia a la Cruz como objeto principal del ritual, podemos entrever que la  luz procedente, en ese día de la puesta de Sol, proviene del "conocimiento de la Biblioteca"; pues el día fue, nos escribe el monje, "escogido por el Rey, porque aunque se manda que la consagración de los templos se lleve a cabo en Domingo o en fiesta de algún santo, hay permisión que sea en cualquier otro día". Aquí no se menciona a santo que valga y sacraliza la posición de la "muerte del Sol" justo en la dirección donde fue orientado todo el conjunto. Eso lo decimos nosotros, obvio. Ese vestíbulo franquea la entrada a la Iglesia, monasterio, Palacio y colegio, que junto al templo, se ocuparon de hacer una defensa del Cristianismo y la Fe desde el punto de vista aprobado en la Contrarreforma...o no.





Tras la puerta se llegaba a un atrio flanqueado por dos torres, que daba paso a lo que se conocía como el "pequeño Templo", lugar de liturgia dedicado a las personas ajenas al Real Sitio. Principal escollo para la entrada los profanos al monasterio. Punto de inflexión. A partir de este lugar, justo en el sotacoro, conocido como la "bóveda plana" de Herrera, que suponía el techo de la estancia limítrofe con la zona exclusiva para el uso de la familia real y de aquellos que profesaran los santos oficios al servicio de esta, en tan privilegiado lugar, y suelo del coro alto. Dicho sotacoro se puede considerar como una réplica a menor escala de la planta de la Basílica y podemos considerarlo el centro del laberinto, un prodigio de la ingeniería que Herrera supo resolver de manera magnífica.

Y justo encima de tan curioso lugar que delimitaba el paso, se iniciaba la escena pintada en la bóveda, una enorme plasmación al fresco realizada por Luca Cambiaso de "La Gloria" o la "Visión del Paraíso" con legiones de ángeles y bienaventurados presididos por una peculiar Santísima Trinidad, con Papá Dios y Dios Hijo sentados en un aparente arco iris, símbolo del pacto de Yahvé con su pueblo, con el Espíritu Santo revoloteando en forma de palomilla. Todo normal hasta que bajo los pies del Padre y del Hijo es representado un extraño cubo proyectado diagonalmente desde el plano de la pintura. No es mencionado por ningún cronista, pese a que destaca en el conjunto. Sigüenza, tras describir a la Trinidad, explica que "muy junto del Hijo, la Madre Virgen Soberana", pero ni rastro de mención a la curiosa forma geométrica. 

Nos quedaría representado un cubo al centro que marcaba la bóveda plana, justo debajo. Hay que recordar que al rey Prudente le gustaba supervisar la construcción y decoración de su obra hasta el detalle más exiguo, y un elemento tan prominente a la vista debería tener su aprobación o haber sido pintado por su expreso deseo. El cubo, derivado del cuadrado, figura elemental de la matemática pitagórica, fue equiparado a la Tierra tanto geográfica, numérica y simbólicamente por Platón en el "Timeo". Marsilio Ficino, en sus comentarios sobre esa obra al ser traducida por él, explica que las formas matemáticas y proporciones racionales expresadas emulan la labor creadora de Dios. La Tierra sería cúbica y esférica al mismo tiempo. Como elemento sería un cubo invisible y como planeta una esfera visible. Para el arquitecto renacentista veneciano Andrea Palladio, la esfera sería visible, móvil y femenina, y simbolizaría la unidad, esencia infinita, uniformidad y justicia de Dios; el cubo, por su lado, resultaría invisibleinmóvil y masculino, y encarnaría, también, esa unidad, además de la estabilidad, fortaleza y el poder creador. Autores de la época como Piero Valeriano, dotaron un sentido hermético al cubo de ser un jeroglífico representando al "Suprenum Numen" (la Deidad Suprema). 

La referencia última la tomaremos del arquitecto definitivo y autor de ese ingenioso centro del monumento, Juan de Herrera: “El cubo es aquí la figura en la que reposa el ente, alcanzando con él la plenitud del ser. El cubo, pues, como paradigma en el que contener el Universo, el reino de las cosas, cuya descripción y clasificación perseguía Ramon Llull”. En la última parte de esta investigación veremos la importancia de la obra de Herrera "Discurso sobre la Figura Cúbica" y la relación de este cubo aparecido en este punto con otros elementos temporales. Magia, quizá. Veremos, entonces.

   


Pero la intención de los autores de potenciar ese cubo con la luz de Poniente atravesando todo el cañón de la bóveda, con las representaciones de la Gloria Divina, parecen derivar más hacia una intención de materializar un proceso alquímico simbólico, atravesando 
la esfera de la cúpula central, uniendo cuadrado y círculo, tierra y cielo, hasta el final de la bóveda, con la "Coronación de la Virgen" marcando el final del proceso encima del Altar Mayor, lugar bajo el cual reposaban (en un principio) los restos del Emperador más poderoso de la Cristiandad, que quiso tener el poder político y el espiritual de todos los fieles y que deseaba trascender al otro mundo casi manteniendo una comunicación sutil entre ambos.


El eje existente entre la pintura de la Virgen Coronada por la Santa Trinidad, el Altar y el Panteón, permitiría al sacerdote que ofreciera la misa en ese sagrado lugar tener colocados sus pies justo encima de los pechos del Emperador, cuya posición y orientación del ataúd en el futuro templo, fue confiada a su heredero, que lo cumplió "religiosamente"; no así los descendientes del rey Prudente. El conjunto impresionante que forman el Presbiterio, con el Altar y los dos grupos de cenotafios (monumentos funerarios donde no está enterrado el homenajeado) del Emperador y de  su hijo Felipe II, y el gigantesco Retablo, elaborados con una policromía profunda y exquisita, con finos mármoles y bronces dorados, ejercitando la guardia y custodia del sueño eterno de tan magna dinastía real. 

El Retablo Mayor fue proyectado por Herrera siguiendo un sencillo esquema a partir de la superposición de órdenes clásicos. Una primera serie de 6 columnas dóricas alusivas a la memoria, con el Sagrario en el centro, el Nacimiento y la Adoración de los Reyes Magos a ambos lados, fijándola en esa serie, la memoria de un Cristo que nace en "tierra" y que no ha de dejar duda a la doctrina de la transustanciación (conversión del pan y el vino en cuerpo y sangre del Hijo de Dios); una siguiente de otras 6 columnas jónicas, expresando conceptos e ideas, con el "Martirio de San Lorenzo", del maestro Tibaldi, en el centro, señalando el camino a la Santidad, escoltado de las pinturas de Zuccaro, "La Flagelación" y "Jesús con la Cruz a cuestas", y de las estatuas de los 4 evangelistas en los costados; y otro superior a este de 4 columnas corintias, utilizado para concebir ideas abstractas y formar juicios, con la imagen central de la Asunción de la Virgen a los Cielos, representación de la Resurrección y la venida del Espíritu Santo a los lados, y flanqueados por las estatuas de Santiago, patrón de España, y San Andrés, patrón de la Orden del Toisón de Oro, ligada a la dinastía de los Habsburgo. Todo coronado por un Calvario de bronce dorado con el Hijo de Dios clavado en la Cruz, entre dos columnas corintias, también, y bajo un frontispicio, con la Virgen y San Juan a los costados, custodiados por San Pedro y San Pablo, padres de la Iglesia, a los extremos del conjunto escultórico realizado por León Leoni y su hijo Pompeyo Leoni, al igual que los cenotafios reales. Estos dos artistas, padre e hijo de indiscutible maestría, poseen una intrahistoria digna de echarlos de comer a parte en su faceta de agentes conseguidores de obras, como la de hacerse con los dibujos y proyectos de Leonardo da Vinci, que ya hemos comentado en otra investigación, y que formarían parte de una lista de "piratas del arte y la historia", pero eso sería una investigación diferente.


A la misma altura de la base del retablo y del Tabernáculo, al que se le podría considerar el «Ónfalos (ombligo)» del templo, se sitúan los grupos escultóricos de las familias del Emperador y el rey Prudente, ambos incluidos, postrados de rodillas y en oración eterna a Dios, simbolizando el respeto y adoración al «Dios vivo», situado a pocos metros y a la misma distancia del Altar, bajo el cual se sitúa la bóveda con los restos mortales de la familia real. El lugar escogido por Felipe II sirve para unir su dinastía con Dios a través del complejo entramado de El Escorial. La familia de Carlos V está ubicada en el lado Norte respecto al Altar, lo que se conoce como costado del Evangelio en los templos cristianos; al lado Sur. o costado de las Epístolas, se encuentra la familia de Felipe II. Estos lados coinciden con la ubicación de los reyes David y Salomón a la entrada del Templo. como no podía ser de otra manera, claro está.





Esta disposición se cumple, también, con el diseño dado por el primer reliquiero del Real Monasterio, fray Juan de San Jerónimo, donde del 
total de 7.422 reliquias, destacan 11 cuerpos incorruptos de santos, 306 huesos y las 144 calaveras, se ubicaron en 
los retablos de sendos altares del testero oriental de las naves laterales: el dedicado a la Anunciación (nave del Evangelio) para reliquias de santas mujeres; y el consagrado a San Jerónimo (nave de las Epístolas) para santos varones. Igual como sucede
 detrás de sendos retablos donde están respectivamente los aposentos del Rey y de la Reina. 

Los costados del Evangelio y el de las Epístolas son reconocibles con facilidad en las ceremonias de boda en los templos. El del Evangelio es el lugar donde se coloca la felicísima y dichosa novia, con su familia, herejes y demás brujas incluidos si los hubiere, y el costado de las Epístolas se reconoce por donde colocan al novio y futuro santo mártir, junto a su devoto y paciente linaje. 

La imitación de Felipe II con la colocación de su alcoba respecto a la Iglesia con la situación de la cámara mortuoria de su padre el Emperador en el monasterio de Yuste, cuidando que desde su lecho, el rey Prudente, gozara de la contemplación del Altar Mayor, tal que así lo hizo Carlos V con la plasmación de su figura moribunda en la pintura de la «Gloria» de Tiziano que se llevó a su retiro. Justo detrás de la austera habitación real, el rey podía bajar por una escalera de acceso a la cripta. Lo que en la actualidad es el Panteón de Reyes, fue una austera capilla palatina funeraria, sin acceso libre de los monjes y relacionado directamente con el Palacio Privado, donde reposaban su padre, sus esposas y los infantes. Ese descanso real entre sus parientes de cuerpo presente, con acceso directo a pocos metros bajo el suelo, justo debajo del Altar, y todo el simbolismo presente en ese lugar, 

Un escenario perfecto que convirtiera el momento del sacramento de la eucaristía, bajo las especias del pan y el vino, con el sacerdote "pisando" el pecho del Emperador, con su otro medio cuerpo cubierto por el Altar, el hijo de este observando orante en su alcoba, bajo el cenotafio de él y el de su familia, en un proceso alquímico donde el cuerpo, la sangre y el alma del Emperador se unieran a la Divinidad y, por ende, a su legítima dinastía, que les permitiera gobernar en la tierra e imponer en los fieles una lealtad necesaria hacia la familia real que los llevara a la redención necesaria para se admitidos en el Reino de Dios.

De nuevo tenemos a la figura del Emperador Carlos como la figura fundadora de una dinastía elegida, renacida y recreada, desde los tiempos bíblicos a los contemporáneos. Lo explicaremos desde las interacciones del 14, como símbolo participante voluntario de renovación-resurrección en los ciclos dinásticos a través del significado del nombre de David en hebreo, cuya figura es representada por Carlos V. La palabra "David" parte etimológicamente de la raíz DÔWD (hervir/acalorar). En el Cantar de los Cantares se lee como "Soy para mi amado y mi amado es para mí", que crea el palíndromo (que se lee igual del derecho y al revés) D-V-D con valores de 6-4-6, cuyo valor numérico total es 14, como la palabra Yad יד ), "mano", porque David fue como la "mano" de Elohim, de manera excelsa llamado "el amado", alguien que realizó acciones determinantes para la continuidad del plan divino. David sería el punto intermedio entre el término "Adam" (A-D-M), donde cada letra es el acróstico Adam + David + Meshia (A-D-M ). En el Evangelio de Mateo 1: 1-16, se detallan 14 generaciones en 3 ciclos desde Abraham, patriarca del judaísmo, hasta el nacimiento de Jesús, el Mesías, en el versículo 17: "De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce."  Los Reyes Católicos-Saúl, el Emperador Carlos-David y el Rey Felipe-Salomón.

Este renovar de dinastías divinizadas, o al menos eso les hacían creer desde la casta-sacerdotal, tiene una vinculación con los llamados "salvadores de la Humanidad". Los ciclos solares representados en sus logos y los patrones astronómicos narrados en forma de biografías, se hallan relacionados con los movimientos aparentes de los astros simbolizados y plasmados con el juego de luces y sombras de los diferentes puntos construidos por todo el Real Sitio. Puntos y tiempos, como la fecha escogida para la finalización-muerte del "tiempo antiguo", el ya muchas veces mencionado 13 de Septiembre de 1584, que no sólo representaría al idus del noveno mes de un año cualquiera, sino al del año 1300 de la Era de los Mártires, que, ya comentamos en la segunda parte de este trabajo, "partió desde el primer año del gobierno del cruel emperador Diocleciano como homenaje a las víctimas, aquellos mártires de la gran persecución de este sobre los cristianos". Y ese primer año fue el 284, (1584-284=1300), ya en las postrimerías del Imperio de Roma, en plena "renovación espiritual", llamémoslo así, con un cristianismo en expansión y que sería legalizado pocas décadas después, en el 313, gracias al impulso del emperador Constantino I, con la fecha clave del 325, donde se fijaron los dogmas y se purgaron las diferentes herejías de la nueva religión en el Concilio de Nicea y, muy importante, se fijó la fecha del equinoccio de primavera de el 21 de Marzo de aquel año como punto de referencia para el cambio del calendario gregoriano. Podemos atisbar otra relación del "tiempo moderno" iniciado con el nuevo calendario y el "tiempo antiguo", muerto simbólicamente con la finalización del edificio de El Escorial, en ese año 1300, cuya reducción numerológica al "13" lo convierte en final del mismo. No en vano, las miles de santas reliquias de mártires acumuladas en el Real Monasterio hacen de esa "Era", utilizada por los reinos cristianos hasta épocas carolingias, el complemento ideal simbólico para cerrar el ritual de "alteración" temporal con la venia de Dios mediante.



Deduciremos de todo este laberíntico engranaje de fechas consensuadas por los principales reinos dominantes de Europa, Estado Pontificio incluido, en un primer nivel; fechas, distancias o proporciones "mágicas" entre las tumbas de los Habsburgo, con los Austrias del Imperio Germánico conectados con los Austrias Españoles en una alianza dinástica, en un segundo nivel; y un nivel dominante del poseedor de la "clave" para manejarlo todo desde el sigilo y el secreto del que fabrica el "Ónfalos" del mundo. Bajo la confianza absoluta de Felipe II en sus dos torres protectoras, Arias Montano y Juan de Herrera, formaron un equipo de estudiosos de todas partes de Europa, lo que se conoce como "Círculo de El Escorial", que desarrollaron un sistema en el que la numerología pitagórica, la geometría mística, la mnemónica, la música, la astrología, la cábala y el microcosmos-macrocosmos se hallaban intrincadamente asociados en un engranaje casi perfecto. Una suerte de gran experimento alquímico que fue subiendo de nivel con el tiempo. 

Nada mejor para ilustrar las labores alquímicas que se realizaron en este multidisciplinar templo durante sus primeros años, y con el beneplácito del monarca "salomónico", que una pequeña muestra de sus conversaciones epistolares (escritos de notas llamados "billetes", en la época) que tuvo con su estrecho y leal "hombre para todo", Juan de Herrera. Después de algunos fracasos con diferentes y pretendidos alquimistas, varios investigadores creen que el rey no volvió a intentar la fabricación de materiales nobles (oro y plata) para aumentar su hacienda. Aunque se puede dudar de que no lo intentara de nuevo, le sirvió de escarmiento durante un tiempo. Lo vino a confirmar la actitud que mantuvo frente a las presiones de un alquimista, Juan Fernández llamado, que alegaba poseer el "secreto de la alchimia" y que expresó su petición de trabajar para el rey. Herrera le escribió al monarca sobre este asunto en  Junio de 1572: 

"Aunque tengo estas cosas de Alchimia por burla, y se las muchas que se han hecho a los que se han hecho crédito y dineros, me ha parescido todavía enviar a Vuestra Majestad estos memoriales de un tal Juan Fernández, vezino de aquí (Madrid) que aunque se me enviaron anoche abiertos, no se si tuvo Vuestra Majestad lugar de verlas, y creo que si se hazer caso los muchos años y hacienda que este hombre ha gastado en buscar este secreto que ha hallado (o lo que dize) Vuestra Majestad querrá ver a solas y sin ruido esta maravilla, y sino, no habrá para remitirle a donde rían de sus capítulos, pretendiendo el trato secreto en ellos."

A lo que un vacilante rey Felipe respondió con manifiesta ambigüedad: "Aunque me dieran este memorial ayer saliendo de la capilla vi yendo por el corredor de él y como vi de lo que trataba me pareció muy bien y lo podía juntar con los demás, pero vos haréis bien en no remitirle y también yo lo tengo y lo he tenido siempre por cosa de burla, y si acudiere a vos, podríais informarle a él y decirle que cuando lo tenga acabado del todo que entonces lo avise, que yo aseguro que nunca sea esto y veremos los capítulos que guarde para entonces."

El rey, se muestra "prudente" como era, y no entregó tampoco la carta al Santo Oficio, como le insinuó Herrera expresando la posibilidad de "remitirlo" a los inquisidores, y apostó por la máxima de esperar acontecimientos futuros, "pues nunca se sabe". Cabe decir que las experiencias "más serias" de Juan de Herrera con la Alquimia en el monasterio-templo, fueron posteriores a 1575, tras su nombramiento como arquitecto de la Corona; y que tanto monarca como arquitecto fueron cambiando su postura con respecto a esa ciencia. Prueba de ello fue el espectacular accidente en la década de los ochenta cuando saltaron por los aires buena parte de las estancias de la Torre de la Botica de El Escorial. Los experimentos alquímicos fueron centrándose, en su mayoría, en remedios médicos, como puede verse en los muchos documentos salidos de esos estudios y acumulados en la biblioteca del Real Sitio, de los que el monarca era tan necesitado debido a su mermada y cada vez más debilitada salud. Eso contado desde un punto de vista oficial, claro está.

Pero la llegada de numerosos textos y libros de comprometido estudio recibidos en la Biblioteca de El Escorial produjo una actividad que sólo podía estar al alcance de unos pocos, para los cuales el bibliotecario Arias Montano, creó una sección especial "sólo para socios ilustres", una "biblioteca abscondita" de la que sólo hicieran uso esas personas relacionadas directamente con los asuntos más discretos del rey. El descubrimiento de la piedra filosofal para ser utilizada en contra de sus oponentes se convirtió en una obsesión por los principales monarcas europeos. La guerra mágica emprendida por todos ellos, por sus católicas majestades y por los reyes protestantes, incluyendo a la Santa Sede, en la carrera por el trofeo que garantizara la poderosa arma divina que derrotara al más fiero de los adversarios. Una especie de Arca de la Alianza dispuesta a servir al rey elegido. Se especula con esa reticencia de Felipe II hacia la alquimia y que no era para él otra cosa que el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Pero claro, visto y analizado todo lo expuesto cuesta creer que tantísima precisión en tantos engranajes de todo tipo fueran fruto de sólo una casual esperanza.

Todo apunta a un proyecto que venía siendo preparado desde hacía bastantes décadas atrás, por sus inmediatos antecesores, descartando enclaves y colocando otros, como si fueran adquiriendo conocimientos cada vez más sofisticados en esas artes mágicas y que lograsen la construcción de una serie de lugares concretos, que ayudasen a adquirir las claves sobrenaturales para regir de manera enérgica y allanar el camino del Dominium mundi al que aspiraban estas familias. Pero todo debía de llevarse en el más oculto de los silencios. No en vano, ese secretismo fue una de las mejores virtudes de Felipe II. El embajador veneciano en España, Tommaso Contarini, explicó acerca de ese aspecto del regente: "Su Majestad conserva en todos sus asuntos el más grande secreto, hasta el punto que ciertas cosas que se pudieran divulgar sin el menor inconveniente permanezcan envueltas en el silencio más profundo. De otra parte, nada desea tanto como descubrir los designios y los secretos de los otros príncipes; emplea en ello todos sus cuidados; gasta sumas considerables en mantener espías en todas las partes del mundo y cerca de todos los príncipes; incluso a menudo dichos espías tienen orden de dirigir sus cartas a su majestad misma, que no comunica a nadie las noticias de importancia."

Llegados a este punto, retomemos la historia del Arca de las Reliquias, la piedra laberíntica fundacional del rey Silo y esa misteriosa proporción de 19 por 15. Conocido es que las "arcas del saber" siempre arriban por mar, y teniendo en cuenta el elemento más destacable del emplazamiento del Real Sitio, el agua, pasemos a relacionar las teorías legendarias de su llegada a la península y así poder relacionarlo con mayor rigurosidad al mágico enclave. De aquel mito osiríaco donde su cuerpo fue introducido en un arca-ataúd (de madera de acacia, como el Arca de la Alianza) a la corriente del Nilo, y de ahí, por el mar hasta encallar en las costas fenicias, tierra donde tienen incidencia todos los mitos del oriente mediterráneo, intentaremos relacionar los símbolos que parecen ir de la mano en esta construcción: la Cruz y el Arca.


En una primera versión de la llegada de ese arca a tierras asturianas, se nos cuenta que vino de la mano de Santo Toribio de Liébana, que fuera en su día obispo de Astorga a mediados del siglo V y custodio de las santas reliquias en Jerusalén en su peregrinaje a la ciudad santa, de las que se trajo consigo, también, un fragmento del Lignum Crucis (el madero de la Cruz). Fueron depositadas en Oviedo durante el reinado de Alfonso II, el Casto. 

La segunda versión se narró en las páginas de la "Crónica del Silense", hacia el año 1115, donde cuentan la llegada de esa arca a la Hispania visigoda desde Jerusalén entre los años 614 y 637. Esta habría sido elaborada, según la leyenda, por discípulos de los mismos apóstoles, conteniendo reliquias del mismo Jesucristo y sus personas cercanas, con un trayecto cuasi iniciático. Un paso previo por Alejandría, la ciudad que albergó la mayor concentración de sabiduría de la Antigüedad en una célebre biblioteca; para llegar a la península por Cartagena, puerto, fundado por fenicios; de allí viajó a Sevilla, meta de las brujas asturianas a lo largo de la historia; y después a Toledo, sede de los esoterismos medievales de las tres religiones, donde se dice que permaneció durante 100 años; y tras la invasión musulmana fue puesta a buen recaudo y extraída a través del Tajo, haciendo de Nilo, el Arca de las Reliquias fue bordeando las costas hasta arribar a Lupus Arca (actual Luarca), donde ya en manos de Pelayo, y junto con la Cruz de la Victoria, tuvo la gesta de la batalla de Covadonga, inicio de la Reconquista cristiana. Obsérvese que los años del viaje que se citan corresponden a los que ya vimos del robo de la Vera Cruz por parte del rey del Imperio Sasánida allá por el 614 y durante 14 años.


Esos puntos en común, tales como las referencias al origen a Tierra Santa, donde podemos unirlas con los reyes de Israel y sus ciclos temporales; el viaje simbólico-iniciático, conectado por esas tumbas reales, a través de un engranaje basado en "peculiares" proporciones de distancia trazadas con exacta minuciosidad; junto con unas leyendas milagrosas relacionadas con anteriores remotas historias conservadas en la memoria de los pueblos, hacen que todo resulte bien escondido tras perspicaces laberintos y vestigios de objetos materiales de adoración. Esos laberintos manifestaban un sentido mágico de los números, con una pretendida numerología como ciencia esotérica aplicada a las matemáticas, tal como la astrología lo es a la racional astronomía, o la alquimia como un "por qué" en busca de respuestas más allá de la ciencia química. 


La piedra fundacional de aquella vieja iglesia construida por el rey Silo no puede ser casual en su relación con la traza de El Escorial, y veremos el porqué. Aunque las medidas exactas puedan variar de uno a muy pocos metros con exactitud, según las fuentes oficiales, la proporción de 19 por 15 toma forma en el rectángulo al trazar las líneas en las 285 celdillas cuadradas sobre el plano del complejo monumental. La superposición de las líneas hace coincidir con exactitud los pilares de la Basílica, quedando la cúpula en el centro de un cuadrado perfecto de 5 por 5 celdillas. La disposición de este cuadrado en la parte más importante  y sacra del conjunto hace pensar que es de donde parte todo el entramado mágico-arquitectónico. 

En esta suerte de laberinto iniciático que parece ser su entramado de estancias, como hemos visto, no se dejó nada al azar en esta construcción, y menos siendo una obra de carácter religioso y con la carga esotérica que estamos analizando. Cada piedra, ángulo y columna tienen un significado concreto. La representación a escala humana de la acumulación de sabiduría para adquirir su trascendencia. Esa creencia alcanzaba a todas las culturas, y tal como dijo el sabio sufí Jaladud'din Rumi, "lo que es una piedra para el hombre ordinario, es una perla para el que sabe.

Juan de Herrera fue el encargado de aplicar esas normas arquitectónicas que dieron la forma definitiva al conjunto, añadiéndole un piso superior al rectángulo, cerrándolo por completo. Descartamos la absurda forma de "parrilla" alusiva a la muerte legendaria de San Lorenzo, que forma parte del constructo religioso elaborado para "esconder" otras posibles teorías no acordes con los relatos habituales de la Iglesia. Como aquel primer encuentro de los monjes jerónimos en su primera toma de contacto con el lugar escogido, donde el mismísimo príncipe de las tinieblas actuó en su contra y trató de asustarlos, reconduciendo ese temor en fuerza y señal de Dios, para proceder a sellar esa "boca del infierno". Tal como la leyenda del "perro negro", que aullaba y asustaba a los trabajadores y religiosos para impedir su construcción, cual símil del perro Cancerbero, guardián de las puertas del Hades, que en la mitología griega fue capturado por Heracles y estrangulado por este en la mayoría de las versiones. En la fábrica del Escorial el encargado de dar cuenta de esa oscura bestia fue el Obrero Mayor, según nos narró Sigüenza:

"Fray Antonio de Villacastín estaba en Maitines. Salió con otro fraile, bajó a los nichos y a la bóveda donde el perro estaba. Asióle del collar, con harto poco miedo, que a los siervos de Dios no les espeluznan estas niñerías. Subiolo al claustro grande y colgolo de un antepecho, donde le vieron a la mañana cuantos entraban a oír misa, y una cosa tan esparcida y tan pública con la facilidad que se había levantado, cayó en un punto con la muerte de este inocente perro."


Así, Villacastín, una suerte de Clint Eastwood encarnado en  fraile jerónimo, se nos presenta recreando la duodécima y última prueba del Hércules griego, la que sitúa al héroe en el Inframundo con la misión de raptar al guardián del Hades. Pero preguntémonos el porqué de esta alusión a dicha prueba. El rapto del can, o en este caso la muerte, nos muestra un intento para controlar esa puerta entre el mundo material y el otro lado. Pero al igual que las columnas, los diferentes ángulos y las distintas formas de las piedras, cada historia o relato creado entorno a la construcción debe tener una intención para nada casual. ¿Y a quién rescata Hércules durante su estancia en el Inframundo? Al mismísimo Teseo, el héroe fundador de Atenas cuya acción más conocida fue la de derrotar al minotauro del laberinto de Creta y evitar así el sacrificio de 7 doncellas y 7 jóvenes como tributo al rey Minos. Esta alusión entronca con la leyenda arraigada en zonas del norte de España del "Tributo de las 100 doncellas". Un pago realizado a los musulmanes por el rey sucesor del monarca asturiano Silo, Mauregato, como condición para mantener la paz, ambos monarcas sepultados en aquella particular iglesia de Pravia. Este mito paralelo con Teseo y el Minotauro da lugar a especular con ritos de fertilidad anteriores al cristianismo y a unos rituales mágicos de culturas perdidas en el tiempo de raíces comunes. 

Culturas tan antiguas como la egipcia del Imperio Medio, donde allá por el siglo XIX antes de Cristo, se construía lo que se conoció por la expresión "Lapi-ro-hunt", que quería decir de forma literal "el templo a la entrada del lago", que derivó en el laberinto griego, una curiosa edificación junto a la pirámide de Amenemhat III, construida por el mismo faraón. Heródoto, primero, y Estrabón, cuatro siglos después, hablan de un enorme laberinto junto al lago Moeris, cuyo centro lo componía una estatua de Serapis de unos 3 metros (en época del segundo). Hablan con asombro de las formas de los pasos existentes entre los patios y las estancias, de las estancias a los pórticos, y de los pórticos, de nuevo, a otras estancias. Mencionan dos plantas de este tipo y otra subterránea que no les es permitido visitar. Esta si es relatada por el historiador y militar romano Plinio, el Viejo, en el siglo I, que la describe como "oscuras galerías con columnas de piedra, efigies de dioses, estatuas de reyes y todo tipo de efigies de reptiles". 

Con toda probabilidad podemos pensar en un camino tenebroso de rituales iniciáticos o una sutil puesta en escena de paso a un mundo oculto. Las dimensiones aproximadas de 200 por 170 metros de sus escasos restos actuales y sus 34000 metros cuadrados, nos sugieren unas dimensiones parecidas a la traza de El Escorial, de 33327 metros cuadrados. ¿El alimoche o abanto, como el nombre del monte en cuya ladera sur se construyó tan gigantesco monasterio, no se llama también buitre egipcio?... vaya. 


Juan Bautista de Toledo, Herrera y el resto de administradores jerónimos, por tanto, con la supervisión de Felipe II, idealizaron en el monumental constructo, tanto en su apariencia externa, como en su narración constructiva, una materialización del símbolo del laberinto, como medio para superar y controlar esa puerta inmaterial. Conectemos, pues, con esa piedra laberíntica fundacional de aquel rey asturiano perdido en el tiempo y que encontraron, en esos años de la fábrica del Escorial, la confirmación de una antigua tradición de canteros para plasmar esa idea y desarrollarla desde el momento de su concepción hasta resolver las cualidades necesarias; aquellas que convirtiesen la materia sagrada acumulada en la energía que facilitara sus ocultos objetivos, propósito final del edificio. 

Observemos la estructura de esa piedra fundacional que se mueve en todas direcciones, el Silo Princeps Fecit (el príncipe Silo lo hizo). Desde una "S" inicial, como centro y origen, desde donde parten agrupados en rombos concéntricos las siguientes letras en orden del mensaje, rellenando el rectángulo de 19 por 15 casillas, hasta finalizar en las cuatro esquinas con una "T" delimitando la figura. En clave esotérica miramos a esa "S" serpentaria como una señal hacia esos mitos antiguos presentes en casi todas las culturas del planeta, esa serpiente guardiana de conocimientos que no deben ser transmitidos por aquel que los posee sin una iniciación previa. De ese deslizamiento de letras horizontal, vertical o diagonalmente, que desde un tiempo remoto medieval se sustituyeron los números por las letras, formando un breve mensaje. La "T" final, como la "tav" ( ת ), última letra del alfabeto hebreo, descendiente del símbolo fenicio X; la Tau o cruz de San Francisco, conocida después como símbolo de salvación, como profecía del último día; la Omega ( Ω ) griega, del principio y final; la cruz ansada de la diosa Isis, conocida como "ankh". Es la única letra que comparten los dos idiomas de la biblia, el hebreo y griego, el viejo y el nuevo testamento, esa cruz simbólica que representa a los medios por los que el iniciado (Cristo) llega a la trascendencia (resurrección) y a la sabiduría total

La cruz, además, en la antigüedad fue entendida como el signo de separación de una unidad fundamental, entre el final de lo que ha sido previamente separado y su posterior reunión, tal como la imagen que representa un concepto y ese concepto asociado a esa representación (significante y significado, para entendernos). Hay que aludir, también, al cayado de Moisés con su serpiente de bronce, el "nehushtan", que utilizó el profeta para la curación de la plaga y fue guardada en el arca de la alianza, en el sanctasantórum del Templo de Salomón. En el Libro de Números 21, 8, nos dice:"Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá." Este símbolo no es otro que el de la vara de Asclepio, el dios griego de la medicina y la curación (Esculapio para los romanos). La combinación de la "S" y la "T", a modo de vara asclepiana, o de la serpiente de bronce de Moisés, en la unión del principio y el fin del grabado, nos conducen a un significado para encontrar el camino de la salvación, por así llamarlo, a través del conocimiento "mágico" o que nos tiene que ser revelado. El mensaje del texto no fue casual, por tanto; como no lo fueron las cruces que grabó aquel obispo en las esquinas de las piedras fundacionales oficiando el ritual de inicio de la obra de El Escorial. ¡Qué cosas!

Nos cuenta Atienza, en su investigación publicada en 1979, muy poco tiempo después del hallazgo del trozo del laberinto de Silo, que la aplicación de esa curiosa razón numérica es debida a la transmisión por parte de unos canteros iniciados en el norte de Hispania de una proporción poco conocida en arquitectura sagrada, que a través de su esquema matemático, adquiría la posibilidad de que se conjugasen en ella desde el mismo tiempo de la concepción de la obra, cualidades ocultas que devengarían en una especie de acumulador de energía, donde se pudiera utilizar esa "materia sagrada" como combustible energético en favor del constructor o sus secuaces. Esa clave contenida, a su vez numérica y alfabética, indicaría al lector iniciado,  que estaba en posesión de ayudas heterodoxas, secretas y prohibidas. Véase en el caso del rey Felipe II y sus arquitectos, unas claves que lo llevaran a regir sobrenaturalmente hacia el poder universal. Y para ello necesitaba un "grial", como concepto de contenedor energético sagrado, del gigantesco tamaño de El Escorial, con todas las estancias, emplazamientos, esculturas y pinturas, orientadas y colocadas para ejercer su función, materializar sus simbolismos (fuera como fuere)  para ser guardadas de manera correcta a través de la "puerta revelada del Templo de Dios". 

Como podemos deducir, las leyendas del viaje del Arca de las Santas Reliquias y el Santo Grial, se van fundiendo en propósitos muy parecidos. El poder del conocimiento esotérico que guarda, y su uso sólo para muy iniciados, a ser posible "escogidos" de entre linajes entroncados con personajes bíblicos, mitológicos o legendarios; y si no, se construye su parentela, como hizo el "bueno" del emperador Maximiliano, con su pariente el rey Arturo sin ponerse colorado. El caso último es mantener en un círculo muy cerrado esos conocimientos para el buen uso sobre sus dominios, entendiendo "buen uso" como beneficio exclusivo del mantenimiento del poder por parte de sus ejecutores, por supuesto, y a los súbditos como parte de esos dominios, puesto que el Dios Creador de aquellos saberes los había "elegido" a ellos como pastores mayores de su jardín.

Y como representantes de su poder les eran concedidas las llaves para accionar esa compleja maquinaria. Sirva de ejemplo la historia sobre las llaves de las puertas y las cerraduras de El Escorial. Se ha escrito mucho sobre la existencia de 3 tipos de llaves y un solo tipo de cerradura en todas las puertas. Una llave que sólo abría las dependencias determinadas de una zona específica y que limitaba el acceso a otras zonas del complejo. Funcionaba con un sólo giro de llave. La llave de dos vueltas daba acceso a casi todas las habitaciones y permitía el casi libre acceso por todo el laberíntico edificio. Sólo disponible para las personas cercanas al monarca y con bastante responsabilidad. Por último, la llave de tres vueltas, sólo la tenía el amo y señor del castillo, por así decirlo. El rey tenía libre acceso a todas las estancias, y tan sólo él podía abrir ciertas habitaciones o dependencias. Una curiosa parábola del funcionamiento por capas del conocimiento y del manejo de poder por estancos; así como de "la clave" para manejarlo todo de una manera más eficiente.

Las 3 llaves simbólicas que abren las puertas del Hades y que sólo un gran rey iniciado puede descubrir, a imagen y semejanza de un héroe clásico, aquí casi más divinizado y conectado con sus ancestros, «elegidos» por Dios, ya sea mediante las sagradas escrituras con David y Salomón, como las referencias a los planetas-dioses que los habrían designado, uniendo así el pasado clásico y el bíblico, con su presente de rey del mundo de una estirpe que intentará unificarlo bajo la misma religión con su poder político, pero…¿a qué Dios o dioses? Elucubremos.

El monarca universal, en su postrera visión del mundo terrenal, comprendió que su largo y agonizante fin era una muestra de su paso al paraíso eterno; pues como reflejaban aquellas escenas de "La Mesa de los Pecados Capitales", la forma humana de Dios renaciente en el centro de la pupila y que advierte que "Todo lo Ve", puede que sea una alegoría del manejo de estos pecados sobre la Humanidad. Mantener tanto su represión como provocarlos en su justa medida; recrearlos y castigarlos; como ese eterno retorno cíclico de los mitos, junto con los engranajes que tanto esfuerzo y tiempo le costó a su linaje, y a los que, él mismo, entregaba su último aliento de vida en post del correcto funcionamiento de esa sutil máquina de gobierno. 

Si regresamos por un instante al inicio de este entramado-engranaje de tumbas y fechas, a los momentos donde Isabel, la Católica, redactaba su testamento y su marido hacia lo propio con el lugar del enterramiento de ambos, en esos apenas dos meses antes del fallecimiento de ella, a finales de 1504, nos encontramos con una entrada en un archivo de la ciudad francesa de Lille del encargo de un tríptico a Jheronimus Bosch por un "Juicio Universal", por parte de Felipe, el Hermoso, el yerno de sus católicas majestades. La obra referida es el conocido como "Juicio Final" de "el Bosco". Este trabajo fue uno de los que se le escaparon a Felipe II del pintor flamenco, y aunque la autoría del mecenas no es del todo comprobable, nos llama la atención el interés de los abuelos del "rey prudente" por esos mismos apocalípticos cuadros en aquel inicio, y ahora, se hallaban como testimonio de sus últimas visiones.
 
Una mirada final que lo avocaba desde las puertas del Hades, por él construidas y con las pruebas superadas, a ese lugar privilegiado donde tenían estancia reservada los "elegidos", esperando a ese psicopompo que lo miraba desde el centro del panel del "Paraíso", de la otra obra del Bosco, también presente, en esas lúgubres jornadas; el tríptico del "Jardín de las Delicias".


Debemos añadir que existen dos búhos más (un cárabo y un mochuelo, siendo rigurosos) en el panel central de ese encriptado cuadro, en el que se representa un paraíso engañoso donde los hombres se entregan a los pecados. El primer ave nocturna, el cárabo, parece asomarse desde la anterior escena paradisíaca y se encuentra a la misma altura del extraño mochuelo que está dibujado justo al otro extremo del panel, y que señalan un camino a seguir hacia el otro lado, hacia el pago de los pecados, pero con una aparente codificación. El Bosco, utiliza el nombre de esa ave en su lengua materna, "bosuil", para poder camuflarse en el interior del cuadro y autorretratarse de manera muy sutil, mediante un jeroglífico de juegos fonéticos, entre los recursos literarios de la polisemia y el calambur, donde se mimetiza con su ciudad natal a través de una acrobacia nominal. Bosuil, que quiere decir "búho del bosque", se convertiría en "bos de uil", fonéticamente muy similar a "Bois-le-Duc", nombre en francés de su ciudad, s-Hertogenbosch. De la misma forma que se disfrazaría con "Bosco, el búho", autorretratándose con el nombre de su localidad. (Un ejemplo más castizo y entendible serían  los juegos de palabras gomaespumianos como  Aitor Tilla o Elena Nieto del Bosque).

El "gordito" mochuelo del lado contrario sería la cabeza perteneciente a dos cuerpos humanos danzantes cruzados, en una posición de simetría inverosímil, donde esta evocaría a una "uilbal", una egagrópila, que significa "bola de búho", recurso digestivo de ciertas aves que regurgitan el material alimenticio no digerible por su cuerpo. A parte de ese apelativo, se utiliza "uliebal" como acepción de ·chalado o chiflado", y también, como "baile del búho". ¿No recuerda un poco o mucho a la danza de Shiva para regenerar el Universo? Mientras la danza cósmica se mantiene, el mundo continúa su armonía; si se detiene, todo se difumina y vuelve a crearse el Universo. Nos recuerda bastante este panel al culto dionisíaco. Un dios que libera las fuerzas del inconsciente que han de ser reguladas y dirigidas en su justa proporción, o por el contrario, harían caer al hombre en la locura. Crear a través de los pecados un sistema de control sobre las voluntades de las almas humanas, mediante promoción velada y represión por parte de la "auctoritas", disminuyendo "el baile del búho" o aumentando su frecuencia según las convenientes necesidades, o recurriendo a los ciclos temporales tal como hemos analizado.

Analicemos, desde todos estos puntos de vista, el instante final del monarca descrito desde la fina pluma del monje Sigüenza, del que nos despedimos y agradecemos sus veladas crónicas:

"Durmió en el Señor el gran Felipe II, hijo del Emperador Carlos V, en la misma casa y templo de San Lorenzo que había edificado y casi encima de su misma sepultura, a las cinco de la mañana, cuando el alba rompía por el Oriente trayendo el Sol la luz del domingo, día de luz y del Señor de la luz; y estando cantando la misa del alba los niños del Seminario la postrera que se dijo por su vida y la primera de su muerte, a 13 de septiembre, en las octavas de la Natividad de Nuestra Señora, Vigilia de la Exaltación de la Cruz, el año 1598. En el mismo día que catorce años antes había puesto la postrera piedra de todo el cuadro y fábrica de esta casa (circunstancias de consideración). En el año de su edad, setenta y dos, porque nació el 21 de mayo del año 1527. Recibió el gobierno de estos reinos el año 1556. Comenzó a edificar este monasterio el 23 de abril de 1563. Gozále, después de haber puesto la postrera piedra el año 1584, en el mes de septiembre, catorce años justos, que es otra particular merced del cielo."



Queda bien claro, pues, que no somos nosotros quienes señalamos la "divina providencia" al escoger, el "Altísimo" (o quien fuere), la víspera de la Exaltación de la Cruz como muerte material del monarca más grande de la Cristiandad, el "13", pues; y el "14", del entierro y resurrección simbólica. En vísperas, como no, de Plenilunio, que aquí coincidió con el idus (13) de Septiembre, que representaba el final del ciclo lunar para volver a renacer en las calendas, o Luna Nueva. O la muerte justo cuando "el Sol traía la luz del Domingo", el templo de San Lorenzo, Laurentius, Apolo... "cantando la misa postrera de su vida y la primera de su muerte" y señalando los "14 años justos" de aquella "postrera piedra" de aquel 13 de Septiembre de 14 años antes. Le faltó señalar al bueno de Sigüenza que el Sol se encontraba naciendo justo por la constelación de la Virgen, junto con el psicopompo de Mercurio, tan recurrido en estos tránsitos hacia el Hades, acompañado esta vez de las estrellas/dioses errantes Saturno y Marte, pero deja ese nacimiento en una velada referencia  "en las octavas de la Natividad de Nuestra Señora". Todo pertenecería a como sugiere que es "otra particular merced del cielo", por tanto, achacable a la Divina Providencia, en lo que deduciremos como engranajes temporales, y tal como encierra entre paréntesis "(circunstancias de consideración)". Consideremos esos guiños "circunstantes", entonces.


Podríamos tomar las palabras que aparecen junto a un grabado de la imagen del Bosco, de una obra del siglo XVII titulada "Retratos de pintores de los Países Bajos", que es un poema realizado por el humanista Dominicus Lampsonius, y trasladarlas a la figura de Felipe II, que observa su desenlace hacia el otro lado:


"¿Qué ven, Jheronimus Bosch, tus ojos atónitos?
¿Por qué esa palidez en el rostro?
¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria y a los espectros voladores de Erebo?
Diríase que se han abierto para ti las puertas del codicioso Plutón y
las moradas del Tártaro, viendo como tu mano ha podido pintar con tanta destreza todos los secretos del Averno."

La gran máquina para controlar este mundo, sus habitantes y sus voluntades, no puede ser otra cosa que un enorme edificio donde los amos de este, abren y cierran puertas para que pasemos de estancia en estancia, en busca de esas llaves que tienen acceso a todas, pero por una razón u otra, siempre nos las acaban de quitar cuanto más cerca las tenemos de nuestras manos. La misma historia que sucedía con los caballeros de la "mesa redonda" en su búsqueda por el Grial; cuanto más cerca estaban de conseguir su proeza, este se desvanecía de su alcance. Una sutil forma de llenar de energía sus acumuladores de sabiduría, que por distintas maneras siempre acaba favoreciendo a sus intereses... pero no desistiremos. Un día de estos, encontraremos esa llave, y ese día los que se quedarán al otro lado y con la puerta cerrada serán ellos, los titiriteros y sus malditas cuerdas. 




Capítulo 3.


In hoc signo vinces (En este signo vencerás). 


«Lo que importa es sembrar confusión, no eliminarla». Salvador Dalí (1904-1989)



¿Pero era ese el final de la línea regio-histórica que unía multitud de engranajes de todo tipo? Pues, al parecer, no. Y 400 años después de la concepción de la idea de El Escorial, como los 400 años de silencio, aparecen signos de evidencia del constructo anteriormente planteado sospechosos de estar resucitando en otro tiempo los mismos conceptos. En 1960, el ya por entonces, muy famoso pintor catalán, Salvador Dalí, personaje inefable y de una peculiar visión hacia la excentricidad, presenta una curiosa obra a la que titula "
A propósito del «Discurso sobre la forma cúbica» de Juan de Herrera". En ella el artista plasma los siguientes elementos basados en las teorías herrerianas sobre los principios de la formación del cubo, donde el pintor propone la imagen de un cubo insertado en otra forma de apariencia cúbica, lo que sería un hipercubo, o también conocido como teseractoEl cubo exterior estaría construido a partir de unas letras que pueden desarrollar su lectura en varias direcciones, y en las aristas que conectan los vértices de ambas figuras puede leerse el nombre de "JUAN", el arquitecto de El Escorial. Dos clavos delimitan los vértices superior y lateral izquierdos, el colocado en posición horizontal con cabeza circular y el posicionado verticalmente con cabeza triangular. Una alusión a lo escrito por Herrera sobre la consideración de círculos y triángulos necesarios al "penetrar y entender para la introducción al cubo". Las 15 filas de 19 columnas de letras de cada cara del cubo muestran la misma disposición ordenada y el mismo mensaje de aquella piedra laberíntica del rey Silo destruida durante el siglo XVII. Todo flotando de una manera inerte en el aire fresco de un paisaje con extraordinario parecido con aquel que se divisa desde el Real Sitio en dirección a MadridVaya... 

Tras varios cubos en los cielos, escondidos y otros simulados, en esta historia, y unas cuantas relaciones con dicha piedra, no podemos tomar tan singular conexión como un simple hecho anecdótico. Rasquemos en esas señales que vienen golpeando a las puertas de la curiosidad y seguro que conseguiremos esa última llave que nos acabe de encajar en tamaña cerradura. Al tirar un poco de los bigotes de Dalí para rebuscar esa afición por los cubos y Juan de Herrera nos lo encontramos en la Roma de 1954, el 1 de Junio de ese año, dando una conferencia de prensa acompañada de sus ya surrealistas performance saliendo de un cubo "meetaaafiiísssico" para, según él, demostrar al mundo el renacimiento espiritual de Dalí. La gran caja aparecía exteriormente decorada por numerosas letras divididas en celdillas coincidiendo con la propuesta del arquitecto de El Escorial para la creación del cubo. Se pone interesante...


Dicha propuesta herreriana decía tal que así: 

"El cubo es una figura sólida contenida en 6 superficies cuadradas iguales. Las cuales 6 superficies circundan el cubo lo constituyen, terminándolo en esta manera: Sean las 6 superficies cuadradas, AD, EG, CH, EK, GM y LO e imagínese la superficie AD levantarse en ángulos rectos sobre la línea CD y la superficie EG, levantarse, otrosí, en ángulos rectos sobre la línea CG, de tal manera que el punto E, término de la línea CE, y el punto A, sean un mismo punto, y esto ha de ser forzoso, porque las dos líneas, EC y AC, levantadas perpendicularmente sobre el punto E serán una sola línea..." Y continúa Herrera hasta describir como se crea el cubo en su totalidad para su formación.

 

Si tiramos un poquito más de esos finos bigotillos hallamos en unas observaciones suyas hacia su cuadro que aluden a un interés por "una tan alta y poco conocida doctrina y método de saber" y, también, acerca de "los grandes y subidos misterios y secretos difíciles de calar...", que afirmaba Herrera en su obra. Las caras formadas por las letras no son cuadradas, son ligeros rectángulos. Los vértices traslucidos del cubo interior estaban marcados por un "2", y suspendido en el centro, un "3"; la dualidad en los extremos del cuerpo y la tríada, representante de la creación, como fuente de todo. Pero esa forma inicial desarrollada por el arquitecto ya la plasmó el artista catalán 6 años atrás, unos meses antes de su performance de resurrección en Roma, con una sensacional obra titulada "Corpus Hypercubus", una singular representación de un Cristo crucificado, sin aparentes heridas físicas, suspendido en el aire sobre una extraña cruz formada por 8 cubos, en claro ascenso a los cielos. Su esposa Gala, haciendo las veces de Madre del resucitado, lo observa como maestra de ceremonias junto a un suelo ajedrezado marcado por la sombra cúbica del ritual; mientras un diminuto Sol ilumina la oscura escena desde el horizonte costero de su pueblo natal, separando cielos y tierra.   

Dalí fue conocido por utilizar las ciencias y sus descubrimientos como fuente de creatividad, ya fuera sobre mecánica cuántica, la desintegración atómica, la teoría de la relatividad y, como en este caso, una representación matemática de la cuarta dimensión a través de una de las formas resultantes del movimiento teórico del hipercubo. Escoge la formada por 4 cubos en forma de cruz con 4 brazos. Sobre la obra el pintor tuvo estas palabras:

"


Esa imagen de la cruz hipercúbica, su asociación con El  Escorial herreriano y la utilización del mensaje de la piedra laberíntica, nos lleva a compararla con la forma de la "semilla" o centro de aquella esotérica construcción. La Basílica: la entrada, con su larga bóveda central inaugurada por el cubo formando una tríada con el Padre y el Hijo, los cuatro brazos formando el crucero del templo, con la base cuadrada de la enorme cúpula y el Panteón Real justo debajo, como cubo inferior, siendo el cubo postrero el correspondiente al Altar Mayor y las estancias reales.

Visto y leído los hechos relatados, busquemos los engranajes que nos marquen "el lugar correcto". Aquí ya jugamos con ventaja puesto que desde el principio al trazar esa línea que se origina en la Capilla Real de Granada, atraviesa la Catedral de Toledo, toca El Escorial en su lado de Poniente y sube hasta la cima del monte Abantos, ya se veía con claridad que llevaba a ese otro monumento faraónico situado al otro lado, a simple vista, el conocido como Valle de los Caídos. Pero nunca nos imaginábamos que coincidiera justo en la cruz más grande de toda la cristiandad. Exactamente, metro arriba, metro abajo. Es como si el mensaje viniera de otra dimensión. Tal vez, pero encontraremos la llave. Ya no nos basta con descubrir la línea, queremos saber que hay más y a quién o a quiénes apunta.


Comencemos resumiendo la historia de la concepción del monumento "a los Caídos", para mayor gloria del bando vencedor en la Guerra Civil española (1936-39). Francisco Franco, el supremo líder de los nacionales, Generalísimo de los ejércitos y Caudillo del nacionalcatolicismo... y años más tarde también reconocido como "Paco, el Rana", por su afición a inaugurar pantanos, promociona la idea de una gran construcción para plasmar en piedra la memoria de la victoria. La mitología de la historia atribuye la idea de una gran pirámide en el mismo Madrid, como posibilidad de esa gran obra, al mismo Franco, pero no. De hecho, fue un proyecto desarrollado por el joven arquitecto Luis Moya Blanco, en los años en que vivió refugiado en una embajada de la capital española durante la contienda bélica, junto al vizconde de Uzqueta y el escultor Manuel Laviada. Allí desarrolló uno de sus "sueños arquitectónicos", una especie de ciudad funeraria que evocara el resurgimiento nacional español, una obra de colosales dimensiones, la cual proyectó en el antiguo Cementerio madrileño de San Martín, y "la energía" de lo fúnebre, por consiguiente, seguiría presente en el lugar, al igual que sus grandes cipreses con sus oscuras sombras. Curioso que ahora se sitúe por allí el edificio del Tribunal Constitucional, donde se hallaba la antigua "Puerta de Bilbao" de lo que fuera la cerca de la Villa de Madrid.  

Un gran Arco triunfal con dos caras, al igual que la Puerta de Alcalá, sería el acceso al conjunto arquitectónico. La idea de la gran pirámide estaría reservada a alojar varias estatuas de los caídos en la Guerra Civil y un sepulcro reservado al "Héroe único", donde el arquitecto puede que estuviera pensando en la figura del líder de los falangistas, José Antonio Primo de Rivera, fusilado durante los primeros meses de la contienda. En el piso superior proyectó un enorme monumento constituido por una gran tela aupada por ángeles a modo de fuego elevador, como el paño de la Pasión de Cristo, con otros elementos alusivos al tema, como la columna, la lanza de Longinos, el lienzo de la Verónica, y en lo más alto, la Cruz. Este fue un trabajo irrealizable en ese momento, pero no nos cabe la más mínima duda de que fue la inspiración e idea desarrollada en el posterior enclave del Valle de los Caídos.

¿Y tenía algo que ver este arquitecto que mezclaba surrealismo y tradicionalismo en sus obras con El Escorial? A parte de su fervor patriótico y por lo imperial hispano, este denominado como un surrealista de la arquitectura, considerado como una persona y profesional muy serio y ordenado, cuentan sus alumnos de él que amenizaba las clases realizando frente a la pizarra un dibujo de la fachada del Real Sitio de memoria, partiendo desde el centro y con dos tizas, una en cada mano, al mismo tiempo. 


¿Y Dalí con el Valle de los Caídos? Ya hemos visto sus guiños al paisaje escurialense y a la piedra laberíntica, descubierto su pedazo, por cierto, 15 años después a la realización de su obra, aunque existían referencias a su composición en diversos textos, tampoco le resultaría sencilla su reproducción y hallar una relación con las proporciones de la traza, hecho que no parece casual. Pues bien, el joven Salvador, atraído por la idea del monumento a los Caídos, presentó una estrambótica idea para su realización en 1939. Según describe en su autobiografía el cineasta, amigo y autor, junto al artista catalán, del cortometraje "Un perro andaluz", Luis Buñuel: "Propuso incluso a la Falange un monumento conmemorativo bastante extravagante. Se trataba de fundir juntos, confundidos, los huesos de todos los muertos de la guerra. Luego, en cada kilómetro, entre Madrid y El Escorial, se alzarían una cincuentena de pedestales sobre los que se colocarían esqueletos hechos con los huesos verdaderos. Estos esqueletos serían de tamaño progresivamente mayor. El primero, a la salida de Madrid, tendría sólo unos centímetros de altura. El último, al llegar a El Escorial, alcanzaría los tres o cuatro metros". Obviamente, desecharon la propuesta, aunque ya apuntaba en la buena dirección y el "lugar correcto". 

Como dato curioso de sincronización de personajes, Dalí y Moya nacieron con apenas un mes de diferencia, en Mayo y Junio de 1904, y fallecieron en poco más de un año uno del otro (más dos días) en 1989 y 90, respectivamente. Pero no deja de ser casi anecdótico. Entremos en materia y expliquemos que nos ha llamado la atención de esta construcción, y que tiene que ver con los engranajes antes expuestos. Obviando la ya mencionada línea recta de precisión satelital entre la tumba de los Reyes Católicos y la que sería la señal que posiciona el lugar de los restos del Caudillo, la enorme Cruz, observemos la lectura de los detalles. La construcción se inauguró con una explosión para comenzar a horadar la enorme montaña a transformar el 1 de Abril de 1940, justo un año después del fin de la Guerra Civil. La finalización de la obra e inauguración del conjunto del Valle de los Caídos fue el 1 de Abril de 1959, justo un ciclo metónico de 19 años, periodo de tiempo donde los calendarios lunares vuelven al punto de partida de los solares o civiles. 

Eso quiere decir que la Luna se encontraba en un lugar muy. muy, muy aproximado y en la misma fase que el día oficial de su inicio y finalización. Estamos hablando de tan sólo unos meses o un año antes de la fecha de la obra de Dalí sobre el cubo laberíntico. Además, si aquel cuadro del Cristo hipercúbico lo realizó meses antes de Junio de 1954, al cumplir los 50, estaríamos hablando que aquella representación del renacimiento místico del pintor coincidió 14 años después, como símbolo de resurrección, del inicio del futuro mausoleo del Generalísimo. Tendría ya superadas sus 7 semanas de años, los 49, y en la celebración del jubileo, al año siguiente, llegaría a su plenitud. Al cumplir los 60, su admirado Franco, le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica.

La ubicación del enclave fue elección personal del mismísimo Franco, que recorrió la sierra de Guadarrama a caballo buscando el «ius loco» (lugar correcto). La leyenda, o los relatos y testimonios oficiales, según se mire a ojos de un constructo a difundir, nos ofrecerán una visión de por donde nos quieren llevar y lo que esconden. Fray Justo Pérez de Urbel, nombrado primer abad de la Basílica de la Santa Cruz del valle de los Caídos, nos dejó estas declaraciones al respecto que le fueron confesadas por el mismísimo Caudillo:  

"No se trataba de descubrir, sino de identificar y localizar una imagen que (Franco) llevaba dentro"; aquí, el benedictino, intenta llevar el relato al terreno místico, otorgándole al Generalísimo un carácter cuasi mesiánico, una misión que se le había de revelar y «esperaba señales». El mismo Jefe del Estado le confesó a Pérez de Urbel como divisó el «lugar correcto», en compañía del héroe del Alcázar de Toledo. Así lo relata en boca del pretendido salvador de la fe católica:

"Hice varios intentos por todas las estribaciones del Guadarrama. Un día, ya en los comienzos de 1940, al terminar de comer, le dije a Moscardó:-¿Quieres que vayamos a buscar el Valle de los Caídos?-Porque el valle debía existir y seguramente por esta zona. Llegamos hasta el Alto de los Leones, descendimos hasta Guadarrama, tomamos la carretera de la derecha que lleva a El Escorial y a los dos o tres kilómetros nos detuvimos para examinar una hondonada que se abría en dirección a la sierra. Sendas de cabras y un camino muerto se alargaban entre un bosque de pinos. Lo seguimos hasta llegar a un cerro pedregoso que se alzaba a la derecha. Su nombre nos impresionó: se llamaba el Altar Mayor. Trepé hasta la cima, no sin cierta dificultad. El paisaje me agradó sobremanera."

Franco mandó subir al general y al resto de la comitiva para que observaran los contornos y algo más al Norte, otra cima todavía más alta, que en palabras que le relató al abad benedictino, "un haz de riscos calvos de color dorado, entre cuyas grietas asomaba el verdor de algunos árboles raquíticos"; le comentaron que se llamaba "la Nava", nombre que encontró poco sugestivo para la majestuosidad de su forma. Moscardó sugirió en un tono entre la broma y la súplica al Generalísimo que si era necesario subir hasta allí arriba; a lo que este, en tono místico y glorioso, respondió con solemnidad: "No es necesario por ahora; pero subiremos algún día y me atrevo a esperar que subirán muchos españoles".



¡Ah, bendita profecía para las huestes nacional-católicas de la época! Pues bien. Este relato podemos afirmar que fue rotunda y absolutamente mentira. No nos referimos a que mareara la perdiz a su séquito o a un entorno menos cercano, queremos decir algo obvio. A un general curtido en mil batallas, como lo fue él, donde había interpretado cientos de localizaciones en mapas de alta precisión, como eran y son los pertenecientes a la cartografía militar, no le resultaría demasiado difícil "localizar" el objetivo que uniera su proyecto de resurgimiento espiritual de la nación con el antiguo símbolo del imperio español. Para trazar, o encargar a otros, una línea que viniera de El Escorial y pasara por la cima del monte Abantos hasta encontrar un lugar "idóneo" donde asentar su idea y plantar "su cruz". Y ni que decir tiene, que si alguien tenía acceso a cartografía con suficiente precisión, en esa época, para llegar a esa línea exacta, que entroncaba a los restos de los Reyes Católicos, como fundadores de la nación española, los otros reyes castellanos en la Catedral de Toledo, hasta el Real Sitio de San Lorenzo construido y fijado por Felipe II, faro de luz idealizado en el que se miraba el Caudillo como ejemplo de gobernante, ese era el Jefe de todos los ejércitos del país. Otra cosa es saber de donde le vino esa información, puesto que él no pertenecía a la realeza ni, en principio, a la casta sacerdotal que se encargaba de esas escondidas trazas.

El principal propósito era "mantener la idea de constante cruzada". El lugar estaba perfectamente medido para unir el régimen franquista (o Franco, en particular) con los vencedores de la Reconquista y los constructores del futuro Imperio español. Si Felipe II edificó El Escorial tras la imponente batalla de San Quintín (simbólicamente, como hemos visto), que desequilibró las fuerzas en Europa en favor de la monarquía hispánica; el Generalísimo quiso hacer lo propio con su idea el Valle de los Caídos tras la Guerra Civil, que se tomó en el bando nacional como cruzada, y de una manera simbólica, enterrar al régimen laico anterior y renacer uno nuevo, bajo el signo de la gran Cruz de 150 metros de altura. Como decía la leyenda de la victoria del emperador Constantino en referencia hacia su «visión» del signo de la cruz de Cristo que lo llevó a la victoria, "In hoc signo vinces" (en este signo vencerás). En palabras del Caudillo hacia su proyecto:



"Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos, que desafíen al tiempo y al olvido".

¡Ah, el desafío al tiempo, qué gran prueba!¡Y lo que cuesta controlar el tiempo de los desagradecidos súbditos!

¿Pero sabría tocar el entorno del Caudillo los ajustes necesarios para mover los engranajes anteriormente analizados para prolongar su gobierno/ reinado o controlar las voluntades de la mayoría? Hablamos de entorno porque esta clase de personajes no llegan solos al poder. Si «tomar el cielo por asalto», como proclamaba un agente político del sistema, antisistema, que «tocó pelo» en el poder, y le cortaron la coleta, ya resulta una utopía; si llegas al poder a golpe de cañonazo, de buen seguro que no ha sido por eso que llaman meritocracia, precisamente. La habilidad de pisar cabezas o de accidentar los aviones de tus rivales para ascender a lo más alto de la jerarquía está mal vista en la sociedad civil, pero goza de gran respeto dentro de las altas esferas. Lo sentimos por aquellos que idealizan a ciertos personajes. Por aquí, como llevan tiempo comprobando, no gastamos de esas consideraciones.


La primera observación que se viene a la mente al mencionar el gobierno de Franco son los 40 años del franquismo, valga la redundancia. Algo más de 39, para ser exactos, de Octubre de 1936 a finales del 75. Una cuarentena, como sus admirados Austrias mayores, Carlos V y su hijo Felipe, las encarnaciones de David y Salomón analizadas. ¡Ojo! "John Charles One, the Hunter", su escogido sucesor, se acercó a la cuarentena de años de reinado, también (1975-2014). El mismo Generalísimo se encargó de apartar al anterior rey, el abuelo del sucesor, Alfonso XIII (13), pese a que recibió cuantiosas aportaciones económicas de esta institución a su causa. Las Cortes republicanas declararon al último de los "Alfonsos" «culpable de alta traición» y fue condenado a ser "degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, que no podrá ostentar legalmente ni dentro ni fuera de España". 

Un lastre político e histórico que puso a tiro las aspiraciones para que un nuevo "Caudillo-monarca" se hiciera con el trono del «rey sin corona»; incluso llegó a emparentar a su "nietísima" con la rama de sucesión del rey destronado que fue obligada a renunciar por este mismo, pero que era aspirante al trono de Francia. Esto se produjo un par de años después de que nombrara sucesor y se vio como una futura maniobra para convertir su dinastía en realeza, cosa que no ocurrió. Se dio la fatalidad que años después, el infausto pretendiente al trono francés y frustrada marioneta del Caudillo al trono español, murió decapitado en un extraño accidente. Alfonso, se llamaba, y hubiera sido el XIV.

El encargo de tan magna construcción fue asignado a la máxima autoridad arquitectónica en ese momento, Pedro Muguruza, al que ya pudimos ver actuar hace unos años como arquitecto de la curiosa Estación de Francia, de Barcelona. La obra contemplaba una gran Basílica horadada en la roca, a modo de concepto simbólico-religioso de cripta; y una gran Cruz coronando la montaña, esta como sugerente pirámide natural, como gran símbolo visible, a modo de concepto de estela. Esto es, la Cruz/ montaña/ pirámide como estela simbólica ejerciendo de polo positivo del conjunto; y la Basílica/ cueva/ tumba como polo negativo. El concepto de la montaña y la caverna, de lo visible y de lo guardado, de lo ritualizado a los ojos de todos y de lo custodiado y medido para "alterar la conciencia" del peregrino que acceda a su interior. Un axis mundi que conectara los cielos y el interior de la tierra.

Al igual que sucedió con Juan Bautista de Toledo, en la construcción de El Escorial, el arquitecto inicial, Muguruza, enferma y es sustituido, muriendo un par de años después. Diego Méndez, el arquitecto de cabecera en esos momentos de Patrimonio Nacional y persona de confianza del Régimen hacía años, se encarga de la dirección técnica del Valle de los Caídos. pero el que de verdad llevaba la batuta y marcaba los movimientos era el jefe supremo, el Caudillo. En palabras del último arquitecto, poco antes de la inauguración, "desde el principio de la guerra, Franco sintió la necesidad moral, podríamos decir que hasta física de levantar un monumento con el que honrar a los muertos cuanto ellos nos honraron". Y prosigue Méndez sobre esa obsesión del Generalísimo, "desde que la chispa de la idea quemó su inquietud, Franco tenía un punto de arranque; que la reunión póstuma fuese una cripta, en el corazón de una montaña...". Cualquiera diría que René Guénon ,un esoterista, masón y filósofo contemporáneo influenciara a Franco; pero se nos viene esa impresión al recordar a este influyente autor y una de sus definiciones sobre la simbología de la Cruz:

"El signo de la cruz representa de modo muy claro la realización del Hombre Universal, que se alcanza por la comunión perfecta de la totalidad de los estados del ser, jerarquizados en armonía y conformidad, desarrollando tanto el sentido de amplitud como el de exaltación".


Hubo más detalles que apuntan a una intervención directa del Caudillo en la construcción del templo. El primer abad del lugar, el ya mencionado, Pérez de Urbal, aseguró que Franco "tenía una gran preocupación por la grandiosidad del monumento, pero también se ocupaba de los detalles. Todas las Vírgenes las escogió él... En toda cuestión se le preguntaba, él exigía que se le consultase... A veces tardaba mucho en ir al Valle, en volver por allí, y entonces habían hecho una cosa que no le gustaba y había que cambiarla". Suceso del que pudo dar buena cuenta el mismo Muguruza, que después de perforar la cripta en el interior de la montaña con 11 metros de altura y de ancho, hizo duplicar su tamaño a 22 por recordarle "al túnel del metro", con la consecuencia de haber de rellenarla de nuevo de piedras para detonar y conseguir su ampliación. Esto recuerda a la ampliación "no prevista" de una segunda planta en El Escorial, por la necesidad de duplicar el número de monjes y poder realizar las infinitas e interminables oraciones destinadas por la salvación de las almas de la regia e imperial familia, como si actuara como un sistema de alimentación ininterrumpida.

Y como todo buen personaje legendario con aspiraciones a héroe elegido y tocado por los dioses, necesitaba de una vida repleta de hazañas rodeadas de ese aura mística que envolvía siempre a los ungidos. Un camino de gloria que lo apartara de sus recelosos y envidiosos camaradas, que lo conocían por el alias de "Paquita, la culona", para nada acorde con el mensaje a transmitir. Para eso se recurrió a su exitosa carrera militar, con una fulgurante serie de ascensos que lo llevaron a ser general a la edad de 33 años, como la edad de Cristo al morir, en 1926. Su campo de batalla para el ascenso al Olimpo de la popularidad fue el África colonial. Allí se construyó la leyenda entre las tropas y la población musulmana lo que llamaban "baraka", bendición divina que protegía a los elegidos por la divinidad. El joven y ambicioso oficial era muy aficionado a pasar consultas con una bruja bereber llamada "Mersida", adivina que habitaba en el Atlas rifeño, sobre el devenir de los conflictos bélicos futuros o sobre la fidelidad de las personas y profesionales que se relacionaban con él. Investigaciones recientes identificaron a la aparente bruja bereber como Mercedes Roca, mujer rubia de ojos claros, a la que acudían militares tanto franceses como españoles, lo que la convertía en una candidata a espía. Al llegar su cliente a la Jefatura del Estado español, la bruja desapareció de la zona.

El joven y ambicioso oficial era muy aficionado a pasar consultas con una bruja bereber llamada "Mersida", adivina que habitaba en el Atlas rifeño, sobre el devenir de los conflictos bélicos futuros o sobre la fidelidad de las personas y profesionales que se relacionaban con él. Investigaciones recientes identificaron a la aparente bruja bereber como Mercedes Roca, mujer rubia de ojos claros, a la que acudían militares tanto franceses como españoles, lo que la convertía en una candidata a espía. Al llegar su cliente a la Jefatura del Estado español, la bruja desapareció de la zona.

Pero su camino hacia la gloria pasaría por otro consultor esotérico, un judío sefardita cabalista llamado Corintio Haza, y conocidos entre sí desde los primeros tiempos en África del militar. Ya entonces, nos cuenta la leyenda, que le auguró ser el escogido para liderar una sublevación que recuperaría España de las garras del ateísmo laico. Se dice que le elaboró unos añadidos de símbolos astrológicos y alquímicos aludidos a la persona de Franco, incluidos en un poderosísimo talismán que le sirviera como escudo protector para afrontar la "Cruzada Nacional". Dicho talismán se realizó en base a lo que se conoce como un "Vítor" o "Víctor", cuyo origen se sitúa en el bajo imperio romano, como una evolución del monograma "Crismón", atribuido al entorno del emperador Constantino, el Grande. Según la definición de la R.A.E.: "Letrero escrito directamente sobre una pared, o sobre un cartel o tablilla, en aplauso de una persona por alguna hazaña, acción o promoción milagrosa. Suele contener la palabra Víctor o Vítor". Puede darse en diferentes versiones con posiciones alternativas de las letras que conforman el monograma.





Este tipo de símbolo fue la insignia de las legiones romanas, que sustituyeron al águila imperial por la "XP", anagrama de las iniciales griegas de "Cristós" (Χριστός), el famoso "in hoc signo vinces (con este signo vencerás)", ya mencionado. Un símbolo de protección evolucionando en la "X" y la "T", primero, que derivaría en la "V" y la "T" del "Víctor" o "Viva". Este monograma fue utilizado en la Universidad de Salamanca a partir del siglo XIV para grabar en la pared el nombre de un alumno que había alcanzado el grado de Doctor. La pintura utilizada era de un rojo intenso elaborado a base de sangre de toro, almagre y barniz, que recuerda a las pinturas rupestres. Una especie de ritual para ensalzar y empoderar al homenajeado y mostrar que había alcanzado un conocimiento mayor.

















"El lenguaje sagrado da poder al que lo conoce y lo utiliza". Y este se plasmó en forma de "Vítor" junto con el nombre del Generalísimo Franco en la pared de la fachada de la Catedral Nueva de Salamanca, hacia el final de la Guerra Civil. Este hecho, el de aparecer en el mayor templo cristiano de la ciudad, conocida por su universidad medieval, convertía simbólicamente al Caudillo en "Doctor" de la Iglesia escogido por los cielos. De nuevo, se saltaba el conocimiento-aprendizaje de los hombres, para conseguir el conocimiento divino por derecho de conquista, como su ascenso militar. "¡Muera la inteligencia!". Veremos en que queda.





Pero veamos en que consiste el simbolismo del "vítor" por encargo que supuestamente le realizó el cabalista sefardí. La "Tau" o "T", de arriba simboliza la "Cruz"➕ de inicio y final, 
la energía para seguir el camino de Dios; el círculo de la "O" con el punto central, rememora el símbolo del Sol  y del oro🥇; la "V" partida por la "I" es una flecha hacia abajo que nos recuerda a la destilación alquímica; la "R" junto a la "T" arriba se asemejan al símbolo de Saturno ♄; la "C" y la parte superior de la "R" imitan a las lunas creciente 🌙 y menguante 🌘 

Otras teorías diferentes sobre el "vítor" aluden a una composición de Tauro de todo el monograma, con la "A" invertida, con la "Tau" y la "O" del oro, sumando un "Taurus". La "O" y la "T" emulando a un "Orbis Terrarum", el mapamundi medieval. También el símbolo de vítor invertido parece contener una escuadra y una plomada, símbolo de antiguos constructores. Las dos "C", con la suma de la parte superior de la "R", simulan un huevo cósmico abriéndose, el "Hiranyagarbha" hindú. Según el esoterista Julius Évola la espada y el círculo son símbolos de lo masculino y lo femenino respectivamente, el fuego y el agua. La espada  corresponde con la cruz, también con el símbolo del mercurio ☿, como elemento masculino, y la "T" y la "V" formando el símbolo del azufre, como elemento pasivo femenino.

Vamos a plantear la verdadera simbología realizada ex profeso para el Caudillo, a nuestro entender, fuera quien fuere el creador. La "Tau" nos parece una clara alusión a la Cruz de San Francisco, como símbolo de "Franciscus, perteneciente a los pueblos francos. El que ama la libertad". Blanco y en botella, Francisco Franco, vamos. La espada/Sol, en el centro, como símbolo de masculinidad, en clara referencia al mismo Caudillo, junto con la "V" alusivo a lo femenino, flanqueada por la luna menguante por Poniente y la luna creciente por Occidente, como el principio y el fin en la tierra y en los cielos. Sanctus Franciscus, el elegido y protegido. El alfa y el omega. 

Al parecer, al "vítor" pintado en la catedral, compuesto por las abreviaturas latinas de "Generalissimo Franco", se le añadieron otras abreviaturas correspondientes a la frase "Miles Hispaniae Gloriosus" (Mil. Hisp. Glor.). Su traducción literal sería la de "el soldado glorioso de Hispania". Ahora bien... no son vítores de gloria todo lo que se expresa, jeje. Esto da que pensar si el autor de esta última inscripción lo hizo como acto de burla intelectual. "Miles gloriosus" es la más conocida de las comedias del dramaturgo latino Plauto, de finales del siglo III y principios del siglo II antes de Cristo, que se conoce como el "Soldado Fanfarrón", del que su protagonista es objeto de todas las burlas de los personajes, que aunque este "vitoree" en aniquilar un ejército entero, en cambio, con sólo el ruido o la visión cercana del enemigo le comienzan a temblar las piernas. 

Fue sobre ese símbolo con el que apareció presidiendo el "desfile de la Victoria" en Madrid, el 19 de Mayo de 1939, con un gran arco del triunfo como escenario, de cuyas dos columnas se inscribieron tres veces la palabra Franco, a modo de vitorear su nombre, casi como aquel "santo, santo, santo" del himno utilizado en las misas católicas con letra alusiva al "Señor Omnipotente" y a su Trinidad. Del hueco del arco colgaba un gran tapiz con el águila de San Juan de los Reyes Católicos, como insignia de fundación nacional, y sobre este la inscripción de la palabra "Victoria". Queda un poco más claro el sentido principal del "vítor franquista". No así el sentido esotérico, que obviamente lo tiene.


El proyecto del Caudillo tenía una necesidad urgente por conseguir fuentes económicas durante el conflicto civil que pudieran sufragarlo y otros que brotaban de la cabeza del "Salvador" para unos y "miles gloriosus" para otros. Para eso contó con la inestimable ayuda de un alquimista hindú, enigmático, oscuro y misterioso, como suele suceder en estos casos, que le aseguró su pase directo a la historia universal, como el líder mundial en el que se pretendía convertir. Este personaje, llegado de la entonces amiga Alemania, fue Savarpoldi Hammaralt, de la mano del hermano y secretario de Franco, Nicolás. Lo entrevistó dos veces, a través de un oficial del Estado Mayor de ese país que hizo las veces de traductor, que era amigo del escritor y corresponsal en tierras germanas, Ramón Garriga, autor años más tarde del libro "Nicolás Franco, el hermano brujo" (1980). Según contó este escritor, el alquimista les ofreció ayuda y comentó que "la fórmula para la fabricación sólo se puede utilizar si el oro que se fabrique se destina a una buena causa. Es indudable que ustedes, los nacionalistas, luchan por una causa noble y santa: la defensa  de su religión y la destrucción del comunismo materialista. Así, yo pongo todos mis conocimientos a su disposición del general Franco para procurarle todo el oro que necesite para vencer a los impíos rojos".

¡Ah, el Universo y su Creador parecían poner todas sus verdades ocultas en manos del Caudillo para su divina misión!
 
El Generalísimo puso a su disposición los laboratorios de la universidad de Salamanca para tamaña y sobrenatural proeza. El oro no aparecía, pero el hindú se ganó la confianza del hermanísimo de Franco. Lo ayudó a descubrir las tintas simpáticas, utilizadas por los espías para descubrir su uso en las cartas de agentes sospechosos en la zona rebelde. Pero el oro seguía sin aparecer y el supuesto alquimista se paseaba por las dependencias del alto mando de la mano de Nicolás hasta que el suceso llegó a oídos del almirante Wilhem Canaris, Jefe de la Inteligencia alemana, que rápidamente puso en conocimiento a Franco sobre aquel tipo. Informó que había estudiado Química en su país, pero fue expulsado por ser sospechoso de espionaje británico. El alquimista, entonces, pareció ejercer unos poderes para desaparecer de la escena y dejar a la noble causa de Franco sin su preciado oro, como era previsible. ¡Moraleja! Si se la intentaron pegar al gran Felipe II, el prudente, como no se la iban a colar a "Paco, el rana".

Había que seguir engranando mecanismos temporales entorno a la figura del "soldado glorioso" para que una vez convertido en "Caudillo  Salvador", consiguiera la energía necesaria y esa idea adquiriera fuerza. La elección a finales de Septiembre de 1936 de un único líder en el bando nacional, que se convirtiera en Generalísimo fue clave. Se escogió a Franco casi por unanimidad, exceptuando el voto del general masón Cabanellas. Días más tarde en Burgos, el 1 de Octubre, se llevó a cabo una ceremonia pomposa para nombrarle Jefe del Estado, el cual estaba encantado con su elección, semejante a la de un Sumo Pontífice plenipotenciario. En las palabras tras ser investido, Franco expuso sus deseos:

"Podéis estar orgullosos, recibisteis una España rota y me entregáis una España unida en un ideal unánime y grandioso. La victoria está de nuestro lado. Ponéis en mis manos España y yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme… Me tengo que encargar de todos los poderes".

Sólo una pequeña cuestión. Su elección como líder se debió, en parte, a la presión de los alemanes e italianos, que querían todo el poder en manos del general Franco como condición para seguir apoyando militarmente la causa rebelde. Desde ese punto de vista, contar con el apoyo del ejército más poderoso del mundo en ese momento, parecía decantar esa suerte que eliminara de manera "accidental" a sus rivales al liderato. 

Observemos a partir de la fecha del 1 de Octubre y recordemos ese desfase de los amaneceres y puestas de Sol de 10 / 11 días que se produjo, de manera oficial, al cambiar el calendario del juliano al gregoriano, hacía ya tres siglos y medio en ese momento, y analicemos los posibles enganches realizados en esa época a los diferentes engranajes temporales. Podríamos ver esa "coronación" como Jefe del Estado, un intento de conexión con el antiguo tiempo del Rey/Emperador de España, Felipe II, que propició el cambio. El Sol de aquellos días salía y se ponía en la misma posición del 12 de Octubre en el calendario moderno, día de la Virgen del Pilar, de la Conquista de América, Fiesta de la Raza Española, en aquel tiempo, y denominado a partir de 1958, como Fiesta de la Hispanidad

El día 1 de Octubre, a partir de 1939, se proclamó como la "Fiesta del Caudillo". Puede parecer casual su relación con aquel otro tiempo, pero la peculiar distancia entre ese día del 1936 al del final de la Guerra Civil, el 1 de Abril del 39911 días, nos avisa de posible "alteración temporal" (llamémosle así a la elección concreta de unas fechas para un uso específico oculto a ojos profanos). Es símbolo de la celebración de la cultura hebrea del 9 de Av, en la que suelen producirse eventos de grandes catástrofes o acontecimientos históricos, tales como los 911 días de distancia entre aquel 11 del 9 de 2001, donde se derribaron las Torres Gemelas del Nuevo Mundo, al 11 del 3 del 2004, de infausto recuerdo para Madrid... pero sólo es una señal, claro. 




Los cielos en esas fechas del "Día del Caudillo" en aquel 36 y el "Día de la Victoria" del 39, tenían como peculiaridad común a Mercurio-Hermes, el mensajero de los dioses, en su fase más próxima a nosotros, justo para recoger el aviso. En la primera fecha, donde se celebró el inicio del "Caudillaje", el planeta mensajero se encontraba en Virgo, símbolo de la Virgen y del cual es el mismo Mercurio regente, en día de luna llena posicionada en la constelación de Piscis, asociada simbólicamente con el cristianismo; al igual que de nuevo, Mercurio en su fase nueva y más cercana, acudía también bajo el manto sideral de Piscis, ese concreto "día de la Victoria" para notificar a la divinidad pertinente (a saber). 

Y no iban desencaminados los cielos en la ayuda al justo proyecto del Generalísimo, según creía, y de los que hubieran detrás de su sombra, según creemos, cuando en el año en que se inició su magna obra, el Valle de los Caídos, en 1940, la Gran Conjunción de Júpiter y Saturno llegaba a su máximo las jornadas entorno al día de San Lorenzo, aquella festividad tan "católica" dedicada al laureado Sol, a Apolo y a esas luminarias tan dadas a caer esos días de Agosto recordando al Lugh de los celtas. Ya tenemos otro vínculo con los tiempos de la construcción de aquel Escorial.

Tal vez el santoral elegido para ese día del Caudillo tampoco fue al azar. El 1 de Octubre desde hacía ya una década, en 1936, se conmemoraba la canonización de Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresita de Lisieux, una joven monja de las Carmelitas francesas fallecida en los últimos años del siglo XIX, y que elevaron a los altares a través de una sospechosa publicación póstuma, "Historia de un alma", que trata sobre un "caminito" de entrega absoluta a Dios, con peligrosas inspiraciones en "sufrir, a la imagen de Cristo y en unión con él, para reparar las ofensas contra Dios y ofrecer las penitencias que no hacían los pecadores", y ofrecerse a sí misma como "holocausto al amor misericordioso". Hicieron sus paralelismos con Juana de Arco para impulsar la canonización de la heroína francesa. Es curioso como los ofrecimientos como "holocaustos" siempre son inspiraciones de jovencitas y monjitas pías o de inocentes pastorcillos "elegidos por divina providencia" y nunca los escogidos son esa "piara" de ilustres y opulentos obispos, cardenales, papas, o incluso, ninguno de los correveidiles de estos. Por cierto, pensamiento muy acorde a esa secta religiosa beneficiada por los papas a cambio de favores económicos, que ascendió dentro de los gobiernos de Franco y que cumplió el papel que ejerció la masonería en los gobiernos de la época republicana, el Opus Dei del inefable Escrivá de Balaguer


En cambio, la fundadora de las Carmelitas descalzas, Teresa de Ávila, uno de los personajes clave en la época de Felipe II, famosa mística autora de "El Castillo Interior", será clave en el devenir de la vida de Franco. Se hizo con la "mano incorrupta" de esta santa al ser tomada la ciudad de Málaga, y ya no se desprendería de ella hasta su muerte. En una entrevista concedida por el Generalísimo en 1961, el periodista autor de esta explicó: "Desde el año 1937, cuando viaja y pernocta fuera de su residencia habitual, lleva consigo la reliquia de la mano de Santa Teresa, hallada en la maleta de un general rojo, y que las monjas Carmelitas han cedido en depósito al jefe del Estado. Y no va nada mal este símbolo de la Santa de Ávila, de geniales relaciones hechas como quien cumple con alegre naturalidad la sencilla tarde de cada día".

La mano, es un relicario de plata dorada con varias piedras preciosas y que contiene, se supone, ese pedazo de extremidad de la Santa. Esa mano izquierda fue arrancada por orden del padre provincial meses después de ser enterrada, el mismo padre se obsequió con un meñique para que le "acompañara en su cautiverio". Tres años después, en otra exhumación, el cuerpo fue literalmente cuarteado, desmenuzado, esparcido por España; el pie derecho y la mandíbula superior en Roma; el corazón y brazo derecho en un relicario en el convento donde murió; y el resto...sigue incorrupto.

El Caudillo y su mano de la Santa bajo el brazo (chiste fácil) tomaron Madrid el día del nacimiento de esta, el 28 de Marzo del 1939. Pero existía un hecho relevante y sobrenatural que poseía cualquier pedazo, con perdón, de esa mujer del siglo XVI: Santa Teresa de Jesús murió el 4 de Octubre del 1582 y fue enterrada al día siguiente, el día 15 del mismo mes... ¿Cómo? La mujer falleció el último día del viejo calendario y fue enterrada la primera jornada del nuevo. Esa mano es una prueba "viviente" del tránsito de la vida a la muerte de la antigua manera de computar el tiempo a la actual. Y encima de una mística canonizada por la Santa Sede. Sin duda una reliquia excepcional para tratar de dominar el tiempo de alguna manera espiritual o sutil.

Esto lo debemos tratar de especulación, obviamente, pero analizando las fechas de ciertos acontecimientos observamos que en comparativas con los patrones de construcción de la magna obra del Rey Prudente, se muestran en fechas iguales, pero a la inversa. Nos explicamos. Si llegamos a la conclusión de que las orientaciones solares de dicho edificio estaban proyectadas para que coincidiera con el santoral en el nuevo calendario gregoriano, que sirvieran de "enganche"  entre el antiguo tiempo y el nuevo; de nuevo estos engranajes "santífico-estelares" podrían haber servido de patrón, pero de manera inversa. Esto sería, conectar el tiempo actual con el antiguo de la época de la construcción de El Escorial, y además, utilizar esa línea recta milimétrica real que atravesaba, y conectaba, tantas tumbas de reyes. Ese 1 de Abril de la Victoria, conecta con la puesta de Sol del eje central del Real Sitio, pero del viejo tiempo, y con el inicio de la fecha de construcción del Valle de los Caídos y su inauguración, ambas en ese día cumpliendo el ya citado ciclo metónico de 19 años, donde las fechas de los calendarios lunares (religiosos) y solares (civiles) volvían al punto de partida en el horizonte zodiacal. Un "encuentro entre tiempos".

Puntualizar que la "Santa Mano" llevaba en su poder dos años. La moderna santa mística de Santa Teresita del 1 de Octubre del Caudillo, entroncada con la gran Santa Teresa mística de tiempos imperiales, fallecida un día de San Francisco de Asís, el 4 de Octubre, como la Tau simbólica a Francisco Franco, y sepultada el día en que unas décadas después el santoral católico le rindiera tributo, el 15 de Octubre. Juegos temporales de la mano incorrupta en posesión exclusiva del Generalísimo. ¿Pero sería capaz este hombre tan católico, apostólico y romano de calcular todos estos movimientos? Entendemos que no.

Y no se entendería un Caudillo español enviado por la gracia de Dios que se precie. si este no empuñara la Cruz de la Victoria y una entrada con el alma limpia a la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador. Y dicho y hecho, según leemos en lo relatado por el enviado del ABC a Oviedo, en 1942:

"En el momento preciso, Franco, con lentitud majestuosa, llegó hasta la santa reliquia, que esperaba, y la tomó entre sus manos. Eran exactamente las seis y treinta y cinco minutos de la tarde del 5 de septiembre. Y con la preciada carga, con la misma Cruz de la Victoria que Pelayo empuñara… el Generalísimo, con paso solemne, seguro y rostro velado por una emoción que yo no acierto a describiros, emoción de siglos, gravitando sobre las manos vencedoras de la mejor batalla, penetró en la Catedral… Paso a paso, con la Cruz preciada y preciosa , victoria, siglos, fe y gloria, cuajados en plata y piedras, Franco iba camino del altar mayor. En sus manos iba la victoria misma aprisionada, en las manos que otra victoria hicieron. Yo quisiera recortar con ensueño esta estampa de la Cruz, el Caudillo y la Catedral. Cruz de la Victoria en manos del vencedor bajo una Catedral, la Patria, deshecha por odios y que ahora se edifica con piedras y amores. Como a España en su victoria".

Este relato es una descripción, digamos, un poco desde la hipérbole y el ensalzamiento del rey sin trono (la prensa limpiaojetes de toda la vida), de un ritual de regreso de un rey victorioso de una batalla, que reproducía simbólicamente "la Reconquista" que acababa de ganar, y que pertenecía a la liturgia de la Iglesia Visigoda de Toledo descrita en el "Liber Ordinum" de esta. Según expuso Julián de Toledoarzobispo de la capital visigoda a finales del siglo VII, a través de su obra "Historia del rey Wamba", la justicia divina favorecía la victoria mientras que los pecados conducían a la construcción. La intención era representar en la figura del rey visigodo a un "rex et sacerdos" (rey y sacerdote) y a su ejército enviado a la batalla como el pueblo de Dios. La clara alusión del Generalísimo entrando con la Cruz de la Victoria en la Catedral de San Salvador como un caudillo guerrero, dejó a las claras que detrás de la ceremonia había unas élites conocedoras del pasado medieval español y, para nada, fue efectuado al azar. Hasta la anecdótica dirección postal de dicho templo parece señalar a un "Salvator Mundi": 33003 Oviedo, Asturias.

Lo cierto es que las reliquias expuestas durante esos días en que se celebró el 1100 aniversario de la muerte del rey astur Alfonso II, el Casto, fueron reconstruidas después de que energúmenos pertenecientes a sindicatos y partidos de izquierdas dinamitaran la Cámara Santa durante la Revolución de Asturias de 1934, que paradójicamente fue repelida por el gobierno republicano con unidades del ejército comandadas por el mismo Francisco Franco. Las prisas y la falta de recursos económicos en esos momentos hicieron que parte de la madera de la Cruz de la Victoria fuera sustituida y la mayoría de piedras preciosas engastadas en ella se suplieran con cristales de botellas de sidra, bebida muy típica de la zona. El ritual del caudillo guerrero más que producirse con olor a santidad, se produjo con un cierto aroma a sidrería incrustado en el ambiente. Las prisas y la falta de presupuesto no hay líder que las pueda solventar por muy ungido que se crea.

Analizadas las fichas con las que iba a jugar el Generalísimo en su partida por llegar a la cima de los héroes elegidos, intentemos comprender el tablero en el que se iba a representar su ascenso a esos altares. Una vez trazado con absoluta corrección la línea que unía la estela visible (nos referimos a la Gran Cruz de los Caídos) donde se conectaba con los restos de los linajes hispanos y realizadas las liturgias pertinentes descritas para hacer funcionar esos engranajes en tiempo, espacio y demás componentes sutiles, descubramos ese camino, o laberinto de pruebas de carácter espiritual, que nos lleve a dilucidar el mensaje oculto hasta la cripta, a modo de cueva iniciática encerrada en el interior de esa gran montaña. Tal como sentenciaba el tradicionalista Guénon: "la caverna debe considerarse situada bajo la montaña o en su interior, de modo que se encuentren bajo el mismo eje, lo que refuerza aún más el vínculo existente entre ambos símbolos, en cierto modo complementarios entre sí". 

En primer lugar, salta a la vista en el entorno el camino hasta llegar al templo. Un recorrido alrededor de la montaña desde un punto concreto donde se quiso plasmar un via crucis de 14 estaciones, como mandan los cánones, que aunque no fue finalizado como se proyectó, si dejó claro su simbolismo y sus intenciones en cuanto a lo que se esperaba influir en aquellos peregrinos que culminaran el camino hasta el final de la cripta. Seguiremos los pasos que nos mostró el ujier de todas esas llaves que abren las antiguas cerraduras e intentaremos asomar la cabeza tras esos rincones marcados.












 
El punto inicial lo marcan las 
4 columnas  de 11 metros de altura, colocadas en doble columnata a ambos lados de la carretera de acceso al Valle, llamadas "los Juanelos", por el inventor, matemático, astrónomo y relojero italiano Giovanni Torriani , que prestó sus servicios tanto a Carlos V como a su hijo. Esas imponentes estructuras, conocidas como los "Centinelas del Valle", estaban olvidadas en Toledo tras haber sido utilizadas como contrapeso de un artificio para subir agua del río hacia la la antigua capital hispana salvando un desnivel de unos 100 metros. En su tiempo quedaron  orillas del Tajo, tal como aquellos restos de la nao portuguesa de "Las 5 Llagas" que "rescató" Felipe II para la fabricación de cruces y ataúdes reales. Como demuestran los dibujos de Muguruza, esas 4 columnas debían haber sido colocadas frente a la entrada de la fachada de la cueva-templo, pero las 54 tonelada de cada una, impidieron la llegada de aquellos "centinelas guardianes" de la montaña sagrada. 


La poca solidez del viaducto de 70 metros de alto construido para acceder al Valle elegido hicieron que quedaran apartadas en un punto, en apariencia casual, debido a la logística. Llegaron a pasar por la capital española, con su lento caminar en tan colosal traslado, por la Cibeles, la Castellana, la calle Alcalá o la Gran Vía y se popularizó una cancioncilla durante esa época donde vaticinaban un final incierto que decía: Las piedras de Juanelo ya van andando; llegarán a su sitio sabe Dios cuándo”. Su traslado se llevó a cabo en 1949 y su colocación se produjo en 1953. Pero claro, esos 4 monolitos que pueden simbolizar las 4 columnas sobre las que se sostiene el cristianismo, los 4 evangelios canónicos, relacionadas con el relojero real que acompañó a Carlos V en su retiro, en el que también estuvo el mismísimo Juan de Herrera, pueden tener otra función en ese lugar; quizá, sean una especie de manecillas de reloj esperando en el lugar correcto (ius loco), en el tiempo justo que nos señale o conecte con ciertos lugares. Veremos.



El llamado, hasta finales del siglo XIX, Pinar de Cuelgamoros, después registrada como Cuelgamuros, fue el lugar escogido por Franco en su búsqueda de lo que él tenía en mente como futuro "Valle de los Caídos, recordemos sus palabras: "Porque el valle debía existir y seguramente por esta zona". ¿Un valle?¿Por qué un valle?. "Valle" vendría a simbolizar en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de este tipo de masonería lo siguiente: "según las concepciones ritualísticas, el "Valle", se situaría en el centro de la Logia y representa la parte más importante del Templo. Su largo está definido desde la balaustrada que delimita el Oriente hasta las columnas "Jakin" y "Boaz"; su ancho, desde la columna del Sur hasta la columna del Norte. Tal es la importancia del "Valle" en los trabajos logiales que los Hermanos están impedidos de atravesarlo (a excepción del Hermano Mayor de Ceremonias y, por supuesto, del Venerable Maestro, debiendo "Cuadrar el Templo", es decir, bordearlo en sentido horario durante su desplazamiento". Este concepto de "cuadrar el Templo" y el desplazamiento en sentido horario sería bueno de tener en cuenta para futuras investigaciones.




El Via Crucis comenzó su construcción en 1944, siendo arquitecto Pedro Muguruza, y 5 años años antes del traslado de "los Juanelos", dato a tener en cuenta. La obra se dividió en 3 secciones: la primera llegaría hasta la zona conocida como el Altar Mayor, el punto más alto del mismo, a 1336 metros de altitud. Se realizaron 4 capillas de las 8 estaciones proyectadas en el primer tramo, y casi todo el camino escalonado con gran parte de la calzada realizada. La segunda sección continuaría por las crestas de los picos de "Las Pilas" para llegar a los comienzos del risco de La Nava, en el principio del lugar donde se horadó en la roca para construir la basílica-cueva. se desconocen los motivos por los cuales se dejaron incompletas las capillas destinadas a todas las estaciones del via crucis, que es uno de los mayores del mundo. La última sección forma parte del conjunto principal. La estación número 12, la de la crucifixión del Señor, se halla previo a la subida a la gran explanada de la puerta de la Basílica, con sus 3 características cruces; la 13, es la misma puerta del Templo, guardada por una enorme estatua de "La Piedad" del principal escultor del conjunto, Juan de Ávalos. La 14 y última se encuentra al final del Templo, en la capilla del Cristo Yacente, en el crucero, tras otros 14 escalones de subida en tres series. Un total de 4721 metros de "Calvario" y 2292 peldaños.


Los 262 metros de largo de la Basílica excavada en la montaña están acompañados de 6 capillas de vírgenes escogidas por el propio Caudillo. La cúpula central de 45 metros de altura y 40 de diámetro rodean los el Altar Mayor donde reposan los cuerpos de Jose Antonio, el "héroe", y del Generalísimo refundador de la patria. Estos son custodiados por un gran crucifijo cuya madera de enebro fue talada en los montes de Valsaín, de un árbol escogido en persona por el mismísimo Caudillo. Dícese en las tradiciones hebreas que del fruto del enebro se extrae un brebaje que te permite entrar en contacto directo con los ángeles tras su ingesta y de su madera que protege de demonios. De los 4 arcángeles esculpidos en bronce que rodean la cúpula, Rafael, con el báculo del peregrino, Miguel, con su espada capitaneando los ejércitos de Dios, Gabriel, el anunciador divino con los lirios en señal de pureza, y un extraño ángel con la cabeza encapuchada identificado con Uriel por algunos, y con Azrael, un misterioso personaje que actúa como psicopompo encargado de llevar las almas al cielo o al infierno. Entre las paredes del Templo descansan los restos de 33833 muertos en batalla durante la Guerra Civil, procedentes de ambos bandos que fueron llevados entre los años 1953 al 83 (datos del censo del Ministerio de Justicia). Una perpetuación de la memoria de los que cayeron en "una gloriosa cruzada", muy del estilo de las miles de reliquias de los santos martirizados en su propagación de la fe cristiana contra la herejía pagana en aquel cercano edificio de El Escorial, en precisa alineación geográfica con los restos de un gran número de reyes hispanos. 







Las enormes dimensiones del conjunto, su montaña recuerda a una tosca figura piramidal coronada por una gigantesca cruz de 150 metros de altura, nos hacen recordar a la grandeza majestuosa de la Gran Pirámide de Keops irremediablemente. No en vano, la fachada principal de la entrada a la Basílica, y sobre todo, el pórtico de la entrada, hacen recordar a los pilonos de los templos egipcios. 






La llegada del "héroe" José Antonio, cuyos restos reposaban desde hacia algunos años en El Escorial, a la espera de descanso definitivo, provocó algunos problemas al Caudillo. La exhumación del cuerpo, el 29 de Marzo del 1959, se produjo en plena noche y con apenas 24 testigos, entre los que estaban sus familiares más directos y algunos jerarcas del franquismo, como el Almirante y mano derecha del Generalísimo, Carrero Blanco. Franco, como animal precavido que captaba el peligro, no acudió. Tuvo una ceremonia de una liturgia fúnebre muy al estilo de las ofrecidas a los santos mártires. Su cuerpo fue velado por una guardia de honor falangista, y al amanecer portado en hombros de sus fieles camaradas durante los 13 largos kilómetros que separan el monasterio del Real Sitio del Valle de los Caídos, cuasi un via crucis, pero por carretera. A su llegada el fiel escudero y almirante del Caudillo soportó los insultos y pitos de los miles de falangistas concentrados para recibir a su líder en su penúltimo viaje. Sus discípulos consideraban a esas alturas a Franco como un usurpador de la ideología falangista de José Antonio y de apoderarse del mito, que fue enterrado al pie del Altar Mayor. Los gritos de ¡José Antonio, presente!, no debieron de preocupar mucho al Generalísimo, el "Ausente", pues ya tenía su mártir-héroe donde quería, simbolizando el sacrificio de su lucha contra el mal.





Son muchas las opiniones y voces del entorno cercano y familiar del Caudillo que aseguran que este no quería ser enterrado allí en el templo, de cuya idea él era el autor (o al menos eso se cree, claro). Cierto es que no lo dejó escrito en ningún documento oficial, y que "acusan con el dedo" al que fuera escogido por el Generalísimo como su sucesor, John Charles One, The Hunter, de ser el responsable directo de la decisión de su entierro en tan peculiar enclave. Analizando el entorno hostil en que se movía dicho "príncipe heredero" rodeado del círculo de poder más afín al regimen, dudamos mucho que una decisión de ese calibre la hubiera tomado sin el consentimiento previo del figurante en cuestión. Con las cosas de comer y con los difuntos no se juega y un "atrevimiento" de ese calibre, por su parte, con todos los cuchillos afilados deseando quitar de la escena al nuevo César no es comprensible de cara a mantener su futuro; aunque "todo estaba atado y bien atado", como manifestó el mismo Caudillo, antes de morir.

Recurramos a los testimonios y declaraciones de los testigos cercanos y responsables de la construcción tanto física, del arquitecto Diego Méndez, como en su desarrollo espiritual, del primer abad del templo, fray Justo Pérez de Urbel, para hacernos una idea más aproximada. El arquitecto manifestó estas declaraciones recogidas en 1976 en el ensayo del periodista Daniel Sueiro," La verdadera historia del Valle de los Caídos": 

"...reparé allí la sepultura, exactamente igual que la de José Antonio, pero en la parte de atrás, porque... José Antonio, como es un símbolo, con el que se ha hecho ya todo el monumento, verdad, que está aquí delante, una cosa de tipo político y demás, y él, como si fuera el amo de la casa, en la parte de atrás, entre el coro de los monjes y el altar, como la persona que recibe a otros en su casa. Y así se lo hice. Y el día de la inauguración del Valle, al final de toda la ceremonia, coincidí con él allí en la parte de atrás del altar mayor. Se vino conmigo andando y comentando un poco las cosas y entonces, parado allí detrás del altar, exactamente sobre el sitio donde estaba hecho ya el hueco de la sepultura, dice: «Bueno, Méndez, y en su día yo aquí, ¿eh?». «Ya está hecho, mi general.» «Ah, bueno, bueno», y no se volvió a hablar nunca más del asunto. Se lo dije a Carrero: «Mira lo que me ha dicho el Generalísimo: esto, «y yo aquí». Bueno, pues ya está, y no se volvió a hablar más. Y cuando murió y demás, ya estaba todo preparado." 

En la misma obra, Pérez de Urbel, le contó al autor de la misma que "un día en que estábamos allí, de un lado a otro, paseando juntos, y él me hablaba de los que podrían ser enterrados allí. «Claro, no les vamos a obligar, pero yo creo que es un honor. Y a mí, si me lo dicen, para mí será un honor dormir el último sueño aquí, entre el altar y el coro.» Eso me dijo a mí aquel día, esto lo he oído yo de sus labios, hace muchos años, en los primeros tiempos de mi estancia allí".

El "amo de la casa" le manifestó a dos personas de su confianza su deseo de "dormir el último sueño" entre el altar y el coro de los monjes; pues ante la coincidencia de la ubicación poco más que decir. 



La muerte oficial se declaró la madrugada del 20 de Noviembre a las 5:20 horas. Siempre se ha especulado con el hecho de que la larga agonía de Franco fue intencionada por diferentes motivos, tanto políticos, intentos de controlar su sucesión, propagandísticos o aprovechamiento de ensalzar su figura, a saber. Nos centraremos en el dato de los 39 días agónicos que pusieron fin a los algo más de 39 años de su reinado sin trono o caudillaje: esto es, en términos de engranajes temporales casi una cuarentena de días y su múltiplo de casi una cuarentena de años. Señalar que ese 20 de Noviembre era el 39 aniversario del fusilamiento del "héroe homenajeado", José Antonio, "el Presente", cuya tumba presidía la de todos los caídos y estaría, a partir de ahí, delante del "amo de la casa". Destacamos, también, que el mensajero de los dioses, Mercurio, esta vez estaba en su máxima lejanía respecto a la Tierra, y por consiguiente en oposición a acompañar al difunto a las puertas del reino del Hades. El sonido de la losa al encajarse en el "santo sepulcro" del Generalísimo se escuchó a las 14:11 horas del 23 de Noviembre de 1975, como detallaba en el escrito enviado por el heredero del caudillaje, ya con trono, al abad del Valle, que señalaba el lugar "en el Presbiterio entre el Altar Mayor y el Coro de la Basílica". ¿Se acuerdan de cómo aquel Carlos V dio instrucciones precisas a su heredero del lugar y posición de su tumba? Tomemos nota de esta última fecha y vayamos a interconectar primero las ubicaciones necesarias para hacer mover la hipotética "maquina temporal" que enlazará la historia del Caudillo-faraón antes de su último vuelo.





Y la alusión a faraón no es gratuita, ni tampoco viene de la pirámide imposible que se visualizó primero en aquel Valle de Cuelgamoros o aquel complejo funerario planificado para las entonces afueras de la capital española, que también contaba con un enorme edificio piramidal como protagonista. El destino parecía ponerse a favor del Generalísimo para conseguir su templo egipcio, aunque fuera a última hora y de segunda fila, pero con toda la esencia de la antiquísima civilización que supieron aprovechar bien los magos correspondientes. La participación de un equipo de restauradores españoles en la recuperación y traslado de los templos egipcios que iban a ser inundados por la construcción de la gran presa de Asuán, en el Alto Egipto, la antigua rica región de Nubia (en el antiguo egipcio "tierra del oro"), tuvo como agradecimiento la concesión de unos templos menores a los países participantes. Entre ellos se encontraba un pequeño templo construido hacía 22 siglos en honor a Amón, padre de todos los dioses en una de aquellas aldeas, Debod. Era conocido en la zona como la "capilla de los relieves", por las escenas representadas en sus muros. Aunque era un monumento dedicado a Amón, "el oculto", se encontraba en un lugar de paso y peregrinación hacia un gran centro religioso en honor a Isis, en la isla de Filé, en el río Nilo. Eran finales de la década de los 60 del siglo pasado y el traslado despiezado hasta Madrid, al antiguo Cuartel de la Montaña, uno de los lugares donde Franco quiso, e instancias superiores no le dejaron, construir su pirámide, según nos relata un ujier de antiguas cerraduras.






Dicho conjunto arquitectónico se construyó junto a un nuevo parque, el del Oeste, en el que el templo de Debod debía convertirse en el elemento primordial. Se diseñó una plataforma central que pudiera permitir conservar la orientación original en su antigua ubicación del templete y sus tres portales, mediante una base de piedra que lo aislara del contacto con el suelo y resaltando la parte original de la añadida con cambio de tonalidades. Incluso se llegó a recrear un ambiente cálido en el interior del templo mediante aire acondicionado, para emular el clima nubio. ¿Pero todo esto era para la conservación de unas piedras milenarias o existía una razón de otra índole? 

La inauguración fue el 20 de julio de 1972. La alineación del eje central de la reconstrucción, en cuyo extremo oriental se ubicó un pequeño monumento a los caídos del antiguo Cuartel de la Montaña, donde en los días del alzamiento de Julio del 36 fue el escenario de un dantesco derramamiento de sangre, tenía cierta desviación respecto al Este-Oeste; en concreto hacia la salida del Sol del 11 de Abril, más 10/11 días de aquel día de la Victoria de 1939, 33 años, 3 meses y 3 semanas después; y 36 años y 3 días tras aquel 17 de Julio del comienzo de la Guerra Civil. Pero eso no es todo. La puesta de Sol del día de la Hispanidad, el 12 de Octubre, como bien nos descubre el ujier de las llaves, coincide con ese alineamiento central, De nuevo, más 10/11 jornadas del día del Caudillo, ahora sí más faraón que antes y haciendo rodar los engranajes hacia otros lugares y conectando, otra vez, con ese tiempo imperial. Nos viene a la cabeza aquel famoso arqueólogo del cine de aventuras colocando un medallón sagrado con el orificio adecuado y sujeto con una medida precisa proporcionada por una vara adecuada, esperando el momento justo para alinear la luz del Sol que le señale el "lugar correcto" en aquella "habitación de los mapas" para encontrar el "arca del pueblo elegido". Todo numerado, pesado y guardado, a ojo de los profanos, claro, como siempre. ¿Tal vez ese "3" coleteando en las fechas nos abra la puerta de la penúltima cerradura (en estos casos nunca es conveniente decir la última) o una alusión a los 3 portales del conjunto?
 
Hace rato que dejamos a ese amigo-mago del Caudillo, pintor afamado, artista provocador de performances cargadas de simbolismo y, como no, monárquico metaafiiíssicooo, a la espera de algún encargo. De algo que enlazara, resucitara esa colaboración con el Caudillo, que acabara de rematar algún enganche que no quedó del todo cerrado. Y allí estaba el enclave que nos aguardaba de la mano de un mago-artista en sus últimos suspiros en esta parte del mundo. De nuevo abrimos la cerradura de la mano de las pistas de nuestro inestimable ujier, que nos proporciona la llave.








El cálculo de las disposiciones solares del templo egipcio nos ofrecía la dirección correcta al Este exacto. La salida del Sol de los equinoccios se alinea a la perfección con el monumento encargado 
Salvador Dalí, en la plaza que llevaría su propio nombre y de cuyo diseño estipuló las siguientes condiciones :«Dicha plaza adoptará el nombre de plaza de Salvador Dalí y en ella se erigirá un conjunto monumental denominado "El Dolmen de Dalí", que consistirá en un grupo formado por dos elementos: un dolmen de piedra y una escultura de bronce sobre pedestal». Además, el conjunto debía tener unas medidas específicas, como la altura del dolmen de granito de tres pilares que sostiene una gran piedra oblonga, que sería de 13 metros y 13 centímetros de altura y de un peso aproximado de 230,13 toneladas. Llama la atención la fijación con el número cuyo simbolismo apunta hacia un proceso de "muerte". La altura caprichosa aún podría resultar asequible para el constructor, pero calcular el peso de una roca granítica de esas dimensiones a vuela pluma y sobre un papel, la entendemos como algo simbólico y de precisión casi irrealizable. 


La ubicación de la recreación megalítica pretendida por Dalí y el Ayuntamiento de Madrid, en esos momentos gobernada por el PSOE, supuestamente de ideología contraria, sería en la antigua Plaza de Felipe II y la luz procedente de esa puesta de Sol equinoccial arribaría de la avenida que lleva su nombre. No podía llamarse de otra manera si la intención era conectar ambos engranajes con aquel tiempo; incluso la puesta de Sol del día de la Hispanidad, los 12 de Octubre, accede alineada a su paso desde la Plaza de Oriente, junto al Palacio Real, paralela al eje del Templo de Debod, del que dista del 2 millas náuticas exactas del Dolmen de Dalí, y este templo egipcio a su vez, a exactas 22 precisas millas náuticas del monasterio de El Escorial, también; esto es, a 2 minutos y a 22 minutos de grado de arco entre ellos y el dolmen a muy poco más de 44 kilómetros del Real Sitio de San Lorenzo, que cuenta con al menos un par de construcciones megalíticas ligadas a la Casa Real española en un entorno próximo, como vimos. Por no hablar de las exactas y precisas 111 millas inglesas, desde el Dolmen de Dalí hasta el lugar de la fachada .Sur de la Catedral de Salamanca, donde "doctoraron" a la figura del Generalísimo con su vítor al "Miles Hispanicus". Una conexión numérica, entre emplazamientos que ya hemos visto anteriormente.


El asunto se empieza a dilucidar mejor cuando se comprueba que el grado de inclinación del eje Oeste-Este del Templo de Debod y El Escorial es el mismo, unos 12,27 grados, pero invertidos. El primero ligeramente hacia el Norte y el segundo hacia el Sur. Este hecho invierte, a su vez, el ritual de puesta y salida de Sol esos 10/11 de Abril, los días 100/101 del año. La puesta de Sol en cuestión de esos determinados días, ensombrece y señala la entrada de la Basílica del Real Sitio de San Lorenzo, por aquello del astro solar; en cambio, en esas jornadas el representante de Helios se alinea con las 3 puertas del templo egipcio, ahora madrileño, para penetrar por la entrada y marcarla. Conectar lugares en una misma fecha simbolizando de manera ritual muerte y resurrección.

Quizá en otras claves del "contrato final" del Dolmen de Dalí podamos encontrar más miguitas de pan que nos indiquen el final del camino. Este fue sellado, por parte del entonces alcalde de la capital, Enrique Tierno Galván (más conocido por "el Viejo Profesor") y Dalí (el artista amigo-mago del Caudillo) "con sendos besos en la frente". El suceso se produce en el 12 de Noviembre de 1985. La Luna Nueva les acompaña en la habitación de su residencia en la Torre Galatea de Figueras, donde se encuentra tumbado y enfermo, como en un altar a la espera de su hora final. Bajo sus pies un sugerente suelo ajedrezado. Su conexión vino exactamente hacia 6 meses antes, cuando el Viejo Profesor, inauguró el cartel de la exposición en la Puerta el Sol de Madrid "Viva la Gala", en honor a la difunta señora de Dalí, fallecida 3 años antes. Justo a las 13 horas y 13 minutos del 13 de Mayo, día 133 del año, realizó el acto brocha en mano, como si de un artista se tratara, con el pintor catalán ya ausente y encerrado en su castillo. El pintor le regaló emocionado un bastón que había pertenecido a Victor Hugo, famoso autor francés y reconocido masón. Este último dato lo señalamos con total intención, no es baladí. 

La inauguración del conjunto debía de producirse el 17 de julio del siguiente año, el 1986, a las exactas 13 horas y 13 minutos, justo en la fecha del 50 aniversario del alzamiento de 1936; y como en todo ritual simbólico de muerte debe de haber un signo que señale a la resurrección o renacimiento, y lo encontramos en los 14 años, menos 3 días, de la inauguración del templo de Debod en 1972, que a su vez fue inaugurado 13 años 3 meses y 3 semanas después de la del Valle de los Caídos. Muerte, resurrección y muerte. Comentar que Tierno Galván estaba sentenciado aun pronto desenlace final por un cáncer hepático con metástasis que padecía por la fecha de la firma con Dalí y que le llevó a su desenlace final 67 días después a los 67 años. El artista esperó su paso a mejor vida tras 3 años y 4 días, 1100 días, de la muerte del alcalde. El beso en la frente nos recuerda al antiguo ritual del beso de la muerte (mors osculi) o del beso como símbolo de saludo entre iniciados que puede sellar un secreto. Aunque se desmiente la pertenencia de Tierno Galván a la masonería por sus más allegados, lo cierto es que su hijo, que fue maestro masón de grado 33 de la Gran Logia Simbólica de España (G.L.S.E.) y entregó los archivos de su padre a dicha organización discreta, años después, por no hablar de la gran alegoría masónica que es la configuración del parque dedicado a su figura en Madrid. A buen seguro que estamos equivocados y todas estas coincidencias simbólicas son fruto de elucubraciones cósmicas sacadas fuera de contexto... ¡y un cuerno!

Nada mejor que conocer la composición correcta del conjunto del Dolmen de Dalí para poder llegar a una clara conclusión acerca de todas estas conexiones de espacio y tiempo, a través de las luces y sombras provenientes de la muerte y nacimiento simbólica del Sol, que actúa de chispa de los movimientos de esa extraña máquina de los engranajes sutiles. Descrita ya la composición del "dolmen", veamos en que consistía esa "escultura en bronce sobre pedestal" que garabateó el pintor en sus primeros bocetos del "contrato". Según los encargados de desvelar aquel dibujo que apuntaba Dalí como "Newton" lo hallaron en una de sus esculturas del Museo de Figueras y dentro de un cuadro suyo de 1932, "Fosfene de Laporte". Esa estatua, llamada por el artista "Homenaje a Newton", es la representación de un hombre en evolución, el símbolo de una persona-arquetipo donde se plasman los requisitos para reconocer el conocimiento adquirido y ser un genio de la humanidad, identificado como miembro de la cadena de escogidos que se adelantaron a este y otros que continuarán esa transmisión.

 

En principio, la escultura de bronce parece una composición a partir de figuras sencillas, donde se pueden observar sin dificultad a "la manzana" y el concepto de gravitación, en la esfera colgada por el fino cable y sostenida por los dedos de una mano; la luz, a través de la esfera interior proyectada en el hueco del tronco; la cabeza con forma de huevo, como símbolo ancestral de divinidad; o el pie izquierdo ligeramente elevado mostrando movimiento, con los dedos separados y cortados del derecho y otro dedo gordo al costado de este, como señal para los que vengan después o símbolo de amputación de un camino cercenado de cara a esa divinidad. Y el pedestal en forma de cubo en mármol negro con grandes letras doradas grabadas formando el nombre de su amada eterna, "Gala". Pero todo esto resultaría muy sencillo para un profano. Démosle unas vueltas al conjunto que ya tenemos la llave casi encajada en la cerradura. Ya queda poco.



Para abordarlo bien deberemos observar el Dolmen de Dalí y su "Newton", en el que tampoco sería descabellado ver al artista encarnado en esa figura, en toda su globalidad, con todos los elementos. Nos fijaremos en el diseño de la Plaza, ahora de Salvador Dalí, antes de Felipe II, que se une a la avenida del mismo nombre, con las conexiones de la nomenclatura del callejero con los engranajes sutiles que estamos analizando. Estudiando el plano general del entorno se observa en la disposición de las calles una especie de figura en forma de tridente, con un pasaje curvado que cruza la plaza y la avenida, que recuerda a aquella obra del pintor, el "Cristo de San Juan de la Cruz", superpuesta en el plano donde se centra la obra escultórica. Así, encajaría mejor el más que posible mensaje de muerte y resurrección simbólico, que se uniría con la exacta ubicación de la obra con respecto a las posiciones solares. 

La orientación hacia Poniente del conjunto monumental facilita, que "al morir el Sol", la sombra de la estatua del Newton-Dalí iniciado, acceda al templo, representado por el dolmen, cuya sombra abandonaría el espacio hasta diluirse siguiendo el ocaso solar, y expresado en su totalidad durante los equinoccios. Esa figura escultórica antropomorfa horadada en su centro, con una esfera gravitando en su interior, simula ser el templo corporal del iniciado o sacerdote esotérico y su llegada a la perfección, disfrazada de esferas. Aquí entra la sencilla asociación simbólica con la gravitación universal y su ascenso por los tres brazos-columnas de piedra del templo-dolmen, desde su plano horizontal al vertical, pero encarnando a ese maestro sacerdotal que eleva la sombra de la esfera solar, simulando a la hostia consagrada del catolicismo, transmutada aquí por el disco del Sol, tal como realizaban los adoradores de Ra o Amón, en el Antiguo Egipto, o los probables cultos de las civilizaciones megalíticas, como representa ese moderno dolmen, al menos un par de milenios antes de la definición de Cristo como la "Luz del Mundo" (Lux Mundi). 



Desde el trazado original del enlosado (fue reemplazado en 2003), en una vista desde arriba, se podían apreciar al Sol divinizado irradiando rayos de luz de manera concéntrica desde el dolmen con la línea del eje Poniente-Occidente perfectamente establecida. Es la exacta ubicación del dolmen y el Salvador-Newton-Dalí, separados unos 8 metros entre sí, en el eje equinoccial lo que hace simbolizar ese equilibrio de luces y sombras entre el día y la noche, el nacimiento y la muerte. Esos haces de luz radiantes son los que plasmó el propio artista en su carta de tarot, en la correspondiente a la carta de la muerte, la número 13. En ella se observa un conjunto muy similar, con el ciprés ejerciendo de templo funerario y el personaje envuelto en velo negro que se acerca al final de su muerte-iniciación, para renacer en la simbólica rosa que surge de las sombras. ¿Una performance esotérica que "colocó" el genio ampurdanés en el 50 aniversario del alzamiento al entonces ayuntamiento y gobierno socialistas, o una clara connivencia entre "fraternales compañeros" a las 13 y 13?

El dolmen es un ser descarnado del que sus caminos se han hecho invisibles para el profano, hacia la luz que proyecta la montaña sagrada y mágica, como mágico es el dolmen, con sus luces y sus sombras, muertes y resurrecciones que simbolizan a esa caverna en la que se recrea el encuentro de su propia sombra con la luz del fuego-conocimiento. Podemos llegar a la conclusión de que una construcción sagrada sirve para conectar la realidad interna y externa de la percepción de los seres humanos. Los planos invisibles para profanos y visibles para iniciados, o la casta sacerdotal, desde al menos, los tiempos de las construcciones megalíticas. También provocar influencias al resto de las conciencias humanas no iniciadas, en una variedad de espacio-tiempo alterable con sutilidad desde su propia sombra, hacia la sombra de la memoria colectiva, totalmente transformable según el ritmo de tiempos alterados que se desee por parte de los titiriteros.

Esa recreación megalítica diseñada a partir de los elementos que creó Dalí y ese alineamiento equinoccial con el antiguo templo  egipcio colocados en exacta alineación de 2 minutos de grado en el mismo paralelo, con apenas unos metros de diferencia, sus simbolismos iniciáticos, como el cubo, bajo una divinidad aparente que conecta la tierra con los cielos, las tres columnas o pilares recordando la sabiduría, la fuerza y la belleza de la masonería, o a las tres de la cábala, la misericordia, el rigor y el equilibrio, nos llevarían a pensar en altos iniciados de logias masónicas siempre recurrentes, pero no aquí. Aquí estaríamos contemplando otros estamentos superiores a los simples figurantes con ansias de poder que todos podemos ver con sus mandiles, filosofando y jugando a aprender un conocimiento sólo para unos elegidos. Lo extraño y aparente es aquello que muestran bajo sus rituales, aunque sean muy velados; sus arquitecturas y obras, escondidas bajo capas del más pío de los santos católicos o el más excéntrico de los artistas. Estamos hablando de ese tipo de personajes tocados por la "baraka" que no se sabe muy bien como llegaron hasta ahí, y que el destino simula haberles conducido bajo una mano divina hasta escalar puestos relevantes y ejercer la misión para la que han sido elevados por los titiriteros, hasta que dejan de ser útiles y eliminados, o son enterrados con la mayor de las glorias.

Esa recreación megalítica diseñada a partir de los elementos que creó Dalí y ese alineamiento equinoccial con el antiguo templo  egipcio colocados en exacta alineación de 2 minutos de grado en el mismo paralelo, con apenas unos metros de diferencia, sus simbolismos iniciáticos, como el cubo, bajo una divinidad aparente que conecta la tierra con los cielos, las tres columnas o pilares recordando la sabiduría, la fuerza y la belleza de la masonería, o a las tres de la cábala, la misericordia, el rigor y el equilibrio, nos llevarían a pensar en altos iniciados de logias masónicas siempre recurrentes, pero no aquí. Aquí estaríamos contemplando otros estamentos superiores a los simples figurantes con ansias de poder que todos podemos ver con sus mandiles, filosofando y jugando a aprender un conocimiento sólo para unos elegidos. Lo extraño y aparente es aquello que muestran bajo sus rituales, aunque sean muy velados; sus arquitecturas y obras, escondidas bajo capas del más pío de los santos católicos o el más excéntrico de los artistas. Estamos hablando de ese tipo de personajes tocados por la "baraka" que no se sabe muy bien como llegaron hasta ahí, y que el destino simula haberles conducido bajo una mano divina hasta escalar puestos relevantes y ejercer la misión para la que han sido elevados por los titiriteros, hasta que dejan de ser útiles y eliminados, o son enterrados con la mayor de las glorias.

Ese es el caso del Caudillo en cuestión, que «fue llevado» por esos mismos engranajes que unen y cortan puentes en la deriva de los acontecimientos, donde nos encontramos con un final insospechado y una fecha-engranaje ya repetida en bastantes ocasiones en las cuestiones «regias» y concernientes a sus templos funerarios. Estamos hablando del Real Decreto-ley 10-2018, aprobado en el Congreso de los Diputados el 13 de Septiembre de 2018, según lo publicado en la página oficial de Moncloa, a partir del «Acuerdo del Consejo de Ministros» de 31 de agosto del 2018 por el que se inició el procedimiento administrativo para la exhumación de sus restos mortales. Esa fecha es hacia donde apunta el eje del Real Monasterio de El Escorial la puesta de Sol de ese día. Según, también, Moncloa, "las recomendaciones del Informe de Expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos de 29 de noviembre de 2011 en el que se señalaba como «preferente» la exhumación de los restos de Francisco Franco y su traslado fuera del Valle de los Caídos«. Un informe, como podemos observar, realizado un numerológico "11 del 11 del 11" (resultado de 2+9=11, Noviembre mes onceavo y año 11 del tercer milenio, todo correcto, pues).


Y estas leyes fueron aprobadas por el mismo partido de gobierno que hicieron emparejar las piezas anteriores que faltaban al enclave entre El Escorial y el Templo de Debod, y que teóricamente pertenecían al bando perdedor de la «cruzada» del Generalísimo. Aquellos antiguos socialistas, reconvertidos en socialdemócratas y plagados entre su cúpula de multitud de hijos de destacados falangistas. Algo parecido a los integrantes de aquellos supermodernos grupos pijo-musicales de la  megaprogre «movida madrileña»; recordemos el famoso lema del alcalde Tierno Galván "El que no esté colocao, que se coloque…y al loro". Pues eso, al loro con los pájaros que se van turnando en el poder, en sus teatralizaciones y en como nos hacen bailar al son que se toque en cada momento. En esta ocasión, la banda de música nos llevó hasta los casi 44 años del entierro del Caudillo en el «lugar correcto», a la fecha de su exhumación y justicia, para unos, profanación y venganza, para otros, el 24 de Octubre de 2019, 43 años, 11 meses y 1 día después. Ese 44 alude en el cristianismo a los 44 días que sucedieron desde la Pascua hasta la Ascensión de Cristo; tal como en la cábala judía con el valor numérico de la palabra "dam", que significa sangre y es 44, simbolizando vida y renacimiento. Desde la declaración del Congreso, el 13 de Septiembre del año anterior, con una Luna Nueva creciendo ligeramente, hasta la ejecución de la exhumación, con casi la Luna Nueva en menguante, pasaron 406 días, que traduciremos en 1 año. 1 mes y 1 día (1-1-1). No hace falta forzar ni un ápice la máquina de engranajes temporales para que funcione a la perfección.

Pero entonces…la conspiración de rojos y social-comunistas, el contubernio judeo-masónico, los enemigos de la «Una, grande y libre»… ¿Dónde mandaron los restos del «Salvador» de España que fue ritualizado como Caudillo con la Cruz de la Victoria, que salió vencedor de la gloriosa cruzada cristiana contra los herejes de la Patria, con su mano de Santa Teresa bajo el brazo?¿¡Dónde!? Pues de nuevo, al «lugar correcto». Y ese lugar no era otro que el panteón de la familia de los Franco en el cementerio de Mingorrubio, en el distrito de El Pardo, de la capital española. El lugar fue levantado en una parcela cedida por Patrimonio Nacional al Ayuntamiento de Madrid en el año de inauguración de la futura sepultura del Generalísimo, el Valle de los Caídos, hecho que como vamos a ver no parece casual y perfectamente "pesado, medido y guardado". Este camposanto construido de manera discreta a principios de los años 60 del siglo XX, fue el destino de muchos de los prohombres del regimen franquista, y por consiguiente, «linajes» de los principales núcleos de poder presentes, que cuentan con todo tipo de ideologías, «¡al loro!».

A parte de la viuda de Franco, Carmen Polo, que estrenó el panteón familiar, donde aguardaba un hueco (el Caudillo siempre fue muy previsor), otras tumbas y panteones custodian las familias de los estrechos colaboradores como Carrero Blanco, Arias-Navarro y hasta una quincena de sus ministros. Les acompañan, en tan bien ubicado lugar, los Fierro, los Alcocer, los Cortina, los López-Madrid, los Oreja Aguirre, e invitados como el cruel dictador dominicano, Leónidas Trujillo, o la familia del «santo» fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, cuya secta-organización tantos servicios ofreció y ofrece a la causa del régimen anterior y el actual. Lo curioso es la distancia del pequeño cementerio en línea recta hasta el lugar donde se encontraban los restos del Caudillo, bajo la enorme cruz, como la estela que marca la sacralidad del templo. Desde ahí hasta las puertas del panteón de los Franco distan unas precisas 18 millas náuticas, lo que son exactos 33.333 metros. ¡Vaya!¿El lugar donde iba a parar la flor y nata del poder a dar «el último sueño», de declarada lucha antimasónica, y que escogieron ellos, resulta que fue colocado a 33,3 kilómetros del núcleo del Valle de los Caídos? ¡Al loro!

Su salida-exhumación-resurrección, digámoslo así, de esa gran representación que fue del Santo Sepulcro, y sigue siendo, del templo del Valle de los Caídos estuvo cargada de mucho simbolismo y acciones ritualizadas por mucho que se niegue desde la oficialidad. El acto fue comentado en su momento por analistas, historiadores e investigadores relacionados de una manera u otra, o afines, a la «cuerda» del Generalísimo. Plantearon que durante la exhumación o «profanación», según se mire, de sus restos mortales se produjo un ritual masónico de venganza hacia el que se supone fue el gran enemigo de la francmasonería en España y parte del extranjero. El mismo Franco nos lo describe en un artículo que escribió en el diario oficial del régimen, «Arriba», bajo el pseudónimo de Jakim Boor, allá por 1950: "(…) el noveno grado, más hermético, titulado «maestro elegido de los nueve», y al que vulgarmente se llama también «el de la venganza". En las pruebas para este grado se alude simbólicamente a la muerte de Hirám y a la ejecución "de uno de los asesinos por mano de uno de los nueve elegidos", de cómo Salomón mandó colocar la cabeza del traidor en la torre oriental del templo y cómo premió a Joaben, el vengador, así como a los ocho hermanos que le acompañaron, otorgándoles el título de maestros elegidos de los nueve."

El Caudillo «en modo incógnito» nos hace referencia al asesinato del Gran Maestro Arquitecto de Salomón, Hiram Abif, como representación psico-dramática. En la parábola usada en el ritual masónico, el maestro fue asesinado por tres compañeros miembros del oficio que trabajaban en la construcción del templo, en su afán de obtener información del maestro masón de forma ilícita. Sin embargo, este no lo reveló antes de morir. Bueno, bien. ¿Pero quiénes son los vengadores y quién Hiram?¿Fue la masonería la que realizó su acto de venganza contra el personaje que la mantuvo fuera de los escenarios políticos y sociales, y perseguidos penalmente en España durante el reinado franquista? Esa sería la manera de interpretar razonable de los «actores de parte». La venganza de la masonería a través de su poder y como obediencia ciega desde el gobierno en cuestión, en el caso de las filias del antiguo Jefe del Estado y opresor de los «Hijos de la Viuda», por referencia a los seguidores de Hiram Abif; y en el caso contrario, tenemos una negación rotunda y absoluta de los hechos en cuestión, por parte de estas logias, al menos de cara a fuera de sus templos (desconocemos las interpretaciones ofrecidas alrededor de sus «Valles», por supuesto).



Observemos, entonces, el ritual de «la venganza», si es que lo hubiera, desde una posición simbólica, neutral y con otros datos aportados fruto de la investigación propia. El cuerpo del Caudillo es exhumado desde el interior de la gruta que simbolizaría el supuesto templo de Salomón o el Santo Sepulcro, según se vea. Fue enterrado lo más cerca posible del Sancta Sanctorum, que representa el Altar Mayor, que permitiría la ley del judaísmo en lo que se refiere a la distancia de cualquier cuerpo u objeto contaminado con este; y un cadáver lo es, por muy Gran Maestro que sea. Por otro lado, se  podría estar escenificando la subida al Reino de los Cielos del «Hijo del Hombre», o de un «ungido» por la divinidad, dada la distancia del vuelo-traslado que se estaría recreando, los 33,3 kilómetros, recordemos. Los restos son llevados desde el sepulcro hacia el Este, donde se encuentra la salida del templo-gruta vía aérea dirección Este-Sureste, por la tanto, cumpliría con el requisito de viajar hacia Oriente y de «ser conducido hacia el Paraíso«, dirección donde simbólicamente se encuentra. Debemos señalar, que una parte importante de la familia del Caudillo, como la única hija de este o el «yernísimo», aquel sujeto del que el propio Franco recelaba (como todo buen suegro que se precie), pertenecían a la Orden del Santo Sepulcro, aunque sólo sea de postín, creemos, en la figura de estos dos.

Según la versión que se mueve en los círculos antimasónicos, cercanos a sectores ultra-católicos y al anterior régimen (aunque sigan moviendo los hilos del actual), nos acerca al relato de conspiración oficialista aceptado por esta parte. Veamos una muestra del principal autor al que «le filtraron» los hechos acaecidos en la cripta y que permanecieron velados a ojos de los familiares y de los pocos asistentes:

"Franco, para la masonería, no es sino el asesino de “ese conocimiento oculto que ellos transmiten porque son gnósticos”. Ese “saber absoluto” que “se les ha transmitido desde Caín”". Y después de su contextualización para dejar claro su postura, continua:

"El ritual requiere la participación de nueve personas. «O para ser más exactos, de ocho más uno, puesto que el noveno se incorpora una vez iniciado el rito. De los tres primeros, que son los más importantes, el número uno representa a Salomón, que viene a vengar la muerte de su arquitecto; el número dos es el inspector; y el número tres representa al jefe de los nueve elegidos para buscar al asesino de Hirán".

Estas son palabras del historiador Alberto Bárcena, que pone nombres y apellidos a casi todos los integrantes de los 9 maestros simbólicos que realizan el ritual «de la venganza», en algún momento de la exhumación, bajo la carpa instalada alrededor de la losa del Caudillo para evitar miradas o fotografías indiscretas del delicado momento. Recordar que la misma familia de Franco, 9 años después del fallecimiento del patriarca familiar, supuestamente vendió las fotos de su agonía a una revista del corazón, y ante tales antecedentes podría estar justificado el ocultarlo por parte de la organización, que era el Gobierno de España. Como representante de Salomón y número 1, la lista que le proporciona la fuente de Bárcena, señala a la ministra de Justicia de entonces, Dolores Delgado, que actuaba como notaria mayor del reino en el acto. Al director general de Registros y Notariado (cargo nombrado por el gobierno) Pedro Garrido Chamorro, le otorgan el puesto simbólico del "inspector" y número 2. El número 3 fue concedido a Félix Bolaños, por aquella época secretario general de Presidencia del Gobierno, interlocutor entre la administración y la familia del Generalísimo y máximo responsable de la organización del evento, representante del "jefe de los 9 elegidos".

El resto de componentes fueron el subsecretario de la Presidencia, como número 4; un médico forense como número 5; tres técnicos operarios que ejecutaron la exhumación de los restos mortales, y los números 6, 7 y 8; y el "más uno" que se incorporó al ritual más adelante y que no constó en el acta levantada por la ministra, que fue el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. Afirma el historiador que "las tres máximas autoridades se situaron en la explanada, y que en el momento clave no estuvieron juntas. Para significarse dan 9 golpes, uno de ellos por separado, el que llega el último. Esto lo pudieron hacer perfectamente en la basílica o en la explanada. Para realizar el rito se precisa, entre otras cosas, de una escalera de mano de doble hoja, símbolo del grado 30, de la presencia de 2 de los familiares y de ciertos símbolos de destrucción que rodean al ataúd".

Lo mantenemos como posible fuente, pero lo cierto es que aquellas 3 autoridades que se situaron a parte y a la salida de la cripta-gruta, mirando hacia Oriente y a la explanada fueron los números 1, 3 y 4, que para nosotros representarían simbólicamente aquí a los asesinos de Hiram. Si atendemos a la leyenda de la ejecución del Maestro Constructor, después que le hubieran asestado dos golpes, uno en la puerta del Mediodía, con una regla, otro con una escuadra, en la puerta de Occidente, y aunque existen varias versiones, atenderemos a las palabras de una fuente de escritos sobre masonería para el golpe final: "Entonces el maestro, reuniendo sus fuerzas, trató de salvarse por la puerta de Oriente, pero allí encontró al tercer oficial, que le hizo la misma intimación que los otros dos. Se obstinó Hiram en callar, y queriendo huir, el oficial descargó con un martillo tan fuerte golpe sobre su frente, que le dejó muerto. Reunidos los tres asesinos, se ocuparon en hacer desaparecer las huellas del crimen. Ocultaron el cadáver bajo un montón de escombros y cuando llegó la noche le sacaron de Jerusalén y le enterraron lejos de la ciudad, en la cumbre de una montaña."



A los asesinos de Hiram se les conoció como los "Jubelos", por los nombres atribuidos a estos, Jubelás, Jubelós y Jubelum. La mañana del día siguiente, Salomón nombra los 9 maestros para buscar el cuerpo de Hiram, 3 en cada una de las direcciones del Mediodía, Occidente y Oriente, donde encontraron unas ramas de acacia que desprendían un putrefacto olor y que descubrieron el cadáver del maestro. Se da la casual circunstancia, otra más, de que la línea del amanecer de la enorme Cruz de los Caídos de los días 10/11 de Abril, marcaría la exacta posición de las columnas de los Juanelos, antes citadas, con un juego fonético con los "Jubelos" que no parece fruto del azar, y que suponen el punto de inicio del "Via Crucis" del complejo del «Valle», que correspondería con el del eje central de El Escorial, de esa misma fecha, en su puesta de Sol, que a su vez conectaría al tiempo anterior al cambio de calendario gregoriano y a la proyección del 1 de Abril, día de la Victoria de la Cruzada franquista. Las ramas de acacia de la tumba de Hiram, simbolizando el conocimiento adquirido, y la madera del enebro de la cruz del Altar Mayor de la Basílica, «escogida y talada» por el mismísimo Caudillo, como protectora esotérica contra el mal, y sobre la tumba de este, entrarían en relación simbólica. Esta es una recreación de la leyenda del asesinato de su "gran maestro" que se realiza en las logias masónicas, en sus "valles", del ciclo simbólico que va del paso de aprendiz, después a compañero y luego a maestro; muy parecido al camino iniciático que representa el Via Crucis. Como apunte "hierogámico-anecdótico" recalcar que la única hija del Generalísimo contrajo nupcias un 11 de Abril de 1950, marcando de algún modo esotérico a todos los descendientes de la saga de los "franquitos". La leyenda convertida en rito.



Pero lo cierto y tangible que se puede ver de manera gráfica en la salida del cadáver del gran maestro-Caudillo trasladado hacia su camino a los "cielos", hacia Oriente, es la imagen de 8 de sus familiares portando el ataúd (uno masticando chicle y todo) y al resto de los 22 familiares (número mágico) que tuvieron acceso al evento. Tal vez alguno pudiera ser el «más uno», quien sabe. Pero recurriremos al relato del historiador Bárcena en defensa de la familia oprobiada para ilustrar el suceso con el siguiente comentario: "(…) el primero de la fila que aparecía llevando el ataúd, Luis Alfonso de Borbón, era un descendiente de los Reyes Católicos, restauradores de la unidad espiritual recuperada para España por su bisabuelo, al que los enemigos de siempre acababan de desenterrar". ¡Madre mía! Si Felipe II, "el Prudente", escuchara eso de "descendientes" de su bisabuelo y de un familiar "traspasado" a los usurpadores franceses de la Corona de España, los Borbones, por un tratado de paz de su nieto, Felipe IV, las hubiera calificado de dura afrenta, herederos de aquellos falaces monarcas que convirtieron su Escorial en un picadero. De hecho tiene razón. Toda la nobleza reinante y aspirante a coronas desciende del matrimonio de Juana, la Loca y Felipe, el Hermoso. Pero bueno, lo importante es que de cara a los "defensores" y nostálgicos del franquismo es ese simbolismo de la creencia de la recuperación espiritual de aquellos reyes de la Reconquista por parte del Caudillo, y la visión de la vuelta al régimen autoritario enfocado en las figuras de sus familiares para sus detractores y todas aquellas personas que creen vivir en una auténtica memocracia plena…, perdón, queríamos decir una democracia consentida con casi todos los derechos otorgados.

El simbolismo representado por los 9 maestros nos deja entrever a los 9 signos zodiacales de más luz en oposición a los 3 meses o signos con más oscuridad, representando a los asesinos de Gran Maestro Hiram, en busca de vengar su muerte y sacarlo de las tinieblas de nuevo a la luz, tal como dice el lema de ese grado, el noveno, "vinceri aut mori" (vencer o morir). La leyenda del asesinato y la búsqueda organizada por Salomón y los Elegidos del cuerpo y de los implicados es un recorrido por las constelaciones que se puede seguir perfectamente, pero no es esa nuestra misión, ahora. Volvemos a las casualidades que nos llevan de nuevo a conectar con el relato-guía proporcionado por las fechas ofrecidas en él. El inicio de esos 3 signos de la oscuridad nos coincide (casi) con la exhumación-profanación del 24 de Octubre, el día después del comienzo de Escorpio, y del periodo de tinieblas. El 23 de Noviembre fue la fecha del 44 aniversario del enterramiento del Caudillo, día posterior al inicio del periodo de Sagitario, signo zodiacal al que él pertenecía, y el 22 de Diciembre del 2020, comienzo de Capricornio y fecha de la Gran Conjunción más potente desde hacía casi 400 años, en 1623 (como los años del silencio, otra vez). La tragipandemia-psyop que se sufría en esos momentos fue conocida en sus inicios como "la venganza de Paco", por iniciarse pocos mese después de su controvertido traslado de nicho.

Tan sólo nos queda un pequeño enigma al que llegaremos de la mano de las otras máscaras o pseudónimos del Caudillo. No sólo nos referimos al ya mencionado de Jakim Boor, o al conocido alias que utilizó para firmar el guion de la película «Raza» (¿Azar?) de 1941, inspirada en una idílica vida de héroe nacional donde el Generalísimo quiso proyectar la suya propia, Jaime de Andrade. Ese apellido era el segundo de su madre, y con este pequeño detalle abordaremos el reflejo hacia su persona del resto de los pseudónimos.


Jakim Boor, el más conocido, evocaría a las columnas del templo de Salomón, Jakin y Boaz, realizadas por el maestro Hiram Abif, en un claro guiño a sus declarados archienemigos de la masonería, o a eso apuntarían; pero como estamos viendo en este constructo legendario del Caudillo nada es lo que parece. Este alias nos hace recordar su afición a las visitas a videntes y otros enigmáticos personajes esotéricos y proyectar esas dos columnas en una carta del tarot. La carta destinada al número 5, la del "Sumo Sacerdote", en su mayoría de versiones, nos enseñaría curiosas imágenes, aunque en hebreo "Jakim Boor", se traduciría como "Joakim, el Rudo". Nos enseña detrás o a los lados, las famosas columnas, la tiara papal, esa triple corona que representa al padre de los reyes, al rector del mundo y al Vicario de Cristo, un claro ejemplo de "rex et sacerdos" que tanto gustaba al emperador Carlos V. La Cruz Hierofante, que a parte de su simbolismo como sucesor del apóstol San Pedro y las funciones de sacerdocio, jurisdicción y magisterio, es usada por estos como "llave" de la Puerta Santa en determinadas ceremonias. En esta línea se dirigiría el significado de las llaves cruzadas, que darían acceso a un dominio del consciente y del inconsciente. Pero lo más curioso y que nos concierne aquí son las manos. La derecha actuaría a manera de bendición, en forma de poder sobre sus súbditos. La mano izquierda, y la más curiosa aquí, se nos muestra cubierta con un guante y sujetando el mencionado báculo. ¿Recuerdan cuál de las dos extremidades pertenecía el relicario de la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, en poder del Caudillo, y a la que le hemos otorgado, de manera especulativa, un poder sutil capaz de interconectar el tiempo anterior a El Escorial y el moderno? Sí, la izquierda, y que bien se relaciona con la cruz hierofante que abre puertas. Ese guante en las cartas otorga una capacidad de tocar lo divino y la sabiduría proveniente de lo desconocido, y que se integra a lo real a través de las ideas y la religión sagradas.

Los otros dos pseudónimos bajo los que se escondería la figura del Franco articulista en el diario «Arriba» son los de "Macaulay" e "Hispanicus". Estos los utilizaría para ofrecer su opinión sobre política social y economía, dejando el de Jakim Boor para poner a caer de una burra a la masonería. El curioso nombre de "Macaulay" unos investigadores se lo adjudican en homenaje a un famoso político británico del siglo XIX, pero no nos cuadra que el Generalísimo de los ejércitos españoles tomara el nombre de algún personaje relevante de la pérfida Albión. De origen escocés, deriva del apellido MacAmhalghaidh, cuyo significado es "hijo de Amhalghaidh", proveniente del gaélico y traducido como «joven guerrero», bastante común en las Highlands de Escocia y asociado a las familias de noble y guerrero linaje. Mucho más adecuado este apelativo para adecuarlo a su personaje legendario.

El nombre de "Hispanicus" lo tenemos bien relacionado con aquel «vítor» que apareció en homenaje a su figura (no sabemos si por encargo o no) en la Catedral de Salamanca, aquel "Miles Hispaniae Gloriosus", con graciosas alusiones a comedias griegas que ya hemos comentado. Se habla dentro del mundillo de los expertos historiadores que se puede considerar la posibilidad de que el Caudillo gozara de la ayuda de dos de sus máximos colaboradores de confianza, su siempre fiel, Carrero Blanco, que también poseía un pseudónimo para camuflar sus opiniones, "Juan de la Cosa", un legendario navegante y cartógrafo español de los tiempos de Colón y marino, como él. El otro era Ernesto Giménez Caballero, uno de los creadores del fascismo español y un brillante escritor y periodista que firmaba sus incursiones artísticas como "GeCé", las iniciales de sus apellidos y que todo el mundo conocía.

Demostrado el gusto por las dobles lecturas del Generalísimo y algunos de sus colaboradores más allá incluso de su muerte, podemos especular a las claras de una orden o logia, llamémoslo por su nombre, de carácter soberanista español que se querría apartar de las obediencias de la masonería inglesa y francesa, e intentaría «especular» fuera del ámbito de las mayoritarias. De su raíz de las órdenes de maestros y logias de lo que se considera la masonería operativa, anterior al siglo XVIII, y de esos conocimientos transmitidos desde la casta-sacerdotal de las familias más poderosas, existiría una disputa por esa diversificación de los poderes, y necesaria para el equilibrio de fuerzas del "PODER" con mayúsculas. Ese poder representado anteriormente por las luchas de una monarquía contra los intereses de otra, pero siempre dentro de un equilibrio de fuerzas que no rompiera el orden establecido; o si lo rompiese que fuera para dar una apariencia de "cambiarlo todo para que nada cambie".

Y es ahí donde volvemos a «especular» con esa connivencia en el traspaso de poderes entre fuerzas opositoras. Véase el caso del fin del régimen franquista y la nueva memocracia parlamentaria. Mismas familias, mismos rostros, opositores controlados, aparente lucha de derechas e izquierdas intermediada por un centro democrático dirigido por antiguos cabecillas del movimiento nacionalcatólico, calibrando el miedo por la insurrección militar y el temor por un dominio de las fuerzas políticas representantes del proletariado, perfectamente direccionados hacia el corral de la "monarquía del pueblo", donde de una manera descarada y con buena cara, pudieran seguir y aumentar su impune latrocinio sobre unos ciudadanos, a los que disfrazaron de libres, y que ritualizan esa metafísica libertad los días donde eligen a sus demiurgos temporales, y los convierten en entrañables fiestas de la democracia sacralizadas en una amordazada esclavitud bien llevada por la mayoría social, adormecida en la eterna rueda.



Esa peculiar distancia medida entre las dos tumbas que tenía previstas el Caudillo para sus restos, los 33,3 kilómetros que separan la Cruz de los Caídos y la cripta familiar del cementerio de Mingorrubio, debería tener, según los patrones analizados con anterioridad, una medida temporal perfectamente equivalente, relacionada, y guardada, con la exhumación-profanación y los elementos ritualizados por esta extraña orden a lo largo de las décadas pasadas. Ponemos los engranajes a funcionar y… ¡voilà! El día de aquella fecha, el 24 de Octubre del 2019, viajaban a 33 años, 3 meses y 1 semana hasta la inauguración del Dolmen de Dalí, aquel 50 aniversario del alzamiento del 36, el 17 de Julio del 1986. ¿Pero relacionarlo entonces también podríamos relacionarlo con el futuro destinado al presunto «mago negro» al servicio del «Sumo Sacerdote»?





Nos referimos a la extraña exhumación que padeció el cadáver de Dalí un par de años antes que la llevada a cabo sobre el del Caudillo. En concreto 2 años, 3 meses y 4 días antes, que puede parecer anecdótico, pero si fijamos la vista en la fecha, el 20 de Julio de 2017, el 45 aniversario de la inauguración del Templo de Debod en Madrid, que tal como hemos analizado, su emplazamiento está muy relacionado, tanto con el Dolmen y el Valle de los Caídos, como con sus fechas de inauguración entre ellos. Pero estas no bastarían ni fueron las únicas coincidencias de la actuación del artista catalán. Por las fechas del traslado de todas las piezas del templo egipcio al lugar elegido, a mediados de 1969, el buen esposo, Salvador Dalí, quería ofrecer un castillo a su dama, Gala,  para poder realizar el «amor cortés» a la antigua usanza de los caballeros medievales. ¡Y vive Dios que lo consiguió! De entre al menos tres descartes de otras fortalezas ampurdanesas, se decantó por el castillo de la baronía de Púbol. Todo el lugar rinde culto a su esposa, como si se tratara de una señora feudal, donde el propio Dalí no la podía visitar sin una previa invitación por escrito de la misma. Bueno, sí. ¿Pero qué tenía de especial este peculiar emplazamiento que buscó a la par que se componía el templo egipcio en el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, en la Montaña del Príncipe Pío? Pues que distaba a 333 millas náuticas de la cripta del Valle de los Caídos. ¿Se buscaban o no se buscaban los enclaves? (Pregunta retórica)


Pero lo que estaba destinado a ser el lugar de reposo de Dalí y su mujer, donde ella permanece desde su muerte en 1982, cuya cripta estaba preparada para dos tumbas e ideada por el propio artista, el genio ampurdanés decidió a última hora, y con el entonces alcalde de Figueres, Marià Lorca, como único testigo y depositario de su última voluntad, sin escrito de por medio, de ser enterrado bajo la cúpula del Teatro-Museo Dalí, de esa población… y "muy cerca de los váteres", como manifestaron sorprendidos en su momento los colaboradores más cercanos de Dalí. Pero ahí no acabó el supuesto oprobio hacia el pintor después de fallecido.





 
La exhumación fue propiciada por una inverosímil demanda de una pintoresca tarotista de Figueres que aseguraba ser hija del artista, fruto de una furtiva relación con una empleada del hogar seis décadas atrás. Esta pitonisa, que se hacia llamar «Jasmine», ya interpuso una demanda años atrás al autor de la exitosa novela «Soldados de Salamina», por haber usado su historia para crear un personaje de la misma. En esa ocasión el juez falló en su contra, pero esta vez gracias al apoyo de algunas personalidades logró que su denuncia tuviera éxito y conseguir la exhumación para extraer restos biológicos con resultado negativo, como era de esperar. Tan sólo certificar "que los bigotes de Dalí seguían apuntando a las 10 y 10".

Lo extraño fue la resolución judicial que determinó esas actuaciones justo en esos días. Pero como manifestó la mujer que "interpretó" el papel de su hija olvidada, “Dalí era esotérico a tope. El pintó sus propias cartas (de Tarot). Y las fiestas que hacía en Portlligat, todo era esoterismo. Gala también era parasicóloga”. Nada que extrañar de un Dalí que se hizo vestir con túnica blanca y el escudo de la corona de leche del castillo de su señora como mortaja, pero sí de las actuaciones de determinadas administraciones que despiertan a los muertos de su «último sueño». Sueño, a nuestro parecer, interrumpido dentro de unos movimientos ocultos aplicados a esos extraños engranajes temporales para distorsionar a voluntad, y de manera muy sutil, las percepciones de la memoria colectiva de estos relatos para encajarlos dentro de unos parámetros, hacerlos bailar a través de unos rituales simbólicos, y al parecer, con resultados positivos hacia sus reales propósitos. Pero todo dentro de la elucubración, claro. La supuesta hija de perfil esotérico, el alcalde depositario único y sin testigos del repentino cambio de parecer de su tumba, habiendo diseñado este, hasta una conexión entre la de su esposa y la suya en su particular castillo, la carpa utilizada durante su exhumación para evitar miradas furtivas, como ya pasaría un par de años después con aquel Jefe del Estado con quien mantuvo una extraña amistad, o el perfecto encaje de fechas con el resto de sucesos previos; o posteriores, como la crónica de una exhumación anunciada ejercida sobre el "héroe de la cruzada", el tal José Antonio, "el Presente", que el mismo Franco sacaba y ponía en diferentes lugares a conveniencia, y que esta vez, se "profanó" justo el día en que se cumplían los 3 años y medio de la del Caudillo, el 24 de Abril de 2023; tampoco sería sospechoso. Como decimos, tan sólo elucubraciones de unos locos. 


Nos quedaría confirmar otro elemento común que uniera las piezas ya vistas en ambos lados temporales y unificar el laberinto del cielo, del tiempo, de lugares correctos con sus templos sutiles o de esos aparentes dioses que lo encajarían todo de una manera matemática, o al menos un punto de referencia que nos convalide nuestros numerosos análisis. Dirigimos la mirada hacia el simbólico "sacerdote" consagrador de la muerte del Sol, como deidad penetrante en el templo, a la figura representativa del transmisor de conocimiento encarnado en la escultura del Dalí-Newton ya analizada, y observemos al cubo negro de piedra que es su pedestal. Dicho cubo está rodeado de las letras doradas inscritas en las cuatro caras libres formando el nombre de GALA, que ya vimos, pero como todo en este entramado, es aparente y con varios mensajes. Si descomponemos el nombre en las letras que están encaradas al Norte y al Sur, tenemos las vocales, dos "A", y las que estarían unidas desde el paralelo que une el reconstruido templo egipcio situado a Poniente con el templo solar megalítico a escasos metros hacia Oriente, nos ofrecen la "G" y la "L". ¿Será una especie de acrónimo?

Y en esa búsqueda de variar las letras y hallarles un sentido nos encontramos con el "notarikón" (notario público), un método cabalístico para reordenar palabras y frases utilizando cada una de sus iniciales, sus letras finales, o las dos intermedias para formar otras palabras u oraciones e ideas diferentes. Del griego original derivó al latín "notarius", que significa "escritura abreviada". Se utilizaban estos acrónimos para formar nombres secretos de Dios procedentes de versos religiosos o bíblicos. Un claro ejemplo es el acrónimo mágico formado por AGLA (אגלא, en hebreo), de la expresión "Atah Gibor Le-olam Adonai", que se puede traducir como "Tú, oh Dios, eres Todopoderoso para siempre", o "Atah Gabor Leolah, Adonai", traducido como "Tú eres poderoso y eterno, Señor". 

Posteriormente fue utilizado en tratados alquímicos por autores esotéricos como Cornelio Agrippa, donde refería a los usos de los nombres divinos recogidos de textos sagrados, a los que les otorgaba virtudes extraordinarias al ser reveladas por el mismo Dios; hecho que sometía a todas las criaturas ante su invocación. En el caso de AGLA, ese acrónimo se representa alrededor de la cruz➕ , que encarna el nombre del hijo, IESU, poseedor de las virtudes del nombre del padre. Sumando la invocación y el signo de la cruz, según Agrippa, tendrían el poder sobre las enfermedades y demonios, pudiendo utilizarlos contra estos últimos con malignos fines.


Ya a finales del siglo XIX, "MacGregor" Mathers, uno de los fundadores de la Orden secreta y hermética inglesa "Golden Dawn", de corte rosacruz, le da otra interpretación al acrónimo AGLA: "A, la primera; A, la última; G, la trinidad en la unidad; L, la completitud de la Gran Obra." Nos centraremos en descifrar porque aparece este notarikón en un cubo negro y su relación con todo el entramado analizado. Recordemos el cuadro que hizo Dalí sobre el tratado del "Discurso sobre la forma cúbica" de Juan de Herrera y la explicación del arquitecto del templo-sacro de Felipe II sobre las superficies que circundan a la estructura del cubo, que descompuestas sus 6 caras en plano dibujan una cruz latina, y traslademos ese acrónimo de AGLA para inscribir las letras ese "notarikón" alrededor de ese cubo y reconstruirlo de nuevo de manera que esa cruz queda transformada en cubo negro "alquimizado", y circunscrito en letras del color del oro, el velado nombre del "Todopoderoso y Eterno Dios" es evocado en sus caras libres bajo el oculto nombre de la doncella-sacerdotisa del autor de la obra y perfectamente alineado con el resto de templos en un mágico engranaje que parece, digámoslo de esta manera, ponerse en marcha en fechas "evocadoras" de otro tiempo, que unen y separan, tiempos pasados y presentes, que pretenden perpetuar a esa casta-sacerdotal al servicio del PODER mayúsculo.

Una explicación aclaradora sobre la misteriosa piedra cúbica es la que siempre fue asimilada por el hermetismo, la cábala y la alquimia. Nos referimos a la parte femenina de Dios encarnada en el hombre, transfigurada en el catolicismo como la Virgen María. Para los cabalistas sería la "Shejiná". En la mitología griega se complementaría en la figura de la diosa Cibeles, la Magna mater de los romanos. La etimología nos ayuda a conocer su significado. Cibeles, en griego kybelê (Κύβέλη), procede de kybos (κύβος), "cubo", y  "laas"  (λαας),  "piedra",  lo  que  significa  "piedra  cúbica".  Entre sus formas era representada de color negro. Por lo tanto, "la Virgen María" de los griegos sería la piedra cúbica de la masonería. Conocimientos ancestrales al servicio de los arquitectos de la sociedad, que tratan de pulirla a su gusto para aprovechar la energía del conjunto, mientras estos gocen del beneplácito de las masas. Todo es romper el cubo.

Mostraremos un par de ejemplos de cambio de calendario posteriores al «gran cambio» de 1582 y sus curiosas cifras que cambiaron el «tiempo antiguo» por el «tiempo nuevo». En el aún incipiente Reino Unido de Gran Bretaña, se produjo un 2 de Septiembre de 1752, tres décadas después de la muerte de Newton, para ubicarnos en el momento histórico y científico, sumando 11 días ya, para llegar a un…¡oh, sorpresa!, 14 de Septiembre. 170 años después del concebido por Felipe II y el Vaticano.

Otro ejemplo más traumático fue el de la Gran Rusia, donde en 1918 se pasó del «Antiguo Régimen», reflejado en la vieja monarquía del Zar de Rusia, a un ejemplo del cambio de Nuevo Orden Secular, como el sistema socialista de la U.R.S.S.. El cambio se produjo el 31 de Enero, saltando 13 días (símbolo de muerte) hasta el 14 de Febrero (14, renacimiento, otra vez).



Para finalizar, y comprender este engranaje de 10 días, volvamos a la Biblioteca de El escorial y recordar aquel enigma del reloj del Rey Acab. Recordemos:

"Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás". 2 Reyes 20:8-11

Las 10 gradas o grados de los escalones de Acaz hacen referencia al «10» como número del Creador o Dios. En sentido bíblico se le puede dar como el significado de mensaje de un tal Jehová hacia el rey de su `pueblo elegido, Ezequías, en este caso. Son muchos los estudios sobre esta «transición solar», de supuesta divina procedencia, que estiman los 10 grados de sombra solar en 40 minutos con unos sencillos cálculos, que tampoco es una cifra baladí en cuanto a ciclos bíblicos, pero en ningún caso se hace referencia a tradición bíblica alguna que esas 10 gradas, grados o escalones movidos por el "Sol-Jehová" se conviertan en tiempo real, no así como el tiempo aparente, pues estas escrituras sagradas, no son más que una recopilación o sincretismo de todas las culturas colindantes. Pero para el análisis "exégeta" que nos ha ocupado, retrocederemos a la escena referente al milagroso movimiento de la "sombra" y del Sol, para concluir conceptos. Centremos el tiempo en aquel cambio de calendario de 1582, casi a finales de la construcción de El Escorial.



Ahora podremos comprender mejor aquel mensaje velado del final del pasillo de esa Biblioteca, donde se señalaba un extraño reloj de 24 horas para plasmar "el milagro del Sol de los 10 grados". En esta pintura se señala un retroceso de la hora 19, marcada por la sombra del reloj solar, y a un guardia apuntando con su dedo justo en la hora 5, 14 horas atrás. En el relato bíblico, el profeta Isaías prometía 15 años de vida extra al rey Ezequías. Ese 14 nos recordaría a los años exactos transcurridos entre la finalización de la obra de la gran obra del Rey Prudente y la muerte de este, que tanto hemos comentado. Velos, profecías, control de las emociones temporales. Todo en uno. La paciencia de la casta-sacerdotal es infinita y un proyecto de largo plazo que van perfeccionando y que iremos desvelando a medida que encontremos esas llaves que nos dejan. Ya lo decía aquel "plumilla" que se escondía tras un pseudónimo para dejar, negro sobre blanco, las intenciones de las partes visibles de estas sociedades cara a los profanos, mientras callaba las que iban encadenando desde poderes mucho más altos. Les dejamos hasta la próxima con esa "advertencia"... Buen viaje a todos.



"La masonería no tiene prisa; sabe esperar, recuenta sus fuerzas, mueve sus peones, los previene y el día tal a la hora prevista y en el distrito elegido, generalmente el de un juez afecto, realiza su crimen. Un agente, o varios, de Policía masones estarán prevenidos en los lugares próximos al suceso. Lo demás es fácil: se borran las huellas, se falsea el atestado y el juez extrema su celo masónico desviando la justicia, así como la Prensa o la opinión. Y si aún así se fracasase, se cuenta con hermanos en las altas esferas para poder evitar lo irremediable. Los indultos, las amnistías y hasta las fugas preparadas hacen el resto". Jakim Boor. 26 de marzo de 1950.




























BIBIBLIOGRAFÍA: LA LEYENDA DE LAS ESTRELLAS ERRANTES Y LOS REYES DEL TIEMPO. (PARTE I, II Y III) 

--En nombre de dios: la nomenclatura del sistema solar - Jot Down Cultural Magazine

--Saturno: Apuntes sobre Satanismo y El Culto al "Sol Negro" (Parte 1) | ADN Cultura

--▷ Astronomía Babilónica (Explicado) ‣ Todo sobre Astronomía Babilónica ‣ 2024 😀 (leyderecho.org)

--Los 12 trabajos de Hércules y su significado - Cultura Genial

--Galileo y la creación - Revista Mètode (metode.es)

--El dedo de Galileo - La Hoguera de las Necedades

--En el cielo las estrellas: Galileo y Kepler: anagramas y premoniciones en una relación difícil (guillermoabramson.blogspot.com)

--The Discovery of the Galilean Satellites (solarviews.com)

--El beso en la Luna (blogalia.com)

--Bernardo Souvirón. Profesor de Lenguas y Cultura Clásicas (bernardosouviron.blogspot.com)

--GRUPO LI PO: Como Walt Disney adoptó a Pluto, el noveno planeta

--Paolo Sarpi: el curioso teólogo italiano que influenció a Hobbes, Descartes, Bacon y Locke | by Vicente Quintero | Medium

--Masonería Antigua: La llave y los siete enanitos de Blancanieves (masoneriaantigua.blogspot.com)

--10 cosas que tal vez desconocías sobre los parches de las misiones Apolo - MrGorsky

--NSSDCA Photo Gallery: Voyager Index (nasa.gov)

--Sondas Voyager: el viaje interestelar apenas comienza (agenciasinc.es)

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--✅ La edad oscura de Grecia (s. XII - VIII a.C) - El nacimiento de Grecia (lacrisisdelahistoria.com)

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--DIARIO DE A BORDO: JOHN DEE ● El idioma de los ángeles, del mar, de los astros, de los números, del teatro. (atenas-diariodeabordo.blogspot.com)

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--El ataud de Felipe II | Blog de Jesus Sainz de los Terreros

--CAPILLA REAL DE GRANADA (jdiezarnal.com)

--Maestros Constructores de la Catedral de Toledo - Paperblog

--Órdenes clásicos y simbología - Andalán.es (andalan.es)

--El espejo mágico que Felipe II regaló al mago más famoso de la época (blastingnews.com)

--13 de Septiembre de 1584: la "Última Piedra" del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial - Darío Madrid Historia y Fotografía (dariomadrid.com)

--De Granada, Yuste y Valladolid a El Escorial: el traslado de los cuerpos reales al Monasterio de San Lorenzo en 1574 – Turista en mi país (turistaenmipais.com)

--POMPEO LEONI, EL ESCULTOR DE EL ESCORIAL – Artyculturablog (wordpress.com)

–«Dos siglos de bribones y algún malandrín: Crónica de la corrupción en España …»

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--Un Hombre en la Oscuridad: SUEÑO de POLÍFILO - de Francesco Colonna

–El rito hispano-visigótico o mozárabe: del ordo tradicional al canon romano Rafael SÁNCHEZ DOMINGO Universidad de Burgos-

--Tycho Brahe – astronomia-iniciacion.com

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--LAS CLAVES OCULTAS DE LA BIBLIOTECA DE EL ESCORIAL. ANDRÉS VÁZQUEZ MARISCAL. Editorial Ceración (2009).

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